Mozambique

18/11/2016
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“…Yo soy el error, de la sociedad

Soy el plan perfecto, que ha salido mal”

La Violencia. Agarrate Catalina.

 

En una reunión de “gente bien” se comentaba el impresionante gesto de solidaridad de un grupo de españoles que ha elegido vivir en Mozambique, una nación ubicada en el sureste de África, con un altísimo índice de mortalidad infantil y uno de los desarrollos económicos más bajos del mundo, que tiene el impulso del turismo que recibe.

 

Los españoles solidarios están desparramados por Maputo, su capital y por alguna de sus once provincias, muchos de ellos profesionales, que hartos de la vida en el primer mundo se mudan a trabajar entre los habitantes del lugar.

 

Los participantes en aquella reunión veían, con ojos maravillados y corazones henchidos de solidaridad, el gesto de los viajeros. Comenté que no era necesario viajar miles de kilómetros para sentirse útil y solidario. Acá cerca, en Palmira (Mendoza) una ciudad fundada a la vera de las vías del tren y de origen obrero ferroviario, casi en su totalidad, existía Mozambique y que había donde colaborar solidariamente.

 

Claro que “el peligro del robo de la cartera del auto, las caras que miran con bronca, el olor, ese olor agrio” impedía entre otros motivos, la participación cercana y en territorio propio.

 

 

El lugar, es un espacio de inclusión social que se creó en junio de 2015 y que comenzó dando una solución de contención a 18 pibes. Ubicado en un salón alquilado en la calle Ameghino, a 6 cuadras de la avenida principal del pueblo, cuenta con un espacio de usos múltiples, una cocina, depósito y baño. Muchos de los chicos y chicas que allí asisten provenían de hogares desarmados producto de una separación; otros tantos, hijos de madres solteras y algunos que pasaban buena parte de los días solos porque sus padres partían muy temprano a trabajar.

 

El fundador de este lugar es Cristian Bassin, ex sacerdote salesiano (dejó los hábitos sacerdotales por profundas diferencias con la cúpula clerical) que fuera ministro de Desarrollo Social del gobierno peronista de Francisco Pérez en la provincia de Mendoza. Con el aporte de su sueldo de ministro, la ayuda de sus hermanos y el trabajo voluntario de un grupo de mujeres del lugar comenzó a gestar el espacio que sirve de lugar de contención para estos chicos. Después, en el tiempo, y con la llegada del “cambio” de gobierno y producto de la aplicación de políticas económicas que miran hacia el costado y hacia fuera (del país), la cantidad de chicos ha ido aumentando de manera alarmante: hoy son más de 60 los asistentes al espacio, con la variante de que ahora se han sumado adultos.

 

En una de las charlas que mantuve con Cristian, me comentó que el apoyo gubernamental es prácticamente nulo, incluso -me dijo- pagan impuestos municipales. Convencido de que “Donde existe una necesidad existe un derecho y en donde existe un derecho debe existir el Estado”, hoy ve con preocupación cómo, justamente desde el Estado no aparecen las soluciones. En su lugar, las mujeres voluntarias, recorren los distintos mercados y distribuidoras tratando de conseguir donaciones para cubrir el almuerzo y la media tarde que allí se sirve. Cristian comenta que “los pibes necesitan no solamente algo que les mantenga calentito el estómago, sino que necesitan que les llenen el corazón”, “una palabra de afecto, una ayuda en las tareas extra escolares o el entretenimiento que brindan los dos profesores de educación física que participan ad honoren, hacen que tengan, al menos por un rato, una sonrisa grande, luminosa en sus caras”.

 

Lentamente va transitando un camino lleno de necesidades, pocas personas aportan a este proyecto, o quizás nos sean las suficientes, para cubrir los huecos que la economía actual deja en los habitantes del lugar. Además, la velocidad del deterioro es inversamente proporcional al de la reacción de las autoridades. Es un cuadro dramático que exige compromiso y desinterés, como el que el Cristian y su grupo pone de manifiesto. Girar la cabeza para otro lado, esquivando la mirada que interpela de los pibes, solo genera desazón y bronca, esa misma bronca que muchos de los insensibles tienen porque los “pibes son chorros”, porque los “pibes nacen malos”, porque como dice Agarrate Catalina en su tema La Violencia “yo soy un error de la sociedad”.

 

Las políticas neoliberales del actual gobierno, conducen, de manera inexorable, a que lugares como este comiencen a crearse para contener a los miles de expulsados del sistema. La “gente bien” se verá rodeada de muchos Mozambique, no deberá viajar ni mirar documentales en alta definición, porque este sistema se sustenta en la premisa de que sobra gente. Los que creyeron que podían ser felices en una tierra que empezaba a ser un poco más justa, ven como ese lugar comienza a esfumarse.

 

Al menos, por ahora.

 

Sergio Peralta

Los Barriales

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/181777

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