Reflexiones ante la Cumbre de Cochabamba

04/12/2006
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México D.F.

El nuevo momento político

Hace una década el neoliberalismo era no sólo el pensamiento dominante, sino casi el único.  El que se atrevía a pensar fuera de este paradigma, era considerado como tonto y fuera de la modernidad.

La lucha contra este modelo de capitalismo salvaje pesaba sólo sobre sectores del movimiento social que empezaban a globalizarse y a organizarse de forma permanente, hacia fines de la década de los 90.  Aunque la Red Trinacional frente al Tratado de Libre Comercio de América del Norte nace en 1991, es hasta el final de esa década que el movimiento adquiere una dimensión global y empiezan a darse formas organizativas permanentes (Cumbre de los Pueblos, nacimiento de la Alianza Social Continental y Foro Social Mundial), grandes movilizaciones globales frente a los organismos financieros internacionales, la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Los gobiernos de toda América Latina y el Caribe (con excepción de Cuba) estaban convencidos de que el camino trazado por el Consenso de Washington era la solución; esto empezó a cambiar a principios del siglo XXI.  Actualmente, en el sur del continente, los pueblos van logrando cambios importantes, llevando al poder a nuevos gobiernos.

Hace apenas unos años, el movimiento social altermundista luchaba por detener la avalancha del libre comercio, especialmente el ALCA y las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC.  Hoy, ambos ambiciosos proyectos del imperio están congelados y existen propuestas alternativas de integración, tanto desde gobiernos que se distancian de la hegemonía estadounidense, como desde los pueblos de todo el Continente.

Estos triunfos relativos del movimiento han vuelto la situación más compleja y diversificada en el Continente.  Aunque hay diferencias y especificidades en cada país, podemos hablar, a grandes rasgos, de dos coyunturas muy distintas.  Por una parte, zonas en las que predominan el debate y la lucha por concretar formas de una integración regional alternativa; y por otra, zonas en las que predomina la resistencia frente a la ofensiva de las grandes empresas y los gobiernos estadounidense y europeos que no sólo buscan seguir firmando Tratados de Libre Comercio (TLC) , sino también dar un paso adelante con acuerdos de nueva generación que incorporen el tema de la seguridad nacional de los Estados Unidos con la Alianza para la Prosperidad y Seguridad de América del Norte (ASPAN).

Ciertamente la correlación de fuerzas ha cambiado favorablemente para el movimiento altermundista.  Los proyectos del imperio, a nivel global y continental (OMC y ALCA), han logrado ser detenidos, aunque no totalmente derrotados.  Ello ha llevado a que busque avanzar en los países en los que todavía cuenta con gobiernos “aliados”, pero aún ahí se topa con una resistencia mucho mayor por parte de los pueblos.

La Cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones, junto con la Cumbre Social Continental en Cochabamba, Bolivia, que ha sido convocada para avanzar en la concreción de una integración alternativa, tendrán que tomar en cuenta esta diversidad de coyunturas y momentos en esta nuestra América diversa.

La complejidad en la construcción de alternativas

La construcción del “otro mundo posible y necesario” pasa por la lucha y construcción de alternativas en muy diversos niveles y ámbitos que se condicionan unos a otros.

a) Construir alternativas implica trabajar en tres planos: nacional, regional y global

Es indispensable construir consensos en cada país sobre un verdadero proyecto nacional de desarrollo justo, sustentable y democrático.  Es decir, un país en el que el desarrollo se mida por el bienestar de todos, la convivencia armónica y respetuosa con la madre tierra, en el que todos participen en su consecución con mecanismos efectivos de participación en la toma de decisiones y definición del rumbo.

Hablar de un proyecto nacional no excluye reconocer la diversidad y posibilidad de autonomías de regiones dentro del propio país.  En realidad, un proyecto nacional es la sinergia de proyectos que surgen desde las regiones y comunidades, se construye desde abajo, desde lo local y se integra en una visión nacional, regional y global.  Un proyecto nacional no es sólo objetivos y metas, sino planes y programas concretos que aprovechen de la mejor manera los recursos de los que se dispone en beneficio de la mayoría.

El proyecto nacional también incluye las alianzas prioritarias y procesos de integración regional que hay que impulsar, buscando la complementariedad entre las diversas economías nacionales.

Sin embargo, la viabilidad de estos proyectos nacionales y de integración regional depende de que logremos cambiar las reglas de la dinámica de la economía mundial.  En un mundo de competencia salvaje gana el más fuerte y así nuestros países nunca podrán desarrollarse. 
A partir de 1997, el movimiento social aglutinado en la Alianza Social Continental (ASC) ha venido discutiendo y consensuando una visión alternativa de las reglas de la economía mundial: frente a una economía dejada al juego del mercado y la ley del más fuerte, una economía regulada para garantizar integralmente los derechos humanos de todos, incluyendo los económicos, sociales, laborales, culturales y de los pueblos; frente a la competencia salvaje, la complementariedad y reconocimiento de las asimetrías; frente a la mercantilización de todo, la sustentabilidad.  Una economía regulada nacional e internacionalmente implica Estados Nacionales e instancias supranacionales fuertes, pero democráticas y con participación efectiva de los pueblos.

La construcción de alternativas implica, entonces, contar con un proyecto nacional, integración regional y cambiar las reglas de la dinámica económica mundial.  Las tres dimensiones se condicionan entre sí y hay que avanzar y luchar simultáneamente en los tres planos.

b) Combinar la elaboración de propuestas con la construcción de un sujeto social

Hablar de alternativas no es sólo construir un proyecto distinto y viable, es construir el sujeto social capaz de lograrlo.  Una alternativa no son sólo buenas ideas, sino fuerza para llevarlas a la práctica.  En la actualidad, las propuestas también vienen de gobiernos que se distancian del proyecto estadounidense con los que hay coincidencias y discrepancias.  Se puede trabajar conjuntamente en las coincidencias, pero el movimiento debe mantener su autonomía de cualquier gobierno.  Sólo el pueblo salva al pueblo.  La garantía de que los procesos de integración realmente sean en beneficio de la mayoría está en la participación autónoma y protagónica del movimiento social.

c) Combinar la resistencia con la propuesta

El que hoy en partes del continente esté en primer plano la implementación de alternativas y procesos de integración, junto con el debate sobre su diseño, no debe hacernos olvidar la diversidad de momentos y coyunturas en esta nuestra América.  En otros lugares del continente la voz cantante la sigue llevando el imperio y sus aliados nacionales.  Ningún proyecto de integración y desarrollo verdadero para nuestros pueblos es posible sin detener los nuevos planes imperiales como el ASPAN y los procesos de TLC vigentes o en camino.

Esta lucha conjunta por detener y revertir los TLC, los nuevos proyectos del imperio como el ASPAN y, en general, los acuerdos neoliberales, es indispensable para todos.  La misma Comunidad Sudamericana de Naciones, al menos bajo los principios de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) y los planteados por el Presidente Evo Morales, no es posible mientras algunos de sus miembros tengan TLC.  Dichos tratados limitan la capacidad de los Estados para conducir proyectos de desarrollo, los obliga a favorecer y permitir la competencia abierta, incluida la de los países desarrollados con los que firmaron dichos tratados, contienen la Cláusula de Nación más favorecida que obligaría a extender a países desarrollados con los que han firmado TLC cualquier concesión que se haga dentro de la Comunidad Sudamericana de Naciones.

Participación en la Cumbre de Cochabamba

La Cumbre de Cochabamba es en realidad dos cumbres.  Es una cumbre de Presidentes de toda América del Sur, en la búsqueda de avanzar en la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones; pero a la vez es una Cumbre Social Continental que incluye a organizaciones de fuera de dicha región.

La Cumbre de Cochabamba está centrada en la discusión de uno de los elementos en la construcción de alternativas: la integración regional; sin embargo, no se deben olvidar los otros elementos de los que hablamos como necesarios en la construcción de alternativas.  El movimiento social discutirá a su interior y con los gobiernos propuestas de integración, tanto las propias, como las que han lanzado algunos gobiernos que se han distanciado en diversos grados del proyecto de subordinación estadounidense.

En primer lugar, las propuestas hay que valorarlas en dos dimensiones.  Una defensiva como acumulación de fuerzas políticas y fortalezas económicas para defenderse y sobrevivir ante una globalización salvaje, en la que no es posible un verdadero desarrollo de nuestros pueblos.  Otra en lo que tengan de rompimiento del paradigma neoliberal.  No hay que rechazar las propuestas por el hecho que tengan más de defensivas que de rompimiento con el paradigma neoliberal, pueden ser parte del proceso para lograr una integración alternativa.

En segundo lugar, el movimiento social debe mantener su autonomía frente a cualquier gobierno, aún frente a aquellos que son fruto de la propia lucha social; pero ello no quiere decir que no se pueda coincidir.  Hay que apoyar y luchar juntos en nuestras coincidencias y mantener la discusión y la crítica en lo que no existe consenso.

En tercer lugar, hay que tener en cuenta la diversidad de gobiernos que estarán presentes en la Cumbre.  Evidentemente, el movimiento social tiene más coincidencias con unos que con otros, incluso con algunos está en abierta y radical oposición.  Sin embargo, nuestro papel no es ir a apoyar a los gobiernos progresistas; tampoco se trata de enfrentar o escoger entre las propuestas que vienen de los gobiernos progresistas del Mercosur, de Venezuela o de Bolivia; el reto es participar en el diálogo desde la propia propuesta y agenda.  En el diálogo y debate encontraremos coincidencias y aliados, pero también mantendremos oposiciones.

En cuarto lugar, tal vez lo más importante a lograr en este diálogo con los gobiernos es la construcción de verdaderos mecanismos de participación social en la definición del rumbo de la integración.

Elementos para una integración desde los pueblos

a) Debe incluir una dimensión política.  Con instancias democráticas supranacionales, con verdadera participación social que la conduzca.

b) Basarse en la complementariedad y cooperación bajo un plan preestablecido y consensuado y no dejada a la dinámica del mercado.

c) Reconocer las asimetrías y crear fondos de desarrollo para irlas disminuyendo.

d) Garantizar la soberanía sobre los recursos naturales para su explotación de forma racional y sustentable, como palanca del desarrollo con distribución del ingreso.

e)
Orientarse a los resultados de bienestar social.  El objetivo final y criterio de evaluación no es el crecimiento o la ganancia, sino el bienestar de la población.

f) Garantizar la plena vigencia de los derechos humanos, incluidos los económicos, sociales, laborales, ambientales, de los pueblos y comunidades indígenas, de las mujeres, de los migrantes con mecanismos e instituciones bajo control social para garantizar su cumplimiento.

g) Libre circulación de los trabajadores y el pleno ejercicio de todos los derechos laborales.  La integración debe homologar hacia arriba las condiciones y derechos de los trabajadores.

Para terminar, hay que reafirmar que es importante para todo el movimiento altermundista, también para los que estamos fuera de la región sudamericana, el que se avance a nivel regional en una verdadera integración desde los pueblos.  Pero también planteamos que para las organizaciones sudamericanas es importante la lucha de resistencia que estamos dando en el resto de nuestra América diversa.

Entre los Presidentes que acuden a la Cumbre Sudamericana hay diferencias abismales y es difícil esperar un consenso de fondo en el sentido que exigen los pueblos; pero sí se puede esperar el fortalecimiento de consensos entre los gobiernos que se han distanciado mayormente del Consenso de
Washington y de éstos con el movimiento social altermundista.  Además, la Cumbre de Cochabamba es una nueva oportunidad de construir consensos al interior del movimiento social y no sólo un diálogo con gobiernos.

Alberto Arroyo, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, México, miembro del Consejo Ejecutivo de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio y del Consejo Hemisférico de ASC.

https://www.alainet.org/es/articulo/121232
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