Sobre la función de lo social en una economía basada en el trabajo

06/09/2017
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Jean Charles Léonard de Sismondi (1773-1842)
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En sus Nuevos Principios de Economía Política[1], Sismondi, primero define la economía política como la parte de la ciencia del gobierno que tiene por objeto el bienestar físico de los ciudadanos y luego pasa revista a las distintas teorías sobre las fuentes de la riqueza.

 

El interés en conocer las fuentes de la riqueza, tenía para los gobiernos originalmente un objetivo fiscal y Sismondi describe las teorías que fueron sucesivamente adoptadas por los gobiernos europeos. Señala primero el sistema de obtener previamente préstamos para los gobiernos, que luego se pagaban concediendo al prestamista la recaudación del ingreso o incrementando sus ganancias a expensas de los consumidores con el otorgamiento de monopolios del comercio de algunos géneros o del comercio con determinadas regiones.

 

Esta expoliación indirecta de los súbditos prevaleció desde la época de Carlos V y continuó manteniéndose durante la etapa colonial de la economía mundial. A esa etapa sucedió el Sistema Mercantil que confunde el dinero con la riqueza y por ello consideraba la acumulación en la nación de los metales preciosos, como el oro y la plata, como la expresión de la riqueza nacional, por ello convenía evitar la salida de dinero exportando mucho e importando poco; una idea equivocada, pero  recalcitrante, que perdura hasta nuestros días y cuyo exponente más conocido fue Colbert, ministro de Luis XIV. A la tesis mercantil sucedió la de aquellos que hoy llamamos fisiócratas, y que Sismondi llama “de los economistas”.  Esta última escuela nace en el siglo XVIII y se basa en las observaciones de François Quesnay, Robert Jacques Turgot y Pierre Samuel du Pont de Nemours, quien fue el primero en usar el término Fisiocrcia

 

Esta escuela sostenía que la fuente de la riqueza está en la agricultura. En 1758 Quesnay publicó su Tabla Económica que fue el primer esfuerzo por describir esquemáticamente el funcionamiento de la economía.  Sismondi describe cómo Quesnay examina primero el caso del comerciante intercontinental, que después de cruzar el océano, logra vender su mercancía a un precio que duplica su inversión.

 

Nos explica Sismondi porque Quesnay no lo considera un creador de riqueza; considera que si las vendió al doble era porque valían más. Que de ese aparente aumento de riqueza, hay que descontar los salarios de los marineros y los otros gastos incurridos en el transporte, más los cuidados y desvelos del comerciante, para cuidar su mercancía y para encontrar un comprador, de modo que la ganancia no es creación de riqueza nueva sino un simple reintegro, equivalente a un salario más, por el esfuerzo requerido, para que la mercancía adquiriese en efecto un mayor valor. Quesnay, continúa al considerar como reintegros el mayor valor recibido por el artesano que elabora hasta una materia prima hasta convertirla en un producto terminado.

 

Quesnay recorre así casi todas las actividades redicticias, siempre considerando que la ganancia obtenida no es creación de riqueza nueva, sino un reintegro equivalente a un salario, que corresponde la cantidad de trabajo invertido.  Bajo la figura de reintegros ya en Quesnay se asoma la idea de que el trabajo invertido es lo que aumenta el valor de los bienes, después de haber llegado tan cerca de lo que luego descubrirá Smith.

 

Después de analizar el comercio internacional y las manufacturas artesanales de su época,  Quesnay vuelve sus ojos a la agricultura. Usaré las propias palabras de Sismondi para describir como es que Quesnay se convence de que la agricultura es la fuente original de la riqueza.

 

 Le pareció a Quesnay que el Labrador estaba en la misma situación que el comerciante y el artesano. Como este último, hace con la tierra un cambio de lo presente respecto a lo venidero, las cosechas que recoge encierran el valor acumulado de su trabajo; le pagan un salario al cual tiene el mismo derecho que el artesano y el comerciante, porque es también la compensación de todos los frutos de la tierra que ha consumido para hacer nacer otros nuevos. Pero después de rebajado este salario, queda una renta neta que no se ve nacer de las manufacturas o del comercio; y es la que el labrador paga al propietario por el uso de la tierra. Esta renta delos propietarios de la tierra pareció a Quesnay de una naturaleza enteramente distinta de las otras; no eran reintegros, según la expresión que había adoptado para designar el cobro de los adelantos hechos a los trabajadores; no era en absoluto un salario ni el resultado de un intercambio, sino el precio del trabajo espontáneo de la tierra, el fruto de la bondad de la naturaleza; y puesto que no representaba riquezas preexistentes, debía ser la única fuente de todas las otras. Siguiendo el valor de todas las cosas creadas, bajo todas sus transformaciones, Quesnay vio siempre su primer origen en los frutos de la tierra[2]

 

Después de pasar revista a las teorías anteriores a su época, Sismondi pasa a explicar la tesis que tenía vigencia y credibilidad, en sus días. Es así como aborda lo que denomina el sistema de Adam Smith. Dice Sismondi que Smith en lugar de tratar, como sus predecesores de inventar a priori una teoría y esforzarse luego para vincular a ella todos los hechos, reconoció que la ciencia del gobierno era experimental, que solo podía basarse en la historia de los diversos pueblos, y que solo se podían deducir principios de una observación juiciosa de los hechos.[3]

 

Nos dice Sismondi que Smith en su obra De la naturaleza y de las causas de la riqueza de las naciones, publicada en 1776, presenta el resultado de un estudio filosófico sobre la historia del género humano. Añade que es sólo después de un claro análisis de las revoluciones económicas de tiempos pasados, cuando Smith se eleva por primera vez,   hasta las leyes generales del aumento de las riquezas.

 

Smith desecha los dos sistemas exclusivos de los cuales uno quería atribuir la riqueza al comercio y el otro a la agricultura y encuentra que la fuente de la riqueza es el trabajo. Para llegar a esa conclusión consideró que toda actividad que deja un valor cambiable es productiva, sin importar donde se realice sea en las ciudades o en el campo. Explica Sismondi que Smith no solo consideró el trabajo como único creador de la riqueza, sino que también vio en el ahorro como el medio de acumularla, porque dice que es el ahorro lo que crea los capitales, que se representan en forma de oro o plata, que igual pueden presentarse como riquezas de cualquier otro género que se convierten en capitales cuando son empleadas por sus propietarios, mediante un beneficio, en ejecutar un nuevo trabajo. Por eso los capitales son creadores de empleo.

 

Según Smith la riqueza nacional se compone de la tierra, que se vuelve productiva por el trabajo y que lo recompensa con ventaja. Porque le añade un ingreso neto a favor del propietario, que puede ser bajo la figura de alquiler que Smith llamó la renta de los capitales. Cuando los capitales son empleados en animar una industria, la convierten más lucrativa. De tal modo que la circulación de los capitales, produce un ingreso adicional a sus propietarios que Smith llamó utilidad  

 

A su vez el trabajo da a quienes lo ejecutan un tercer ingreso que se dio en llamar salario[4], que es la renta de la clase trabajadora. Nos explica Sismondi que Smith reconoció que cada tipo de trabajo contribuye a beneficiar a todos con un crecimiento general de la riqueza; que la sociedad misma pedía alternativamente el trabajo del que tuviera más necesidad, pagándolo mejor; porque cada tipo de trabajo contribuye al crecimiento de la riqueza, para beneficio de todos. Sismondi abraza en principio como válido el sistema de Smith. Después de expresar su admiración por Smith,  dice que parecerá extraño que el resultado práctico de la doctrina que toma de él resulta con frecuencia diametralmente opuesto a lo que Smith esperaba y que después de una experiencia de medio siglo en que su teoría fue puesta en práctica. Sismondi cree poder demostrar que se pueden sacar conclusiones muy distintas.

 

Aunque Sismondi está de acuerdo con Smith en que el trabajo es el único origen de la riqueza y que la economía es el mejor medio de acumularla, pero señala que el único objetivo de esa acumulación es su goce y que el crecimiento de la riqueza nacional debe llevar un aumento equivalente de los goces nacionales. Señala que este efecto no fue considerado por Smith, que solo se preocupó de la creación de la riqueza y no de su distribución. Señala Sismondi que Smith pensó que la mejor manera de favorecer ese crecimiento era dejando a la sociedad el libre ejercicio de todos los intereses individuales, porque la suma de las riquezas privadas constituye la riqueza de la nación; decía Smith que no hay rico que no se esfuerce por ser aún más rico: dejadlo obrar; porque el enriquecerá la nación enriqueciéndose a si mismo[5]  

 

Sismondi señala que a diferencia de Smith él si ha considerado la riqueza en su relación con la población a la que debe hacer dichosa y en su opinión la opulencia de una nación crece, no solo por el aumento de los capitales disponibles, sino solo si ese aumento de capitales reparte la prosperidad en la población. Que cuando los ricos aumentan sus riquezas por una producción nueva, pueden tomar para ellos una parte de la riqueza que estaba reservada para los pobres.

 

Para regularizar el reparto equitativo de la riqueza, a diferencia de Smith que no acepta la intervención del Estado en la economía,  Sismondi invoca la intervención del gobierno, que según le parece tiene el deber de proteger al débil, que no puede defenderse contra el fuerte, porque los gobiernos tienen la representación de los intereses permanentes de las mayorías, contra el interés temporal, pero apasionado de cada uno.

 

Sismondi argumenta que la experiencia justifica ese nuevo enfoque del sistema propuesto por Smith; porque el dogma de una competencia libre y universal ha causado espantosos sufrimientos en muchas clases de la población. Es a partir de este divorcio con Smith que Sismondi desarrolla su propia tesis o como el prefiere llamarlos sus nuevos principios que va a tener el trabajo y a los asalariados como el eje sobre el que gira la economía política.

 

A diferencia de Smith, quien sólo se preocupa por el modo de crear y aumentar la riqueza nacional que para él  es la suma de los patrimonios nacionales, Sismondi se preocupa no sólo de la creación de la riqueza, sino también de su repartición entre la población del país, porque piensa que: La riqueza es un bien cuando extiende la comodidad a todas las clases; la población es una ventaja cuando cada hombre está seguro de alcanzar mediante el trabajo una existencia honrada. Pero un estado puede ser miserable aunque algunos individuos acumulen fortunas colosales[6]. Para el Estado el incremento de la riqueza proviene de la creación de rentas nuevas, que nacen de trabajos nuevos; pero una renta que no hace más que cambiar de propietario no es una renta nueva.   El comerciante que aumenta su renta con lo que pierden sus rivales, no enriquece a la nación; el fabricante que aumenta su renta con todo el salario que recorta a sus obreros no añade nada a la renta nacional; igual que el funcionario público que saca su sueldo  de los impuestos exigidos al contribuyente tampoco crea nuevas riquezas. Cada uno de ellos, por su consumo, procurará, sin duda, un gasto ventajoso al comercio y estimulará cierta producción, pero no hará más que remplazar el consumo de otros ciudadanos, cuya renta a pasado a su poder.  Para el bien de los ciudadanos, no es indiferente que la parte de comodidad y goces de todos se aproxime a la igualdad o que un pequeño número tenga todo lo superfluo, mientras un gran número está reducido apenas a lo necesario.  Esas dos distribuciones del ingreso tampoco son indiferentes a los progresos de la riqueza comercial.  La igualdad de los beneficios tiene siempre como resultado más expansión del mercado para los productores; mientras que la desigualdad siempre lo reduce más. La renta está bien empleada por el rico y por el pobre, pero no se emplea de la misma manera. El primero remplaza mucho más capital y menos trabajo que el segundo; favorece menos a la población y en consecuencia sirve mucho menos  a la reproducción de la riqueza[7] .

 

 De todo lo que hemos citado de Sismondi se desprende que,  junto con Smith, considera el trabajo como el origen y fuente de la riqueza. Que considera que para lograr la prosperidad es indispensable que el Estado intervenga para garantizar a cada ciudadano la posibilidad de poder ganar honestamente con su trabajo un nivel de vida confortable.

 

Añade también que la buena repartición de la riqueza entre las diversas clases que contribuyen a su formación es un requisito para el crecimiento económico; un crecimiento al cual no añade nada que un empresario aumente sus ganancias llevando sus rivales a la ruina o porque no paga lo que debe a sus trabajadores. Las clases más pobres tienen un modo de gastar sus rentas o sus salarios, que es más estimulante para la economía nacional que los patrones de gasto de los ricos. En la parte dedicada a los salarios,  Sismondi explica que los ingresos o las rentas de los pobres están destinadas a ser gastadas inmediatamente después de recibidas, porque necesitan gastarlas para su sobrevivencia y para tener un mínimo de comodidad. Es por ese motivo que la renta de los pobres es el ingrediente principal de la demanda del mercado. Es por ese motivo que en una economía donde se reconoce que el trabajo es la fuente de la riqueza,  el pleno empleo y la buena remuneración de los trabajadores son indispensables, para el progreso general de la economía.    

 

Ginebra 09/09/2017

 

Notas

 

[1]   Sismondi, Nuevos Principios de Economía Política, Icaria Editorial, Barcelona, 2016.

[2] Sismondi. Nuevos Principios de Economía Política; Cap.VI; Icaria Editorial, Barcelona, 2016; pags58 y 59.

[3] Sismondi, Nuevos Principios de Economía Política, Cap. VII Icaria Editorial.Barcelona,2016;pag 61.

[4] Sismondi, Nuevos Principios de Economía Política, Cap. VII Icaria Editorial.Barcelona, 2016; pag 61.

[5] Sismondi, Nuevos Principios de Economía Política, Icaria Editorial, Barcelona, 2016.pag. 63.

[6] Sismondi. Nuevos Principios de Economía Política, Icaria Editorial, Barcelona, 2016.pag.43

[7] Sismondi, Nuevos Principios de Economía Política, Libro IV, Cap. IV, Icaria Editorial,Barcelona, 2016, pags. 197 y 198

https://www.alainet.org/en/node/187899
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