Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas

02/02/1999
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Con el propósito central de promover un espacio para que las mujeres de los diversos pueblos originarios de Chile se reconozcan a través del acercamiento de sus vivencias y experiencias, se realizó en Cañete el Encuentro "Mujeres, Migración, Desarraigo y Pobreza" (18-19 de diciembre), convocado por la Asociación Nacional de Mujeres Rurales -ANAMUR- y la Asociación de Mujeres Mapuches Rayen Voygüe de Cañete. Al evento se dieron cita 58 mujeres, de las cuales 51 eran delegadas oficiales y 40 de ellas indígenas de las diferentes etnias del país. Uno de los aspectos relevantes de este encuentro constituyó el hecho de que, por primera vez, dentro de la diversidad del mundo rural, se juntan bajo un mismo objetivo dos sectores importantes y determinantes como es el indígena y el campesino. En este contexto, el evento constató que las mujeres rurales indígenas y no indígenas comparten muchos elementos. Más allá de la condición de género, señala la declaración final, "tenemos propuestas complementarias y en muchos aspectos comunes; hemos asumido la defensa de nuestra identidad como mujeres rurales, promovemos activamente la participación de las mujeres en la toma de decisiones, en la planificación, ejecución y beneficios del desarrollo rural, etc.". Sin embargo, también se constató que las mujeres indígenas tienen menos oportunidades como fruto de una triple discriminación que las afecta por ser mujeres, campesinas e indígenas. El elemento derivado de su origen étnico ha provocado una mayor marginación y segregación, que dificulta la adecuada integración al proceso de desarrollo al que toda persona tiene derecho, respetando su diversidad e idiosincrasia cultural; esto como producto de la política neoliberal que se ha impuesto a nivel mundial, que empobrece cada día más a la gente con tradición en la tierra, debilitando a quienes subsisten de la economía agrícola tradicional. Las mujeres indígenas no sólo tienen un rol fundamental en la agricultura sino también como transmisoras y portadoras de elementos culturales que las asocian a la naturaleza como parte de un universo total. Los ricos testimonios entregados por las representantes de los pueblos indígenas y los debates frente a los temas planteados, fueron la base de una búsqueda constante de cómo promover, difundir y apoyar las diversas propuestas que fueron surgiendo en el transcurso de esta discusión. Se enfatizó en la importancia de poner en práctica iniciativas para superar los impactos negativos que provoca la constante migración, tales como el abandono y apropiación de territorios ancestrales destinados, desde siempre, a ser el escenario necesario y vital para el desarrollo y la expresión de los pueblos originarios; y también enfrentar el desarraigo, que implica la adaptación a nuevos sistemas de vida, cuyos efectos perversos son: la desestructuración de las familias indígenas y campesinas, haciendo más dolorosa la pobreza que enfrentan. Los puntos claves En plenarias y comisiones de trabajo, dirigidas mayoritariamente por mujeres Amaras, Collas, Diaguitas, Mapuches, Halaco y Pehuenche, se discutieron temas diversos, entre ellos, mujeres, identidad y pueblos; la situación de las indígenas urbanas; principales consecuencias de la migración de las indígenas y campesinas a la ciudad; el papel de la mujeres en el desarrollo del país; el rol de las mujeres en la preservación de la cultura e identidad de los pueblos; cómo las mujeres indígenas o campesinas enfrentan los graves problemas de pobreza. El trabajo de estos dos días, en términos generales, fue de una gran riqueza, principalmente por la profundidad en el conocimiento y dominio de su historia como pueblos, en el caso de las Amaras, Mapuches, Mapuche-Halaco. Y, por otro lado, fue estimulante, y no por eso menos dramática, la convicción y la fuerza desplegadas por las mujeres Collas y Diaguitas por recuperar su identidad, su cultura e historia, elementos claves para situar las proyecciones futuras. De ahí que se definieron como puntos claves: establecer alianzas entre las mujeres rurales, indígenas y no indígenas, a través de la creación de una Coordinadora, compuesta por representantes de cada pueblo originario; crear y elaborar conceptos propios de desarrollo, modernización, identidad y ciudadanía; trabajar para que los hijos e hijas se eduquen, pero sin perder su identidad; cambiar la óptica de la propia autopercepción, generando fortalezas a partir de "las propias creencias acerca de lo que somos y no de lo que dicen que somos"; trabajar por la biodiversidad. En otras palabras, se trabajó una agenda que, en el plano cultural, tiene que ver con rescatar y proyectar la propia identidad, reconociendo las diferencias y valorando la diversidad. Durante todas las deliberaciones estuvo presente el tema de la ruralidad y la necesidad urgente de generar una conciencia activa para la defensa del espacio rural, concebido como un espacio que configura sistemas de vida y de desarrollo económico, social y cultural, estratégicos en la vida de un país y claves para enfrentar la situación de empobrecimiento de las comunidades. Bajo la actual situación la mayoría de la población indígena y campesina vive bajo niveles de pobreza extrema. Se constató que al migrar a la ciudad las mujeres no pierden sus raíces. En este sentido, no existe una relación mecánica, ni lineal entre migración y mantenimiento de la identidad propia. Muchas veces la migración conlleva una pérdida de las costumbres autóctonas, hábitos alimentarios, vestimenta, etc., pero, incluso ello, no se traduce necesariamente en pérdida o rechazo de la identidad étnica o campesina. Por lo demás, esos procesos de pérdida cultural o desarraigo, se producen en contextos de fuerte discriminación étnica, racial y social, y en contextos de modernización, que no reconocen la particularidad del mundo indígena y del mundo campesino tradicional. Esto, en el plano personal lleva al desarrollo de múltiples estrategias de sobrevivencia cultural en las ciudades. Sin embargo, se constata que el abandono del territorio tradicional no siempre es sinónimo de mejora en la situación socioeconómica, ni una superación de la pobreza, a veces significa un mayor empobrecimiento, incluso espiritual. Por eso, se planteó, como un deber y una estrategia de acción, luchar por preservar la identidad, para lo cual es requerido el concurso de CONADI y de otras organizaciones gubernamentales o no gubernamentales, nacionales e internacionales, para apoyar a las y los indígenas migrantes a mantener su identidad y cultura, a través del apoyo a las organizaciones de base de mujeres provenientes de pueblos originarios asentadas en las grandes urbes, entregando herramientas que permitan quebrar la discriminación y superar la pobreza, potenciando y haciendo partícipe en el desarrollo a la mujeres indígenas. Migración e identidad En el tema de la migración, mantenimiento de la identidad y de la cultura, la propuesta más recurrente que surgió fue la de generar fuentes alternativas de trabajo, distintas a la agrícola, al interior de las comunidades; de manera a contener y contrarrestar los altos niveles de migración campo-ciudad, existentes en la actualidad, como también para preservar la cultura, fortaleciéndola, valorándola y potenciándola, de manera tal que no sucumba a la influencia de elementos culturales externos y ajenos. Estas propuestas, se dijo, deben tener, además, como hilo conductor la participación activa e informada de los miembros de la comunidad. Así mismo, las organizaciones de mujeres, en este ámbito, deben generar propuestas concretas ante todos los organismos de gobierno, como también ante organismos no gubernamentales, nacionales e internacionales, de manera a generar espacios de desarrollo en las propias comunidades y exigir que éstas iniciativas asuman una perspectiva de género, que en el caso de las indígenas reconozca su etnicidad y la asuma en el trabajo concreto. Se destacó un aspecto positivo de la migración: la que tiene por razones el estudiar, pues muchas personas vuelven a su lugar de origen a hacer un aporte a sus comunidades. Esta opción debe fortalecerse, con la dictación de normas que habiliten un mayor acceso a la educación y formación profesionales, a través de becas o ayuda subsidiaria en dineros no retornables que condicione al profesional recién recibido, retornar servicios a su comunidad de origen. Así mismo, esta opción se fortalece si en la ciudad y en los centros de estudio se desarrollan planes y programas de fortalecimiento y dignificación de las culturas y pueblos indígenas. Se asumió que se debe hacer conciencia y promover una responsabilidad no sólo colectiva sino también personal de los componentes de los pueblos originarios, en términos de que deben luchar por mantener los valores y costumbres propias de cada cultura, los mismos que deben ser transmitidos por los padres, madres o abuelos/as cuando se migra. Se propone que cada una sea consciente de la responsabilidad que tenemos en la preservación de nuestros valores culturales. La tecnología y el conocimiento Reconociendo que el avance tecnológico y los procesos de modernización no son malos en sí, cuanto que en su base y el uso que de ellos se hace, se planteó, con mucha fuerza, promover una agricultura sustentable, que reconozca y promueva los sistemas de conocimiento indígena y tradicionales y que garantice y asegure la alimentación, respete y no deprede el medio ambiente, permita el acceso de las mujeres al desarrollo rural, favorezca la participación de las mujeres en los procesos agriculturales y promueva la diversificación de la producción en las regiones. Esto, a diferencia de lo que sucede en la actualidad, en donde la agricultura busca una especialidad sobre ventajas comparativas, promoviendo para el campesinado indígena y no indígena un monocultivo, que implica pérdidas de recursos, conocimientos e inseguridad alimentaria. Por último, cabe destacar que el Encuentro de Cañete, fue una ratificación de la capacidad, comprensión y manejo que las mujeres tienen sobre el tema. De ahí que sus propuestas y conclusiones son de gran envergadura. Su papel en el desarrollo está claro; sin embargo, no resultan tan nítidas las oportunidades que las mujeres tienen para ser sujetos más visibles de los roles, papeles y aportes que hacen al desarrollo. De ahí que una de las cuestiones claves a trabajar para el futuro es, cómo construir ciudadanía desde los nuevos espacios generados, los cuales se caracterizan por romper los parámetros de las organizaciones tradicionales -basadas principalmente en la lucha reivindicativa económica-, incorporando al quehacer organizacional un amplio abanico de posibilidades de acción, que van desde lo doméstico, condiciones y calidad de vida, productivo y laboral, tomando en cuenta las diversas problemáticas, y la diversidad y heterogeneidad que expresa el mundo de las mujeres rurales. Los retos * Transmisión en lo cotidiano para asumir nuestra cultura, que no solo sea discurso. * Capacitarnos y profundizar los conocimientos de las realidades de cada zona, para acercar nuestra realidad al gobierno para que se hagan propuestas concretas para cada una de ellas (rural/urbana). * Fortalecer y crear organizaciones indígenas, generar espacios de participación, sensibilizar a las/os demás que no están organizadas/os. * Preparar mujeres jóvenes como líderes, para transmitir a las nuevas generaciones los valores culturales de cada pueblo. * Afirmar que las mujeres son la base fundamental del desarrollo del país. * Informar a las mujeres que no participan; se deben aprovechar las oportunidades de participación que tienen las mujeres para organizarse. * Se debe tener continuidad y persistencia en la lucha organizacional. * El gobierno debe dar mayores oportunidades de participación en la elaboración de Programas de Gobierno para las mujeres y aumentar los recursos actualmente existentes. * Que los programas de salud consideren que las mujeres dueñas de casa y trabajadoras puedan optar a una previsión en salud, que considere la medicina tradicional, creencias y valores propios de los pueblos originarios. * Las mujeres deben asumir la defensa de la Tierra y del medio ambiente y los recursos naturales. * Hablar el idioma para mantener nuestro acervo. * Proyectar la identidad a través del hilado y tejido y otras manifestaciones culturales. * Fortalecer el autoreconocimiento como pueblos y buscar a conocer la cultura; prácticas medicinales, conocer las tradiciones, acercarse a formas de partoancestrales.
https://www.alainet.org/es/articulo/104718
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