18 días después

13/07/2009
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  • Opinión
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A poco más de dos semanas del golpe en Honduras, el pueblo sigue en las calles exigiendo la restitución del presidente Zelaya. Las movilizaciones continúan y crece la articulación de las organizaciones sociales y las fuerzas políticas populares. Trabajadores rurales y urbanos, estudiantes, vecinos de pequeños poblados así como de Tegucigalpa y San Pedro Sula, las dos grandes ciudades hondureñas, hombres, mujeres y jóvenes, participan en asambleas y marchas, se concentran en las rutas, van en multitud al aeropuerto a esperar la llegada de su presidente enfrentando la represión militar y policial. Se constituye el Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado. En quince días los heridos, detenidos y golpeados se cuentan por centenares. Hay, por lo menos, cuatro muertos, entre ellos un dirigente sindical y un dirigente del partido Unificación Democrática.

La lucha no cesa

 Paralelamente, y desde el principio, fluye la solidaridad internacional. Los países del ALBA y gran parte de los gobiernos de la región condenan el golpe y exigen la restitución del presidente electo por el voto popular. Se pronuncian en forma similar  la OEA y la Organización de las Naciones Unidas. Las redes sociales continentales y numerosas organizaciones sindicales y políticas suman sus voces. Comienzan a llegar a Honduras delegaciones y observadores con el propósito de documentar la situación, acompañar y proteger la vida de los luchadores. También en Argentina se han multiplicado las acciones solidarias.

Se prepara en los próximos días un Encuentro Internacional de Solidaridad a realizarse en Managua.

El pueblo hondureño no está solo.

 Todo lo sucedido hasta aquí es muy importante. Sin embargo, aún no resulta suficiente. Pasan los días y los usurpadores continúan al frente de las instituciones de gobierno. Y Manuel Zelaya no logra regresar a su país. El golpista Micheletti sigue en el palacio presidencial y ha anunciado el levantamiento del Estado de sitio. Pretende convocar a elecciones para legitimar la usurpación. La situación permanece abierta y el peligro es cierto.

Es el momento para hacer colectivamente una reflexión más profunda sobre el significado y las causas de lo que está ocurriendo en Honduras; analizar el contexto mundial y en primer lugar la crisis del capitalismo, así como la relación del zarpazo hondureño con el interesante proceso de integración regional en curso.  Y no se trata solamente de un imprescindible ejercicio intelectual, sino también de la necesidad de encontrar nuevos caminos para hacer más eficaz nuestra solidaridad, lo cual incluye denunciar los objetivos del golpe y los planes específicos del imperialismo en Centroamérica y en todo el continente.

¿Por qué Honduras?  Podría ser la primera pregunta. ¿Qué hizo el gobierno de Zelaya para concentrar el odio de la derecha política y los militares golpistas?

Respecto al primer interrogante no cabe olvidar que este pequeño país de América Central fue y sigue siendo una pieza clave de la estrategia militar de Estados Unidos. Como lo vienen denunciando las fuerzas antiimperialistas del continente, desde hace muchos años el Pentágono ha estacionado sus tropas en bases militares instaladas en territorio hondureño. Lo recuerda la periodista Stella Calloni en un documentado trabajo publicado recientemente donde afirma además que “el golpe militar en Honduras es un globo de ensayo de los nuevos esquemas golpistas que EEUU plantea para la región, cuando su contrainsurgencia ‘cívica’ no puede lograr la desestabilización de gobiernos, como se intenta en varios países de América Latina”.

En la base aérea de Soto Cano, ubicada en Palmerola y dotada de una gran pista apta para el aterrizaje de aviones de gran porte, continúan operando efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo de EEUU. “Esta base –continúa Calloni- fue ampliada en el esquema de la Guerra Fría en los años 80, cuando Washington llevaba adelante la guerra encubierta contra Nicaragua Sandinista. Por ese entonces, el embajador enviado por EEUU, John Negroponte (1981-1985) era llamado el ‘Virrey de Honduras’ por la forma en que controlaba la situación interna de ese país y también toda Centroamérica”.

La misión de observación enviada en estos días por la Alianza Social Continental, en su informe fechado el 13 de julio, señala: “Estados Unidos, mantiene a su embajador en Tegucigalpa, así como la ayuda o convenios militares y los flujos comerciales. La base norteamericana de Palmerola con 600 efectivos sigue funcionando como si nada, con fluidas relaciones con el ejército golpista”.

La delegación de SOA Watch (Observatorio de la Escuela de las Américas) actualmente en Honduras, en visita de solidaridad, ha denunciado el pasado 8 de julio que la Escuela de las Américas ha entrenado más de 60 mil soldados de diversos países de Latinoamérica y más de 4 mil soldados hondureños. Los líderes militares del golpe de Estado perpetrado contra el presidente Manuel Zelaya Rosales, entre ellos el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Romeo Vásquez Velásquez, han sido entrenados en esta Escuela de Asesinos. Once dictadores pasaron por sus aulas.
 
En cuanto a la segunda pregunta creo que el hecho principal que encrespa a la derecha golpista es la decisión del presidente Zelaya de incorporarse a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), una  experiencia avanzada de integración regional iniciada hace cuatro años por Cuba y Venezuela a la que siguen adhiriendo otros gobiernos de la región.

Las sucesivas reuniones y documentos del ALBA la muestran como una alternativa real al panamericanismo. Sus realizaciones, que toman en cuenta las necesidades y anhelos de amplias capas de la población despiertan enormes esperanzas. En este momento el ALBA ejecuta más de cien proyectos, en varios países, basados en principios solidarios.

Particularmente significativa fue la VII Cumbre Presidencial del ALBA (Cumaná, Venezuela, abril de 1909). Sus acuerdos y conclusiones tuvieron un peso relevante en los debates de la V Cumbre de la Américas que empezaría al día siguiente en Trinidad y Tobago, especialmente la exigencia a estados Unidos de acabar con el bloqueo a Cuba así como el rechazo al documento base preparado para la Cumbre de las Américas que finalmente, por falta de consenso, no sería aprobado.

Es notable asimismo la decisión de los países del Alba de crear para el 1º de Enero del 2010 una moneda común denominada SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional). Una nueva moneda, que aparte de servir como contrapeso del dólar estadounidense, se define como un “sistema monetario liberador”.

En el documento presentado por los mandatarios del Alba a la Cumbre de las Américas –uno de cuyos redactores fue el presidente Zelaya- se demanda “al nuevo gobierno de los Estados Unidos, cuya llegada ha generado algunas expectativas en la región y en el mundo, que ponga fin a la larga y nefasta tradición de intervencionismo y agresión que ha caracterizado el accionar de los gobiernos de ese país a lo largo de la historia (…) y de la misma manera que elimine prácticas intervencionistas como las operaciones encubiertas, diplomacias paralelas, guerras mediáticas para desestabilizar Estados y gobiernos, y el financiamiento a grupos desestabilizadores. Es fundamental construir un mundo donde se reconozca y respete la diversidad de enfoques económicos, políticos, sociales y culturales”.

Lo dicho aquí sobre el contenido político y la trascendencia del ALBA., es suficiente para entender el odio de la derecha y el imperialismo. Especialmente porque esa línea de trabajo va en ascenso, con crecientes simpatías de los pueblos de la región y en el marco del esperanzador y multifacético proceso de integración regional en curso.

Está claro, sin embargo, que esto no agota el tema. Por eso, y en el marco del desarrollo de una firme y combativa solidaridad con el pueblo hondureño, sería muy importante y enriquecedor habilitar espacios y momentos de debate aptos para profundizar las definiciones y los esfuerzos comunes. Para seguir dando una respuesta adecuada a las demandas de solidaridad de las organizaciones populares hondureñas; que nos permita además construir la necesaria unidad para enfrentar también en nuestro suelo las amenazas desestabilizadoras y golpistas.

 Buenos Aires

https://www.alainet.org/es/articulo/135044
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