El Covid-19 destapa los horrores de nuestra sociedad capitalista

03/04/2020
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Los tiempos de crisis son los mejores momentos para visualizar con toda claridad, y en toda su extensión y profundidad, los horrores de nuestra economía y sociedad “capitalista”. En esta oportunidad, es el COVID-19 que nos ofrece la oportunidad de ver en directo cómo la sociedad capitalista desprecia al ser humano en su condición de desocupado, trabajador humilde y “viejo”.

 

Realicemos este análisis haciendo uso de dos modelos socio-económicos totalmente diferentes. Tomemos por referencia al actual modelo generalmente llamado “capitalista”, “neoliberal”, y comparémoslo con un modelo alternativo, como el que propongo.

 

Lo primero que debemos saber es que todo modelo socio-económico tiene dos elementos. Un elemento es el Proceso de Trabajo, mediante el cual se ejecuta la producción, circulación y consumo de bienes económicos. El otro elemento es la Decisión Socio-económica, mediante la cual la sociedad decide la forma de repartir la totalidad de la riqueza económica generada durante un ejercicio económico, generalmente un año.

 

Los procesos de trabajo evolucionan en el tiempo, siendo el último, el más eficaz y eficiente en la producción, circulación y consumo de bienes económicos. Así tenemos que, a presente, es el Proceso Artificial de Producción, generalmente llamado “economía industrial”. Es lo mejor que ha creado el ser humano, aun cuando existe otro que lo está remplazando con gran velocidad, y que se llama Proceso de Trabajo de Concepción, generalmente conocido como “economía inmaterial”. Con esta nueva forma de trabajar ya no se “produce” sino que se “elaboran” bienes económicos.

 

En la economía industrial es la máquina el elemento fundamental del proceso de trabajo. Pero, a partir de cierto momento de desarrollo de esta forma de trabajar, otro elemento toma más importancia que la máquina misma. Se trata del dinero-capital, mediante el cual se pueden poner en acción inmediata, y en cualquier lugar del planeta, proyectos de inversión de una alta rentabilidad.

 

Es así cómo el Capital, en esta fase de la evolución de los procesos de trabajo, se convierte en el Dios supremo de la actividad económica. De ahí precisamente viene la denominación de “sociedad capitalista” a este estadio del desarrollo de la actividad económica.

 

Pero, no es el Capital el malo de la película. Él hace solamente de intermediario, como lo puede ser la máquina, el dinero, el precio, el mercado, que son, simple y llanamente, elementos del proceso de trabajo. El malo de la película, como lo veremos luego, viene de algo que no lo podemos ver porque se trata de una “decisión” de sociedad. Y esta decisión para manifestarse requiere de algo concreto. Es por ello que, en una primera aproximación, el malo de la película es el capital, el precio, la máquina…

 

El otro elemento del modelo socio-económico es la Decisión Socio-económica, y tiene una dinámica diferente. A lo largo de la historia de la Humanidad, ella se ha presentado en dos formas. Su primera forma de manifestación en el tiempo fue la Repartición más o menos Igualitaria del resultado de la actividad económica. Para que este tipo de repartición se mantenga en el tiempo, la sociedad ha creado una institución jurídica llamada la “propiedad comunitaria” o “propiedad colectiva”.

 

La segunda forma de manifestación de la Decisión Socio-económica, y que es reciente en la historia de la Humanidad, es la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica. Y para que este tipo de decisión se mantenga en el tiempo, la sociedad ha creado una institución jurídica llamada la “propiedad privada”.

 

Entonces, el modelo socio-económico actual llamado “capitalista” tiene como proceso de trabajo a la economía industrial, la cual viene siendo remplazada con gran velocidad por la economía inmaterial. La Decisión Socio-económica del modelo “capitalista” toma la forma de Repartición Individualista. Ello significa que la totalidad del resultado de la actividad económica pertenece a quien maneja el acto económico.

 

Y este tipo de Decisión socio-económica, la Repartición Individualista, ha conducido a una increíble aberración humana. Así tenemos que, solamente 8 personas tienen una riqueza, acumulada y concentrada, igual a la riqueza que posee la mitad de la población mundial. Es decir, en términos de riqueza, 8 personas pesan tanto como 3 mil 700 millones de personas.

 

Es este elemento, la Repartición Individualista, una decisión de sociedad, la responsable de toda la maldad del modelo capitalista. Pero esta Repartición Individualista no se manifiesta en forma directa. Ella lo hace a través de los elementos del proceso de trabajo, tanto de la economía industrial como de la economía inmaterial, tales como la máquina, el dinero-capital, el precio, las innovaciones, etc.

 

De tal forma que, en el modelo y sociedad “capitalista”, quien no trabaja no tiene ingresos monetarios. En corto, quien no trabaja está destinado a morirse de hambre. Así de brutal es el ordenamiento del sistema capitalista. Con el tiempo, esta situación ha sido paliada por la intervención del Gobierno a través del Presupuesto Público. Los gobernantes deciden, si lo desean, y dentro de los límites de la masa presupuestal, de venir en sostén de las familias sin recursos monetarios. Una puerta abierta a la corrupción y al clientelismo en política.

 

En cambio, el modelo socio-económico alternativo al modelo capitalista, el que propongo, tiene la misma morfología en cuanto a los procesos de trabajo para producir y elaborar bienes económicos. Y esto porque es la Humanidad que los va construyendo día a día, minuto a minuto. Pero en cuanto a su tipo de repartición del resultado de la actividad económica, es completamente diferente.

 

El modelo que propongo pretende recuperar el mecanismo de la Repartición más o menos Igualitaria del resultado de la actividad económica en tanto que Decisión Socio-económica. Es concreto, una alta porción del resultado de la actividad económica, generalmente medida con el Producto Bruto Interno (PBI), sería repartido, en partes estrictamente iguales, entre todos los habitantes del país.

 

Con ello se garantizaría que toda persona, desde que nace hasta el último minuto de su vida, tenga un monto de ingreso monetario consecuente. A este monto se le llamará Remuneración de Base. Tanto más grande será el monto del PBI, tanto mayor será el monto de la Remuneración de Base. Y ella, que será recibida por las personas en forma automática, no tiene ninguna relación con el trabajo. Quienes trabajan recibirán el monto de salario en función de sus competencias y duración de la jornada de trabajo. La Remuneración de Base se la recibirá porque uno es parte de una sociedad. Este será el mejor nexo de solidaridad existente entre los miembros de una sociedad.

 

De tal modo que, en casos como el COVID-19, cuyo tratamiento exige un “aislamiento voluntario”, la sociedad no tendría ninguna dificultad de llevarlo a cabo, y sin ninguna necesidad de que las fuerzas armadas y policiales hagan valer la fuerza.

 

La fuerte proporción del PBI que se convertirá en la Remuneración de Base de todos y cada uno de los habitantes del país. será el fruto de adicionar la totalidad de las utilidades de las empresas-país y de dividirlo entre el número total de habitantes del país. Este monto llegará en forma directa a la cuenta bancaria de cada uno de los habitantes del país, sin que medie ninguna decisión de político alguno, ni de hacer colas en forma ignominiosa.

 

La Remuneración de Base será el resultado de un mecanismo del sistema socio-económico, y no de miserables “bonos” que para cobrarlos se tienen que hacer larguísimas colas como borregos en búsqueda de un poco de pasto: Los “bonos” no son nada más que prebendas, donaciones y “regalos”, que no hacen que embrutecer y depravar a la población con escasos recursos monetarios.

 

Bastaría este solo ejemplo para mostrar el horror del sistema capitalista. Pero hay otro ejemplo que es aún más horroroso que el primero. Se trata de la inmensa diferencia de sueldos y salarios entre los trabajadores. Y todo ello justificado por la “meritocracia”.

 

Según esta práctica, está bien justificado que un CEO (gerente de una empresa multinacional) perciba un sueldo y bonus que supera varios millones de dólares, mientras que un humilde trabajador no llega ni siquiera a los mil dólares por mes. Toda esta política discriminatoria se fundamenta en la famosa “meritocracia”, en los altos concomimientos científicos, literarios o espirituales.

 

Hoy, como consecuencia de la pandemia COVID-19, la comunidad está tomando consciencia que el trabajo humilde del barredor de calles, de los que ayudan a las personas de la tercera edad, de los enfermeros y enfermeras en contacto directo con el coronavirus… son más útiles para la sociedad salvando la vida de muchas personas, que cualquier CEO que solamente se dedica a facilitar la acumulación de riquezas de sus patrones.

 

Esta horrenda discriminación en los salarios será resuelta con el modelo socio-económico alternativo al capitalismo que propongo. Porque la dinámica de sus elementos internos facilitará que la Remuneración de Base se convierta en el elemento fundamental en la repartición de la totalidad de la riqueza creada por un país. Ya no será la masa de salarios y, sobre todo, los altos salarios y bonificaciones los elementos fundamentales del modelo socio-económico.

 

Un tercer ejemplo, y no sería el último en la sociedad “capitalista”, lo tenemos en el comportamiento del Capital y del capitalista con relación a las personas de tercera edad. El COVID-19 lo ha mostrado en toda su crudeza.

 

El sistema capitalista solamente requiere de trabajadores ocupados, en pleno ejercicio de sus facultades físicas y mentales. El sistema capitalista piensa, por tanto, que las personas a conservar son los jóvenes. Y, por consiguiente, todas personas en edad avanzada deben ser descartadas y abarrotadas, como de objetos inservibles, en la antesala de la muerte. Ellos, las personas de edad avanzada ya no requieren de ningún esfuerzo ni gasto público. El tratamiento del COVID-19 lo está mostrando con toda crudeza a nivel mundial. ¡Cómo el sistema capitalista ha degenerado a la sociedad! Seamos conscientes, debemos salir con urgencia de este sistema capitalista.

 

El modelo socio-económico alternativo al capitalismo nos devolverá el uso de la razón y, sobre todo, devolverá a la actividad socio-económica su verdadero objetivo. El objetivo inicial de la actividad económica no es el de acumular dinero y más dinero, sino el de satisfacer las necesidades vitales de la comunidad, generar el bienestar general, otorgar a todas las personas el máximo desarrollo de su individualidad para beneficio de la sociedad y de él mismo.

 

Lima, 3 de abril del 2020

 

Dr. Hugo Salinas

salinas_hugo@yahoo.com

 

 

 

 

 

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