Colón, el pirata que causó el holocausto de Abya Yala

13/10/2014
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Los historiadores, después de 614 años no se han puesto de acuerdo si el nombre de Cristóbal Colón como afirman los españoles o Cristóphorus Columbus, como lo identifican los italianos corresponde a la misma persona.
 
La Real Academia de Historia de Madrid, concluyó en 1.925, “que si bien hasta ahora es incierto que no hay prueba suficiente para declarar que Colón nació en Pontevedra, España, tampoco las hay de que nació en Génova".
 
En 1.953, la prensa internacional dio a conocer que Colón había nacido en Casale de Monferrato. Pero nunca habló ni escribió en italiano porque desconocía la lengua. Sin embargo, le atribuyen haber egresado de la universidad de Pavías con el grado académico de Doctorado en investigación oceanográfica y geografía. Esta versión no encaja en la historia de la época, la institución sólo se dedicaba al estudio de teología, leyes civiles y canónicas. Y hasta hoy, 614 años después, la universidad de Pavías aún no ha fundado la facultad de ciencias del mar.
 
Además, se entiende que para obtener un doctorado en investigación, es necesario defender una tesis basada en investigación original, que normalmente se desarrolla en un período comprendido entre tres y seis años. Esta apreciación contradice a quienes afirman que al cumplir su catorceavo cumpleaños, como era costumbre en España, sólo asistió a las escuelas gremiales, donde escasamente, por su indisciplina y reiterado ausentismo, pudo escribir con términos de galleguismo.
 
La vida de Colón fue confusa, sombría y dudosa, pero más oscura, imprecisa y enigmática fue su muerte. Colón padeció un síndrome multisistémico,  y finalmente desarrolló un cuadro infeccioso generalizado. Fue sepultado en 1.506 en la ciudad de Valladolid. Vilipendiado por sus crímenes y crueldad contra los pueblos de Abya Yala.
 
En 1509, sus restos exhumados se enviaron a Sevilla, pero antes de entrar a la ciudad, el carretón que transportaba los huesos, chocó con una enfurecida multitud que obligó al corregidor municipal reenviarlos a Triana, alegó que su deber era tener quieta y pacífica su provincia y limpia y expurgada de vicio, y sobre la alevosía y engaños del almirante se sabía demasiado.
 
En 1.541, cuando el rumor de los crímenes de Colón fue propagándose, su nuera, para evitar descontento en la ciudad, los transportó clandestinamente a Santo Domingo, actual República Dominicana, a bordo de una nao que zarpó en horas de la noche de Guadalquivir, burlando la vigilancia de la tripulación. Viajar a bordo con huesos humanos, era mal agüero.
 
Cuando en 1.795, Santo Domingo fue cedida a Francia y las autoridades hispanas decidieron llevarse los huesos del almirante a la Habana, surgió una airada protesta para impedir que los huesos de Colón se guardaran en la Habana. Fue tal la confusión generada que hasta hoy, no han sido hallados por los antropólogos.
 
Colón integró la tripulación del pirata Renè d"Anjou - Renato I de Nápoles -, que asoló el Mediterráneo. Centró sus operaciones de piratería en aguas territoriales de la Gran Ruta de la seda, hasta la isla griegas de Quios1. Muchos productos transitaban por esta ruta: piedras y metales preciosos, telas de lana o de lino. Ámbar, marfil, laca, especias, vino, vidrio, materiales manufacturados, coral, etc. A Colón se le atribuye la quiebra de la Marina Mercante de los Médicis, poderosa e influyente familia de Florencia, gobernantes y banqueros.
 
El pirata Cristóbal Colón les genero muchos problemas para mantener la actividad mercantil en el oeste de Europa. Perdieron las filiales de Londres, Brujas y Lion. En 1.476, se enfrentó junto a Casenove Colón - pariente suyo -, a barcos genoveses. Cuando su barco fue incendiado en un abordaje, llegó a nado a las costas de Portugal.
 
Por su antecedente criminal, el almirante tuvo dificultades para reclutar personas que quisieran embarcarse en su aventura para llegar a las indias. Ante el desánimo de Colón, Juan Pérez y Antonio de la Marchena, asesores de la reina Isabel, sugirieron que enrolara en su empresa al propietario de navíos, Martin Alonso Pinzón. Capitán de prestigio y respeto.
 
Pinzón, para unirse al proyecto, exigió a Colón el 50% de las riquezas que correspondían de acuerdo a su pacto con los soberanos. A cambio, aportaría las finanzas del viaje y sus tres barcos, dos carabelas y una carraca.
 
Los marineros reacios a embarcarse con Colón, aceptaron ponerse a las órdenes de Martín Alonso. Según las crónicas, Pinzón recorría las calles de Palos animando a la gente desempleada y a marineros: " Amigos, andad acá; idos con nosotros esta jornada, ¿qué andáis acá hambrientos y misereando? Haced esta jornada que según fama, habemos de hallar las casas con las tejas de oro. En todas verneis ricos e de buena ventura".
 
Después de dos meses y medio de haber levado ancla del puerto de Palos de Moguer;  dos horas antes de la media noche, un marinero de origen judío, vislumbró una Iuz a varias millas que destellaba al oeste. Rodrigo de Triana, a las diez de la noche,  desde la Pinta que navegaba adelante, dio el tan esperado grito e hizo las señales de luces convencionales. Al amanecer, avistaron un indescriptible archipiélago que se abría esplendoroso en el horizonte, eran las islas de Samaná.
 
Colón, aseguró haber sido él en persona quien avistara una luz a filo de media noche, lo que sirvió para despojar de la recompensa al palestino Juan Rodríguez Bermej llamado Rodrigo de Triana, del premio de 10 mil maravedíes y una chaqueta de seda ofrecidos por la reina Isabel, a quien primero avistara tierra.
 
Pero Colón, mezquino y codicioso por naturaleza,  típica de personajes dedicados al crimen, le robó el premio a su marinero alegando que desde la noche anterior había sido él quien vio las luces de la playa pero no lo anunció. El almirante cobró el premio, pero fue Rodríguez Bermej quien gritó desde el palo mayor de la Pinta: " waana hen - I " (he ahí tierra).
 
“Rodrigo de Triana” era hijo de un musulmán de Oriente Medio dedicado al comercio de la seda y alfarería. Por negarse a abjurar sus principios religiosos,  la santa iglesia lo quemó en la parrilla pontificia, mientras su hijo Rodrigo acompañaba a Colón en su primer viaje.
 
El historiador Gonzalo Fernández de Oviedo, relata que “Rodrigo de Triana” al descubrir que acompañaba a un traidor de oscuro pasado, a su regreso a castilla,  interpuso una acción legal que no prosperó. Por la injusticia, abandonó Castilla, renegó de su fe cristiana y regresó nuevamente a Palestina.
 
Asegura el historiador Rodrigo Wiesenthal, que Colón se aprovechó de Juan Rodríguez Bermej  sabiendo que al ser despojado, no podía hacer reclamos ante la justicia.
 
 Muchos Historiadores consignaron en sus crónicas, que la mayor parte de la tripulación de las naves eran tan malhechores como Colón, que tenían cuentas con la justicia y a los que se le había ofrecido indulto a cambio de embarcarse en la expedición.
 
El “12" de octubre de 1492 - según el calendario Juliano, la tripulación de la Pinta, que durante 2 meses y 18 días viajó a la vanguardia por ser la carabela más liviana y ligera, avistó los Cayos de Samaná en las Bahamas.
 
 La Marigalante - rebautizada Santa María, pero todo el mundo le decía la gallega, por haber sido construida en los astilleros de Galicia, y comprada por Martín Alonso Pinzón a Juan de la Cosa-, donde viajaba el almirante, navegaba en medio de un temporal, cuajado al amanecer, y ante la imposibilidad de comunicarse a través de luces de situación de las naves, Martin Alonso siguió su rumbo y recaló en Samaná el “12” de octubre de 1492 según el calendario Juliano, 18 horas antes del desembarco de Colón.
 
Después del “12" de octubre, como consecuencia de la disputa surgida por el privilegio de haber pisado tierra primero, las relaciones entre Martín Alonso y Colón se deterioraron.
 
Cuando Martin Alonso Pinzón, capitán de La Pinta, pisó las playas de Abya Yala en los cayos de Samaná, y no en isla Quisqueya - San Salvador o La Española -, como afirmaron los cronistas de la época, regia en Europa el antiguo calendario Juliano establecido en el año 46 a,C con menos 9 días de inexactitud con relación al actual. En 1.582, el viejo calendario que venía rigiendo antes de Jesús, el cristo revolucionario de la provincia de Galilea,  fue reemplazado por el calendario Gregoriano quien posteriormente corrigió el desfase calendárico tomando como referente el calendario Maya.
 
En consecuencia. Martín Alonso Pinzón descubrió el “Nuevo Mundo" el 21 de octubre de 1.492. Según la ecuación, 12 de octubre más 9 días adicionales tomados del calendario Maya, da como fecha exacta el  21 de octubre. Algunos tratadistas sostienen que el ajuste al calendario Gregoriano se debe al aporte científico de Galileo, pero la teoría se debilita al considerar que sólo en 1.606 se manifestaron sus “descubrimientos” en el campo de la Astronomía.
 
Lo primero  que hizo Colón al arribar a Abya Yala, fue ordenar al notario Rodrigo Escobedo - escribano del consulado del mar -, que a nombre de la reina Isabel y de su primo y marido, el rey don Fernando, redactar un acta de despojo, ignorando a sus legítimos dueños y gobernantes de estas tierras donde apenas acababa de llegar.
 
Escribió Colón en su diario de abordo: “...Yo di a alguno dellos unos botones colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, con que hobieron mucho placer…Y como cuentecillas de vidrio, e  ellos no traen armas ni las cognocen, porque les mostré espadas e las toman por el filo, y se cortaban con ignorancia...se tomaron más de 200 mujeres e gran número de muchachos que fueron salteados e tomados por fuerza, e por cuya rebeldía ordené encadenar en las bodegas de las nao”. “Todas son palabras del almirante", dijo el fraile Las Casas, y agregó; “...Los cristianos, en desbordado desenfreno de barbarie arrebataban groseramente los hermosos collares y otras prendas de oro a los nativos sembrando el pánico. Bajo tortura les obligaban decir el lugar donde se encontraban los mayores tesoros...a estas naciones fueron nuestros cristianos e hicieron los males que hemos contado".
 
Según algunos historiadores, en su segundo viaje – 1493 - 1496, diecisiete navíos y mil doscientos hombres de armas, incluidos veinte caballeros, arcabuceros y ballesteros, integraron la expedición.
 
Hacia finales de noviembre Colón recaló por segunda vez en Quisqueya (Ia española), encontrando la fortaleza de la Navidad - el baluarte edificado en su primer viaje por los nativos a quienes Colón obligó construir bajo voluntad forzada -, destruido por las tropas de Caonabo, rey nativo. Ninguno de los invasores sobrevivió. Los mercenarios terroristas españoles que se lanzaron a robar haciendas y mujeres nativas, se volvieron tan aborrecibles, que el rey Caonabo lanzó contra ellos su ejército aniquilándolos en batalla campal. El 12 de marzo, el almirante entró al reino de Magua, región del Cibao, al mando de una fuerza de tareas integrada por 800 infantes, entre ellos, 200 ballesteros y mosqueteros, 20 Ianceros, 20 perros, y el doble de nativos traidores, para una campaña militar contra las tropas de Caonabo por haber arrasado el Bastión Navidad. En el interior de las montañas del Cibao se abría una inmensa llanura donde se asentaban muchos pueblos que poseía extensas plantaciones de maíz, mandioca – yuca -, calabaza y sembradíos de frutos, entre ellos ananá – piña-.
 
 La gente estremecida ante pavorosa y formidable maquinaria de guerra, se encerraba en sus casas poniendo en sus puertas obstáculos de caña con que se creían a salvo. Fue una arremetida de fuerza excesiva, sangrienta, despiadada y cruel de Colón - hombre acostumbrado a la crueldad de filibusteros de las costas del Mediterráneo -, contra la indefensa población. Dice Hernando Colón – segundo hijo del almirante: “atacaron tan violentamente al ejército de Caonabo que todos, siguiendo e matando, hicieron tal estrago, que en breve fue Dios servido tuviesen los nuestros tal victoria. Que siendo muchos muertos e otros presos e destripados por las lanzas e espadas e comido por los perros”. 
 
Después de la derrota del rey Caonabo, sobrevino el terror, ni la obediencia más sumisa pudo salvar a la gente de la crueldad de Colón. La isla estaba tan bien pacificada que un español podía ir a cualquier parte, robar y matar a voluntad sin protesto. Fue en esta época que comenzaron los suicidios masivos, y marcó la fecha histórica como punto de inflexión para el surgimiento de la primera guerrilla establecida en el continente Abya Yala, la cual perduró durante 300 años, hasta la caída de la última resistencia de los pueblos Mayas, Aztecas e Incas.
 
Durante la pasificación de Colón, se estima que el 92 por ciento de la población de Quisqueya (Ia española), fue exterminada por el holocausto. Terminada la masacre, se abalanzaron en delirante exaltación a saquearla. De su lujuria no escapó ninguna manifestación femenina. Después de descontrolado frenesí, una columna de humo, presidida de un anaranjado fuego devastador, arrasó todas las ciudades del Cibao. Mujeres, niños y ancianos, fueron sometidos a esclavitud, pero otros huyeron hacia el interior de las montañas dispuestos a reagrupar lo iniciado por su rey Caonabo. El rey indígena, que en todo momento combatió heroicamente en primera línea, recibió una herida de ballesta en su pierna facilitando su captura. Caonabo dijo a Colón que podía hacer al rey cristiano, cultivos de extensas plantaciones extendidas de “mar a mar” para alimentar 10 años a Castilla, a cambio de no imponer tributo a su pueblo, ni causar dolores que no conocían.
 
Cuando Caonabo terminó de hablar, Colón dijo a sus mercenarios: “habéis escuchado sandeces, haced lumbre e quemadlo”. Algunos historiadores escribieron que Caonabo murió en un naufragio rumbo al exilio hacia España en 1.496. Con la incineración del rey Caonabo, Colón instituyó a nombre de los soberanos y de la Iglesia, la más execrable forma de vejación y crimen contra la libertad de los pueblos, la vida y la dignidad humana, antes que el papa Aleiandro VI ( Rodrigo Borjia) estableciera la siniestra inquisición en Abya Yala. Algún día la historia lo juzgará “post mortem”, de crímenes de lesa humanidad.
 
1Enciclopedia Británica -.
 
2Hernán Colón, Archivos de Sevilla
 
https://www.alainet.org/es/articulo/164675
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