Golpismo del siglo XXI

21/06/2010
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Para manipular eficazmente a la
gente, es necesario hacer creer
a todos que nadie les ha manipulado
(John Kenneth Galbraith
Quién vigila a los vigilantes….
(Juvenal)
Cuando hablamos de golpismo del siglo XXI no nos referimos a que en los primeros años de esta centuria que recién comienza, los intereses y motivos de quienes intentan acceder al control del Estado a través de medios de fuerza se han modificado con respecto a la de quienes hicieron de los cuartelazos una lúgubre y sangrienta tradición entre las sociedades del sur del mundo durante los siglos XIX y XX; más bien de lo que se trata es de analizar y entender los cambios de estrategias que, desde los centros de poder mundial, los que coordinan, dirigen y, a la final, detentan el verdadero poder, han diseñado para hacer aceptables y digeribles estas formas de agresión a la voluntad y soberanía de nuestros pueblos.
Hoy en día se torna inaceptable la figura de un generalote de opereta, de los que tanto hemos sufrido en Latinoamérica, avisando, entre gallos y medianoche, que por causas de seguridad nacional, y en defensa de la sagrada integridad de la patria, una junta militar aceptaba sacrificarse por ella, violándola.
En virtud de ello, este siglo que recién comienza nos trae una variedad de modalidades de golpes de estado, unidos todos ellos por una característica común: la de que ninguno de sus autores acepta estar persiguiendo el poder o estar dando un golpe de estado.
Como primer ejemplo tenemos el modelo “internacional, en el que fuerzas de varios países (aunque curiosamente siempre dirigidos por los EEUU) depone, secuestra y exila al Presidente de Haití, Jean Bertrand Aristide, sin consultar al pueblo de ese país ni siquiera para guardar las apariencias.
Tenemos también el modelo hondureño de golpe “institucional” o “legalista”, en donde un grupo de gorilas se alzan para impedir que el Presidente de ese país cometa el delito de consultarle a su pueblo. Luego los golpistas organizan, en medio de la más feroz represión, una parodia de elecciones donde ellos son a la vez jueces y garantes.
Por último tenemos el modelo venezolano o golpe mediático de cuarta generación, para alinearlo con el modelo de guerra que en los últimos años han desarrollado los estrategas bélicos del ejército imperial usamericano.
La estrategia principal de la guerra de cuarta generación es controlar la voluntad de la mayoría de la población de un país o sociedad determinados para ponerla en función de sus intereses y objetivos. Este control se logra a través de la manipulación de impulsos emocionales de temor, alegría, tristeza, odio, terror, indignación o angustia. Es en este punto donde entran en juego los medios de transmisión de información contemporáneos: A través de las imágenes y comentarios de sus programas noticiosos, de opinión e incluso de su publicidad, los medios manipulan los estados de ánimo que en las personas han logrado producir.
Venezuela tiene la dudosa distinción de ser el primer país del mundo en que este tipo de guerra psicológica ha sido aplicada sistemáticamente como mecanismo para desestabilizar un gobierno. Hay que recordar la brutal y sostenida campaña de desinformación, inducción y manipulación a que fue sometida la población venezolana durante las semanas previas al golpe de estado de abril del año 2002 y durante el lock out patronal y el sabotaje petrolero de finales de ese mismo año y principios del 2003.
Desde esos oscuros días para acá, ha bajado la frecuencia, pero no la intensidad, de los ataques mediáticos en contra de la sociedad venezolana y de su legítimo gobierno; sólo hay que recordar las grotescas campañas de manipulación desestabilizadora, como la del caso del decomiso en Argentina de un maletín lleno de dólares que traía un sujeto en un avión de la estatal petrolera venezolana PDVSA, la no renovación de la concesión de la televisora RCTV, la que afirmaba que el presidente Chávez protegía a guerrilleros de las FARC en territorio venezolano o la de que regalaba dinero a varios gobiernos de Latinoamérica y el Caribe.
Era muy previsible que en Venezuela, en los meses previos a la cita electoral de septiembre de este año, arreciaran campañas de este tipo, y así ha sido: Aprovechando la coyuntura del derrame petrolero en el Golfo de México y la sensibilidad que en los últimos años se ha desarrollado en la mayor parte de la población frente a los problemas medioambientales, “casual y muy oportunamente” se producen derrames petroleros en el lago de Maracaibo y en las costas de Paraguaná, en pleno Golfo de Venezuela.
Los medios opositores venezolanos han elevado sus protestas al cielo; pareciera que acabaran de descubrir que la industria petrolera (de la cuarta República y también en esta quinta, hay que decirlo) contamina el medio en donde realiza operaciones. Medios televisivos como Globovisión y Televen, escritos como los diarios El Nacional y el Universal, portales web noticiosos como Globovisión.com, Noticias24.com o Noticierodigital.com e incluso un partido verde claramente identificado con posturas opositoras como el Movimiento Ecológico Venezolano, se han desgarrado las vestiduras por el “crimen ecológico del gobierno de Chávez”, sin solicitar investigaciones sobre el hecho o ni siquiera recoger los anuncios de las medidas correctivas que la petrolera estatal PDVSA ha realizado desde el primer momento de estos siniestros. Se han limitado a gritar a coro, y en forma sospechosamente uniforme, que estos derrames son un “crimen ecológico del gobierno de Chávez”.
Sería altamente deseable que los organismos de inteligencia del Estado venezolano realizaran una exhaustiva investigación sobre si estos derrames fueron un accidente o si por el contrario se trató de actos dolosos, y si esto se comprobara, determinar la autoría material e intelectual de los mismos. Es harto conocido que después del sabotaje a que fue sometida la industria petrolera venezolana en los años 2002 y 2003 muchos de quienes no fueron despedidos siguen siendo virulentos opositores a la revolución bolivariana, aun cuando se solapen detrás de camisas rojas y griten en público consignas a favor del presidente Chávez. La coordinación entre estos dos siniestros, y el hecho de que ocurrieran en el preciso momento en que se tornó más grave y dramática la situación en el Golfo de México, los hacen demasiado sospechosos de ser parte de un plan conspirativo.
La segunda matriz de opinión, (y la que hasta ahora ha dado mayores resultados), es el progresivo “descubrimiento” por un “heroico” y “sagaz” periodismo de investigación, de contenedores llenos de miles de toneladas de alimentos en estado de descomposición, en varias ciudades del país. Estos alimentos, en su mayoría, pertenecen a las redes MERCAL y PDVAL del estado venezolano. La segunda de esas redes es de nuevo una filial de PDVSA, lo que configura un hilo conductor entre los casos del maletín lleno de dólares que portaba un individuo que, inexplicablemente, logró ser trasladado a otro país en un avión de la petrolera en viaje oficial, los “fortuitos y oportunos” derrames petroleros antes señalados y por último, en este criminal y asqueroso caso de los alimentos descompuestos, todos relacionados y ejecutados desde dentro de la corporación.
La aparición de estos alimentos descompuestos, y la correspondiente ofensiva mediática, perfectamente articulada con la guerra económica que, en forma de desabastecimiento de productos de la cesta básica de alimentación, ha declarado al proceso bolivariano una importante facción de la oligarquía agroindustrial asentada en Venezuela, denotan la magnitud de una operación que pareciera ir más allá de la simple coyuntura electoral de septiembre de este año.
Sin restar importancia a lo que, para el proceso bolivariano supondría la pérdida de la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, pareciera que los centros de poder desde donde se planifican y financian este tipo de campañas desestabilizadoras no confían demasiado en los representantes de una oposición que se han demostrado torpes e incapaces hasta la saciedad. Estos centros de poder saben que el Presidente Chávez mantiene altos porcentajes de apoyo dentro de las clases más desposeídas de la población venezolana y que su maquinaria electoral es, con mucho, mayor y mejor que la de una oposición fracturada y sin mayor motivación por parte de sus dirigentes, que acceder a un curul parlamentario que les otorgue los beneficios y prebendas que dicho cargo conlleva, por lo que no pareciera que este tipo de campañas, tan elaboradas y tan costosas, sean únicamente para intentar llevar a algunos de esos incapaces al seno del poder legislativo venezolano.
Hay que recordar que en Venezuela se encuentra las mayores reservas de petróleo del mundo. Creer que los centros de poder imperial resignaran el control de este recurso a la simple posibilidad de ganar o perder una determinada elección, es pecar de ilusos. La manipulación mediática de las emociones y voluntades de una sociedad es la cabeza de playa necesaria para efectivas y posteriores acciones de carácter violento.
Socavar el apoyo popular a la revolución bolivariana es fundamental dentro de un plan de acción dirigido a sacar al Presidente Chávez por la fuerza. La imagen de decenas de miles de toneladas de alimentos descomponiéndose, mientras hay serias, sistemáticas y muy bien coordinadas campañas de desabastecimiento de esos mismos alimentos, produce en grandes capas de la población, sentimientos de ira, frustración e indignación, estados emocionales perfectos para ser manipulados como armas ofensivas en contra de quien, según la brutal campaña mediática, aparece como principal y directo culpable: El gobierno del Presidente Chávez.
Las posteriores aclaratorias, promesas de investigación y castigo, estadísticas dirigidas a demostrar que la cantidad de comida podrida es mínima en comparación con la totalidad importada y distribuida no tiene la misma fuerza y efectividad dentro de la psiquis colectiva. El hombre común, el padre o madre de familia que busca determinados productos y no los encuentra, inmediata e inconscientemente relacionará esta ausencia con la imagen de contenedores llenos de miles de toneladas de alimentos pudriéndose al sol, no importa si el producto que buscaba era de industrias polar y lo que se está descomponiendo es de las corporaciones del estado, o incluso de algunas empresas privadas, la asociación será automática e inconsciente. Su rabia e indignación no estará dirigida en contra de esas corporaciones privadas, verdaderas culpables del desabastecimiento. Los medios se encargaran de inducirla en contra del gobierno bolivariano.
El involucramiento, directo y sin tapujos, de encumbrados representantes de la oligarquía apátrida con intereses en el país, en campañas de desestabilización, (al igual que en el 2002), y la aparición en escena de técnicas y estrategia del modelo de guerra de cuarta generación, lo que indica el involucramiento directo de organismos de inteligencia militar de los EEUU, a lo que el gobierno del presidente Chávez ha respondido atacando el corazón del poder capitalista, esto es, el sector financiero,(bancos y casas de bolsa nacionalizados), son señales claras de que se agudizan las contradicciones dentro de la sociedad venezolana. No se podrá construir el socialismo pacíficamente. El capitalismo morirá matando. En Venezuela estamos presenciando las primeras escaramuzas de lo que amenaza ser una guerra larga y muy violenta. Alea jacta est!
- Joel Sangronis Padrón es profesor de la Universidad Nacional Experimental Rafael Maria Baralt (UNERMB), Venezuela
https://www.alainet.org/es/active/39039
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