Argentina: escala de grises

02/11/2015
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Las próximas elecciones argentinas en segunda vuelta ocupan, hoy por hoy, un lugar protagónico en el ámbito latinoamericano. La razón es obvia, Argentina es la tercera economía regional y el ballotage abre la posibilidad cierta del ocaso del peronismo kichnerista, fórmula populista de izquierdas. La oposición entre Macrí y Scioli, distanciados por un porcentaje mínimo de votos, se ha transformado en el más radical cuestionamiento del “modelo” Para decirlo sin ambages, más de un tercio de los votantes ha manifestado un malestar profundo hacia las políticas del actual gobierno mientras otro tercio se muestra distante, en distintos grados, y crítico o desencantado. Para el oficialismo, más que el discurso triunfalista y vociferante, quizás, ha llegado la hora de una serena y severa autocrítica.

 

Ante la derrota, porque el magro triunfo relativo de Scioli constituye una derrota política en toda la línea, suelen buscarse culpables individuales e inmediatos, sin advertir que el resultado electoral responde a un proceso mucho más largo de descomposición. No es necesario hacer la retahíla de desatinos gubernamentales para entender el estado anímico de la población. En el decurso de los últimos años se han acumulado muchos escándalos de todo tipo que muestran y demuestran que algo ha salido muy mal en el itinerario kirchnerista.

 

Para un visitante extranjero con dólares en la mano, resulta evidente que este rico país sudamericano atraviesa por momentos económicos difíciles. Se advierte en los precios, en la apetencia de divisas extranjeras, pero también en la vida cotidiana que nos describe un taxista, un tendero o un argentino de a pie. Esto es verdad en Buenos Aires, en Mendoza o Bariloche. La realidad actual desmiente a cada instante toda la mitología y el sueño de una gran Argentina… Sórdidos crímenes, escándalos de corrupción y una guerrilla política sin fin resultan ser los síntomas de una decadencia generalizada. En momentos de crispación política, es cuando es imprescindible recuperar la sensatez y desdramatizar los argumentos: contra la opinión polarizada en el universo electoral argentino, se debe afirmar que ni Scioli ni Macri son ángeles, tampoco demonios. Ninguno de ellos posee una varita mágica para resolver los complejos problemas de este país que ya arrastra por medio siglo.

 

Cualquiera sea el candidato vencedor el próximo 22 de noviembre, pareciera que Argentina deberá transitar más por una “escala de grises” que por una senda de blanco y negro. Si el “modelo” kirchnerista parece terminar su ciclo, nada indica que el fantasma de Evita y Perón vayan a desaparecer del imaginario político de esta nación. De suerte que un eventual gobierno Macri, aún con el ropaje populista liberal, tendrá que convivir con poderosos sindicatos y una tradición peronista arraigada por décadas. Por su parte, un improbable gobierno Scioli, vestido de peronismo moderado, deberá considerar el malestar creciente y la crítica de los sectores medios. Como nos enseña la historia, la grandeza de las naciones compromete a todo un pueblo con su historia, un camino siempre difícil, más plagado de miserias que de épicas grandilocuentes y siempre de resultados inciertos.

https://www.alainet.org/es/articulo/173386
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