Itaipú, conflicto o equidad entre Paraguay y Brasil.

10/07/2007
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Las relaciones entre el Paraguay y el Brasil han sido conflictivas en varios momentos de la historia, en tanto que en otros han sido cordiales[1]. Durante la época colonial, los bandeirantes de San Pablo llevaban a cabo periódicas cacerías de indígenas guaraníes, protegidos en las reducciones jesuíticas, desatándose verdaderas guerras. El momento más trágico para el Cono Sur de América ha sido, sin lugar a dudas, la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), durante la cual el Paraguay perdió gran parte de su territorio y población, en lo que fue un verdadero genocidio.

Luego de la guerra, un límite que quedó poco preciso fue el relativo a los Saltos del Guairá o de las Siete Caídas del río Paraná. El diferendo llegó a un nivel crítico en la década de 1960, con la ocupación de tropas de la dictadura militar brasileña en la zona reclamada por el Paraguay. Estaba en vista el aprovechamiento del inmenso potencial hidroeléctrico del río Paraná, limítrofe entre Paraguay y Brasil desde dicho Salto. El conflicto finalmente se zanjó con el Acta de Foz de Yguazú (1966), por la cual se le reconoció al Paraguay el derecho a un “justo precio” por la venta de excedentes y a disponer libremente de su energía, si bien reconociéndosele al Brasil la preferencia de adquisición[2].

La dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), apoyada por su similar brasileña, se fue afianzando con el tiempo y ello posibilitó que en 1973, cuando se firmó el tratado de Itaipú, los conceptos de “justo precio” y libre disponibilidad de la energía quedaran olvidados.

Debido al tratado de Itaipú, el Paraguay está obligado a entregar al costo al Brasil toda la energía propia que no pueda consumir (actualmente más del 90% de la mitad de la generación total de la central, a la que tiene derecho), sin posibilidad de venderla a terceros países. El tratado establece una mísera “compensación por la cesión del derecho de compra”, de tan sólo 2,3 US$/MWh, según valor reajustado y válido en este momento. Esta compensación no tiene ninguna relación con los precios de mercado y apenas se reajusta según la inflación en los EE.UU. de América. Ello quiere decir que si los precios del mercado energético (y eléctrico) suben, como lo han hecho en los últimos años, los beneficios del Paraguay por exportar (ceder) su energía al Brasil son los mismos, no importa cuánto más valga la energía.

Ningún país cede lo más importante que tiene al costo de producción y menos en el caso de la energía de una central hidroeléctrica, cuyos costos de generación son normalmente ínfimos. El costo del servicio de electricidad de Itaipú ha sido artificialmente abultado por los robos, perpetrados las dictaduras militares paraguaya y brasileña, por la negativa de las empresas eléctricas brasileñas FURNAS y ELETROSUL de pagar el costo real del servicio en un primer momento (entre 1985 y 1996), lo que hizo aumentar el saldo de la deuda, y por los muy elevados intereses y reajustes que aplica ELETROBRAS, la casi única acreedora de Itaipú, muy por encima de los niveles de mercado. ELETROBRAS cobró desde un inicio (1975) una tasa de interés de 12%/año en dólares y desde 1997 una tasa de 7,5%/año, más el reajuste del dólar por la inflación en los EE.UU. de América.

En cambio, el Paraguay ha conseguido de Venezuela un crédito por apenas 2%/año de tasa de interés (sin reajuste) y de Japón –para el proyecto hidroeléctrico de la presa del Yguazú, en territorio paraguayo— a una tasa de tan sólo 0,75%/año. La misma Argentina ahora reconoce, según el Preacuerdo de Yacyretá, que en dicho emprendimiento no debe cobrar intereses ni reajustes por lo que fuera crédito del Tesoro argentino a la Entidad Binacional Yacyretá, aceptándose hoy que tal monto debe considerarse un “aporte”, sin generar intereses ni reajustes, y no un préstamo.

Sobre la deuda de Itaipú, debe realizarse una auditoría a profundidad, pues con la excusa de la “binacionalidad” nunca la Contraloría General de la Nación de Paraguay ha podido acceder a las cuentas de Itaipú. Una obra, que de acuerdo a las consultoras internacionales debió costar 2.033 millones de US$ y terminó costando 20 mil millones de US$, ejecutada en un 85% por empresas brasileñas y financiada en su mayor parte por Eletrobras, con intereses tan elevados que pasados más de 30 años de la firma del Tratado, no se ha reducido, a pesar de pagarse ya 25 mil millones de US$ en servicios de la deuda.

El caso más emblemático es el de la deuda espuria, ocasionada por las empresas brasileñas FURNAS y ELETROSUR que durante 10 años pagaron menos del costo por la energía de Itaipú, llevándose el 98% (y Paraguay el 2%, también por debajo del costo) generándose una deuda vencida de 4.193 millones de US$ que fue sumada a la deuda total, en vez de ser pagada proporcionalmente en función al consumo de cada país.

Es por tanto un acto de justicia eliminar la deuda espuria y toda la deuda generada por la sobrefacturación de las obras, así como por los intereses cobrados por encima de los valores de mercado. Si después de ello, quedase todavía pendiente alguna deuda, ésta debe pagarse con intereses justos.

Sin embargo, en Itaipú, lo fundamental para el Paraguay es el reducido beneficio que obtiene por la exportación de su energía, la principal riqueza natural que dispone. El mismo sentido común dice que el Brasil no puede disponer de una energía tan barata como la de Itaipú. El costo de generación real de Itaipú (gastos de explotación exclusive beneficios) está hoy en torno a 2,5 (dos y medio) US$/MWh, uno de los más bajos en el mundo. Los gastos financieros a favor de ELETROBRAS están artificialmente abultados como se indicó y, al final de cuentas, son gastos que quedan en el Brasil, por lo que el costo real de generación de Itaipú está básicamente constituido por sus ínfimos gastos de explotación. Según recientes licitaciones que ha llevado a cabo el gobierno brasileño, las ofertas más convenientes de generación eléctrica en base a gas natural están por encima de 60 (sesenta) US$/MWh, un precio de mercado muy superior al costo real de generación de Itaipú[3].

En términos equivalentes de petróleo, la energía que el Paraguay exporta al Brasil (unos 38 millones de MWh/año), equivale a 220.000 barriles de petróleo por día, una cantidad considerable de energía[4].

Todo el petróleo que el Paraguay importa ahora está en torno a 30.000 bpd, la séptima parte de la hidroelectricidad que exporta al Brasil. Sin embargo, mientras el Paraguay recibe por ceder la inmensa cantidad de energía que exporta menos de 90 millones US$/año (250 millones US$/año si adicionalmente se consideran los “royalties”, que no dependen de la exportación eléctrica y que son recibidos también por el Brasil), debe pagar por importar la séptima parte de energía (petróleo) la suma de 750 millones US$/año, como lo indican las cifras oficiales. O sea, por exportar siete veces más energía de la que importa, el Paraguay recibe del Brasil la tercera parte (incluyendo “royalties”) de lo que paga por importarla. Así, siendo el país exportador de la energía de más calidad (hidroelectricidad), el Paraguay, se empobrece en 500 millones de dólares por año, en el mismo momento en que los precios de la energía mejoraron en todo el mundo. Es como si a Kuwait le fuera peor cuando los precios del petróleo suben. Nadie puede justificar una situación así.

Ningún país del mundo cede su principal riqueza natural a un ínfimo costo, salvo que lo obliguen, o que se trate de un despojo del cual no pueda defenderse, porque está sometido a una despótica dictadura, como ocurrió con el Paraguay cuando se firmó el tratado de Itaipú. Cuando ello ocurre, no tarda en surgir un movimiento que reivindique condiciones justas. Venezuela, largo tiempo sometida a transnacionales del petróleo, recibe hoy el precio de mercado justo por sus hidrocarburos. Desde que Evo Morales asumió la presidencia en Bolivia, este país también recibe un precio más equitativo por su gas.

Hoy gobiernan el Brasil el compañero Luiz Inácio Lula da Silva y el Partido de los Trabajadores, en conjunto con otras fuerzas políticas progresistas. De acuerdo a los principios solidarios que sostienen, tienen la obligación de permitir la revisión de los injustos términos del tratado de Itaipú con el Paraguay.

¿Qué pide el Paraguay? Justicia. Recibir un precio justo, relacionado con los precios reales de mercado, por la inmensa cantidad de hidroelectricidad que exporta al Brasil. El concepto de “justo precio” ya fue aceptado por el Brasil en el Acta de Foz de Yguazú de 1966, precursora del tratado de Itaipú. Paraguay debe recibir lo que realmente vale su energía y no una mísera “compensación” alejada de todo criterio de mercado, impuesta bajo la dictadura de Alfredo Stroessner por la dictadura militar brasileña cuando el pueblo paraguayo no podía defender sus intereses libremente.

El Partido de los Trabajadores del Brasil y todas las fuerzas políticas y sociales progresistas del Brasil están llamadas a comprender y a hacer suyas esta problemática, más aún en el momento de cambio que vive el Paraguay. Fernando Lugo, apoyado por el Movimiento Popular Tekojoja (“igualdad”, en guaraní), tiene las mejores chances de ser electo Presidente de la República del Paraguay en abril del 2008, como lo indican todas las encuestas. Tekojoja, con Lugo como Presidente, pretende cerrar el capítulo de corrupción, dictadura, desigualdad y atraso en el Paraguay, iniciado hace 60 años y que, durante muchas décadas, contara con el entusiasta apoyo de la dictadura militar brasileña. El pueblo brasileño tiene una deuda histórica con el pueblo paraguayo la que, en caso se llegue a una solución equitativa en el trascendental tema de Itaipú, quedará enteramente saldada y, así, juntos podremos iniciar un proceso de verdadero desarrollo equitativo y sustentable, en el marco de la integración regional.

- Ricardo Canese es Secretario de Planificación, y por tanto miembro del Comité Ejecutivo Nacional, del Movimiento Popular TEKOJOJA (MPT). Ex Viceministro de Minas y Energía y autor de “Recuperación de la soberanía hidroeléctrica. Hacia políticas de Estado en materia energética”, “Itaipú: el miedo a la verdad” y otros sumando una decena de libros sobre Itaipú.

El Movimiento Popular Tekojoja (MPT), que significa en el idioma guaraní “unión e igualdad” y se pronuncia en castellano tecoyoyá, es un movimiento surgido de las organizaciones sociales de Paraguay, especialmente rurales, convencidos de la necesidad de tener una incidencia política real, de inspiración socialista y popular, a través de la toma del poder. Es así que da sus primeros pasos en enero de 2006, y luego de un largo proceso participativo, donde los principales protagonistas son los sectores populares, especialmente rurales, se elaboraron los principios, ejes programáticos y estatuto del movimiento, a través de reuniones nacionales, así como tres precongresos. Una vez finalizada esta etapa preparatoria, realiza la constitución del movimiento el 17 de diciembre de 2007, con la participación de 1200 delegados de todos los departamentos del país, desarrollándose la mayor parte del mismo en el idioma guaraní. Una de las líneas políticas que se define es el apoyo al ex monseñor Fernando Lugo para las elecciones presidenciales de abril de 2008 en el Paraguay, el cual acompaña de cerca el proceso de crecimiento del movimiento. Actualmente Tekojoja está solicitando su reconocimiento legal, al mismo tiempo que está desarrollando su programa de gobierno en función a los ejes definidos en el congreso constitutivo y realizando un trabajo de organización en todos los departamentos del país. Dentro de la política internacional de Tekojoja, se considera fundamental trabajar por una real integración de los pueblos. Tekojoja se siente identificado con los sectores populares y partidos políticos con similar base social, como es el PT del Brasil, pues apuesta decididamente a que se podrá trabajar por una hermandad entre los pueblos, basada en la equidad, la justicia y la solidaridad.


[1] Ante la pretensión argentina de quedarse con todo el Chaco paraguayo luego de la Guerra de la Triple Alianza, el Brasil apoyó al Paraguay para que el territorio en disputa fuera sometido al arbitraje del Presidente Hayes, de los EE.UU. de América, el que fue favorable al Paraguay que, así, pudo conservar el Chaco.

[2] Acta de Foz de Yguazú. Ver texto completo en Itaipú Binacional. Documentos oficiales de Itaipú, 1998, pp. 11-13.

[3] Así, en la licitación de diciembre de 2005, el precio de mercado fue fijado en 139 R$ (65,3 US$) por MWh; en la licitación del 29 de junio el precio fue de 140 R$ (65,7 US$)/MWh; y en la licitación del 10 de octubre de 2006 el precio fue de 137,44 R$ (64,5 US$) por MWh.

[4] El Ministerio de Minas y Energía del Brasil ha considerado tradicionalmente que para generar un MWh en una central térmica se requiere, en el Brasil, de 0,29 tn equivalente de petróleo (tep). Si una tep es igual a 7,3 barriles, se llega a la conclusión que para sustituir la energía paraguaya de Itaipú que llega al Brasil (38 millones de MWh/año) se requerirán 220.000 barriles de petróleo por día. A la actual cotización del crudo (60 US$/barril), el Brasil debería gastar, tan sólo en combustible, la suma de 13,2 millones de US$/día, o bien 4.818 millones US$/año. Compárese esta cifra con lo ínfimo que recibe el Paraguay.

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