Elementos de una política para los/as trabajadores/as de la economía popular
07/09/2013
- Opinión
Fundamentación
Históricamente, en el escenario económico-social venezolano, ha estado presente en las calles de los pueblos y ciudades el expendedor de productos del campo, de la granjería criolla, de bienes elaborados artesanalmente, del prestador de servicios necesarios para la vida cotidiana, etc; esto fue así desde la época colonial en la que pardos, blancos de orilla y esclavos libertos se ocupaban de estos menesteres.
El modelo económico colonial,sustentado en la producción agraria,con el latifundio y la mano de obra esclava, y expresado en la temprana vinculación de la economía venezolana al incipiente sistema capitalista mundial,a través de la exportación de productos agrícolas y de la importación de productos manufacturados metropolitanos, conllevó a que, estructuralmente, la sociedad venezolana no estuviese, desde sus inicios, en condiciones de incorporar, plenamente, a la población económicamente activa al proceso productivo, pues su limitado desarrollo no le permitía ocupar a toda la fuerza de trabajo, como si ocurría en los países metropolitanos incubadores del capitalismo que, muy al contrario, hasta forzosamente, obligaban a los pobladores pobres del campo a emplearse, aunque por míseros salarios, en las nacientes fábricas y talleres.
Esta situación generada desde la Colonia se proyectó en el tiempo, e incluso, con la ruptura del vínculo colonial, al crecer la dependencia de la economía nacional con el capitalismo mundial, aumentaron los niveles de desigualdad social y, con ello, los niveles de empobrecimiento de la población, acentuándose más aún la incapacidad estructural de la economía para atender las necesidades ocupacionales del pobrerío nacional.
Con la explotación petrolera, si bien, aumentaron los ingresos y con la distribución de la renta por ella generada, fue progresivamente mejorando las condiciones de vida de la población (salud, educación, vivienda, etc.), lo cierto es que no cambió sustancialmente la incapacidad estructural de la economía venezolana para afrontar el inmenso reto que significaba la absorción de la fuerza de trabajo que año tras año tocaba las puertas buscando incorporarse al proceso productivo.
En la segunda mitad del siglo XX, durante la etapa del puntofijismo, el carácter dependiente, atrofiado y rentístico del capitalismo en Venezuela se afirmó más todavía, al aumentar la dependencia económica de la actividad extractiva petrolera exportadora, con una tecnología cada vez más sofisticada y liberadora de mano de obra y con un relativo desarrollo industrial enfocado hacia la producción parcial de bienes de consumo, que no de capital, y dependiente, por tanto, de tecnología y de insumos de importación, con lo cual se subrayó la proverbial deficiencia económica para asumir los altos contingentes de fuerza de trabajo, acrecentada, en las ciudades, con el éxodo de masas campesinas desplazadas del campo por la falta de incentivos para la inversión en las áreas agrícolas.
Sectores desplazados que se vieron impelidos, al no poder alcanzar la condición de trabajadores asalariados- bien en el sector privado o en el Estado, que en Venezuela es el gran empleador- a buscarse, en una alta proporción, el sustento en el micro comercio y en la prestación de servicios y en la producción y venta artesanal a baja escala, en las calles de las grandes ciudades del país.
Conformándose de esta manera, ya no el ejército industrial de reserva típico de los países del capitalismo avanzado llamado a integrarse o reintegrarse, eventualmente, al proceso productivo según el vaivén de los ciclos económicos, sino una creciente masa laboral con características muy peculiares, propia de los llamados países periféricos o capitalistas dependientes y atrofiados, condenada a ganarse la vida por una vía nada formal o por cuenta propia, que es lo que ciertos enfoques interesados o intelectualmente negligentes, tildan de trabajadores informales con toda la carga descalificadora y peyorativa que implica dicha denominación.
Tendencia que se hizo más pronunciada en las décadas de finales del siglo pasado cuando las políticas neoliberales se manifestaron de manera más contundente con toda su carga deshumanizadora y generadora de mayor desempleo, propiciando el cierre de empresas o el uso de alta tecnologías liberadoras de mano de obra, ampliándose de esta manera, la ya de por sí dilatada franja de trabajadores no asalariados o por cuenta propia.
En fin de cuentas, estamos ante un resultado, residual si se quiere, de un proceso histórico-social que integra a miles de trabajadores/as por no decir millones, que han asumido, la mayoría de ellos, por generaciones enteras, el comercio de mercancías y la producción de bienes y servicios a baja escala, en las calles de los pueblos y ciudades del país, como su forma de ganarse el sustento diario propio y de la carga familiar que de ellos depende; generalmente con un bajo nivel de escolaridad, con las excepciones del caso, y con un creciente sentimiento de que siendo esta la opción de vida que les ha correspondido, pues hay que asumirla con dignidad y decoro; con orgullo y sacrificio han logrado construir y adquirir sus viviendas y mantener y levantar sus familias.
Además, soportando el trato desconsiderado de quienes sintiéndose parte de una escala social superior, como expresión de la sociedad clasista en la que nos hemos desenvuelto en Venezuela, los tildan de “informales”, “marginales”, anárquicos, indisciplinados, flojos, “deudores de la ciudad”, escoria social y cualquier otro calificativo que permita omitir o desentenderse de la realidad histórico-social que los envuelve; matriz de opinión generalizada, en la que la mediática privada con orientación derechista ha jugado un papel decisivo en su instauración, interesada como siempre, enfocada ideológicamente, en propiciar la fragmentación social, debilitando las posibilidades de fortalecimiento del bloque social alternativo al que ellos pertenecen, defienden y propugnan.
Caracterización
Tomando como base esta apretada síntesis de la trayectoria histórica de la sociedad venezolana, se puede extraer, que el sector laboral que conforma el que aquí denominamos de los/as trabajadores/ de la economía popular es el resultado directo de un proceso histórico económico –social, en el que una porción significativa del pueblo venezolano ha tenido que recurrir a la venta de bienes y servicios, a pequeña escala, en las calles de pueblos y ciudades del país, como actividad económica para lograr su subsistencia.
Son parte del pueblo trabajador venezolano, al que hay que agregarle a los compatriotas de los pueblos hermanos, que en los últimos años se han asimilado en nuestro país en búsqueda del mejoramiento de condiciones de vida que se les niega, por una u otra causa, en sus lugares de origen.
Trabajadores/as no asalariados o por cuenta propia, que no explotan trabajo ajeno, que viven de su trabajo, sin prestaciones sociales, generalmente de ingresos precarios, sin mayor formación escolar, técnica o profesional, que, como hemos visto, han sido excluidos del proceso productivo y que son consecuencia directa del atrofiamiento de la economía capitalista venezolana.
Según el informe mensual del mes de junio del presente año del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 39% de la fuerza de trabajo del país, está ubicada en la actividad informal, equivalente a unos 5,2 millones de personas, una franja laboral realmente significativa, en la que, ciertamente, están incorporados los profesionales libres (médicos, abogados, ingenieros, etc,), los campesinos de conucos, los pescadores de peñeros y cordel, los motorizados, el servicio doméstico, etc, y todos aquellos que laboran en pequeñas empresas que no pasen de 5 trabajadores y, naturalmente, quienes se desempeñan en la economía popular, en la venta de bienes y servicios en los mercados populares, ferias, centros de trabajo popular, mercados a cielo abierto, los buhoneros de las calles de los distintos pueblos y ciudades del país.
Es evidente que este renglón de la economía popular, presente en todo el territorio nacional, en los 335 municipios que conforman la nación venezolana, es, en mucho, la franja más numerosa, que sobrepasa con creces al millón de personas; si acaso es la actividad económica que agrupa o incorpora al mayor número de trabajadores/as activos/as de nuestro país.
Trabajadores/as de la economía popular que si bien dispersos a lo largo y ancho del territorio patrio, tienden a identificarse por la actividad económica que realizan, por las precarias condiciones en que laboran, por los bajos ingresos que perciben, por las condiciones en que viven, por el relativo bajo nivel de escolaridad, por la persecución y amedrentamiento a que están expuestos por funcionarios de distintas alcaldías y por el inclemente “matraqueo” policial y eventual decomiso de mercancías al que están sometidos.
Buena parte de ellos viven al día, viviendo de lo que generan cada día, con el sudor de su frente, contra viento y marea, bajo el sol y la lluvia, sin ningún apoyo sistemático técnico y financiero por parte de algún organismo del Estado venezolano; a pesar de su presencia nacional y de su significación social, hacia este sector de trabajadores/as, no se ha delineado una política específica capaz de dar respuesta a sus necesidades concretas y de integrarlos de manera efectiva al plan de desarrollo de la nación; ausenciaque, cada vez, se hace perentorio solventar.
Ni informales ni formales: trabajadores/as libres
Trabajadores/as que en sus tantos años de labor y lucha han venido aprendiendo a reclamar su derecho al trabajo, y que ahora, en el proceso bolivariano impulsado por el Comandante Chávez, han internalizado e interpretado los derechos, y también los deberes, que les asisten contemplados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV). Trabajadores/as que se resisten a la denominación de informales por la negativa carga valorativa que dicha expresión tiene en nuestro país, pero que más aún rechazan la pretensión de convertirlos en formales, que ha sido la respuesta que el neoliberalismo ha pretendido encontrarle, demagógicamente, al postular la tesis del supuesto capitalismo popular, a través del cual estos trabajadores superarían sus problemas al formalizarse como microempresarios.
Para los/as trabajadores/as de la economía popular, por lo menos, para los de Caracas-Petare, afiliados al Movimiento de Trabajadores/as de la Economía Popular (MOTEP) ha quedado, así mismo, bastante claro en nuestro esfuerzo de conceptualización,la necesidad de rechazar el elemental silogismo del que parten algunos funcionarios del ámbito público, en el sentido, de que como son “informales” lo que se impone es pasarlos a la condición de “formales”, creyendo que con este supuesto cambio de condición, se superaría un problema estructural de la sociedad venezolana.No entendiendo quienes así razonan, que con este supuesto salto cualitativo lo que se está propiciando es el agravamiento de la situación que se plantea solventar, porque, realmente, lo que se estaría propiciando es la conversión de trabajadores no asalariados en trabajadores asalariados o,más graves aún, en pichones de capitalistas con toda la carga enajenante que esto implica.
Desde la perspectiva del MOTEP este supuesto cambio de condición significaría un abismal retroceso para los(as) trabajadores(as) de la economía popular, cuya aspiración, y esto hay que afirmarlo a los cuatro vientos, antes que ser “formales” es la de ser LIBRES, es decir, no estar sumergidos en la dinámica del capital, subyugados a la alienación capitalista, que es a lo que implícitamente conlleva el planteamiento de la formalización.
Con la fulana formalidad antes que combatir se refuerzan los cimientos de la sociedad capitalista; por encima de cualquier otra consideración somos trabajadores/as, trabajadores/as libres, que aspiramos a mejorar nuestras condiciones de vida y de trabajo en base a los principios del Buen Vivir, de la solidaridad y de la armonía con el entorno, enarbolados por el Comandante Chávez, en aras de la construcción de una nueva sociedad, proclamada por Carlos Marx , como la sociedad de trabajadores/as libres.
Chávez y la dignificación de los trabajadores de la economía popular
Para los(as) trabajadores(as) de la economía popular, al igual, por supuesto, que para otros sectores del pueblo trabajador venezolano, el Comandante Chávez dejó una impronta o sello difícil de borrar.
Fue Chávez el líder nacional que supo interpretar los anhelos e inquietudes de este sector de trabajadores, que apostó por su dignificación como seres humanos, postulando la idea fuerza de la revolución bolivariana como mecanismo envolvente de inclusión y redención social.
En el caso concreto de los/as trabajadores/as de la economía popular, hizo modificar la Ley de la Seguridad Social para hacer incorporar, expresamente, a estos, como a todos los trabajadores no asalariados, como sujetos de la seguridad social, universalizando el concepto y alcance de la misma a todos los trabajadores, asalariados y no asalariados. Y en ese mismo sentido, hizo remarcar dicho propósito en la nueva Ley Orgánica del Trabajo, de los Trabajadores y Trabajadoras (LOTTT). Haciendo incorporar, en este fundamental instrumento jurídico, a pesar de la oposición de ciertos sectores, la figura de los Consejos de Trabajadores, que es la que ha venido desarrollando el MOTEP para impulsar la organización de los(as) trabajadores(as) de la economía popular como fuerza social emergente.
Por otro lado, Chávez, interpretando el sentir de los/as trabajadores/as de la economía popular propugnó la salida de las calles de muchos de estos para ser incorporados en Ferias y Centros de Trabajo, acondicionados, apropiadamente, para el desempeño de sus actividades y previendo el financiamiento y asesoría técnica pertinente; prohibiendo, expresamente, el uso de la fuerza y de la represión policial para el tratamiento de la relación con los/as trabajadores/as y aportando los recursos pertinentes para la implementación de tales planes; siendo el eje Caracas- Petare donde se iniciaría este proyecto dignificador, con la idea de hacerlo extensivo hacia otras ciudades del país. Las resultas de estas iniciativas, al cabo de algunos años, son francamente negativas, frustrantes en la totalidad de los eventos.
En primer lugar, las edificaciones que se construyeron o “acondicionaron” en ningún caso reunieron las condiciones mínimas de funcionamiento, la asesoría y el financiamiento anunciado, no llegaron a concretarse, muchos de los /as trabajadores/as “dignificados”, al poco tiempo, tuvieron que retornar a las calles para poder bandearse el sustento diario y con lo cual retornó la nefasta figura de la matraca policial con el decomiso eventual de las mercancías de quienes se negaran a “contribuir” con el requerimiento policial. A todo esto habría que agregar el inconsulto y arbitrario régimen laboral que los funcionarios de las Alcaldías implantaron en Ferias y Centros de Economía Popular y, como complemento, nunca hubo rendición de cuentas ni control social, de los recursos destinados por el Presidente Chávez para el desarrollo de esta política. Es evidente que el fracaso de la misma estuvo, por una parte, en la vocación burocrática de los encargados en ejecutarla y, por la otra, en la infaltable corrupción, que al no haber el control social correspondiente, se movió a todas sus anchas.
Propuestas:
En base a los planteamientos formulados presentamos las siguientes propuestas, dentro de la idea de contribuir a hilvanar una política destinada a responder a las necesidades, angustias y expectativas de los centenares de miles de trabajadores/as de la economía popular, por no decir millones, pero, además, apuntando a la idea de engranar a este sector laboral venezolano con el Plan de desarrollo de la nación 2013-2019:
º Creación de una Oficina Nacional de Atención a los/as Trabajadores/as de la Economía Popular, adscrita a la Presidencia de la República, para dar respuestas a los requerimientos de este sector laboral que tiene problemas que le son comunes, a nivel nacional, pero sin embargo no cuentan con una instancia pertinente a la que acudir a la hora de plantear sus problemas, a la fecha tiene que concurrir exclusivamente a las Alcaldías, limitadas de por sí, para dar respuesta a los múltiples e ingentes problemas que lo afectan; el Estado heredado, concebido para el gobierno de la burguesía, no tenía ningún mecanismo de atención hacia un sector social, que como el de la economía popular, a pesar de su magnitud, no era relevante para los intereses del bloque social de clases dominante; hoy por hoy, la relación con el Estado se establece a través del nivel municipal, que, si bien es el enlace natural, está determinado por la buena voluntad o no de los funcionarios municipales respectivos.
º Creación de un Fondo Nacional, adscrito, también, a la Presidencia de la República, destinado a favorecer el financiamiento de la economía popular. La idea no es estimular la “informalidad” y, menos aún, la formalidad, como algún desprevenido pudiese creer; el propósito es integrar al mayor contingente de trabajadores y trabajadoras que tiene el país, hoy dispersos y desarticulados, al Plan de Desarrollo de la nación 2013-2019, de manera articulada y coherente. Venezuela no puede ni debe continuar de espalda a la realidad social que implica la economía popular; hay allí una fuerza laboral y una energía social que no debe seguir siendo desperdiciada y mucho menos sometida al capricho y desdén de funcionarios desaprensivos e impregnados de ideas y prácticas retrógradas a la hora de afrontar la relación con nuestro sector. En general, los sectores laborales del país cuentan, justamente, con financiamiento por parte del Estado, los/as trabajadores/as de la economía popular requieren también de ese aporte, así como de asistencia técnica y formativa, que haga posible su inserción en la dinámica productiva del país.
º En el ámbito socio productivo, proponemos impulsar una efectiva y sostenida campaña destinada a la organización y formación de los trabajadores y las trabajadoras de la economía popular en Unidades Productivas de Propiedad Colectiva, que respondiendo, previo estudio, a las necesidades de producción del país, de bienes y servicios, incluso pensando en la exportación, hagan posible la inserción en el proceso productivo, estableciendo unas nuevas relaciones sociales de producción, orientadas por la solidaridad, el trabajo colectivo, la conservación del ambiente y el compromiso social y desprendidas de la práctica capitalista signada por la explotación, el sistema de trabajo vertical y autoritario, el afán de lucro desmedido y todos aquellos valores insolidarios que degradan al ser humano.
Unidades de producción, en las que todos sus integrantes tendrían las mismas prerrogativas, nadie estaría por encima de los demás, en las que cada quien aportaría en trabajo, bienes o dinero según sus posibilidades y habilidades, y las resultas de este emprendimiento sería distribuido equitativamente; el fondo inicial con el que arrancaría la Unidad se formaría con los propios aportes de sus miembros; el apoyo financiero del Estado, de ser necesario, sobrevendría, luego que la Unidad hubiese emprendido su iniciativa con sus esfuerzos y recursos propios.
Las Unidades de Producción de Propiedad Colectiva, no estarían concebidas para propender al enriquecimiento de sus miembros, sino para aspirar al Buen Vivir, es decir, con dignidad y aspirando al mejoramiento de las condiciones de vida de los miembros, y de sus familias; fomentando, permanentemente, relaciones de solidaridad y de vocación de servicio al prójimo y a la comunidad. Serían escuelas de formación socialista, cuyo excedente, en parte, si es que los hubiere, estaría destinado para incentivar el emprendimiento de otros/as compañeros/as trabajadores/as de la economía popular y para apoyar, fraternalmente, a las comunidades ubicadas en el entorno en el que actúa la Unidad Productiva.
Con la propuesta de las Unidades Productivas de Propiedad Colectiva estamos apostando por la construcción de una nueva sociedad, asentada dicha propuesta no en una ilusión, ni en utopías inalcanzables, sino fundada en el conocimiento de la realidad concreta que envuelve a la mayoría de los/as trabajadores de la economía popular, consecuencia directa del sustrato que Chávez supo sembrar con su ejemplo y predicamento en el seno de nuestro pueblo. Creemos en los poderes creadores del pueblo, como dijo el gran poeta Aquiles Nazoa y apostamos por la utopía posible que postuló Chávez.
º En el aspecto político-organizativo planteamos reivindicar la construcción de espacios de Poder Popular, como factor determinante en un proceso de transformación social, en tránsito hacia el socialismo del siglo XXI, como certeramente lo avizoró el Comandante Chávez; en este sentido proponemos la constitución de Consejos de Trabajadores/as, como instancias de organización y participación de los trabajadores y trabajadoras en sus espacios y centros de trabajo, ejerciendo la autogestión y aprendan a gobernarse por sí mismo, integrados a las Comunas en construcción y estableciendo las bases de la nueva sociedad comunal. Propiciar la apertura de la taquilla de registro de los Consejos de trabajadores en el Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad Social (MPPTSS)
º Inserción o reinserción de los /as trabajadores/as de la economía popular en las Misiones y Grandes Misiones Sociales a fin de acceder a sus beneficios como parte del pobrerío venezolano y para contribuir con el desarrollo y fortalecimiento de las mismas.
º Reimpulsar la política de incorporación de los/as trabajadores/as de la economía popular a la seguridad social, de tal manera de ir logrando de manera progresiva y sostenida la universalización de la previsión social de la población venezolana.
º Levantar las banderas de combate a la corrupción y al burocratismo, flagelos que en general ponen en peligro el porvenir de la revolución bolivariana y, en lo particular, constituyen obstáculos de primer orden en la lucha de los/as trabajadores/as de la economía popular por alcanzar mejoras en sus condiciones de vida y de trabajo y en su organización y toma de conciencia político-ideológica.
º Asumir el combate a la especulación, mecanismo perverso que sectores de la derecha económica del país han venido instrumentando con el fin de propiciar la desestabilización del gobierno bolivariano y el derrocamiento del orden constitucional, por tal motivo llamar a la reflexión a ciertos trabajadores/as de la economía popular que tal vez por inconsciencia o por afán de lucro se ponen al servicio de los enemigos de la democracia bolivariana haciéndole el juego a quienes atentan contra ella.
º Declarar que con el nivel de conciencia que hemos venido alcanzando al estímulo del predicamento y las enseñanzas del Comandante Chávez y producto de nuestras propias reflexiones, entendemos la conveniencia de que las ciudades se humanicen, rescaten progresivamente los espacios públicos para sus habitantes, entre los cuales nos encontramos al igual que nuestros hijos; por ello reconocemos la necesidad de la ordenación urbanística, proceso al cual queremos dar nuestro aporte, pero, al mismo tiempo, sentimos la necesidad de llamar la atención en el sentido de que dicha ordenación también debe considerar nuestra situación de tal manera de no menoscabar las ya precarias condiciones en que nos encontramos. La idea es que gane la ciudad y junto con ella sus habitantes, de los cuales somos parte integrante.
º Impulsar un movimiento de sensibilización en torno a la conveniencia de que se apruebe en la Asamblea Nacional, una Ley especial para la economía popular, pues, ya es más que evidente que como actividad económica y como sector social laboral significativo, formamos parte de la realidad social venezolana que, como tal, requiere de una normativa legal específica que la interprete y facilite su desarrollo en función, claro está, de los intereses del país y del pueblo trabajador.
Realidad concreta
En términos concretos la situación planteada para los/as trabajadores/as de la economía popular de Caracas y Petare, que no es muy distinta de la que acontece en el resto del país, desde nuestra óptica, es como sigue:
º En cuanto a Caracas. Los/as trabajadores de la economía popular de la ciudad capital han estado sometidos, durante los últimos años, a una situación por demás controversial, en virtud del incumplimiento de los acuerdos que a instancias del Comandante Chávez se establecieron, según los cuales, nosotros saldríamos de las calles que teníamos abarrotadas (bulevares de Sabana Grande y de Catia, calles del Centro de Caracas, del Cementerio, la Plaza Diego Ibarra) y en contrapartida se edificarían o adecuarían instalaciones (las denominadas Ferias o Centros de Economía Popular) acordes para el buen desempeño de nuestras actividades.
Tales acuerdos surgieron de la necesidad que imponía el rescate de espacios públicos que venían siendo copados por la economía popular, que a su vez venía en un crecimiento progresivo a consecuencia de la aplicación inmisericorde de las políticas neoliberales, desarrolladas por el puntofijismo en las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado, políticas hambreadoras y auspiciadoras de desempleo que obligaban a que sectores crecientes del pueblo apelaran a laborar en la economía popular para palear la difícil situación económica por la que atravesaban; situación que se agravaba más aún con el asedio que la policía metropolitana, carcomida por la corrupción, sometía a los buhoneros (bien con el atropello y represión, la “matraca” o el decomiso de mercancías).
Fue así que el Comandante Chávez como jefe político de la revolución bolivariana, instruyó al Alcalde Bernal para que concertara una política de convivencia y de humanización de la economía popular, cuyos trabajadores desde el comienzo del proceso bolivariano se habían identificado con sus postulados y predicamentos de redención social, hasta el punto de ofrendar la vida si fuese el caso, como ciertamente ocurrió con algunos compañeros trabajadores durante los infaustos momentos del golpe de estado de abril de 2002.
Estos acuerdos que además, de la parte de infraestructura contemplaban,también, medidas relacionadas con financiamiento, asesoría técnica y administrativa y acciones de promoción de los distintos Centros de trabajo, comenzaron a concretarse al final de la segunda administración Bernal, con altibajos y limitaciones, y reduciéndose, grandemente, los atropellos policiales en momentos en que se estaba operando, por otra parte, la sustitución de la metropolitana por la policía municipal; el presidente Chávez en varias oportunidades dispuso el otorgamiento de los recursos necesarios para el avance de obras y medidas. Alrededor de 15 mil trabajadores/as salieron de las calles y bulevares y fueron reubicados en 13 Ferias y Centros de Economía Popular
Pero al entrar la nueva Administración, estos acuerdos comenzaron, primero, a diluirse y luego a ser abandonados cuando vía Decreto 62 se estableció que la empresa INMERCA asumiría la rectoría, ya no sólo de los mercados Municipales sino también de las Ferias y Centros de Economía Popular, mientras los trabajadores que perduraban en las calles y los de los rubros pasarían a estar bajo el control de la Dirección General de Control Urbano, a través de la dirección de economía informal; este cambio de concepción administrativa significó también un cambio de política que no se tradujo, lamentablemente, en avances para los trabajadores/as de la economía popular.
El equipo que asumió por parte de la Alcaldía la conducción de la relación con la economía popular, en términos concretos, no estuvo a la altura de la responsabilidad que se le asignó, unos cuantos de estos funcionarios no estaban preparados político e ideológicamente para afrontar la tarea asignada y, peor aún, no contaban con la sensibilidad social requerida para abordar la compleja realidad social enmarcada en la economía popular, más, por el contrario, prontamente, fueron subsumidos en las fauces de la corrupción. No tuvieron voluntad para avanzar con los planes que ya estaban encaminados cuando llegaron a los cargos ni la capacidad política y gerencial para atender con eficiencia y calidad revolucionaria la relación con uno de los sectores más vulnerables y explosivos del pobrerío nacional.
Tan mala gestión se manifiesta en que la gran mayoría de los trabajadores que estaban en las Ferias y Centros de Economía Popular han tenido que abandonar sus puestos de trabajo para volcarse, nuevamente, muchos de ellos a las calles y transversales donde son fácil presa de la “matraca” policial que ha retornado con renovados bríos y los que persisten en sus puestos lo hacen sometidos a un régimen laboral represivo, cargados de incertidumbre y dependiendo del vaivén que marcan los funcionarios de INMERCA que se resisten al control social y a la organización autónoma de los/as trabajadores/as.
Caso patético es el de los/as trabajadores/as de Guaicaipuro, en la Avenida Andrés Bello, así como el de otros sectores, que nunca fueron reubicados y están bajo la amenaza permanente de ser desalojados sin presentarles ninguna alternativa válida ni respetarles los más de 30 años que, muchos de ellos, llevan trabajando en esas esquinas.
La alternativa que han desarrollado los/as trabajadores/as es la de la organización para el combate, a través de Consejos de Trabajadores/as, preparándose para la lucha, elevando su nivel de conciencia y asumiendo que, por un lado, hay que defender la Revolución Bolivariana y Chavista de los enemigos históricos del pueblo venezolano y, por otro lado, hay que dar la lucha en su interior para profundizarla y preservarla; tal cual como lo expresa el legado del Comandante Chávez que en reiteradas oportunidades insistió en la orientación de que “sólo el pueblo salva al pueblo”.
º Con relación a Petare. Los/as trabajadores de la economía popular, que también se cuentan por miles, están viviendo en la actualidad una situación realmente difícil,signada, por un lado, por la incertidumbre ante la amenaza de desalojo que subrepticiamente maneja la Alcaldía, ante el hecho de que no se les renovó el permiso para laborar a muchos trabajadores/as, sobre todo entre quienes tienen más tiempo laborando en las calles y, por otro lado, sometidos al atropello y “la matraca” policial, que ha venido aumentando escandalosamente en los últimos tiempos a raíz de los cambios que se han operado en los mandos policiales en los sectores en que se desempeña la economía popular.
Al mismo tiempo, esta Alcaldía, que tiene estipulado inaugurar un mercado para la economía popular en las próximas semanas, intenta aprovechar tal circunstancia para apuntalar en el seno de los/as trabajadores/as la ideología que enarbola, es decir, la ideología capitalista, en este caso disfrazada de capitalismo popular, al ofrecerle a quienes han sido seleccionados para ingresar al mercado el paso de la ”informalidad a la formalidad”, aún cuando en unas condiciones por demás onerosas, al solicitarles altas sumas de dinero, por diversos conceptos, para acceder al nuevo puesto de trabajo.
Otro elemento que se hace presente en el escenario petareño, es la compañía METRO de Caracas, que en sus planes de expansión de nuevas líneas, contempla el rescate de espacios adyacentes al Metro que han sido copados por la economía popular; propósito, ciertamente, compartido por los/as trabajadores/as de la economía popular que asumen la conveniencia reordenar la Redoma de Petare y sus alrededores con decisiones que no afecten el desempeño de sus actividades; ello en la comprensión de que la salida a largo plazo es el diseño de una política integral que haga posible la inserción efectiva de la economía popular al proceso productivo enmarcada en los planes nacionales de desarrollo del país.
Mientras, los/as trabajadores se han venido organizando en Consejos de Trabajadores/as, como mecanismo organizativo para la lucha planteada tanto en términos inmediatos como en el mediano plazo; proceso en el cual se ha generado un fructífero y enriquecedor encuentro entre los/as trabajadores de Caracas y Petare, a través del MOTEP, que apunta al objetivo de la configuración de un gran movimiento nacional que sea expresión de lo que ya es una manifestación palpitante de la realidad política y social venezolana: la toma de conciencia de los/as trabajadores de la economía popular como emergente movimiento social en el escenario político de nuestro país.
De la Declaración Programática del MOTEP
“…Pero la realidad, nuestra realidad, es que somos resultado residual de un sistema social injusto y excluyente que, sustentado en un capitalismo dependiente, atrofiado, rentístico y depredador, nos ha excluido, históricamente, del proceso productivo y por extensión del sistema escolar, cultural, urbanístico, de la seguridad social y de prácticamente de casi todas las expresiones de la vida social organizada; aunque no así de nuestra condición de consumidores porque, a fin de cuentas, en cuanto tales, también servimos para dinamizar la economía, la economía capitalista.”
Definiciones:
Inspirados en el ideario libertario y redentor de Bolívar y Chávez, los trabajadores y trabajadoras de la economía popular, articulados en el MOTEP, nos definimos con toda precisión y claridad, como:
Antiimperialistas, al considerar que el imperialismo, particularmente, el estadounidense, es el enemigo fundamental de todos los pueblos del mundo; y siendo, más aún, que en nuestro caso, el caso venezolano, los círculos imperiales han volcado todas sus apetencias, pretensiones y potencialidades en contra del gobierno bolivariano y chavista y del pueblo venezolano en general, con miras a querer truncar el proceso emancipador bolivariano que nuestro pueblo libre y soberanamente eligió, los trabajadores y trabajadoras de la economía popular nos declaramos en pie de lucha y de alerta permanente en contra del imperialismo y de sus lacayos locales y continentales.
Bolivarianos, asumimos como propio, la gesta y el ejemplo del Libertador Simón Bolívar, hoy más vigentes que nunca, para afirmar la soberanía de la Patria y sus propósitos integracionistas nuestroamericanos.
Chavistas, nos identificamos plenamente con el legado doctrinario del Comandante Chávez, discípulo insigne y continuador histórico de la obra de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora; articulador del Proyecto Político Bolivariano del Socialismo del Siglo XXI y del trazado del Plan de la Patria de Desarrollo Nacional 2013-2019. El Comandante Chávez, su práctica política, su formación humanista, su visión geopolítica y geoestratégica, su alta sensibilidad social, son fuentes permanentes de inspiración y de compromiso de lucha de quienes activamos en el MOTEP; no podrá ser activista de nuestro movimiento quien no se manifieste como chavista. No nos cabe la menor duda que sus enemigos lo mataron pero su voz, su huella y su llama incontenible siempre estarán presentes guiando la lucha de los trabajadores(as) de la economía popular y del pueblo venezolano en general.
Anticapitalistas, el capitalismo es el sistema de explotación más inhumano, explotador, depredador y criminal que en el mundo se ha dado. Su extinción es necesaria para que florezca la vida y la convivencia humana. Teniendo claro este concepto, los(as) trabajadores(as) de la economía popular declaramos nuestro combate irrenunciable a ese sistema social así sus apologistas, de la derecha opositora, lo pretendan presentar, en nuestro país, con el camuflaje de capitalismo popular o con rostro humano.
Socialistas, asumimos el socialismo como lo entendía Hugo Chávez Frías, como la alternativa única y posible al capitalismo, concibiéndolo, como le gustaba decir al Comandante y sostenía Mariátegui, no como calco y copia, sino como creación heroica; así debe ser el socialismo del siglo XXI, ajustándolo a la realidad y especificidad de cada formación social, en nuestro caso, a la realidad social venezolana.
Integracionistas, cada día nos afirmamos en la trascendencia de la estrategia integracionista que propiciaron nuestros conductores como Bolívar, Sucre y Chávez, al comprender que la mejor defensa de nuestros pueblos ante sus enemigos externos y los lacayos locales, es la integración nuestroamericana, que debemos propiciar hasta ver hecha realidad la propuesta bolivariana de Nuestra Patria es América.
Aliados del gobierno bolivariano y chavista, conducido por el legítimo Presidente Nicolás Maduro, estando prestos para salir en su defensa y en apoyo a su solidificación, reclamando, al mismo tiempo, su atención hacia un sector que como el nuestro, continúa siendo, si acaso, el más desatendido, de los que conforman la base social de apoyo al Proyecto Político Bolivariano y Chavista.
Militantes comprometidos con la Revolución Bolivariana, como movimiento social nos reclamamos como adherentes del Gran Polo Patriótico, y en esa perspectiva, como propiciadores de la conformación de una amplia alianza social, del Bloque Social Alternativo, en el que converjan todas las fuerzas políticas partidistas, civiles y militares y movimientos sociales, sin ánimos hegemonistas, ganados para la preservación y profundización del Proyecto Revolucionario que lideró el Comandante Chávez y que aún, a pesar de su partida física, sigue liderando con su impronta liberadora.
En guerra al burocratismo y la corrupción, tan nefastos como el imperialismo y la derecha opositora para la revolución bolivariana, si acaso no son peores, estos flagelos que al operar desde adentro, como enemigos internos, socavan de manera inclemente las bases de sustentación del Proyecto Revolucionario. Su denuncia y confrontación son para el MOTEP propósitos y atributos irrenunciables.
(En Quebrada Honda, Caracas, Venezuela, 22 de mayo de 2013, a los 79 días de la ausencia física del Comandante Chávez)
¡VIVA CHÁVEZ! ¡VIVAN LOS TRABAJADORES!
P/ Consejo Central del Movimiento de Trabajadores/as de la Economía Popular (MOTEP)
Miguel Ugas Luxdimer Álvarez Oswaldo Rodríguez Edita Velásquez
644.572 8.517.807 3.706.741 4.311.478
Balmes Pastrán Santo Portes Jorge Correa Pedro Hernández
4.001.805 26.783.387 6.907.422 4.821.605
Víctor Zambrano María Moctezuma Susana Madoo Flor Quispe
11.224.978 5.017.350 4.461.114 23.638.165
Marvis Maicán Edicto Yugurí José Tovar Maribel Laguna
9.960.610 4.637.374 8.644.073 7.796.331
María E. Navas Laureano Malavé
12.911.471 15.585.184
Movimiento de Trabajadores/as de la Economía Popular (MOTEP)
https://www.alainet.org/es/articulo/79172?language=es