II Asamblea de Mujeres del Campo

23/08/2001
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La Segunda Asamblea Latinoamericana de Mujeres del Campo, que tuvo lugar en Ecoguardas en la Ciudad de México, reunió a más de 150 dirigentas campesinas de 18 países de América Latina. En cuatro mesas se discutieron las políticas y los programas de los gobiernos hacia las mujeres rurales e indígenas. Las campesinas constataron que la política agrícola neoliberal, impuesta en nuestros países por la agroempresa transnacional extranjera, ha presionado a través del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a reducir los créditos, los subsidios y los apoyos a la producción campesina. A cambio, estas empresas imponen sobre todo a las mujeres un trabajo estacional y mal pagado, lo que expulsa los hombres de los procesos productivos y los obliga a migrar, desestructura a lazos familiares o comunitarios y aumenta la violencia intrafamiliar. Lucha activa Ante este panorama poco alentador, las mujeres del campo se han organizado en una lucha activa con movilizaciones, marchas, tomas de tierra y oficinas, bloqueos de carreteras, quema de semillas transgénicas, campamentos, invasiones de tierra y organización autónoma. Están descorriendo el velo que el gobierno pretende ponerles en frente mediante pequeñas prebendas y promesas. Entendieron que un país no puede sobrevivir con dignidad sin soberanía alimentaria y que los Estados Unidos han utilizado el poder alimentario para chantajear a nuestros gobiernos. Han articulado su organización con otros movimientos feministas, étnicos, ecologistas, de paz, de minorías, de jóvenes y de movimientos sociales mixtos. Fortalecieron la solidaridad entre las mujeres latinoamericanas, sobre todo las que están sufriendo represión o están encarceladas. Promueven activamente su cultura, su soberanía alimentaria, sensibilizaron a las mujeres ante el peligro de la pobreza perversa, los agroquímicos y la falta de comida que impide un desarrollo sano de sus hijos, han integrado en su lucha las demandas de las mujeres indígenas y negras y han relacionado su lucha por la tierra con la de los alimentos, el cuidado de la naturaleza y el bienestar de las comunidades. Denuncian que la globalización es patriarcal, violenta, exclusivista, antidemocrático y destructora de la vida social, cultural y ambiental. Sus alternativas parten de una participación equitativa entre mujeres y hombres, educación y formación en liderazgo. Aprovechan a las elecciones para votar por representantes comprometidos/as con la lucha y dan un seguimiento estricto a las promesas electorales. Acordaron un calendario de movilización con fechas claves en toda Latinoamérica: 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer; 17 de abril: Jornada Internacional de la Lucha Campesina; 12 de octubre: Día del Grito de los Excluidos y 16 de octubre: Día Mundial de la Soberanía Alimentaria. Las mencionadas acciones se llevan a cabo en coordinación con Vía Campesina, una organización mundial que agrupa en todos los continentes a campesinos/as y pequeños productores y productoras. Promueven la autosuficiencia alimentaria en su comunidad, la región y la venta de los excedentes al mercado. Entienden que la ruralidad y el urbanismo rural surgen a partir de los movimientos migratorios y que la migración afecta mayormente a las mujeres campesinas e indígenas que se quedan con la parcela, pero sin ayuda para cultivarla. En este contexto mundial alternativo se promueven convenios con la FAO, el PNUD, el PNUMA y la OIT de apoyo a la economía campesina y líneas específicas de fomento para las mujeres rurales. Al Banco Mundial se exige la desburocratización y mayor acceso a créditos de las mujeres del campo y las evaluaciones de los proyectos se deberían llevar a cabo no por una elite internacional, sino por organizaciones campesinas, donde se incluya la perspectiva del género. Frente al embate de las agroempresas transnacionales se obliga a nuestros gobiernos a etiquetar los productos que contienen transgénicos, a especificar los agroquímicos peligrosos y a promover activamente la producción de semillas propias y aptos a nuestros ecosistemas. América Latina ha aportado al mundo tres de los cinco alimentos más comunes: el maíz, el frijol y la papa. Cuenta con cinco países de megabiodiversidad entre un total de doce en el mundo: Brasil, México, Colombia, Ecuador y Perú. Contiene el 68% de los bosques tropicales y el 40% de todas las especies vegetales y animales del mundo. Sólo México alberga el 51% de las aves migratorias y la creciente deforestación está destruyendo su hábitat natural. El modelo alternativo propuesta por las mujeres campesinas, indígenas y negras incluye una agricultura orgánica diversificada, relaciones de trabajo rural dignas y bien remuneradas, no al trabajo infantil y su explotación, autosuficiencia y soberanía alimentaria, toma de decisiones democráticas con plena participación de las mujeres, sin violencia y con cuidado del más vulnerable. La utopía del futuro es un mundo justo, participativo, democrático, equitativo, sustentable que cuide de los más vulnerables y les ofrezca una vida digna. Terminaron diciendo: "globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza y globalicemos la participación de la mujer en este proceso".
https://www.alainet.org/es/articulo/106357
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