¿Qué es la comunicación?

22/04/2013
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En este artículo intentamos una aproximación conceptual al fenómeno de la comunicación desde la dialéctica, es decir, desde su desarrollo y sus contradicciones.
 
Se verá en la lógica que los pensamientos y lo general consisten en ser ellos mismos y su contrario; que el pensamiento aprehende y franquea este último y que nada le podría huir. Como el lenguaje es obra del pensamiento, nada se puede expresar por el lenguaje que no sea general. [1] Hegel
 
“El lenguaje tiene dos fines primarios, la expresión y la comunicación" [2] Bertrand Russell
 
La comunicación humana surge como una necesidad de supervivencia de la especie. Tiene que ver con los procesos de hominización del hombre que están estrechamente vinculados con las actividades de reproducción de su vida material, por tanto del trabajo y la generación de instrumentos de producción, es decir, las primeras tecnologías. La necesidad de actuar colectivamente para las actividades de la caza, recolección, pesca y otras generó, a su vez, la necesidad de comunicarse.
 
Si tratáramos de reproducir imaginativamente un esquema del proceso de la comunicación, tendríamos que, posiblemente, primero surgieron los gestos, luego los sonidos; éstos se articularon y formaron palabras, estas se organizaron y constituyeron los enunciados y así habrá surgido el habla en el sentido oral ya como un sistema. De este sistema se pasó a la escritura, que fue adquiriendo niveles de complejidad siempre crecientes. Estas palabras primeras, seguramente muy onomatopéyicas al comienzo, se fueron combinando con el acuerdo, la convención. Concordamos con Shaff en que en el origen se mezclaron ambos elementos. Además, siempre estuvieron combinadas con gestos y actitudes; es decir, una imbricación de lo verbal con lo no verbal, vale decir la palabra siempre estuvo acompañada de otros elementos comunicativos que la complementaron o la sustituyeron en algunos casos, como ocurre ahora también.
 
De lo expuesto anteriormente, podemos inferir que la comunicación, si la observamos en relación con su opuesto la incomunicación, implica una lucha constante por establecer contactos por buscar formas de entendimiento, por romper el cerco de la incomunicación que está siempre acechando. La incomunicación tiene diversos grados y formas. La especie humana no hubiera podido subsistir, como tal, si no hubiera roto las barreras de la incomunicación. Esta implica entropía, imposibilidades de entenderse, desorden, caos.
 
La dialéctica de la comunicación
 
El lenguaje en su función comunicativa una vez creado se convierte en un proceso dinámico constantemente modificado por el habla, por la praxis y el uso del mismo, y resulta indispensable para los procesos de socialización en todos los niveles. Las relaciones humanas serían inconcebibles sin los lenguajes. La práctica y uso del lenguaje lo somete periódicamente a una serie de cambios de léxico, de formas sintácticas; por ejemplo, unos idiomas se basan en otros que, a su vez los modifican; algunas palabras entran en desuso, otras van adquiriendo nuevos sentidos, aparecen nuevas palabras, etc. Por el contrario la estructura del lenguaje humano es más permanente y los cambios son mucho menos dinámicos; lo importante es tener presente que el uso social del lenguaje vivo posibilita la actividad humana e interviene en la generación de nuevas realidades.
 
Sobre esa necesidad humana de relacionarse mediante lenguajes, la comunicación desarrolló su propia dinámica a partir de las propias contradicciones que su nacimiento generó; estas tienen que ver con su imcompletud; es decir, la expresión siempre resulta ser no completa. Si nos atenemos al esquema Pierce entre un objeto, su representamen y su interpretante, tenemos que el objeto constituye la realidad, el representamen el significante y el interpretante el significado, a partir del cual se desarrolla una semiosis infinita, ya que el interpretante puede convertirse en un nuevo objeto que, a su vez, va a requerir un nuevo representamen y este, a su vez, un nuevo interpretante. Este esquema pierciano es importante porque parte de la realidad, el objeto como referente del significante y el significado; es en este proceso que podemos identificar las contradicciones que mueven a la comunicación. Ubiquemos por lo menos dos: el representamen no es sino una representación del objeto; esto quiere decir que esta representación puede acercarse más o menos al objeto, representarla adecuada o inadecuadamente; por tanto siempre va a existir una tensión entre estos dos elementos; lo mismo ocurrirá en la relación entre el representamen y el interpretante. Se da con frecuencia el caso de que un mismo significante puede tener varios significados y así sucesivamente. La realidad y su representación casi siempre resultará ser paradojal, contradictoria lo mismo que la representación y su significación.
 
Ahora en la relación objeto representación, que en el caso del lenguaje oral, se da a través de las palabras; es decir, las palabras designan objetos - en un sentido amplio no solamente físico -. No es una transposición simple sino que, a su vez, está mediada por el proceso intrapsíquico de los signos que, a su vez, refleja las relaciones sociales. Todorov lo explica de esta forma:
 
"Los signos humanos, es decir, las palabras de la lengua, no son simples asociaciones, no relacionan directamente un sonido con una cosa, sino que pasan por intermedio del sentido, que es una realidad intersubjetiva." [3]
 
Por tanto las contradicciones entre el mundo objetual, la realidad (todo aquello que existe fuera de los seres individuales y muchas de las cosas que existen incluso en el interior de la conciencia misma como los sueños); todo aquello que se quiera representar y sus significantes-representámenes, y las contradicciones entre los significantes y sus significados y su relación van a explicar el problema de la significación y, por ende, gran parte del problema de la comunicación.
 
Cristian Baylon y Xavier Mignot dan cuenta por otra parte de otro elemento de contradicción que explica la dialéctica de la comunicación:
 
La comunicación es, pues, paradójica. Hecha para el sentido, que es lo único que importa, no sabe transmitirlo, opera por sustitución. La transmisión trata de las señales, elementos materiales o, más exactamente, perceptibles, pero la comunicación es lograda en la medida en que la misma equivalencia es establecida por los comunicantes entre señales percibidas y significaciones atribuidas. Pero es raro que la equivalencia sea exactamente la misma y, casi siempre, nos contentamos con una equivalencia aproximada. El éxito de la comunicación es siempre relativo, y esto es algo de suma importancia. Así se explica que un mismo mensaje pueda recibir sentidos bastante diferentes. No obstante, es posible, en ciertos tipos de comunicación, como la literatura, ver en esta diversidad una riqueza y no una imperfección. [4]
 
El concepto de comunicación
 
En consecuencia, consideramos que la comunicación humana es el proceso social e interpersonal de intercambios significativos, es la interconexión significativa que emplea diversas posibilidades y medios para realizarse sin lograrlo casi nunca plenamente; aquí es más importante la relación en sí. Comunicación es retroalimentación, considerada como el centro del proceso y no como un elemento adicional. Los seres humanos nos comunicamos cuando nos entendemos, cuando establecemos contactos de compresión y/o significación a través de los más diversos lenguajes: verbal y no verbal.
 
Es decir, debemos entender la comunicación como aquel proceso histórico, humano, social que trata de superar la incomunicación; de allí surge una de las paradojas principales de la comunicación, salvo quizás situaciones de intercambio subjetivo excepcional, estados de fusión momentáneos, empatías comprensivas temporales marcadas por una alta intersubjetividad, esta nunca es total. La expresión siempre esta mediada por diversas circunstancias y por la propia capacidad expresiva, las competencias comunicativas, los dominios de lenguajes; por eso hay quienes comunican mejor que otros.
 
El expresarse siempre se realiza a través de un medio, en sentido amplio códigos, lenguajes; esto mismo ya produce ciertos condicionamientos, limitaciones y posibilidades; pero no se trata sólo de la auto expresión, se trata también de quién capta la expresión y su respuesta, es decir el intercambio, el punto de contacto, la interconexión significativa mayor o menor, el diálogo y el multi-intercambio de idas y venidas de textos, discursos o mensajes; la polifonía de voces que intercambian significados entre sí, es lo que podríamos entender por comunicación.
 
Siempre existe primero una necesidad de expresar o entender algo por alguna razón, ese algo dice, indica, señala o simboliza cosas para quién lo necesite. El entendimiento de esos signos o sistemas de signos o estructuras significativas y la manera como a su vez expresamos esos entendimientos y como son comprendidos también es otro aspecto de lo que llamamos comunicación. Pero como puede apreciarse, este proceso nunca es finito, acabado y total, porque nunca comunicamos o se nos comunica todo ya sea por falta de comprensión o por falta de expresión u otras limitantes; esto forma parte de una espiral dialéctica inacabada de semiosis infinita que tiene como motor precisamente la contradicción entre lo que se quiere comunicar o comprender y lo que realmente se comunica o se comprende.
 
Esta semiosis es infinita también por tres razones adicionales: la primera dice relación con la extensión e “intensión”, amplitud y profundidad, hasta ahora sin límites del universo; la segunda tiene que ver con la complejidad de lo real; y la tercera con los cambios constantes y la diversidad multifacética de las relaciones de los ámbitos que constituyen la realidad, que siempre es el referente de la comunicación, ese es precisamente el acierto del esquema de Pierce. Cuando en el proceso histórico natural el hombre se constituyó en sociedad, la cultura generada a partir de esto, adicionó un nuevo mundo en gran parte simbólico a la realidad natural existente y con ello la creación sin límites de nuevos lenguajes y realidades que tratan a través de la comunicación de dar cuenta de estos.
 
Los estados de comunicación serán por tanto siempre relativos, pero pueden alcanzar niveles de aceptación objetiva cuando los interlocutores (la comunidad en la mayoría de los casos) aceptan en términos generales que se han entendido.
 
En el caso de lenguajes eminentemente denotativos, como las matemáticas, indican que ciertos niveles de interconexión significativa relativamente completa pueden alcanzarse; pero para aspectos parciales de la realidad los que se dejan captar por un lenguaje altamente abstracto, pero para comunicar otras realidades más complejas como las sociales, estéticas, emocionales, etc., se requiere de otros lenguajes que son mucho menos denotativos y que muchos de ellos consideran como virtud frente su carácter polisémico, ambiguo, connotativo, donde las lecturas unívocas más bien constituyen una limitante, la literatura, el arte, la antropología cuando se ocupa de la cultura, incluso la economía y la sociología. La ambigüedad, cierta ambivalencia o multivalencia en algunos casos tiene la propiedad de ser propiciatoria de nuevas búsquedas.
 
Estas cuestiones nos llevan a constatar cómo las relaciones entre pensamiento, comunicación y conocimiento son más estrechas de lo que podríamos pensar a simple vista.
 
John Fiske señala una definición donde enfatiza lo social diciendo que la Comunicación es: interacción social por medio de mensajes”. [5] Es evidente que el acto comunicativo es un acto social, y el mensaje es lo comunicativo, el medio que permite ese acto. Pero si invertimos los términos y decimos que la comunicación: “son los mensajes que permiten la interacción social” priorizamos lo comunicativo. Más allá del juego de palabras, plantear la cuestión de las dos maneras ayuda a una mejor comprensión; la una porque permite identificarla como fenómeno social, y la otra porque permite resaltar lo comunicativo.
 
El asunto radica en comprender que por mensaje se entiende una unidad significativa que enlaza y permite la interlocución, el intercambio y la interconexión de significados que, a su vez, permiten que las cosas cobren sentido, y a través de estos se llegue a la comprensión y el entendimiento entre los sujetos que participan en el intercambio.
 
Cuando Alberto Pereira propone una concepción de comunicación social, trata de aproximarse a la compresión de este fenómeno complejo de la siguiente manera:
 
... hay que considerar la comunicación como un hecho social omnipresente y permanente, producto del trabajo y producción humanos y, también, como el medio que permite el intercambio de experiencias, conocimientos, emociones, pensamientos; de modo que quienes participan de ella se encuentren en competencia de evocar sentidos o conceptos similares; vale decir, que la comunicación hay que asumirla como una praxis colectiva que se instituye y manifiesta a través de formas simbólicas, tales como el lenguaje verbal, el arte, los mitos, fórmulas, etc., o mediante sistemas de signos como la concepción del tiempo y del espacio, la gestualidad, la vestimenta, las ceremonias, los objetos, los colores, etc.; cuya importancia radica en la producción, intercambio y percepción de realidades cotidianas, estéticas, científicas, mitológicas, y otras. [6]
 
Jesús González Requena nos habla del fenómeno comunicativo proporcionándonos algunas pistas que tienen que ver con el tema que nos interesa:
 
"En el ámbito comunicativo, es decir, en ese campo de batalla en el que el individuo se juega su identidad en la constante interacción con los otros, el discurso se quiere firme, cerrado, capaz de devolver la imagen de sujeto unitario, ya hecho, repetido, sin fisuras, hegemónico, que pretende dominar su discurso, producirlo crearlo. Es el autor que me habla porque quiere hablarme, porque sabe lo que quiere decirme. Me transmite, pues, su mensaje y yo lo recibo, lo entiendo, me comunico con él.
 
Todo, pues, opera entre sujetos bien cartesianos- como cartesiano es el modelo comunicativo-; sujetos-autores y lectores, hablantes y escuchas- que se reconocen, se entienden... " [7]
 
La comunicación y los medios
 
Cuando aparece el fenómeno sociocultural de la comunicación masiva, y cuando la información y la comunicación se convierten en mercancías; es decir, productos culturales producidos para un mercado, surgen modelos que toman el proceso de la economía, como es el caso del modelo sociosemiótico:
 
La comunicación de masas es un proceso que consta de tres fases: producción, circulación y consumo. La producción, que está condicionada política y económicamente, se lleva a cabo en industrias dotadas de una organización productora de discursos. Los productos comunicativos generados sufren una intervención tecnológica, entrando en concurrencia en un ecosistema comunicativo donde circulan. Los distintos productos comunicativos son consumidos por diferentes tipos de audiencias. El consumidor interpreta estos discursos de acuerdo con su biografía y con sus conocimientos previos. Estos discursos pueden producir distintos efectos, y pueden dar lugar o no a alguna reacción conductual.[7]
 
A partir de esta concepción, algunos estudiosos de la comunicación han hecho extensiva esta definición para explicar la comunicación misma y la definen como el proceso de producción, circulación y consumo de discursos, textos, y mensajes. Me parece que como extensión es un poco mecanicista y economicista porque toma solo el proceso económico actual y con ello deja fuera otros grandes períodos históricos en donde ciertas nociones sencillamente no tienen sentido, por ejemplo la circulación en la sociedades de caza y recolección, son categorías por lo menos inapropiadas para el tema, pero a pesar de no haber circulación en ciertos períodos históricos, al menos en el sentido; que hoy tienen esos términos, si había comunicación. En el fondo se confunde comunicación con medios de comunicación.
 
Ahora como modelo de estudio de la comunicación masiva el modelo tiene validez, a condición de despojarlo de ciertas concepciones liberales que dejan entrever cierto sesgo. Si pensamos en los excluidos/as (millones en el tercer mundo), las libertades de opciones, que plantea Rodrigo se vuelven ilusorias, irreales; no obstante concuerdo en que hay un espacio de recepción activa personal, social y cultural, que existen mediaciones que permiten contrarrestar los designios de los emisores, las tendencias imponer un pensamiento único y universal. Umberto Eco sugiere a propósito de esto:
 
"En relación con los lectores/espectadores de los medios de comunicación se trataría de pasar del lector crédulo al lector crítico. Debería ser una exigencia pedagógica y democrática que los ciudadanos aprendieran a consumir los medios de una manera crítica"
 
Además, el modelo socio semiótico tiene la virtud de no aislar a los medios de comunicación del marco en que se hallan insertos, y estudia el fenómeno de los medios al interior del espacio socio económico en el cual se encuentran inscritos, lo cual es un avance importante en el conocimiento de esta problemática.
 
Finalmente
 
La comunicación como dicen Xavier Mignot y Christian Baylon puede ser concebida:
 
...como lugar de encuentro y expresión de subjetividades. Este concepto tiene en cuenta a los sujetos hablantes ordinarios. Se sitúa en el frente mal definido en el que la lengua se convierte en <<palabra>>; escruta los procedimientos de paso a la enunciación: se considera el acto, las situaciones en donde se realiza, los instrumentos de la empresa. [8]
 
Jurgen Habermas en su Teoría de la acción comunicativa señala:
 
Sólo el concepto de la acción comunicativa presupone el lenguaje como un medio de entendimiento sin más abreviaturas, en que hablantes y oyentes se refieren, desde el horizonte preinterpretado que su mundo de la vida representa, simultáneamente a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo, para negociar definiciones de la situación que puedan ser compartidas por todos. Este concepto interpretativo de lenguaje es el que subyace a las distintas tentativas de pragmática formal. [9]
 
Finalmente, Armand Mattelart propone, precisamente basado en las tres dimensiones de la cultura planteadas por Habermas: lenguaje, trabajo y poder, que el concepto de comunicación sólo es posible comprenderlo adecuadamente desde el signo de la cultura. Entendiendo por ésta, esa memoria colectiva que hace posible la comunicación entre los miembros de una colectividad históricamente ubicada, que crea entre ellos una comunidad de sentido que se identifica con la función expresiva de la comunicación, lo cual les permite adaptarse a un entorno natural que señala como la función económica, y, por último les da la capacidad de argumentar racionalmente los valores implícitos en la forma prevaleciente de las relaciones sociales que él aprecia como la función retórica, de legitimación/deslegitimación.[10]
 
Bibliografía
 
Cristián Baylon, Xavier Mignot, “La comunicación”, Ediciones Cátedra, Madrid-España, 1996.
 
Fiske John, “Introducción al estudio de la comunicación”, Edit. Norma, Colombia, 1984.
 
González Requena, Jesús, “S.M. Eisenstein”, Ediciones Cátedra, Madrid, 1992.
 
Habermas, Jurgen, “Teoría de la acción comunicativa”, Tomo I, Ediciones Taurus, 1987.
 
Hegel, G.W.F. “Lógica” Ediciones Orbis, S.A. Barcelona, 1984.
 
Matelart, Armand, “La comunicación mundo. Historia de las ideas y de las estrategias”, Siglo XXI editores, México, 1996.
 
Pereira, Alberto, (Compilador) “Lingüística para comunicadores” Editorial U.P.S., Quito-Ecuador, 1999. Introducción.
 
Rodrigo Alsina, Miquel, “Los modelos de la comunicación”, Editorial Tecnos, Madrid-España, 1995.
 
Russel, Bertrand. “El conocimiento humano”, Ediciones Orbis, S.A. Barcelona-España, 1983.
 
Todorov, Tzvetan, “La conquista de América”, Siglo XXI editores, México, segunda edición 1989.
 
Notas:
 
[1] Hegel, G.W.F. “Lógica” Ediciones Orbis, S.A. Barcelona, 1984. Tomo I. P 27.
 
[2] Russel, Bertrand. “El conocimiento humano”, Ediciones Orbis, S.A. Barcelona-España, 1983. P. 70.
 
[3] Todorov, Tzvetan, “ La conquista de América”, Siglo XXI editores, México, segunda edición 1989. P. 34.
 
4 Cristián Baylon, Xavier Mignot, “La comunicación ”, Ediciones Cátedra, Madrid-España, 1996. P. 23.
 
[5 Fiske John, “Introducción al estudio de la comunicación”, Edit. Norma, Colombia, 1984. P.20
 
[6] Pereira, Alberto, (Compilador) “Lingüística para comunicadores” Editorial U.P.S., Quito-Ecuador, 1999. Introducción. P. 20.
 
[7] González Requena, Jesús, “S.M. Eisenstein”, Ediciones Cátedra, Madrid, 1992. P. 13.
 
[8] Rodrigo Alsina, Miquel, “Los modelos de la comunicación”, Editorial Tecnos, Madrid-España, 1995. Pp. 86,87.
 
[9] Mignot-Baylon, Op.cit. Pág. 326.
 
[10] Habermas, Jurgen, “Teoría de la acción comunicativa”, Tomo I, Ediciones Taurus, 1987. Pp. 137,138.
 
[11] Matelart, Armand, “La comunicación mundo. Historia de las ideas y de las estrategias”, Siglo ventiuno editores, México, 1996. P.338.
 
- Leonardo Ogaz A. es docente universitario.
 
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