Teología y cambio climático: ¿Cómo hablar de Dios en medio de la tragedia?

13/02/2017
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Es muy común que el tema espiritual y el científico no se los vincule en nuestra vida cotidiana y sobre todo ante situaciones de crisis, desastres o tragedias. No nos referimos al natural clamor de recogimiento e invocación a Nuestro Padre de nuestra gente pobre, sufrida y víctima de tales circunstancias; lo que constituye expresión de la desolación, de la Fe y del fervor de nuestro pueblo. Nos referimos al proceso de meditación espiritual que nos inserta en el corazón de nuestras vidas. Nos referimos al proceso de reflexión teológica que todos llevamos dentro a partir de nuestras propias existencias, bienaventuranzas, tragedias y esperanzas. Porque, tal como lo dice el padre Gustavo Gutiérrez, "para hacer teología hay que estar en contacto con la realidad”. O como lo dice Simone Weil, citada por el padre Gutiérrez: "si quieres saber si una persona cree en Dios, no te fijes en lo que dice de Él, sino en lo que dice del mundo”.

 

Hoy, la realidad de nuestro mundo nos entrega diagnósticos, experiencias, testimonios y señales extremadamente inquietantes. Hoy, nuestra gente chilena y la humanidad entera, está viviendo lo que los científicos denominan la sexta extinción masiva de la vida en el Planeta Tierra. Y ello debido al cambio climático.

 

En la época oscura y siniestra de nuestra reciente historia como país, ser cristiano significaba luchar contra la dictadura y por la democracia y los derechos humanos. En las actuales circunstancias, serlo significa luchar contra el cambio climático y por generar condiciones para nuestra adaptación que nos permita resistir a sus impactos y desastres.

 

Desde el núcleo central de esta nuestra realidad concreta es donde se construye nuestro conocimiento científico, nuestra praxis transformadora y nuestra espiritualidad liberadora, en el marco de una Fe y una Esperanza por un Mundo Mejor.

 

Chile es un país creyente, con Fe, solidaridad, generosidad y Esperanza. Pero también es un país aún con mucha pobreza, vulnerabilidad ante los desastres climáticos y con limitados recursos para generar condiciones técnicas, financieras e institucionales suficientes para enfrentar los desafíos que el cambio climático le impone ahora.

 

Por ello, para nuestro país resulta absolutamente vigente lo que el padre Gutiérrez señala: “cómo decirle al pobre que Dios le ama, cuando su vida misma es la negación del amor”. Quizás, continúa Gutiérrez, la única vía sea “ser solidarios con los pobres” y sobre todo, “ayudarles a ser sujetos de su destino”.

 

Esto último es clave: que nuestra gente se constituya en sujetos de su propio destino. El Estado, las municipalidades, los organismos internacionales, entre otros, tienen sus responsabilidades, obligaciones y compromisos que deben asumir y cumplir. Pero lo sustancial es que nuestra gente genere y fortalezca su participación ciudadana, su rol proactivo y su incidencia en las políticas públicas, en las normativas y la institucionalidad del país. Ser solidarios con ellos es contribuir a que nuestra ciudadanía decida sobre su propio destino y, por tanto, en los destinos de Chile sobre el cambio climático, el medio ambiente y el conjunto de asuntos que nos posicione en un desarrollo sustentable.

 

Santiago, Chile, lunes 13 de febrero de 2017, editorial Boletín GAL

 

https://boletingal9000.files.wordpress.com/2017/02/editorial-teologia-y-cambio-climatico.pdf

 

Luis Alberto Gallegos

Periodista, consultor ambiental

Email: luisalbertogmz@gmail.com

Blog: http://luisalbertogmz.blogia.com

 

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https://www.alainet.org/en/node/183500
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