Un nuevo capítulo de una vieja disputa

Estados Unidos, Rusia y la tercera de Newton

27/07/2008
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Las enseñanzas del viejo científico sirven para entender cómo se configura la relación de fuerzas entre las potencias de la Guerra Fría. A cada “acción” de la Casa Blanca, “reacción” del Kremlin.

Las antiguas ambiciones de las dos potencias dominantes del planeta no parecen tan “antiguas”. El llamado reparto del mundo y las denominadas zonas de influencia nunca dejan de ser parte del lenguaje de Washington y Moscú. Lo que suponía una inquietud latente tomó forma de declaraciones y acciones cruzadas entre ambas partes.

El llamado Sistema de Defensa Antimisiles que promueve Estados Unidos en República Checa y Polonia, el ingreso de Ucrania y Georgia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y las alianzas tejidas por la Casa Blanca en Europa Oriental y Asia, tienen su contrapartida.

Rusia busca alternativas para contrarrestar la estrategia estadounidense. En ese contexto, Moscú no oculta sus lazos con aquellos Estados que Washington considera “enemigos”, sobretodo con Irán. Asimismo, el país euroasiático busca tejer alianzas con repúblicas vecinas y afianzar las existentes con China e India, dos gigantes económicos.

La famosa tercera ley de Sir Isaac Newton no deja de cobrar vigencia. “Por cada fuerza que actúa sobre un cuerpo, éste realiza una fuerza igual pero de sentido opuesto sobre el cuerpo que la produjo”, sentenció el viejo inglés. Dicho en palabras un poco más simples “para cada acción existe una reacción igual y contraria”.

Durante la semana, un rumor proveniente del diario ruso Izvestia aseguraba que Moscú planea estacionar en Cuba los bombarderos estratégicos Tu-160 y Tu-95MS, como respuesta a la instalación del escudo antimisiles en República Checa. Según el periódico, la información provenía de un alto funcionario de la Fuerza Aérea cuyo nombre no fue revelado.

La respuesta estadounidense no se hizo esperar. “Si lo hicieran, deberíamos ponernos firmes e indicar que es algo que cruza el límite, cruza una línea roja para Estados Unidos”, aseguró el general Norton Schwartz, nominado para ser nuevo jefe de la Fuerza Aérea.

El rumor fue rápidamente desmentido por el Ministerio de Defensa ruso. “Es pura desinformación promovida por ciertos círculos en países deseosos de rodear a Rusia de bases militares”, comentó un portavoz de la cartera. Además, según informa RIA Novosti, el funcionario afirmó que su país no instala bases militares cerca de las fronteras de otros países, en clara alusión a la “provocación” que significa para Rusia el escudo antimisiles.

Lo único cierto que existe -hasta el momento- en cuanto a la información de Izvestia, es la advertencia realizada por el gobierno moscovita de que responderá a la instalación del escudo. “Si el despliegue real de un escudo estratégico de defensa de misiles estadounidense comienza cerca de nuestras fronteras, nos veremos forzados a reaccionar no con métodos diplomáticos, sino con métodos técnicos-militares,” expresó mediante un comunicado el Ministerio de Asuntos Exteriores, el pasado 8 de julio.

Ese día la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, y el ministro checo de Asuntos Exteriores, Karel Schwarzenberg, rubricaron el acuerdo para la instalación de una base de radares antimisiles en el país europeo. La operación se completará con la colocación de diez interceptores de cohetes en Polonia, interrumpida por las exigencias del gobierno polaco.

Frente a esto, el general Viktor Yesin, ex Jefe del Estado Mayor de las Tropas Coheteriles Estratégicas de Rusia, expresó que su país tiene otras alternativas frente al escudo antimisil. “Por ejemplo, Rusia puede crear misiles balísticos orbitales capaces de alcanzar el territorio de EE.UU. a través del Polo Sur burlando de esta manera las bases de defensa antimisil”, explicó.

Esto no es todo. A la cuestión planteada por la instalación del escudo antimisiles, Rusia suma otros elementos a su cólera.

Otra cuestión que resurge es el postergado ingreso de Ucrania y Georgia a la OTAN. Washington promueve el ingreso de estos países desde hace años y el único obstáculo es la amenaza de Moscú de tomar represalias. No obstante, parece irreversible que, al menos, Kiev consiga la adhesión.

La incorporación de Ucrania representaría una derrota significativa para Rusia ya que se convertiría en el décimo país que formó parte del Pacto de Varsovia y que ahora se sumaría a la organización supranacional que integra Estados Unidos.

No sólo Moscú se opone a la ampliación de la OTAN, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) también ha manifestado su rechazo. Este bloque está conformado por Armenia, Belarus, Kazajstán, Kirguizistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán.

El secretario general de la OTSC, Nikolai Bordiuzha, declaró que la ampliación mecánica de la OTAN no añadiría seguridad al mundo. “Las nuevas infraestructuras militares de la Alianza van rodeando a los países miembros de la OTSC, en primer término a Rusia y Bielorrusia” agregó. “Me refiero a las bases emplazadas en Bulgaria y en Rumania y a los intentos de instalar radares en los países bálticos y crear infraestructuras en Asia Central”, precisó Bordiuzha.

Cómo si esto fuera poco, la OTAN también estudia la adhesión de Georgia al grupo. La ex república soviética mantiene un conflicto diplomático con Rusia por la provincia separatista Abjasia. Moscú amenaza con reconocer a Abjasia como república independiente y en las últimas semanas desplegó sus tropas con el supuesto fin de evitar una agresión georgiana en ese territorio.

Luego, la discusión continuó en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde Rusia trabó un documento que condenaba la violación del espacio aéreo georgiano, según aseguran fuentes periodísticas.

Según analistas internacionales, el reconocimiento de Abjasia (posiblemente también de Osetia del Sur) por parte del Kremlin, es una de las posibilidades más concretas, si finalmente se amplía la OTAN.

¿Qué produciría esto? El quiebre definitivo de las relaciones entre Tbilisi y Moscú y la probabilidad de que se incrementen los choques armados entre las facciones. Si se tiene en cuenta el apoyo explícito de Estados Unidos y la OTAN a Georgia, las consecuencias pueden ser peores. Aunque también pueden producirle un contrasentido a Rusia, teniendo en cuenta que, seguramente, sus regiones separatistas encontrarían el apoyo del ente supranacional en sus respectivas causas.

La estrategia expansionista de la OTAN también tiene su “reacción”. Se trata de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), integrada por China, Rusia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán. Además, figuran como países observadores Mongolia, Pakistán, Turkmenistán, India e Irán.

Este bloque, en principio político-económico, amplía su órbita a la materia militar y durante la cumbre de 2007 se decidió la realización de maniobras militares conjuntas con el objetivo de reforzar la lucha contra las amenazas del terrorismo, el narcotráfico y las armas de destrucción masiva. En definitiva, lidiar con los mismos escenarios que la OTAN.

Sin embargo, esto último no es la verdadera preocupación para Washington sino la formalización del eje Moscú-Pekín-Teherán. El país persa ha solicitado su adhesión como miembro permanente al grupo y espera una definición en la cumbre que se llevará a cabo en agosto en Tayikistán.

En materia geopolítica, la ampliación de la OCS tendría un peso mucho mayor a la adhesión de Ucrania y Georgia a la OTAN. Si en el futuro se incorporaran los actuales miembros observadores, el bloque dispondría de aproximadamente la mitad de reservas de gas del planeta y una parte muy importante de las petrolíferas. También alcanzaría un total de 3.000 millones de habitantes y contendría una porción importante del potencial militar del mundo.

En conclusión, de este modo se configura este escenario de “acción/reacción” en el tablero internacional. Estados Unidos y la OTAN con su permanente afán expansionista y su ambición de ejercer influencia en zonas de histórica hostilidad.

Por el otro lado, Rusia intenta recuperar posiciones frente a medidas que considera agresivas para su seguridad como el escudo antimisiles. Ante esto, vale preguntarse ¿Cuál será finalmente la respuesta rusa frente a una medida que parece no tendrá retorno?

Una vez que la respuesta se concrete, habrá que cambiar la pregunta y pensar: ¿Cómo actuará Estados Unidos a partir de allí?

El bien intencionado Newton jamás habrá podido imaginar que sus leyes sean utilizadas para explicar una disputa entre potencias con ambiciones imperiales, sin embargo, el escenario se ha sumido en esta lógica newtoniana de “acción/reacción” o golpe por golpe.

Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de la Plata, Argentina.
http://www.prensamercosur.com.ar
https://www.alainet.org/es/articulo/128921
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