Premisas y desafíos del nuevo escenario internacional

25/03/2009
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  • Opinión
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Los acontecimientos de significación histórica no son producto de factores azarosos o incidentales, sino, por el contrario, constituyen el resultado de causas  que se configuran en largos procesos en los cuales interactúan diversas condiciones materiales e inmateriales.

En concomitancia con lo anterior, cabe anotar que la “explosión” financiera de Wall Street del pasado 2008 -cuyas ondas expansivas están envolviendo al planeta entero-, en la medida que exhibe síntomas de un agotamiento sistémico del capitalismo, debe ser aprehendido sin perder de vista los orígenes mismos de ese régimen productivo y de organización social en los albores de los Tiempos Modernos.

Creemos que únicamente con ese telón de fondo cognitivo se puede comprender la lógica íntima de los sucesos contemporáneos y discernir objetivamente sobre los “horizontes probables”.

Sirva este lacónico exordio para la exposición de algunos presupuestos teórico/históricos que aspiramos contribuyan a avanzar en la reflexión académica tanto retrospectiva como prospectiva.

l.  Los tiempos históricos casi nunca coinciden con las fechas que se acostumbra subrayar en el calendario.  Con esta aseveración se quiere poner de relieve que, así como el siglo XX comenzó para América Latina en l9l0 con la Revolución mexicana y para el conjunto de la humanidad en l9l7 con la victoria bolchevique, el siglo XXI se inició, en realidad, en l989 con la demolición del muro de Berlín y la victoria de las potencias capitalistas comandadas por Washington.

No obstante la espectacularidad de este último acontecimiento, el triunfo multifacético del capitalismo –tecnológico, económico, político, ideológico, militar- frente a su rival histórico del siglo XX, el “socialismo real” europeo encabezado por la URSS, y que llevó a proclamar “el fin de la historia” con la definitiva hegemonía del mercado y la democracia liberal, antes que la apertura de un nuevo capítulo de la evolución humana, apenas habría representado la imposición pasajera de una variante de la Modernidad, con sus corolarios del Progreso y Crecimiento ad infinitum.  De todos modos, tal suceso significó la proyección en extensión y profundidad de esa forma de percibir y organizar el mundo de raíz renacentista y que tiene como ejes a las fuerzas amorales del dinero y la ciencia positiva (tecnociencia).

2.  La simbiosis y potenciación de estas dos fuerzas –componentes de la razón instrumental- a partir de la Revolución Industrial iniciada en Inglaterra se convertiría en el gran motor del capitalismo en los dos últimos siglos.  Después de la II Guerra Mundial esa fusión se orientará a un incremento de la productividad, antes que a una difusión social de sus logros.  Conforme a Samir Amin y Albert  Jacquard, entre otros, la tendencia descrita marcó el agotamiento del modelo tecnológico fordista (fragmentación del proceso productivo y ampliación del consumo de bienes industriales) y su progresiva sustitución por un modelo intensivo en capital y en conocimiento (toyotismo).

El correlato económico de esta nueva fase del modo de producción capitalista será, por un lado, la desvalorización y progresiva exclusión de la fuerza laboral en las propias metrópolis y especialmente en el vasto mundo del “subdesarrollo”, y por otro, el naufragio del Estado del Bienestar (Welfare State) de inspiración socialdemócrata en las instancias centrales del sistema, así como el debilitamiento, a partir de los años 60-70 del siglo pasado, de los estados desarrollistas/intervencionistas/industrialistas en las áreas periféricas.

3. La reconfiguración del capitalismo derivada de la nueva base tecnoeconómica no supondrá, sin embargo, ninguna modificación sustantiva de los medios y fines del sistema de marras; por el contrario, provocará su exacerbación. ¿A qué nos referimos?

En cuanto concierne a los medios, a una ofensiva en extensión y profundidad de ese régimen productivo (extensión: ex campo soviético y progresivamente a China; profundización: sectores terciarios del Primer Mundo y sectores primarios del Tercero). (Cf. José Valenzuela Feijoo: El mundo de hoy. Mercado, razón y utopía, Anthropos, Barcelona, l994).  En cuanto a los fines, habría que referirse a la conversión de la búsqueda de la ganancia –móvil consustancial al capitalismo- en una auténtica religión: el monoteísmo del mercado, según Roger Garaudy.

Si la primera tendencia tenía/tiene como corolario una renovada estrategia de ocupación territorial, económica y militar del mundo por parte de los poderes metropolitanos (propósito exacerbado después del ll-S del 2001), la segunda busca proyectarse a la dominación política, ideológica y cultural totalitaria de los habitantes del planeta.

Este modelo de dominación imperial que tuvo su apogeo en tiempos de Bill Clinton (1993-2001), con soportes en la creación de capital ficticio/parasitario alimentado en la Nueva Economía (comunicaciones, cibérnética) y en el keynesianismo de guerra (operativos de “guerra humanitaria” y secesionista en la ex Yugoslavia), empezará a hacer aguas por todos sus costados durante la administraciones de George W. Bush y Dick Cheney al calor de sus intrínsecas y agudizadas contradicciones.

4. En su estudio titulado “Reflexiones sobre el colapso de la civilización burguesa” (www.alainet.org/active/27275&lang=es), el investigador argentino Jorge Beinstein, luego de refutar las opiniones subjetivistas de los apologistas del establishment internacional, explica con rigor teórico la cruda crisis económico/financiera de comienzos del siglo XXI como a una fase inherente al “capitalismo senil”.  Similares enfoques han desarrollado autores como Samir Amin, Immanuel Wallestein, Wim Dierckxsens, Francois Houtart, entre otros.

Previsiblemente, sin embargo, el “crack” internacional de los mercados bursátiles a partir del pasado “Septiembre Negro” (2008), pese a mostrar de modo patético los pies de barro de la razón instrumental, no significará, ni mucho menos, que la lumpengranburguesía mundial vaya a abandonar sus presupuestos teóricos y sus prácticas depredadoras de las relaciones entre los seres humanos y las de estos con la naturaleza.  

5. Los países latinoamericanos vienen enfrentando la referida crisis sistémica en las condiciones de su inveterada vulnerabilidad; pese a la elevación de precios del petróleo y otras materias primas, correlato de las invasiones estadounidenses/europeas a Afaganistán e Iraq, y del incremento de la demanda de las potencias emergentes -grupo BRIC: Brasil, Rusia, India, China-, cuya desaceleración a consecuencia de la depresión internacional en curso se ha expresado en el deterioro de sus relaciones comerciales así como en la contracción de los flujos de inversiones productivas y de las remesas de los emigrados.

Entre otras razones, esto obedece a que después de cinco siglos de colonialismo, semi y/o neocolonialismo las socioeconomías del área se encuentran gravemente desestructuradas al punto de demostrarse impotentes incluso para su autosustentación alimentaria, debido a su funcionalización a las metrópolis.  El cuadro completo es deprimente: desarticulación tecnoeconómica, estancamiento de la producción relativo e incluso absoluto en las dos últimas décadas, desnacionalización del aparato productivo, predominio de la acumulación rentista en detrimento de la “economía real”, desempleo galopante, urbanizaciones patológicas, depredación del medio natural, democracias mediáticas, éxodos internos y externos masivos de la población, auge delincuencial e inseguridad pública, rampante corrupción de “cuello blanco”.

Como si esto fuera poco, en las últimas décadas, una deuda externa que actualmente bordea los 900 mil millones de dólares se ha convertido en el más potente instrumento del establecimiento financiero global para ejercer heteróclitas compulsiones.  Tales presiones han buscado -y seguirán buscando- que nuestras naciones generen recursos para el servicio de la deuda (el FMI y sus políticas de compresión de la demanda), prosigan con  reformas estructurales de corte liberal para arraigar las “leyes del mercado” (las acciones del Banco Mundial) o se incorporen a las reglas de una liberalización comercial, financiera y tecnológica de “una sola vía” (las directrices de la OMC, los TLCs estadounidenses o los Acuerdos de Asociación como los que actualmente negocia la Unión Europea con el nuevo eje neoliberal andino conformado por Bogotá, Lima y Quito).

Todo esto reforzado con estrategias de control territorial y de recursos naturales, energéticos y ambientales como el Plan Colombia, el Plan Puebla Panamá, el Plan Mérida, la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura de Sud América (IIRSA); o de funcionalización de las universidades mediante el Proyecto Tuning y de represión a todos los disidentes de la globalización corporativa, llámense estos dirigentes nacionalistas/latinoamericanistas, campesinos organizados, guerrilleros, ecologistas “infantiles”, intelectuales independientes, cristianos liberacionistas, militares patriotas, indígenas, desocupados, jubilados, poetas, mujeres, niños de la calle…

Políticas y acciones cuyo objetivo último no es otro que el interés de la civilización del capital de bloquear o falsificar las rutas a la la concreción de vías alternativas y genuinamente democráticas de evolución para nuestras naciones.

6. No obstante, este oscuro panorama no totaliza la situación del subcontinente americano de cara al derrumbe multifacético del capitalismo y a su brevemente descrita fuga hacia adelante.

Al menos dos órdenes de acciones/procesos de signo promisorio son factibles de recuperación y proyección.

Aludimos, por un lado, a las recrudecidas y multiformes luchas populares contra el reinado del fundamentalismo liberal.

A la larga resistencia de la Cuba socialista a las agresiones provenientes de Washington, se han añadido episodios de gran trascendencia como el "caracazo” que selló el destino de la venal administración de Carlos Andrés Pérez; la rebelión de las comunidades indígenas del Ecuador comandada por la CONAIE que, en el verano de 1990, se enfiló contra el régimen “socialdemócrata” de Rodrigo Borja para reivindicar el dominio de sus territorios ancestrales; el emblemático ¡Ya basta zapatista!  del 1 de enero de 1994 con que los invisibles descendientes de los mayas exteriorizaron su repudio al colonialista TLC México-Estados Unidos, inaugurando la impugnación universal a la globalización corporativa; las ensangrentadas luchas por el territorio y la defensa del ambiente de los Sin Tierra en el Brasil; las espontáneas contestaciones de los piqueteros argentinos; la “guerra del agua” en Cochabamba; las nuevas y heroicas acciones de los mapuches y la Rebelión de los Pingüinos contra la “educación de mercado” en el Chile de los “socialistas” Lagos y Bachelet; la cruzada y victoriosa cruzada continental contra el ALCA; la “Comuna de Oaxaca”; la continuidad de las aguerridas  confrontaciones de los campesinos mestizos e indígenas contra la reforma agraria “al revés” que impulsa la oligarquía liberal-conservadora colombiana con la mediación de un Ejército cipayo y sus bandas paramilitares; las emblemáticas defensas de la riqueza petrolera, minera y ambiental protagonizadas por el pueblo llano en las perdidas aldeas ecuatorianas de Dayuma y  Molleturo… Todo esto sin desconocer la significación de triunfos electorales de líderes nacionalistas, latinoamericanistas y antiimperialistas como Hugo Chávez y Evo Morales, la creación de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) o el planteamiento de una “OEA sin Estados Unidos”.

El segundo orden de acontecimientos esperanzadores alude al resurgimiento de un pensamiento alternativo en América Latina y en otros ámbitos geográficos e intelectuales (Estados Unidos, Europa) y que se expresa ya en la recuperación de las contribuciones teóricas de los autores clásicos del socialismo y el utopismo, ya en el aggiornamento  de tales aportes a los tiempos que corren, ya en la disección del discurso único y de las nuevas estrategias imperiales, ya en la recuperación de las visiones indígenas ancestrales, ya en la exposición de nuevos enfoques teórico/metodológicos para la interpretación del capitalismo senil y sus repercusiones a escala metropolitana y periférica, ya en el análisis del desplome moral de la Modernidad, ya en el estudio de la lógica del cataclismo ambiental, ya en el diseño de “otros mundos posibles”…

En nuestro estudio “El tedio de Davos y las luces de Belem” (www.alainet.org/active/28932&lang=es), adelantamos un primer listado de los trabajos más sugestivos presentados en la ciudad brasileña, sede de un cónclave altermundista a comienzos de este año, al mismo que lo complementamos con algunos materiales no necesariamente recientes pero que pueden coadyuvar a una mejor comprensión de la actual transición de la humanidad.

La selección completa fue la siguiente:

Estudios de los desenfoques asociados a Davos

- Concepción de la actual crisis –reiniciada en EU el 2007- como un fenómeno del subsistema financiero y no como una crisis del sistema económico capitalista en todas sus esferas (producción, distribución y consumo). (Carlos Rivas, “Desorden financiero y economía real: una brecha estructural”/Le Monde Diplomatique)
- La insistencia en la receta keynesiana en sus distintas variantes
- Las soluciones neoliberales maximalistas postuladas por el Poder mundial: fugas hacia adelante de la civilización del capital. (Susan George, Informe Lugano)
- La visión moralista de la crisis de Barack Obama. (IARinsurgente, “El capitalismo pretende seguir engañando pese a las evidencias de su fracaso como sistema”)

Planteamientos altermundistas

- La crisis de la cosmología de la dominación. (Leonardo Boff)
- La crisis de la civilización del capital. (Darcy Ribeiro, El proceso civilizatorio; Wim Dierckxsens, “La crisis actual como crisis de civilización”); Jorge Beinstein, “Cinco rostros de la crisis”)
- Las paradojas de la Modernidad. (Ernesto Sábato, Hombres y engranajes)
- Neoliberalismo y destrucción creativa. (David Harvey: “El neoliberalismo como destrucción creativa”; Subcomandante Marcos, “La IV Guerra Mundial ha comenzado”)
- La crisis sistémica del capitalismo a la luz de la teoría marxista. (Eltman Altvater; José Valenzuela Feijoó; Lucien Séve: “Karl Marx contraataca”/Le Monde Diplomatique)
- El fin de la política (Carlos Aguirre, Mandar obedeciendo)
- La crisis ética de la Modernidad (Alexander Solzhenitsin et al: Fin de siglo)
- La necesidad de una visión holística (Varios autores)
- El fin de la ideología del Progreso/Crecimiento y el nuevo paradigma del Decrecimiento. (Wim Dierckxsens, La transición al postcapitalismo; Carmelo Ruiz Marrero, “El fin del crecimiento”)
- La recuperación de la ética como condición salvacionista (Frei Betto: “Raíces y superación de la crisis” y “Nuevos valores para una nueva civilización”)

- René Báez es integrante del Foro Mundial de Alternativas y profesor-investigador del ISP de la Universidad Central del Ecuador.

https://www.alainet.org/es/articulo/132984
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