El reinicio de la vida nacional:

De izquierdas y derechas hoy

05/04/2006
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  • Opinión
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Muchos coincidirán en que parece ya muy forzado decir izquierda igual a progresista y revolucionaria o derecha igual a conservadora y retrógrada. Ese esquema parece adecuarse a los 60s y 70s del siglo pasado, cuando en la bipolaridad mundial, hacia adelante en la historia humana y de las naciones parecía existir de modo excluyente “o” socialismo “o” capitalismo. Hoy se ha superado esto y el capitalismo social parece ser un horizonte viable, apetecido por los socialistas chinos y por los capitalistas europeos, amén de los de otras latitudes. La llamada “izquierda” presenta fuertes dosis de conservadurismo en el mundo y en Bolivia; particularmente, cuando reitera el viejo corporativismo elitista sindical con prácticas cotidianas autoritarias en cuanto a los derechos ciudadanos más elementales. La llamada “derecha” lo propio, cuando en sus excesos de individualismo prefiere la mera acumulación sin beneficio social. Entonces, hoy no hay ya “progresistas” y “revolucionarios”, o para ir más lejos “revolucionarios” y “dinosaurios” como tipos políticos “puros” en las corrientes y partidos políticos. Si podemos hablar, en Bolivia, de “tradicionales” nos referiremos a quienes están en la arena política desde 1982 y diremos “nuevos” a quienes ingresan recientemente. Los políticos de ahora no tendrán forzadamente el calificativo de “izquierda “ y “derecha” en el viejo sentido, pues los “tradicionales” de estos tiempos democráticos, entre sus resultados políticos, tienen medidas tan taxativamente progresistas y sociales como la Participación Popular, el SUMI, el BONOSOL, el ordenamiento impositivo y otras; y quienes son “nuevos” -porque aún no mostraron sus resultados- tienen sin embargo, entre sus “virtudes”, el profundo sentido social y ético de la política, sobre todo en atención a los más desfavorecidos por el sistema: indígenas, campesinos y mujeres; sin decir que los otros no hubieran hecho “nada” al respecto. Lo que desde el año 2000 estuvo en un parto doloroso y largo y que nació democráticamente en diciembre del 2005 no son 2 monstruos, ni expresan ningún empate “catastrófico” (lo catastrófico podría ser verlo así). De lo interno e íntimo de la sociedad boliviana nacieron 2 visiones de desarrollo del país, expresados en 2 polos políticos circunstanciales. Preliminarmente cuando menos, podríamos llamar a uno de ellos Nacionalismo Revolucionario (de eje indígena-popular y con fuertes acentos endógenos), y al otro como Nacionalismo Democrático (de eje ciudadano liberal y con fuertes acentos cosmopolitas). Pero, en una visión más larga, cuando menos durante la Republica, ¿No estuvieron acaso ya presentes estas corrientes en la vida política de Bolivia? Parece que sí. Sin caer en la tentación de ir más atrás y comparar las posibilidades políticas de Tupac Amaru frente a Tupac Katari (que sería precioso), ni caer en el facilismo interpretativo, en un cierto sentido esas dos corrientes parecen ser parte de la pendular y oscilante vida política nacional. Reinterpretar nuestra historia ¿Acaso en el siglo XIX, en lo que podríamos llamar “precoz polarización nacional” no pugnaron el “liberalismo artesanal” que pensó más en la proto-nación-en-el-mundo (militares y civiles desde Bolívar, pasando por Frías y otros) hasta el “nacionalismo popular” de élite (Santa Cruz) o de masas mestizas y populares mínimas (Belzu), amén desde luego de los que hicieron solo tropelías políticas en un tiempo en que la pendularidad pareció ser sólo de fantasmas y no de figuras claras? Y, ¿Acaso en la primera mitad del siglo XX, no vivimos también esa oscilación pendular entre un liberalismo doctrinal de módica base social “ciudadana oligárquica” (Pando, Montes, Salamanca, y otros) y nuevamente oscilación hacia un “proto-nacionalismo popular indígena” con Villarroel y otros militares en la inmediata post guerra del Chaco? Esto fue prefiguración de lo que tendríamos de modo más claro junto a y después de la Revolución de 1952. Desde mediados del siglo XX, en Bolivia se van decantando dos corrientes, dos visiones que ya desde las entrañas del mismísimo y amplísimo MNR triunfante (ahora incluidos indígenas y mujeres al quehacer político) existieron para enfrentarse, un momento de modo autoritario, otro de modo democrático; con Pacto Militar campesino o con CSUTCB autónoma de por medio. ¿Acaso eso no son el decantado PRA de Guevara Arze (Tesis de Ayopaya incluida) y el MNR de Paz frente o versus al MNRI de Siles y el PRIN de Lechín, la misma dualidad en esa línea global de confrontación política e ideológica? Acaso -para el mismo tiempo-, no se confrontaron el Plan de Estabilización, versus la nacionalización del petróleo y de las colas y desmontes y, acaso, no tuvo el mismo signo el intento de Asamblea Popular ideologizada y corporativista radical de la izquierda versus el FPN de Banzer que finalmente y para dolor de algunos se quedó casi 7 años en el poder después de los excesos de la Asamblea y de enviar, el nuevo régimen, a muchos a la muerte o al exilio? Todo eso fue la confrontación de 2 visiones en Bolivia, en el contexto de la bipolaridad mundial capitalismo-socialismo, con civiles y militares, con guerrilleros y empresarios. Claro, aún no con los nietos de la Reforma Agraria y la escolarización masiva actuando protagónicamente en la política nacional. Y finalmente, la prefiguración más próxima y ya conocida, ¿acaso no se parecen esas oscilaciones a la que vivimos entre 1982 y 1985 en el duelo entre la UDP “popular, democrática y antiimperialista”, frente al bloque “derechista” del MNR de Paz, la ADN de Banzer y los otros? ¿Y acaso los populismos “sistémicos” de Palenque (CONDEPA) y Fernández (UCS) no son un anticipo artesanal del MAS contemporáneo, y a la vez la ADN y el NFR fallidos un anticipo de PODEMOS? Probablemente el gran mérito del periodo 2000-2005 fue que a pesar de su dramatismo y de las enormes olas y remezones, a pesar de los conservadurismos y progresividades de unos y otros, a pesar de la responsabilidad política de dirigentes sociales y gobernantes en la muerte de muchos ciudadanos en febrero y octubre 2003, la Democracia nacida el 52, reiniciada el 78 y desarrollada en algo más de 20 años hasta hoy, haya sido el campo de juego donde se perfilaron y perfilan nuevamente esas dos corrientes de acendrada intimidad con la sociedad boliviana. Pero, ya no en una Bolivia que existe como proto-nación (como fue en el siglo XIX hasta mediados del XX republicano), sino es una “Nación” con una personalidad y carácter mas nítidamente visible y a la cual, hay que decirlo, ambas visiones, ambas corrientes aportaron con todas las implicaciones de sus acciones e inacciones: medidas políticas, desaciertos y traiciones, avances, impulsos al desarrollo desde su visión, grandes desplazamientos demográficos, ocupación del territorio nacional, inter-subjetividad nacional por la expansión de los medios de comunicación de masas y, como no decirlo, elevación del nivel educativo de las enormes masas indígenas y populares postergadas hasta el 52, esto como signo mayor de la justicia social boliviana. El siglo XXI y la nación Hoy, en marzo 2006 del siglo XXI, tenemos sobre la cancha dos visiones ideológicas y dos corrientes políticas (con aún pocos partidos). Ambas representan al país total, a la Nación en toda su subjetividad. Una, momentáneamente, es la mayoritaria. Un elemental juego de la lógica democrática -pues las mayorías en democracia son coyunturales- nos dice que habrá alternancia en el poder, con ciclos de presencia más o menos cortos o más o menos largos de uno de ellos o de ambos en alianza; ojalá que siempre en el marco democrático y ojalá que dejando atrás los conservadurismos de ambos bandos, para ir cediendo paso a la innovación de ideas, a la transparentación y ética de la política, a la renovación democrática de liderazgos, al juego democrático limpio, a la construcción de una mayor interculturalidad, para que así la Nación, que al final es una sola y total -solo que representada en dos corrientes políticas por ahora- pueda aprovechar al máximo de esas 2 visiones para construir y asentar su bienestar y el de sus futuras generaciones. - Carlos Hugo Laruta, es sociólogo alteño y director de CIPCA La Paz Fuente: Boletín Virtual No 150, Año 5. Abril de 2006. 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