En rediseño

17/08/1999
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Las elecciones del 25 de julio pasado, para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, terminaron de escribir la primera etapa de un guión inédito en la historia política de Venezuela. En un tiempo récord, y por la vía democrática y pacífica, los venezolanos a través de cuatro procesos electorales en nueve meses han barrido con las élites políticas que detentaban el poder en Venezuela, abriendo muchas expectativas para hacer realidad el sueño de diseñar un nuevo país a las puertas del nuevo milenio. Con los resultados de esa jornada histórica se afianzó el respaldo que la mayoría de la población viene otorgando al Presidente Chávez y las fuerzas políticas que lo apoyan en el Polo Patriótico, para que inicie formalmente la tarea de construir un nuevo marco jurídico y político del sistema democrático; pero al mismo tiempo, y de manera abrumadora, pone en manos del gobierno la mayor suma de poder político posible que se conozca en el siglo actual, para tomar medidas urgentes frente a la grave crisis global que padece la sociedad venezolana. La etapa por venir es de suma importancia, ya que será necesario elevar al máximo los niveles de participación consciente y organizada de la sociedad civil, para nutrir la nueva Constitución con los aportes, consensos y compromisos que permitan no sólo consolidar la legalidad del proceso, sino que también se obtenga mayor legitimidad para el producto. Los resultados electorales. Las elecciones del 25-J fueron una extensión de una fiebre electoral y un proceso hasta cierto punto natural que ha ido creciendo a cada momento. Comenzó en noviembre pasado cuando, en las elecciones del Congreso Nacional (que habían sido anticipadas como estrategia para frenar a Chávez), el Polo Patriótico obtuvo un 34% de la votación. En esa misma elección también había obtenido (mediante múltiples alianzas), 10 de 23 gobernaciones. Luego, en las elecciones presidenciales, en medio de la polarización que representaba Chávez contra todo el resto del estamento político del status que respaldada a Salas Römer, el respaldo a favor del primero se elevó a 56%. El 25 de abril cuando se produce el referéndum consultivo para la convocatoria a la ANC, si bien hubo una alta abstención de casi 70%, el respaldo al "SI" fue de 92%. En esta oportunidad, con una abstención menor (poco más de un 50%), la votación respaldó en un 96% a los candidatos del Polo Patriótico, lo que permitió que 123 asambleístas elegidos de 128 posibles pertenecen a la coalición gubernamental. El total de asambleístas es de 131 cuando se agregan los tres representantes indígenas que fueron elegidos por sus propios métodos, de acuerdo a sus tradiciones. Este resultado abrumador sorprendió al propio Chávez y sus partidarios, cuando comentaron "hubiéramos preferido mayor oposición". ¿Dónde está la oposición? Vale la pena destacar que el proceso no ha sido muy sencillo. Desde que la figura de Chávez apareció como una posibilidad real de poder el año pasado, la lucha política ha sido un permanente forcejeo entre la clase política tradicional que se niega a morir y la encarnación en Chávez de las esperanzas que ya se habían perdido por parte de la mayoría excluida de la población (un 80% del total). Esta élite política ha venido actuando dentro de los parámetros tradicionales, ignorando que la fuerza de Chávez estaba fundamentalmente en el cultivo de la pobreza y el deterioro institucional que ellos habían sembrado durante la vigencia del sistema democrático inaugurado en 1958, pero acentuado de manera brutal en los últimos 20 años en medio del despilfarro, la corrupción y el empobrecimiento general de la sociedad. Es así cómo, intentando apoyarse en sus propias estructuras de "cascarones vacíos" y el marco jurídico desfasado de la realidad, han intentado cerrar el paso al oleaje social y político que sacude el "establecimiento" de la sociedad venezolana desde 1989 y que no tiene vuelta atrás. Para las elecciones de la ANC, el panorama de los partidos tradicionales AD (socialdemócrata) y COPEI (socialcristiano), así como el movimiento electoral Proyecto Venezuela derrotado en diciembre pasado, era desolador y humillante. No tenían moral ni para postular candidatos, ni siquiera para identificar a algunos pocos con sus símbolos y prefirieron apoyar a distancia a algunos candidatos que se arrogaban la representación de la sociedad civil. Desde la debilidad de sus planteamientos y su poca credibilidad, se concentraron en cuestionar el ventajismo del Polo Patriótico quién tenía en Chávez a su principal promotor y propagandista, utilizando todos los medios a su alcance para promocionar a los candidatos del Polo Patriótico. Sin embargo, estos sectores "opositores" se presentaron muy dispersos si es que tenían intenciones u objetivos coincidentes, confirmando la especie del gran vacío que existe en cuanto a fuerzas opositoras que puedan hacer de contrapeso al gobierno actual, y cuyos reductos en el Congreso Nacional han quedado a expensan de la ANC quien tendrá que decidir sobre su disolución. La participación de la sociedad civil Vale decir que una minoría de las organizaciones de la sociedad civil, los pueblos indígenas, que ya había asegurado la participación de 3 miembros, vieron en la ANC una posibilidad de incorporarse de manera protagónica al debate sobre el diseño de un nuevo proyecto de país. Fue así como gremios, organizaciones civiles, la coordinadora no gubernamental de mujeres, e individualidades respaldadas por algunas organizaciones no gubernamentales, en cierta forma también fueron ahogados por la "ola patriótica". Varios factores conspiraron para esta situación. En primer lugar, la propia debilidad de la sociedad civil organizada, lo cual en cierta forma la hace parte del mismo cuadro de deterioro institucional y del tejido asociativo, que afectó al sistema político y a toda la sociedad venezolana. En segundo término, no hubo coordinación ni de políticas ni de estrategias para afrontar un proceso electoral donde la única opción con credibilidad estaba ligada al liderazgo y popularidad del presidente Chávez. Y en tercer lugar, pudo influir la falta de arraigo, desconocimiento, y percepción de los líderes postulados que pudiera estar alineada con las fuerzas opositoras. Y aunque hace falta profundizar aún más en la reflexión sobre el rol de la sociedad civil en el momento actual, se puede observar que las organizaciones sociales están confundidas en el aluvión electoral sin poder ubicar con claridad la esencia de su discurso y de sus propuestas. Sin embargo, pudieran estar perdiendo la oportunidad para subirse al tren de los cambios que aseguren un futuro donde se plasmen los objetivos que le han costado tantas luchas y tantos esfuerzos para lograr un mejor país. Los próximos pasos Los acontecimientos no se detienen, al contrario hay una necesidad por parte del presidente Chávez y el oficialismo de acelerar el proceso. Y es que el tiempo es el peor enemigo de los cambios. Debido a la grave situación económica y social, y allanado el camino para las transformaciones del sistema político, Chávez ha propuesto que la Asamblea reduzca el tiempo para producir el nuevo texto constitucional a tres meses. Asimismo ha puesto su cargo a la orden y ha presentado sus ideas fundamentales para que ahora el país se convierta en la República Bolivariana de Venezuela, se declare la propiedad de la tierra de interés social, y se reivindiquen los derechos a la salud, la educación, laborales y a la alimentación. Sin embargo, Chávez y parte de su equipo sorprenden por el control que tienen del proceso y la habilidad con que lo manejan. Mientras los débiles opositores siguen esperando que aparezca el "lobo" y se materialice la "dictadura", el presidente, varios de sus ministros y representantes de la ANC han promovido el "autoreceso" del Congreso, proponen una Alta Comisión de Justicia encabezada por la actual presidente de la Corte Suprema de Justicia. Es resumen, proponen que se puede convivir con los poderes constituidos y que se mantiene vigente la Constitución del 61, siempre y cuando no colide con las deliberaciones y decisiones de la ANC. Los próximos acontecimientos auguran ricos, intensos e interesantes debates. Ya llueven las críticas sobre lo poco que cambia la constitución del 61 con las propuestas de Chávez. Habrá muchas tensiones y presiones para lograr un Estado Social de Derecho que consagre, proteja y promueva los derechos humanos, especialmente los ECOSOC, de manera integral, que eche las bases de un nuevo modelo de desarrollo, que profundice la democracia participativa, en fin, que fije la nuevas reglas del juego para permitir el cultivo de la ciudadanía y el desarrollo sustentable, entre otros aspectos. En esta nueva etapa del proceso es seguro que aflorarán muchas diferencias entre los que están adentro y los que están fuera de la ANC. Habrá presiones de los que defienden una inserción en la globalización a ultranza. También, los distintos enfoques de las fuerzas políticas representadas en la ANC producirán algunas rupturas de la uniformidad como se ha conducido el debate político hasta ahora, hasta el punto que se espera que la propia Asamblea de lugar a distintas fracciones y nuevas agrupaciones políticas dentro y fuera de ésta.
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