Un nuevo México es posible
- Opinión
El dirigente de Morena, el partido más exitoso en la pasada elección intermedia, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), también ganador estafado en dos ocasiones en elecciones presidenciales, ha iniciado una gira internacional con el objetivo de informar que en México existe gente trabajadora y honesta, agregando: “la imagen de México está por los suelos; nos proyectan como un país violento y de gobernantes corruptos”(1). Se tratará de un esfuerzo que, obviamente, choca con la instrucción que durante la pasada reunión de Embajadores y Cónsules mexicanos de enero de este año en la cancillería, formularon el Presidente Peña Nieto y el entonces Canciller Antonio Meade a dichos diplomáticos para publicitar en el exterior “una imagen transparente, objetiva y positiva de nuestro país”(2). La verdad es que para los representantes mexicanos cumplir esta tarea significa asumir aquella frase perversa que circula en estos medios: “la diplomacia es hacer creer a todos que uno cree lo que uno no cree”(3).
Aunque es seguro que no todos los diplomáticos aplican la frase citada y harán malabares dialécticos para cumplir su cometido, también lo es que AMLO no representa al gobierno mexicano y, en consecuencia, estará en total libertad de exponer foráneamente su posición como líder máximo de la oposición de la izquierda mexicana.
¿Qué quiere decir esto? Como hace ya mucho tiempo que la complejidad de la realidad internacional, acelerada por la tecnología, la actividad económica y la globalización(4), volvieron limitado el ejercicio de la política exterior centrada en los Estados, sus diplomáticos y sus mandatarios, López Obrador podrá dirigirse a los auditorios seleccionados, e incluso a los gobiernos, actuando como un actor internacional independiente y representativo de millones de opiniones de enojo y molestia de los mexicanos que, entre otras cosas, no fueron consultados para privatizarles su petróleo ni para seguirlos enganchando con EEUU a través de la Iniciativa Mérida, la Alianza para la Seguridad y “Prosperidad” de América del Norte (ASPAN) y el Acuerdo Transpacífico; es decir, él hablará por los excluidos del “mexican moment” y del malhadado “Pacto por México”.
Pero la que parece complejidad internacional es relativamente sencilla de explicar: existen menos de 200 estados y en cambio más de 60 mil corporaciones, más de 10 mil Organismos no Gubernamentales y millones de actores independientes que interactúan con mucha eficacia en el escenario internacional(5). Desde luego, hay que considerar también que algunas empresas trasnacionales manejan recursos económicos superiores a los de algunos Estados pobres.
Así, muchos Estados han perdido, especialmente los periféricos a los centros de poder, el monopolio de la gestión de las relaciones internacionales e, incluso, muchas veces se ven rebasados por las actividades que hasta funcionarios públicos realizan sin el control debido de las cancillerías, responsables de formular, articular y ejecutar la política exterior, por lo menos en México. Esto indica que hace tiempo que los actores internacionales no sólo son representantes de entidades públicas o gubernamentales, sino que pueden y frecuentemente son, personajes privados como un Carlos Slim, un Germán Larrea o bien el político de oposición más consiste y consecuente de México, que no solamente ha sido estafado, junto con millones de mexicanos, en su legítima aspiración por llegar a la Presidencia de la República, sino que es nuevamente uno de los fundadores del principal partido de oposición de la izquierda posible y triunfador del pasado proceso electoral, considerando que, por primera vez, competía con el modesto partido MORENA, y sin los recursos millonarios de que gozaron sus principales contrincantes y satélites: PRI Y PAN.
Así que ahora las relaciones internacionales las ejercen también múltiples actores que no sólo son políticos, sino los presidentes de poderosas corporaciones como América Movil, Google, Shell, Toyota, Siemens, Boeing, Nestlé, etc. Y desde luego, no sólo los actores económicos y políticos son relevantes pues los gremiales, religiosos, académicos, científicos, investigadores, deportivos, artísticos y un largo etcétera, son impulsores importantes del relacionamiento internacional. Asimismo, la gama de organizaciones y organismos internacionales como Oxfam, Greenpeace, Amnistía Internacional, Human Rights Wacht, etc. cuya lista sería interminable, son poderosos jugadores que demuestran que los Estados han venido perdiendo protagonismo internacional, tanto que algunos son considerados “fallidos”.
Se entiende entonces que, en seguimiento de las declaraciones de López Obrador, éste mencione que “asistirá a universidades y organizaciones civiles y políticas para informar que a la mafia que gobierna y que tanto ha dañado a México, le queda poco tiempo…” Se trata, por lo que se observa, de relacionarse con la sociedad civil y no necesariamente con los gobiernos.
Debe decirse, por cierto, que en la jerga internacional ha venido criticándose el sobre dimensionamiento de las relaciones interestatales, tanto que los internacionalistas acuñaron el término “estatocentrismo” para referirse al descuido de los gobiernos en considerar más el relacionamiento entre estados, que el acercamiento entre las naciones, entre los pueblos; en la obligatoriedad de captar la profundidad social existente entre ellos, ya que su descuido muchas veces lleva a cometer verdaderos errores de política internacional. Cito dos ejemplos paradigmáticos: No obstante que el gobierno de EEUU posee los más poderosos organismos de información y espionaje mundial y que se supone que sus diplomáticos son los mejor informados en su ámbito, en 1997 Washington impuso, de Estado a Estado, la prohibición de los cultivos de coca en Bolivia, pero creó tal rebelión e inestabilidad allá que el líder que encabezó la oposición a la medida no sólo la echó por la borda, sino que ahora es ¡ el propio Presidente de la República Evo Morales. ! Sucedió que al presidente Clinton no le supieron explicar la profundidad cultural que subyace en el cultivo de la coca y que para los pueblos andinos esta actividad está radicalmente ligada con sus creencias, incluso religiosas. Y como los norteamericanos sólo ven negocios, vicio o la oportunidad de vender armas en el asunto de la coca, fracasaron radicalmente en su prohibición.
Pero el caso del entonces Presidente Vicente Fox también fue patético. En la diplomacia mexicana y sudamericana aún se recuerda cuando antes de asumir el poder, Evo Morales se dijo ofendido, junto con su pueblo de mayoría indígena, por algunos comentarios poco diplomáticos de Fox respecto a lo que los bolivianos “debían hacer con la forma de gestionar algunos de sus recursos”. No intento bordar sobre la “diplomacia” cocacolera del ex mandatario, sino sobre la circunstancia de que siendo México una nación con un fuerte ascendente indígena y habiendo sufrido recientemente por el maltrato a los mismos una semi-guerra civil en Chiapas, Vicente Fox hubiera chocado con uno de los más acreditados representantes del indigenismo en el mundo y, por extensión, con todo lo que él representa para la región andina en una época de reivindicaciones y respeto a los derechos de los pueblos originarios y las minorías. ¿Qué pasó entonces?
Sostengo que una parte del limitado vuelo de la política exterior de México, en este caso con América Latina, es porque tenemos una visión meramente estatocentrista y vagamente política y social de lo que allá sucede; en otras palabras, debe plantearse la necesidad de un enfoque más social, más cultural inclusive, acerca de la región; un enfoque más integrador e histórico, menos fragmentado de lo que es la nación latinoamericana que, por cierto, también desborda su contenido nacional-estatal para asumir su presencia en Estados Unidos y Europa.(6)
Pero esta tarea que mal hemos cumplido en nuestra región, misma que por múltiples razones debe ser el centro de la actuación política de López Obrador, es la que puede proponerse cumplir el mismo con su acercamiento a las organizaciones civiles y políticas, aunque las gubernamentales no deben estar exentas de este objetivo.
Pero aparte de presentar la imagen de México como un país pacífico que está gobernado por una oligarquía que no es pacífica (Tlatelolco, Tlatlaya, Ayotzinapa, etc), AMLO puede explicar también cómo México ha venido perdiendo aceleradamente soberanía y cómo la nación asiste a una “venta de garaje” de sus recursos desde hace 30 años, así como a la imposición arbitraria de un modelo económico exportador como el TTLC que ha servido sólo para beneficio de varios centenares de individuos y empresas que tampoco generan bienestar y, en cambio, ha dejado a la mitad del país en la pobreza, el desempleo, la emigración, la explotación brutal de la mano de obra, la deuda externa, la devaluación, la justicia clasista y racializada, la corrupción infinita de sus gobernantes y la impunidad de los mismos.
Uno dato que sintetiza parte de lo que contiene este último párrafo es que 4 magnates mexicanos poseen casi el 10% del PIB de México; y estas fortunas se amasaron por lo menos en los últimos 20 años (7). Asimismo, el 1% de los multimillonarios concentra el 21% de la riqueza del país, pero mientras, miles de empresas importantes no pagaron impuestos. Lo peculiar de estas riquezas es que han sido amasadas a la sombra de la corrupción del Estado, por lo cual se reafirma que el Estado no es más que la junta administradora de los intereses de los grandes empresarios (Marx dixit).
Por estas y otras razones, que incluyen desde luego a los intereses foráneos, es que AMLO llama a esta política “neoporfirista”, como el falso eslogan oficial de “Mover a México”, que lo lleva al siglo XIX porque además los empresarios beneficiarios del sistema esperan competir internacionalmente pagando salarios de miseria y explotando brutalmente a los trabajadores. Pero más que todo Andrés Manuel debe decir cómo espera enfrentar esta situación con el apoyo del pueblo mexicano, porque si esto no es así, el país es ya una olla a punto de explotar; en otras palabras, o cambia pacíficamente o los mexicanos lo harán de cualquier otra forma. Y si somos realistas, a todo el mundo le conviene que en este país las cosas cambien pacíficamente, como lo ha planteado MORENA.
Esto quiere decir que México debe alinearse políticamente con las transiciones pacíficas que están sucediendo en América Latina, la región que independientemente de sus contradicciones, está en la avanzada de las transformaciones sociales porque ha decidido no ser ya espectadora de las decisiones foráneas, trátese de estados o entidades internacionales tipo BM, OCDE o FMI, tan cuestionadas hoy en Grecia, España, Puerto Rico y en muchos otros lugares; desde luego, Latinoamérica encabezando la lista.
AMLO deberá entonces ofrecer un proyecto y una visión diferente de México que no oculte la realidad; que explique en el extranjero la compra de votos; el “obsequio” por el gobierno de 10 millones de televisores antes del pasado proceso electoral y, por tanto, la mentira de que los mexicanos gustan auto flagelarse votando por el PRI. Debe también exponer una visión que surja de la sociedad civil, del pueblo trabajador y sus campesinos; del respeto a los derechos humanos y de la verdadera lucha contra la corrupción, sin montajes ni farsas publicitarias. Presentar un proyecto de país honorable y que se respeta defendiendo sus recursos estratégicos, cuyo gobierno esté orientado a beneficiar mayormente a los pequeños y medianos empresarios que ahora son pisoteados y ninguneados por las grandes cámaras; un país que no esté co-gobernado por los intereses fácticos de las televisoras y otros medios escritos, auténticos partidos políticos disfrazados tras una falsa “libertad de prensa” que sólo ejercen contra el pueblo.
Tiene razón entonces Andrés Manuel en querer dirigirse a los pueblos para ofrecer amistad más allá del simple “libre comercio”; y a los latinoamericanos ofrecer una integración verdadera y no desintegradora como la Alianza del Pacífico que es la única que le interesa al gobierno mexicano y que corresponde a un esfuerzo mayor dictado por Washington en su competencia con China. Por estas razones EPN no asintió a la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, celebrada el pasado 28 de enero en Costa Rica. Y tampoco a la Cumbre del Sistema de Integración Centro Americana celebrada en Guatemala el pasado mes de junio.
AMLO puede ofrecer también un acercamiento de los mexicanos, de solidaridad y no de competencia como está en la moda del neoliberalismo que no habla de cooperación sino de superar a los supuestos rivales; situación que tiene al mundo al borde de la III Guerra Mundial, simplemente porque nuestro principal referente económico, Estados Unidos, no quiere perder la hegemonía frente a otras potencias, aunque nos convierta, por virtud de la supra citada ASPAN, en un posible objetivo estratégico a destruir en caso del conflicto nuclear que tan estúpidamente preparan, otra vez, los europeos con la agresiva OTAN y desde luego, el gobierno norteamericano.
En síntesis, aunque en el extranjero López Obrador no tendrá templetes oratorios con los millares de personas que siempre lo acompañan, sí podrá ser escuchado por grupos selectos y fuerzas vivas y se podrá entender porqué él no es el “peligro” que le inventaron los hermanos gemelos PAN y PRI sino por el contrario, que estos últimos son los que tienen de rodillas a México, sumido en la violencia, la inestabilidad y la corrupción; por lo tanto, AMLO podrá explicar que un nuevo México, es posible.
Notas:
- Diario La Jornada, 31/05/15. México.
- El discurso de EPN se encuentra en https://www.youtube.com/watch?v=ayGbM3IdmiY
- Berstein Enrique, citado por García y Erdman en Compendio Diplomático, México, 2009.
- Hobsbawm Erick, 2007.
- Willets, 2001, citado por Andrés Serbin en Introducción a las Relaciones Internacionales (América Latina y la Política Global), Thomas Legler y et al, Oxford University Press, México, 2013.
- García Canclini, 2001, México.
- Esquivel Gerardo, 2015, México.
- Héctor Lerín Rueda es Profesor del Colegio de estudios Latinoamericanos de la UNAM y ex diplomático mexicano de carrera
Del mismo autor
- Un nuevo México es posible 19/10/2015
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