Delincuentes, convivencia y limpiavidrios

19/06/2013
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Los limpiavidrios son un problema colectivo. Se trata desempleados o subempleados, esto es, sin actividad laboral estable o sea sin salario, beneficios ni seguridades sociales correspondientes por derecho a trabajadores formales. Sería ideal que tuvieran empleo, cobraran sueldos decorosos, pagaran impuestos, y usaran sin abusar de la calle como hacemos todos.
 
En Montevideo, existe una problemática asociada y es el aumento de robos en semáforos, vinculados aparentemente a actividades de limpiadores de parabrisas.
 
Se trate o no de malvivientes, es una conducta socialmente censurable e ilícita la modalidad de “pedir” por intimidación, imponiendo un servicio no solicitado. Casi es una forma de sustracción forzada o rapiña si te asustan para que des plata en cada esquina, junto a la provocación latente por el insulto derivado de las negativas a colaborar, y el riesgo propio y ajeno en la seguridad vial que resulta comprometida inevitablemente. Además de la tortura moral de la repetición diaria en cada cruce.
 
No están en la vereda con un cartelito, se tiran arriba del parabrisas del auto especialmente si se trata de damas o adultos mayores conduciendo. El mensaje sin palabras derivado de la actitud es “te lo “limpio” (a veces con aguas terrosas y espumas oscuras), me das plata, o te lo rompo”. Extorsión descarada ya que la gente termina pagando para no ser perjudicada y en razón de la velada o directa amenaza. Es el mismo principio de la violencia doméstica, el uso de la fuerza bruta para doblegar. Y como dar no ayuda, en realidad el pagar, promueve una situación que para nadie es digna, ni para el país.
 
Ante esos hechos agravados por robos en diferentes esquinas, la policía hizo un seguimiento de casos, y detuvo a una docena de personas en tales circunstancias en menos de un mes.
 
El Ministerio del Interior se arma de realidades, decretos, leyes de procedimiento e interviene investigando, previniendo y denunciando. El que no deba no tema. El esfuerzo y la colaboración deben ser en conjunto por el bien de la comunidad pues la situación es harto desafiante e inédita para el Uruguay por su magnitud. Hay abusos, y los soportamos hace años en cada intersección capitalina.
 
Parecido que con los cuidacoches, la cuestión de los limpiavidrios era tierra de nadie. Ahora surgen voces opositoras por los procedimientos policiales cuando cada día aumenta la cantidad de gente que reclama acciones. Los organismos de gobierno hacen su trabajo en un tema que tiene varias aristas y todas filosas.
 
No se trata de que sean todos malvivientes -algunos son artistas callejeros- se trata de que interpelan sobre una realidad que hay que cambiar, y favoreciéndola, la fomentamos. Lamentablemente la ocupación “limpiavidrios” es escondrijo de fechorías.
 
La vía pública tampoco es para dormir ni para vivir, hacer las necesidades fisiológicas y otros etcéteras que responden a la esfera de la intimidad. Por algo es pública. Como consecuencia, los controles sobre las acciones de los ciudadanos en ellas deberían ser rutinarios y parte de un plan de convivencia didáctico y de normativa específica como existe en algunas grandes ciudades como la capital de El Salvador. Difusión masiva acerca de qué puedo y no puedo hacer en uso de los bienes públicos, y debida asistencia a los realmente desamparados.
 
Los de los semáforos limpiando parabrisas a prepo, no son mendigos de los que en la antigüedad se colgaban de la ropa del transeúnte para que les dieran monedas. Son el triste resultado generacional de gobiernos blanquicolorados que empobrecieron al pueblo de bienes materiales y valores fomentando el consumismo irracional. Costará muchos períodos progresistas restaurar desigualdades educativas, sociales y económicas, para terminar con la marginalidad y la delincuencia.
 
 
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