A Pedro Francke, con franqueza

Urge salir del neoliberalismo

Sugerencias al ministro de Economía peruano para que aplique una serie de medidas que mejoren los ingresos populares y promuevan el mercado interno.

02/11/2021
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El día de todos los santos ha coincidido con el santo del "ministro de todos los ministros". El primero de noviembre de 1960 nació Pedro Francke, el primer economista izquierdista en ocupar la cartera más importante después del Premierato.

 

La nueva cabeza del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) del Perú sostiene, al igual que Perú Libre, que su meta es una "economía popular de mercados". Si el mayor santo peruano es conocido por aparecer barriendo y haciendo comer de un solo plato a perro, paloma, ratón y gato, Francke promete barrer a la corrupción y querer concertar con todos los agentes sociales (desde grandes inversionistas extranjeros hasta empobrecidos obreros).

 

En esta nota queremos hacer algunas sugerencias amistosas a los dos Pedros (Francke y Castillo). Partimos de valorar los conocimientos y experiencias del amigo Pedro Francke, a quien conozco desde que entramos como "cachimbos" a la misma universidad y facultad. Aunque no nos hayamos visto mucho desde entonces, hemos estado colaborando hasta antes de que él entre al actual gabinete en el prestigioso semanario "Hildebrandt en sus Trece".

 

Aumentar salarios

 

Cuando éramos adolescentes ambos participamos en numerosas marchas y en los paros nacionales de 1977 y 1978 demandando mejorar los salarios y las condiciones laborales. Pedro, si mal no me acuerdo, incluso estuvo en una célebre huelga de hambre junto a varias figuras nacionales.

 

Cuando él se convierte en el primer economista socialista en liderar al MEF uno podría esperar que lo primero que debió haber hecho es aumentar los salarios. Empero, la Remuneración Mínima Vital (RMV) se mantiene en 930 soles mensuales desde marzo 2018. Dicho monto lo estableció PPK días antes de que Vizcarra pase de la vicepresidencia a la presidencia de la República.

Desde entonces ya han pasado cerca de 44 meses y también 5 distintos presidentes, pero esta sigue igual. La verdad es que la RMV no es que se encuentre congelada, sino que ha bajado en términos de dólares y más aún en materia de poder adquisitivo. Cuando en marzo-abril de 2018 se dio la actual RMV, cada dólar se cambiaba en 3,23 soles; mientras que hoy bordea los 4 soles. Esto implica que inicialmente la RMV equivalía a 288 dólares mensuales, y hoy ha bajado a unos 232,50 dólares mensuales. O sea, cada trabajador, con el mínimo, ha perdido 55,5 dólares por mes, un monto que equivale a entre el 23% y 24% de su actual salario mínimo. Calculando que son 14 salarios anuales, podemos concluir que quien recibe el mínimo hoy ha perdido 777 dólares anuales, casi la cuarta parte de lo que antes él o ella ganaba.

 

El argumento que sigue Pedro es que no es tiempo de subir los salarios (mientras que él y todos los ministros se han reducido sus sueldos), pues la prioridad es "no espantar a los inversionistas", repatriar los ahorros que se han ido al exterior y dar confianza a los mercados.

 

Francke debiera ver lo que pasa hoy en las 2 grandes potencias de habla inglesa. Sus gobiernos de derecha han aumentado los salarios mínimos para quienes viven en Londres o Nueva York al equivalente de unos 60 soles la hora y de unos 10.400 soles mensuales, una suma que aparentemente es más de 11 salarios mínimos mensuales peruanos. No obstante, mientras que en estas metrópolis se labora 40 horas (5 días) a la semana y en Escocia (donde hoy se da la cumbre por el medio ambiente) se planifica la jornada laboral de 4 días a la semana, en Perú el RMV se paga hasta por una jornada laboral de 48 horas semanales (6 días), lo que implica cerca de 4,50 soles la hora, o sea 13 veces menos. Esto, aunque, si se deducen los impuestos y se toma en cuenta el tiempo extra que muchos empresarios obligan a sus trabajadores (sobre todo a la gran mayoría que no están en planilla fija) y a los gastos de transporte y merienda durante el periodo de descanso, lo que alguien con RMV se lleva a su casa es mucho menos que 4 soles la hora.

 

Tan insignificante es el RMV que varios congresistas de derecha e izquierda han dicho que sus ingresos no les alcanzan. Esto pese a que, según El Comercio, estos ascienden al equivalente de 46 RMV, esto es a 42.770 soles mensuales (entre sueldos, bonos y otros beneficios). Un congresista o un ministro fácilmente se puede gastar en un restaurante elegante la pensión mensual de 500 soles de un jubilado o a los 930 soles de una RMV.

  

La razón por las cuales dichos gobiernos del hemisferio norte han levamtado los salarios es porque así buscan elevar el poder adquisitivo de los consumidores haciendo que crezca la demanda de productos y el mercado interno, y con eso todas las empresas mejoren su producción y sus ventas. Además, la pandemia les ha demostrado que la mejor forma de evitar más muertes y gastos consecuentes es hacer que sus trabajadores estén mejor alimentados y cuidados.

 

Mantener el RMV a 930 soles implica REDUCIR el salario mínimo. Hay millones más que ganan incluso menos (desocupados, jubilados y numerosos pequeños productores y comerciantes). Con un poder adquisitivo tan reducido se le quita mercado a los productores y comerciantes de ropa (como los de Gamarra), de zapatos (como los de Trujillo), de peces y mariscos (pescadores), de alimentos, carnes, pollos y huevos (campesinos y granjeros), a los albañiles, gasfiteros y técnicos de reparaciones, etc.

 

Los gobiernos europeos han invertido mucho en mejorar los salarios o hacer que se pague a los trabajadores y empresas que no puedan laborar para que entren en cuarentenas. Han hecho ello para evitar más costos económicos como efecto de sobrecargar los servicios médicos, sociales y funerarios, y la muerte de muchos empleados y empresas.

 

La política económica que tenemos hoy es una CONTINUIDAD de todas las anteriores desde la época de Fujimori. Con el fuji-shock la meta era reconvertir la economía a una que se centre en producir al mercado externo antes que al interno. Para aumentar las exportaciones se redujeron los beneficios e ingresos laborales (haciendo que nuestros productos básicos costasen menos en producir pues la mano de obra es muy barata) y se dieron grandes alicientes a las multinacionales.

 

Esta estrategia monetarista implica "exportar nuestra hambre". Lo importante no es mejorar las condiciones sociales de la población, sino tener un país que se dedique a exportar materias primas y productos agrarios con poco procesamiento y valor agregado, para lo cual mientras menos ganen los trabajadores, más bajos son los costos y más altas las ganancias empresariales.

Esta estrategia nos condena a ser un "país rico en recursos pero con mucha pobreza". Si queremos desarrollar la industria, la construcción de viviendas populares y el agro nacionales, y exportar con valor agregado, es indispensable elevar el nivel de vida de los trabajadores y el acceso a una mejor salud y educación.

 

Cuando el neoliberal Vizcarra inauguraba su gobierno, la RMV pasaba de 850 soles a 930 soles mensuales, lo cual implicaba un aumento de 80 soles y casi 25 dólares mensuales. Cuando el primer sindicalista y líder huelguista llega a la presidencia, el salario mínimo se mantiene 55 dólares por debajo del que dejó en sus últimos días PPK.

 

Se supone que RMV es la remuneración mínima que debe tener todo obrero para poder vivir y para hacer que un trabajador reponga sus energías para volver a laborar. Este debiera estar ajustado a lo que cuesta una canasta familiar elemental, pero no es así. Mientras que en Ecuador, ya sea con un gobierno de izquierda o de derecha, el salario y los precios están en dólares, en Perú tenemos una economía donde el dólar influye en los precios, pero no en las remuneraciones, que cada vez pierden más poder adquisitivo.

 

El resultado de ello es que los trabajadores no tienen dinero para pagar necesidades básicas y deben laborar en múltiples empleos y convivir con muchas personas en hogares saturados. Nuestra gente es, por ende, más proclive a enfermarse, a vivir menos y a tener menos oportunidades para educarse y tecnificarse. Además, con ingresos tan paupérrimos, muchos trabajadores se ven tentados a "cobrarse" sus salarios tomando productos o piezas de sus respectivas empresas o de otros negocios, con lo cual la corrupción se generaliza.

 

Lo peor de todo es que la RMV puede ser un "lujo" para un pensionista que gana 500 soles mensuales o millones de desocupados o mini propietarios agrarios o comerciantes. El hecho de que la capacidad adquisitiva de los trabajadores sea tan baja afecta a todos esos sectores pues no hay compradores para los micro-productores. 

 

 

¿Continuar el neoliberalismo o, al menos, instaurar una economía socialdemócrata?

 

Francke y los jóvenes izquierdistas de su generación consideraron que las reformas de la "revolución socialista militar" (1968-80) o del gobierno "socialista" de Alan García (1985-90) eran "moderadas". Ellos tildaban de "limitadas" las estatizaciones de hidrocarburos, cobre, acero, hierro y otras industrias estratégicas, así como las expropiaciones de fundos hechas por Velasco, y también el planteo de García de pagar la deuda externa solo con un porcentaje de nuestras exportaciones, controlar precios o estatizar la banca.

Sin embargo, cuando él llega al MEF, ha prometido que no va a estatizar ninguna sola empresa o propiedad, que no va a darse ningún control de precios, ni cualquier intervención del Gobierno para fijar el cambio del dólar. Cuando Castillo dijo que pensaba estatizar el gas de Camisea (viejo planteo que Pedro y otros izquierdistas habían compartido hasta antes de asumir el poder), Pedro salió a decir que la nacionalización no implica que el gas deje de estar en manos privadas, sino que vaya a servir a la nación.

 

Las izquierdas siempre habían sido muy críticas a Julio Velarde, cuyo manejo del BCR ha durado 16 años y ha sobrevivido a 7 presidentes. El cuestionamiento que le hacían era de que él era un garante del monetarismo neoliberal, que se había rodeado de directores muy de derecha o fujimoristas, y que era responsable de haber entregado muchas dádivas a la banca privada (en gran parte casi monopolizada por un solo grupo) la cual se beneficiaba enormemente al prestar con intereses CIENTOS de veces superiores al que le daban a los depósitos de los ahorristas.

 

Pese a ello, Pedro convenció a Castillo, Cerrón y Bellido para mantener a Velarde en la cabeza del BCR bajo la idea de dar confianza a los inversionistas y permitir que el dólar baje. Empero, este último sigue alto y con un cambio de alrededor de 4 soles.

 

Todos los antiguos cuestionamientos de las izquierdas al FMI y al Banco Mundial, o los distintos planteos que han tenido diversas alas de estas para renegociar la deuda externa, postergarla o desconocerla, no se vienen aplicando. El argumento que se daba para limitar el pago de la deuda externa (o renegociar sus altos intereses) es que se pudiese destinar esos recursos a levantar la salud y educación. Más bien, Castillo y Francke fueron a EE. UU. a hablar con autoridades del FMI y del BM para recalcar sus compromisos con ellos y con las políticas que estos plantean.

 

La ausencia del control de precios ha hecho que el gas y otros productos se hayan disparado, mientras que cualquier peruano (especialmente de la misma zona sur donde está Camisea) puede ver comparar como el gas estatizado de Bolivia cuesta entre 3 y 4 veces menos que el gas privado de su país.

 

Francke afirma que él no quiere un sistema chavista. Nuestro común amigo César Hildebrandt plantea un modelo de corte socialdemócrata. Este último implica una mayor intromisión del Estado en la economía.

 

Gobiernos de derecha como los del Reino Unido, Francia o Alemania garantizan un salario mínimo que es al menos 10 veces más alto que el peruano; seguro por desempleo o por enfermedad; salud y educación públicas gratuitas y de alta calidad; subsidios por vivienda y diversos gastos; control del Estado sobre determinados servicios, etc. No obstante, ni estas políticas ni la posibilidad de instaurar un Estado de bienestar social están en la agenda en el primer gobierno izquierdista constitucional peruano. De hecho, la política económica de Castillo está a la DERECHA de la que tienen esos gobiernos europeos de DERECHA.

 

Ciertamente que el actual Gobierno ha logrado varios éxitos como un programa de vacunación masiva, bonos a los más pobres, una reforma agraria moderada (que no afecta a la propiedad de la tierra, aunque esta se encuentre concentrada en no muchas manos) y en haber cobrado impuestos a muchas empresas deudoras (la cuales se han beneficiado del alza del dólar para pagar deudas a un precio inferior en términos de moneda internacional).

 

Muchos de esos méritos se deben a Francke quien, a su vez, ahora quiere que el Congreso le permita que se puedan incrementar los impuestos a las grandes fortunas.

 

La estrategia que siguen los dos Pedros (Castillo y Francke) es de tratar de evitar choques con el Congreso adverso y creen que mientras más se apegan al antiguo modelo neoliberal, más van a conseguir de parte de sus rivales un aval para que puedan gobernar.

 

 

Se precisa un giro

 

La debilidad de esa opción es que ninguna concesión que se haga a la ultraderecha le ha de satisfacer a esta; que es 100% imposible que este Congreso les permita gobernar un quinquenio; y que no existe un partido de centroderecha que fuera capaz de hacer una concertación con la centroizquierda a fin de garantizar gobernabilidad. A diferencia de las experiencias de Brasil, Uruguay y Chile, la derecha "moderada" se identifica con la actual Mesa Directiva y la Presidencia del Congreso, la cual desde sus primeros instantes trabaja sin parar por la obstrucción y la vacancia presidencial.

 

No tenemos una derecha "moderna" o "compasiva" como la de Biden, Macron, Johnson o Merkel, sino una "bruta y achorada" que no tiene ninguna compasión por el hecho de que hayamos tenido más de 200 mil fallecidos por Covid (más que la suma de todos nuestros muertos en guerras internas y externas) y que, encima, quiere aprobar leyes para disminuir los ingresos y condiciones laborales.

 

Las concesiones hechas a la derecha no han logrado "apaciguarla" y tampoco han agradado a los electores de Castillo, quienes ven que la pobreza sigue, que no se vienen cumpliendo muchas "palabras de maestro" y que el propio partido de Gobierno se viene rompiendo. Castillo necesitaba tener una "luna de miel" de popularidad, pero en sus primeros 100 días siempre ha tenido un índice de desaprobación ligeramente superior que el de aprobación en las encuestas, aunque el descrédito del Congreso obstruccionista sigue en aumento (hoy solo 1 de cada 5 peruanos le aprueba).

 

Como buen economista que es, Francke sabe que hay un ejemplo a imitar de la socialdemocracia europea, por no hablar de otros modelos "rojos" con los que él no concuerda. Esto implica un paquete de shock, pero no uno tipo Fujimori donde los precios se liberan y los salarios se congelan; sino uno inverso, uno que levante los salarios, pensiones e ingresos de las mayorías y que baje los precios de los productos y servicios básicos. Todo ello en aras de bajar la miseria y las desigualdades sociales y estimular al mercado y las empresas nacionales.

 

Optar por este último modelo implicaría que los dos Pedros decreten un alza inmediata de salarios y pensiones, y que se controlen los precios de las empresas de agua, luz, telefonía, transporte, gas y otros productos básicos (incluso amenazando con volverlos a pasar a manos públicas como era antes de Fujimori o Toledo).

 

Urge que el Estado garantice al menos 10 millones de canastas familiares cada semana, quincena o mes, en las cuales se garantice huevos, carnes, pescados, leche, aceite, legumbres, papas, arroz, fideos, mascarillas, geles, vitaminas y otros productos esenciales. Estas canastas serían dadas a precios módicos a los más pobres a fin de lograr el "hambre cero". El Estado puede comprar directamente a los pescadores, campesinos y granjeros para distribuir esos productos directamente a los consumidores (pasando por los distribuidores que encarecen los precios) con lo cual se reactiva el sector productor de alimentos y productos básicos, y se beneficia tanto a los campesinos, pescadores y granjeros como a los consumidores. Dentro de esas canastas también podría incluirse balones de gas o bidones de agua (donde no hay servicios de cañerías).

 

La distribución masiva de estas canastas debiera implicar comités de base supervisados por asambleas de zonas, comarcas o empresas, las mismas que fomentarían una democracia desde el llano, que la población se eduque en la administración y fiscalización local, y que se creen organismos dispuestos a defender a la democracia ante los cada vez más serios intentos golpistas.

 

Ciertamente que esta clase de políticas no va a ser avalada por este Congreso, pero la verdad es que no existe ni la más elemental posibilidad de que el actual Parlamento (dominado por legisladores que han votado por el fujimorismo o que pertenecen a bancadas que antes han hecho golpes parlamentarios) vaya a permitir a Castillo siquiera poder querer cumplir su primer año en Palacio.

 

La única razón por la cual Castillo llegó a la presidencia enfrentándose a todos los grandes poderes y sus medios es gracias a que se entroncó con los más necesitados y buscó expresarlos. La única forma en la cual él podría mantenerse en el Gobierno es siendo el campeón de los más desposeídos y movilizándoles para que le apoyen y se le deje gobernar, lo cual pasa por organizar grandes marchas y asambleas. Para los que desean una tasa de leche estable eso es imposible. Estamos en una situación de dualidad de poderes donde los actuales poderes Legislativo y Ejecutivo no pueden convivir. Más temprano que tarde uno de ellos debe imponerse.

 

Tras que Castillo y su Gabinete han estado en Bolivia ellos debieran aprender la lección de ese pueblo, pues es la fuerza de sus sindicatos, de la Central Obrera Bolivia, de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos y de sus juntas vecinales, lo que ha permitido arrinconar al neoliberalismo. El impulso a la sindicalización y organización popular es la clave para Castillo. La ruptura con el neoliberalismo y la adopción de un modelo con mayor intervención estatal ha hecho que Bolivia se hubiese convertido en la república con la mayor tasa de crecimiento anual hasta antes del golpe del 2019.

 

Paradójicamente el que escribe estas líneas también estudió en la misma facultad de economía de la misma universidad de La Paz con el actual presidente Luis Arce, con quien, a diferencia de Francke, no trabé amistad. Sin embargo, mi antiguo amigo de la adolescencia debiera aprender de varias de las recetas que aplica el actual mandatario altiperuano, las mismas que pasan por una mayor participación del Estado en los mercados y un mayor peso de los sindicatos y de las organizaciones populares en la defensa del proceso y la lucha contra el golpismo.

 

Mientras Pedro el economista cree que se pueden mantener una serie de reformas sin cambiar la carta magna fujimorista, Pedro el maestro ha empeñado su palabra y ha jurado en su cargo presidencial prometiendo una constituyente. Esta última es una prioridad, pues sin esta, no se va a poder gobernar.

 

Si los dos Pedros continúan preservando al neoliberalismo de hace 3 décadas no van a lograr reactivar el mercado interno ni contentar a sus electores, se van a desgastar rápidamente en el poder, van a dividir a su bancada y van a hacer que la derecha diga que si se quiere centrar en captar capitales privados es mejor un nuevo gobierno dirigido por los inversionistas. Todo ello va a minar y revertir la popularidad de Castillo, quien puede terminar como un breve interludio centro izquierdista entre gobiernos de derechas. Al final no van a poder hacer que tengamos un país rico sin pobres y vamos a retornar a otro gobierno que quiera que los ricos sigan enriqueciéndose a costa de los pobres. 

 

Esperemos que nuestros dos Pedros vean en esta nota algunos consejos que puedan tomar en cuenta.

 

 

 

 

 

 

El autor es politólogo, economista e historiador con grados y postgrados en la London School of Economics (LSE), donde llegó a enseñar.

https://www.alainet.org/es/articulo/214253
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