La eterna crisis del inexistente Estado de Palestina

La paz no encuentra futuro entre tantos halcones

26/07/2007
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  • Opinión
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El quiebre entre Gaza y Cisjordania es una grave dificultad para la creación de un estado independiente. Israel y EEUU, satisfechos con la labor de Abbas, se disponen a desterrar a Hamas.

Los acontecimientos ocurridos en territorio palestino durante el mes pasado, precipitaron una grave crisis política que actualmente enfrenta a las dos organizaciones que conformaban el frágil gobierno de unidad nacional: Al Fatah y Hamas. Esta alianza se formó luego de intensas y duraderas negociaciones que comenzaron con la rotunda victoria electoral de Hamas en el año 2006 y, la consiguiente negativa por parte de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) de aceptar un gobierno al mando de lo que ellos denominan una organización “terrorista”.

Por esta razón, los vencedores electorales convocaron al movimiento Al Fatah a establecer una coalición.

Sin embargo, los halcones sionistas y sus pares estadounidenses no se conformaron con el gobierno de unidad, ni tampoco con la moderación que Hamas comenzó a demostrar antes y después del triunfo electoral. Es por ello que decidieron imponer un bloqueo económico como castigo a los palestinos.

La población civil quedó desprovista de insumos médicos, alimentos y, en algunos casos, electricidad y agua. Como si esto fuera poco, Israel confiscó durante un año y medio, alrededor de 700 millones de dólares por conceptos de tasas aduaneras e impuestos que correspondían a la Autoridad Nacional Palestina (ANP). El estado judío no aceptó entregar ese dinero a Hamas.

Durante el corto período en el cual Hamas y Al Fatah compartieron el gobierno de unidad, Tel Aviv, Washington y Bruselas lucharon incansablemente en pos de debilitar y ensuciar la imagen de Hamas y ponerlo ante los ciudadanos del mundo como una verdadera amenaza para ellos y, por tanto, tornar inaceptable la posibilidad de que integre el gobierno palestino. Ante esto, Al Fatah optó por el silencio. El correr de los acontecimientos, dejaría en claro que ese silencio no era más que complicidad con Israel y que no hacía más que esperar el momento adecuado para desalojar a Hamas del gobierno.

En estas circunstancias se llega a los sucesos del mes de junio pasado. El enfrentamiento armado entre las dos facciones palestinas fue alentado tanto por los israelíes como por los estadounidenses, que constantemente insistieron en desterrar a los “extremistas” de Hamas y apoyar a los “moderados” de Al Fatah. Tan es así, que existen numerosas denuncias que afirman que ambos países abastecieron -y abastecen- de armamento a las milicias de Al Fatah.

El resultado de estos combates se puede calificar de dos formas muy diferentes según desde donde se lo mire. Por un lado, puede decirse que la secuela es nefasta para la población civil palestina que nuevamente ve truncas sus posibilidades de lograr la unidad nacional con el objetivo de la creación del Estado Palestino. No hace falta decir que estos enfrentamientos violentos siguen teniendo como a los únicos verdaderos derrotados a los pobladores palestinos, que a lo largo de su historia han conocido todas las variables de violencia conocidas.

No sólo eso, ahora existen “dos Palestina”, no sólo divididas territorialmente por Israel, ahora también con dos gobiernos diferentes, enfrentados entre sí. Al Fatah, encabezado por el presidente de la ANP, Mahmud Abbas, controla Cisjordania. La Franja de Gaza se encuentra bajo el mando del movimiento Hamas. A todos estos resultados negativos, habría que agregarle la situación de emergencia en la que se encuentran los habitantes de Gaza, que se han visto desprovistos de la ayuda humanitaria internacional dado la tensión de la situación.

Por otro lado, las consecuencias pueden calificarse como optimas para los halcones sionistas y estadounidenses. Puede mencionarse como logro haber logrado dividir a los palestinos. Principalmente, consiguieron desalojar a Hamas del gobierno y colocar en el mando a una organización que decididamente va a actuar en pos de los intereses imperialistas de ambos países. Los hechos que se desarrollaron hasta aquí, no dejan lugar a dudas sobre la afirmación anterior. Abbas actuará de acuerdo a lo que el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el primer mandatario de la Casa Blanca, George W. Bush, propongan.

Otra de las derivaciones positivas que pueden contar Tel Aviv y Washington, es el cerco que han formado alrededor de Hamas. Este grupo ha quedado supeditado al territorio de la Franja de Gaza, ya que su poder militar en Cisjordania es muy poco. No es difícil imaginar un nuevo “muro de la vergüenza” en Gaza y tampoco nuevos y más duros bloqueos económicos en la zona, con el objetivo de debilitar a Hamas y crear un estallido social entre los palestinos que sufren las gravísimas consecuencias de este bloqueo.

Sin embargo, muchos analistas sostiene que existe una la posibilidad de que Hamas salga fortalecido ante la sociedad palestina que ve con muy malos ojos el acercamiento de Al Fatah con Israel, a tal punto que muchos palestinos consideran a Abbas y sus hombres como auténticos “traidores” a la causa de la liberación de su pueblo. Esto no sería nuevo para los hombres de Olmert, si se tiene en cuenta el crecimiento que ha tenido la organización armada Hezbollah en el Líbano, luego de la invasión a ese territorio por parte de las tropas sionistas en julio del año pasado.

Las noticias de los últimos días muestran una realidad innegable: tanto Bush como Olmert se sienten vencedores. Se los nota muy comprometidos con la causa palestina (o cisjordana para ser precisos) y con la posibilidad de finalmente “lograr la paz” en la zona. Aunque claro que este nuevo compromiso proviene de la seguridad que representa para Israel y Estados Unidos, que al mando de la ANP este un gobierno como el de Abbas, que promete ser absolutamente funcional a las políticas que planteen estos países.

Hace algunas semanas Bush y Olmert describieron a Abbas como “el presidente de todos los palestinos”.

En ese marco, Abbas es optimista en la posibilidad de conseguir finalmente la paz con Tel Aviv y, con ello, poder alcanzar las condiciones necesarias para la creación del estado Palestino. Esto lo reafirmó luego de una reunión que mantuvo la semana pasada con Olmert en Jerusalén. Según Miri Eisin, portavoz del premier israelí, ambos se comprometieron a “establecer un Estado palestino independiente junto a Israel”.

Esta iniciativa también cuenta con el apoyo de Bush, quien manifestó que en octubre relanzaran el proceso de paz. Esta última idea fue aprobada por el Cuarteto para Medio Oriente, integrado por Estados Unidos, la UE, Rusia y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, queda poco claro como harán estas potencias para deshacerse de Hamas y, tampoco, que sucederá con la mayoría electoral que eligió a esta organización para ser representados en el parlamento palestino. En definitiva, tampoco se sabe que sucederá con el millón y medio de personas que habitan Gaza. Aún no hay respuestas concretas.

En primer término, fue Abbas quien propuso un principio de solución. El líder de Al Fatah solicitó el despliegue de una fuerza internacional en la Franja de Gaza, con el objetivo de “garantizar la llegada de ayuda humanitaria y permitir que los ciudadanos entren y salgan libremente”. La idea pareció descabellada incluso en las oficinas de la Casa Blanca, desde donde se opusieron rápidamente a esta posibilidad, argumentando que Gaza sería un terreno muy hostil para cualquier ejército extranjero.

Esta claro que ni Abbas ni Israel ni el Cuarteto pueden ignorar la Franja de Gaza. El criminal bloqueo económico que actualmente condena a la hambruna a los habitantes de Gaza, se agravará con el correr de los días y desembocará en una verdadera catástrofe humanitaria en una zona que depende casi exclusivamente de la ayuda internacional. No sólo eso, el bloqueo incrementará la ola de violencia social y terminará socavando la posibilidad del estado palestino. Porque definitivamente no hay posibilidad de un estado palestino sin el consenso entre Cisjordania y Gaza.

Una posibilidad mucho más peligrosa para Gaza, aguarda en los cajones del ministro de Defensa israelí, Ehud Barak. Según versiones periodísticas, apenas comenzadas las revueltas de junio pasado, el gobierno sionista ya contaba entre sus manos con un plan para realizar una ofensiva militar contra Hamas.

No es descabellado pensar que Tel Aviv pueda desempolvar este plan y llevarlo a cabo, sobretodo si la organización islámica se mantiene firme en el poder. Claro que para esto Olmert no podrá contar en lo inmediato con su amigo Bush, quien bastantes problemas tiene en Irak y Afganistán como para abrir un nuevo frente bélico.

Vale la pena establecer un orden de prioridades. Allí, en primer lugar se encuentra la grave crisis económica que agobia a los pobladores de Gaza. Resulta urgente que la comunidad internacional instigue a Israel y a sus cómplices del Cuarteto a terminar con sus caprichos y levantar el criminal bloqueo que afecta a un millón y medio de personas.

En segundo lugar, aparece la cuestión del Estado Palestino. Es claro que existen diferencias irreconciliables entre los israelíes y los palestinos. Principalmente, la cuestión territorial. Los palestinos saben que es imposible seguir reclamando las fronteras de la “partición” de 1947; pero también es cierto que deben exigir el cumplimiento de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, que establece que Israel debe volver a las fronteras anteriores a la “Guerra de los Seis Días” de 1967.

Otra cuestión muy importante es la de los refugiados. Aquí se debe insistir en el cumplimiento de la Resolución 194, del Consejo de Seguridad de la ONU, que obliga a Israel a aceptar el retorno de los refugiados. Aunque desde hace tiempo Tel Aviv intenta hacer olvidar esta disposición y está más que claro que sólo un milagro podrá hacer que el estado sionista se siente a dialogar sobre está cuestión. Actualmente, se estima que del total de aproximadamente 9 millones de palestinos, sólo 4 millones viven en Gaza y Cisjordania.

En conclusión, este es el escenario que afronta el pueblo palestino en el objetivo de la creación del estado. Al histórico acecho imperialista de los halcones israelíes y estadounidenses, se suma el duro enfrentamiento interno. Esta disputa crea obstáculos muy difíciles de superar en el camino hacia un estado verdaderamente independiente, que es lo que realmente necesita Palestina. No así el estado que pretende imponer Abbas, un “estado títere” y funcional a los intereses sionistas.

Hace algunos días George W. Bush manifestó públicamente que “un estado palestino nunca será creado mediante el terror”. Quizás para Bush no será necesario cometer los errores de sus amigos el actual presidente israelí Shimon Peres (premio Nobel de La Paz en 1994) y el ex premier israelí Ariel Sharon. Ambos en su juventud, integraron las filas del grupo paramilitar Haganá –o Fuerza de Defensa Judía-, que pugnaba por despojar a los árabes del territorio israelí. Este grupo fue responsable de varias masacres en campos de refugiados palestinos, entre ellas las de Sabra y Shatila, a las órdenes del entonces militar Sharon. Tiene razón Bush, Palestina no será creada mediante el terror, de eso se encarga Israel.

Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
http://www.prensamercosur.com.ar
https://www.alainet.org/es/articulo/122399
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