El 2000 o la relegitimación de Chávez

13/12/2000
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En las semanas finales del año 2000 Venezuela ha tenido elecciones municipales y un polémico referéndum para renovar la dirigencia sindical. El acto de votación, para las dos convocatorias, se realizó el domingo 3 de diciembre y fue el séptimo en dos años que vivió la población venezolana. Este maratón electoral tuvo el objetivo de cumplir con un proceso de relegitimación de las autoridades y poderes públicos, planteado y protagonizado por el propio presidente Hugo Chávez. En este año 2000 las elecciones más importantes se registraron en julio y significaron la elección de Chávez para un período de seis años, bajo el nuevo formato de la flamante Constitución Bolivariana, que permite la reelección. También con ellas se asentó la conformación de un Parlamento, que según la nueva modalidad es unicameral, y el cual es ampliamente dominado por el Movimiento V República (MVR) del jefe de Estado. A lo largo de estos 12 meses ha quedado en evidencia, sin discusión, que Chávez es un líder popular. El presidente venezolano tal vez hasta ha pecado en exceso del recurso electoral, pero ello tiene un claro fin: dejar en claro que los cambios impulsados por él tienen el respaldo del pueblo. Chávez ha jugado a la carta electoral para garantizarse de un piso popular, ratificado en cada elección y de esa forma poder eludir los señalamientos en su contra, pues justamente está haciendo uso del mecanismo democrático por excelencia, la elección. En ese aspecto no hay discusión. Chávez es un Presidente legítimamente electo y dos años después de estar en el poder (año y medio se contabilizan bajo la antigua Constitución) sigue teniendo un liderazgo en el país que no está en entredicho. La relegitimación de Chávez, valga la redundancia, ha sido suficientemente legitimada. Como no existen elecciones a la vista, al menos no está planteada ninguna para el año 2001, el Presidente tendrá el reto de demostrar que ese carisma y liderazgo no está basado únicamente en el enfrentamiento con contrincantes electorales y que de forma efectiva es un gobernante y no un presidente- candidato, un papel que ha cumplido de forma reiterada en el escenario político de Venezuela. Tras dos años en el poder, el "chavismo" sigue siendo una corriente heterogénea difícil de definir e imposible desligar del líder. Allí entran desde militares retirados formados en luchas antiguerrilleras hasta antiguos subversivos, pasando por supuesto por comunistas, académicos sin experiencia de gobierno y los "ex" de varias corrientes y partidos. El período electoral del 2000 le brinda a Chávez la mejor oportunidad para dedicarse a gobernar en el 2001. Tiene la presidencia para seis años, mayoría en la Asamblea Nacional, así como en alcaldías, concejos municipales y juntas parroquiales. La oposición prácticamente está borrada y claro esto fue por la vía democrática de los votos. Los partidos tradicionales son fantasmas del papel que tuvieron en el pasado reciente del país, y fuerzas políticas nacientes lucen aún lejos de ser referencias nacionales o de poder. Es decir, Chávez concluye el 2000, los seis primeros meses de lo que vendrá a ser su primer gobierno (pues no es oculto su interés en reelegirse), con las mejores cartas políticas para gobernar, entendemos la obra de gobierno como el servicio en beneficio de la nación, de sus habitantes, partiendo de un determinado proyecto y visión de país. El proyecto del chavismo En el escenario político ha sido bien claro el objetivo y los logros del Presidente. En cuestión de meses Venezuela ha vivido una transformación política pacífica y democrática, a punta de votos y no de fusiles. El proyecto, en ese sentido, ha tenido fines muy precisos y los ha cumplido al tener hoy Chávez la legitimidad necesaria, unos poderes públicos dominados por el MVR (gracias también a los comicios) y una Constitución Bolivariana hecha a imagen y semejanza de lo planteado por el Jefe de Estado. En lo que aún no termina de vislumbrarse este nuevo proyecto de país es en lo económico. Los actores económicos privados siguen con desconfianza el proceso y los que sí han entrado en juego son las empresas transnacionales, especialmente las relacionadas con el mundo del petróleo y las telecomunicaciones. Este último sector, por ejemplo, comenzó un proceso de apertura bajo una polémica ley que fue aprobada por el Congreso transitorio (Congresillo se le llamó popularmente) prácticamente en coincidencia con los intereses de las grandes empresas del sector, soslayando el carácter de servicio público, y por supuesto con el aval de la mayoría "chavista". En estos dos años Venezuela ha seguido pagando su deuda externa al pie de la letra. Este asunto parecía un punto de honor para Chávez, al menos si se revisan sus pronunciamientos a lo largo de 1998. En aquel tiempo el hoy Presidente hablaba de la necesidad de un proyecto alternativo al neoliberalismo. Hoy la política económica no se diferencia sustancialmente de la tesis neoliberal, pues la deuda se sigue pagando aún a pesar de que existe 80 por ciento de pobreza en el país, la intención es atraer a las grandes transnacionales (que siguen interesadas sólo en negocios muy puntuales). Es cierto que se han mejorado los ingresos de los trabajadores, pero hoy con un 15 por ciento de desempleo abierto y un 45 por ciento de empleos informales, lo que aparece como una prioridad es reactivar la economía, no sólo el sector petrolero que este año ha contado con importantes ingresos, para que eso a su vez incida en el empleo. Chávez solicitó y le fue concedida por segunda oportunidad una Ley Habilitante que le permitirá dictar decretos-leyes en los próximos meses. En el paquete de leyes que sancionará el Presidente la mayoría son del área económica. Es válido creer que ese conjunto legislativo podría tener incidencia positiva en la economía así como la "sobremarcha" que le ordenó el Presidente a sus ministros para cumplir con una serie de planes, algunos de ellos en materia de obras públicas. En el terreno económico el "chavismo" sigue siendo más ideas, propuestas sueltas, que un proyecto definido y coherente, o una realidad concreta que pueda evaluarse. El propio Chávez ha reconocido que lo político centró su atención en este primer período y adelantó que en el 2001 la cuestión será diferente. Un escenario que no debe obviar la administración venezolana será una abrupta caída de los precios del petróleo hacia el segundo trimestre del 2001, una vez que concluya el invierno boreal. Los altos precios actuales están muy unidos a la especulación, como lo ha repetido hasta el cansancio el ministro venezolano de Energía, Alí Rodríguez, y en los países del norte industrializado se ha evidenciado un crecimiento importante de sus inventarios. Un precio bajo del petróleo tiene una incidencia directa en la capacidad de maniobra administrativa del gobierno de Venezuela. La participación en el modelo chavista En los últimos meses del 2000 algunos indicios apuntan a lo que podríamos llamar como modelo chavista de participación. Si bien el Presidente se siente complacido con la participación en elecciones y dice que es "bienvenida la crítica", los hechos no parecen confirmarlo. La Constitución Bolivariana tiene un amplio abanico de posibilidades abiertas a la participación ciudadana. Habla en innumerables artículos de mecanismos con la participación y presencia de la "sociedad civil" y las "organizaciones no gubernamentales". Así lo expresa textualmente. Sin embargo, puesta la Carta Magna en su primera prueba de fuego, el Gobierno y el sector oficialista del Parlamento podrían incumplirla pese a haberla impulsado. La Constitución prevé que "la sociedad civil" tenga injerencia directa en la elección de las autoridades del recién creado "Poder Ciudadano", que está compuesto por Fiscalía General, Contraloría General, Defensoría del Pueblo, Tribunal Supremo de Justicia y Consejo Nacional Electoral. Según lo previsto por la carta magna, debían haberse creado mesas plurales para evaluar las postulaciones, elevar ternas con los nombres para que luego el Parlamento decidiera. La mayoría del MVR sostuvo que la "transitoriedad" que vive el país y la ausencia de una ley específica sobre la participación ciudadana justificaban un reglamento "provisional". De esto salió un comité compuesto por 15 diputados (11 pro-Chávez) y apenas seis "civiles", como se les llama a los representantes de la sociedad civil de forma sarcástica ante el proceso de militarización que vive la administración pública y los poderes del Estado. Una serie de organizaciones sociales, incluido el Foro por la Vida donde confluyen más de 20 entidades defensoras de los derechos humanos, rechazaron esta decisión parlamentaria y han pedido la impugnación ante el Tribunal Supremo de Justicia, cuyos miembros ?en estas últimas semanas del año- se pasean por los pasillos del Parlamento en busca de su ratificación en los cargos, hecho que a fin de cuentas depende de la mayoría del MVR. En medio de esto, el líder del MVR y considerado como el hombre fuerte detrás del telón, Luis Miquilena, aclaró recientemente que la idea es que estos cargos del poder ciudadano estén en manos de personas que "no sean enemigas del proceso". Esto, como se comprenderá, es una característica muy subjetiva, especialmente cuando el presidente Chávez ha dado muestras en sus cadenas de televisión de tener poca paciencia para la crítica incluso para la que se hace con humor. Así al menos lo demostró en octubre pasado cuando acusó de venderse al caricaturista Pedro León Zapata, toda una figura respetada con más de cuatro décadas de críticas a todos los gobiernos con sus "Zapatazos", que aparecen en el diario El Nacional. De forma más reciente y también preocupante fue el proceso para remover a la vieja dirigencia sindical venezolana. Si bien nadie saldría a defender las cualidades gremiales de los directivos de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), el camino de la imposición, e incluso el irrespeto de la Constitución y de los convenios internacionales de la OIT firmados por el país, abren una gran interrogante sobre los medios que se usan para alcanzar los fines por parte de las actuales autoridades. Los canales de diálogo no se usan y eso es grave cuando el objetivo es construir una nueva Venezuela más democrática, participativa, solidaria y humana, como se desprende la propuesta de Chávez. El mismo Presidente ha evidenciado poca capacidad para manejar ese diálogo de forma adecuada y está permanentemente a la defensiva. También es grave que una buena parte de los medios de comunicación no se hagan eco de la opinión popular, que sigue siendo favorable a Chávez, y apuesten a socavar a la oposición contra todo lo que huela a chavismo. Aunque Chávez ha sido el gran comunicador de la política venezolana su Gobierno, ha tenido a los medios de comunicación en contra. Esa paradoja está lejos de resolverse y desde ella aflora la necesidad de un diálogo social amplio e incluyente en el país. Chávez y el mundo Ciertamente este gobierno del ex militar rebelde ha colocado nuevamente a Venezuela en el tapete internacional, en especial cuando se le compara con su antecesor, el anodino Rafael Caldera. Todo este papel de la diplomacia "chavista" lo abordamos brevemente. El Presidente ha sostenido en sus discursos internacionales buena parte de su prédica antineoliberal y en favor de una integración latinoamericana. Sin embargo, Colombia que fue la relación principal para Venezuela -desde el punto de vista comercial y en algunos casos de coincidencia política-, está ahora marcada por las idas y venidas en una vinculación y participación venezolana poco transparente en relación con el conflicto colombiano. Por otro lado, Caracas se ha distanciado de Washington y aún están por verse las consecuencias que derivarán de ese hecho palpable. Existe una relación de dependencia energética de Estados Unidos con Venezuela, por ser su principal proveedor de petróleo de este lado del mundo, lo cual evidentemente matiza y ablanda posiciones en el país del norte. Es un tema pendiente. Chávez, por otro lado, ha posesionado a Venezuela en el liderazgo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). La II Cumbre en los 40 años de la organización, que se realizó en septiembre en Caracas, así como la designación del ministro Alí Rodríguez como secretario general del organismo (cargo que asume desde el 1 de enero), son muestras evidentes de que se apuntó bien desde Caracas al dar un giro en relación con la política Caldera y apostar al fortalecimiento de la OPEP. La estrecha relación del presidente venezolano con Fidel Castro abre también una serie de lecturas y será necesario seguir las implicaciones que podría tener para Caracas esa política. Esto evidentemente relacionado con Estados Unidos.
https://www.alainet.org/es/articulo/105023
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