La Chakana, espacio-tiempo de comunicación

Es el espacio comunicacional de la relacionalidad contradictoria, que explica la conexión de todo con todo en dualidades que sostienen tres características curiosamente complementarias sin desconocerse opuestas.

03/08/2021
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La Chakana
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Exponer narrativas que reconstituyen cosmovisiones de la convivencia comunitaria aparece como un ejercicio anacrónico frente a los cánones de la civilización que instituyó un pensamiento oficial eurocéntrico. Así es, porque se trata de otra matriz civilizatoria donde lo natural no es la dominación sino los entrecruzamientos de múltiples lógicas y sensoriums desde donde se interpela la mercantilización de la vida y se construyen sentidos inclusivos de vida en comunidad, planteando preguntas que rompen la ociosidad de concebir el mundo como un continuum lineal y plano.

 

En este camino, la Chakana, más conocida como la “Cruz Andina”, es un espacio-tiempo de vida comunitaria con múltiples relaciones que permiten fluidos discursivos que se entrecruzan en diversas direcciones: horizontales de reciprocidad; verticales de complementariedad y/o de disputa; transversales de integración; convergentes y concéntricas en el centro; y articulaciones envolventes de movimiento infinito en los límites que le dan circularidad a la cuadratura de la forma-cruz escalonada.

 

La dimensión comunicacional de la Chakana la encontramos en forma combinada en los significados del quechua Tawa Chakana o cuatro escaleras que se entrecruzan formando una cruz y en el aymara Pusi Chakani o cuatro puentes que se entrecruzan en todas sus direcciones. No es la forma-cruz la característica central de los procesos comunicacionales, sino las sinergias y relaciones que contiene y que la contienen, en dinámicas de bajar, subir, caminar, correr, volar, descansar, dialogar, intercambiar, aprender, recorrer y atravesar espacios y tiempos estando siempre en movimiento, en permanente movimiento.

 

Con este dinamismo, la configuración de cuadralidades escalonadas que tiene la Chakana, se compone de fronteras que están hechas para atravesarse, en relaciones siempre en movimiento. Aquí radica su sentido profundamente comunicacional, que se explica en su base lingüística Chakay, que en quechua significa cruzar y comunicacionalmente implica entrecruzar permanente las distintas facetas de la vida en sus distintas direcciones, velocidades, densidades y profundidades. Esta raíz le otorga un carácter dinámico, fluido, entendiéndose como espacio y tiempo de permanente transición, diáspora y migración, a la vez que de tendidos multiformes de conexión e integración vertical, horizontal, transversal y circular, si tomamos en cuenta su simbología como una cruz proporcional, cuadrada y escalonada conteniendo en su centro convergiendo y en sus bordes articulando, círculos que unen infinitesimalmente todos los puntos en relaciones de complementariedad y de reciprocidad, así como de alteridad, tensión y amarre entre pares y con opuestos.

 

Los sentidos de estas múltiples conexiones están dados por el funcionamiento distribuido de sociedades dispersas al mismo tiempo que convivientes en permanente encuentro-desencuentro, en una dinámica de constante desplazamiento, siempre fluyendo líneas discursivas que en interacciones de lejana-cercanía, tejen acercando longitudes con latitudes, exterioridades con profundidades, realidades con virtualidades, humanos con naturaleza, e individualidades con colectividades en la lógica de un nosotros inclusivo cuya existencia está des/haciéndose cotidianamente. Por todo esto decimos que, comunicacionalmente, la Chakana es el espacio-tiempo de la palabra que camina, tejiendo el encuentro de diversos sentidos de vida en articulaciones que fluyen disputando horizontes.

 

En pocas palabras, la Chakana es el espacio comunicacional de la relacionalidad contradictoria, que explica la conexión de todo con todo en dualidades que sostienen tres características curiosamente complementarias sin desconocerse opuestas: La primera es que no existen entidades individualistas generadas en solitario, puesto que las subjetividades si bien son intrínsecas a uno, se hacen y explican en comunidad, con relaciones establecidas entre similares, así como con sus opuestos, en una dinámica de construcción de los yo en nosotros colectivos. La segunda característica consiste en que para que se produzca la constitución de la armonía con los sentires y los pensares plasmándose en haceres, todos los factores necesitan complementarse equilibradamente, sin subordinarse unos a otros, sino contribuyéndose mutuamente, en relaciones por ejemplo donde el hombre no subordina a la naturaleza, sino que le pertenece con prácticas sociales de mutua existencia. La tercera característica es como el espejo de las anteriores, porque las permite mirarse en la realidad de una sociedad que necesita ponerse en diálogo no sólo con los iguales, sino también con los factores que reman en contra con sus funcionamientos que descomponen y que desfiguran las sociedades de la vida plena, tales como la dominación, el racismo, la depredación ambiental o el patriarcalismo, por lo que se asume que los encuentros comunicacionales no se limitan a intercambios de mensajes, sino que incorporan discursividades destinadas a restituir los factores de la relacionalidad armónica, reconciliando los pares-opuestos que se complementan.

 

De eso se trata subir y bajar las escalas o recorrer y atravesar los puentes uniendo los distintos puntos sin descomponerlos, sino recogiéndolos como contribuyentes particulares de la diversidad. Hay encuentros de complementariedad entre distintos, ocurren convergencias de reciprocidad entre pares, se suceden acontecimientos de disputa entre opuestos, y se desarrollan interacciones de concordia. De eso se trata hacer comunicación desde y con los sentipensamientos en sus múltiples relaciones de informar, intercambiar, interactuar, dialogar, debatir, discordar, concordar, organizar, movilizar, disputar saberes, sentires, conoceres, imaginares, haceres y esperanzares que se recuperan en su multiplicidad para transitar los mismos caminos, apelando a los encuentros interpersonales, a las mediatizaciones masivas, a las redes sociales, a las aproximaciones gestuales, a las conexiones hipertextuales y a las que nos acercan con el sentipensamiento.

 

Algunos caminos ya están tendidos enhebrando sures con nortes y orientes con occidentes en líneas rectas, circulares o perpendiculares, en todas las direcciones. Otros senderos están por hacerse. Son las piedras multicolores las que necesitan ser acomodadas, son las autopistas las que requieren ser iluminadas y son los andares los que necesitan conjugarse desde sus multiplicidades, para recorrer los múltiples caminos, codo a codo, en diversos ritmos, construyendo sentidos de un buen-convivir-bien en horizontes compartidos.

 

En las siguientes páginas revisaremos algunas de las principales características de las múltiples relaciones que se establecen en la Chakana dándole vida: relaciones horizontales de reciprocidad; relaciones verticales de complementariedad y/o de disputa; relaciones transversales de integración; relaciones convergentes en el centro; y articulaciones concéntricas en los límites exteriores.

 

Reciprocidades en relaciones horizontales

 

El sentido horizontal de las relaciones en la Chakana sostiene principios de correspondencia y reciprocidad con solidaridades (dar-recibir-devolver) que se corresponden en la misma proporción que se reciben entre espacios que son equivalentes. Es el espacio más evidente de encuentro entre pares, o similares, o coincidentes y que alimentan sus convergencias con prácticas de intercambio que favorece a todos quienes intervienen, y por lo tanto al conjunto social. Un ejemplo típico de esta relación proporcionalmente solidaria es la minga o minka, por la que el trabajo comunitario se realiza con la participación de familias que colaboran con otras en diferentes tareas, sabiendo que luego serán retribuidas de la misma manera.

 

Esta práctica, y otras similares que alimentan un ajayu (alma, espíritu) comunitario, representan el don de la reciprocidad, cuyo elemento articulador de los intercambios, de las relaciones de confianza, responsabilidad, justicia, amistad y fe es la comunidad que, a decir de Dominique Temple, es una creación que nace de la articulación de las múltiples estructuras de reciprocidad familiar, interfamiliar y social ampliada. Son prácticas que en sí mismas contienen un sentido de comunicación con protagonismo colaborativo de los sujetos sociales, por el que el don de la vida comunitaria se convierte en el don de la comunicación participativa para la convivencia, hecha de solidaridades de pueblos y reciprocidades sentipensantes que buscan relaciones fraternas y de concordia en el mundo.

 

Los pares se complementan y en su encuentro se fortalecen en su propia constitución y en sus proyecciones. La naturaleza de sus relaciones es expresiva de formas de encuentros dialogales en el sentido de la concepción de la comunicación horizontal y participativa, es decir una comunicación sin imposiciones, democrática, expresiva de la palabra ciudadana, de naturaleza pedagógica. Por esta misma característica se convierte en un tipo de comunicación alternativa, opuesta a la relación persuasiva de los mensajes que la escuela difusionista les atribuye a los emisores y medios sobre los receptores.

 

Dicho en pocas palabras, comunicacionalmente la reciprocidad es el communicare, esa concepción primigenia de la comunicación entendida como el acto individual y colectivo de poner en común, compartiendo conocimientos, sentipensamientos, prácticas, imaginarios y esperanzas.

 

Relaciones verticales de complementariedad y alteridad

 

En su sentido vertical, la Chakana es el espacio de las interacciones o intercambios discursivos entre distintos, en un acto de puesta en común a veces convergente y otras divergente de conocimientos, sentimientos, experiencias de vida e imaginarios de sociedad, en procesos cotidianos de construcción de sentidos por la vida.

 

Las construcciones discursivas en este espacio por realizarse entre distintos e incluso opuestos, suelen ser contradictorias y hasta conflictivas, muy difíciles de articularse relacionalmente porque representan posiciones en disputa por sentidos de vida y por proyectos de sociedad. Representan posiciones que se encuentran confrontándose, debatiendo lecturas de la realidad y horizontes sociales. Expresan ideologías, por eso estos (des)encuentros generan batallas simbólicas por el poder, en procesos que visibilizan sociedades, estimulan la expresión de la palabra, confrontan posiciones, muestran cosmovisiones y construyen futuros.

 

En otras palabras, el escenario de los intercambios discursivos se ocupa de alteridades, es decir de la capacidad de ser otros o de ser distintos en dinámicas sociales compartidas donde cada uno se legitima desde sus propios espacios e identidades. Unos desde el espacio del nosotros y otros desde el espacio opuesto, el de ellos, los otros. Esta constitución, en función de encuentros desde las diversidades y desde las diferencias, exige intervenciones innatas a todo proceso de alteridades, que consisten en la capacidad de conocer, entender y respetar las identidades y las discursividades de los otros, para emprender desde allá búsquedas de acuerdos y puntos coincidentes.

 

En esta línea de andares sinuosos se inscriben tareas comunicacionales y sociales como la construcción de consensos o la reconciliación, concebidos como actos deliberados de superación de las diferencias en perspectivas de vida más inclusivas. En la estructura de la Chakana es el espacio en el que se tienden puentes para el encuentro de los caminos bifurcados en hechos descompaginados socialmente, para generar andares que los recompongan en dinámicas de positivización como la equidad de género, la defensa del medioambiente, o la cultura de paz. Socialmente, estas dinámicas de concordia derivan en formas de diálogo cuyas ramificaciones privilegian las interacciones que constituyen consensos desde la diferencia, así como comprensiones desde el valor de la diversidad, privilegiando la complementariedad de elementos distintos en cometidos comunes.

 

Y las complementariedades amalgaman las voluntades de distintos actores, diferentes, desiguales y pares, que se encuentran en situaciones diversas de dualidad-complementaria. Se trata de un camino labrado en procesos de unidad desde los distintos, afines u opuestos, por ejemplo la relación varón-mujer, o arriba y abajo, o maestro-alumno, o ricos-pobres, provocando complementariedades que permiten nuevas realidades caracterizadas por las búsquedas de equilibrios sociales y de superación de las asimetrías, guiados por la trascendencia del bien común.

 

Comunicacionalmente comporta la transformación de las individualidades individualistas en individualidades colectivas donde la espiritualidad y las subjetividades contienen una perspectiva de valoración como proclama el Jiwasa (yo soy en tanto somos nosotros), como el yo en tanto parte de una comunidad, o el sentir-sintiendo por sobre el estar-estando como dice el filósofo aymara Rafael Bautista.

 

Entonces, la construcción de sentidos en emprendimientos como el empoderamiento, son relaciones con y desde las individualidades, sabiendo que éstas son construcciones colectivas en sentidos verticales, horizontales y transversales, que activan sentimientos y razonamientos al mismo tiempo, para ejercer la capacidad de “corazonar” las subjetividades como una característica inmanente o esencial de los seres vivos, de modo que se puedan tejer desde allá relaciones que diseñan la trascendencia de las sociedades como expresiones sentipensantes de la cosmoconvivencia.

 

Integración transversalizando sociedades

 

Una línea imaginaria transversaliza perpendicularmente la estructura de la Chakana, atravesándola. Es la línea que establece las relaciones de integración, simbolizada en los pueblos andino-amazónicos por el Qhapac Ñan o el camino de los justos y de la sabiduría. Se representa como una línea diagonal, que sin embargo en su recorrido se complementa con otras múltiples líneas concéntricas que incluyen a los distintos, diversos y dispersos territorialmente haciéndolos parte de un mismo camino y un destino compartido de relaciones comunitarias.

 

No se trata de reciprocidades o de complementariedades o de alteridades en sí mismas, aunque es todo esto al mismo tiempo. En realidad, es todo esto acumulado, generando progresivamente comunalidades en las que las partes se articulan a un todo que no las anula, sino que las recoge para tejerse multicolor desde las diversidades en un mundo sin fin. Son procesos integradores pluralistas.

 

Las discursividades se enriquecen con los intercambios, nutriendo de sentidos desde las constituciones de cada sociedad, al mismo tiempo que se nutren de los sentidos que construyen las otras. Unas sociedades necesitan de las otras para seguir siendo en sus proyecciones a un mundo más amplio que el de sus propias fronteras. Caminar junto con las otras sociedades, reconociéndose, hermanándose, las fortalece. Son andares cooperativos que van forjando identidades mayores desde la suya propia, escuchando y siendo escuchados, compartiendo sus formas de vida, acuñando juntos nuevos imaginarios y esperanzándose entre ellos. Se hacen parte colectiva y diversa de sociedades más amplias a las que pertenecen sin dejar de seguir siendo. Son experiencias integracionistas que se reconocen en horizontes comunes.

 

El centro de las convergencias

 

Al interior de la Chakana se forma un rombo que rodea el círculo central de la cruz y que articula los distintos ángulos con intercambios o interacciones, los que desde sus distintas aristas se expresan en formas de solidaridad y encuentro fraterno, tejiendo convergencias desde la diversidad que a veces tiene aspectos comunes y otras veces opuestos. La noción del ser colectivo y comunitario es fundamental para que cada individualidad se acoja a formas de socialización que institucionalizan principios, valores y prácticas ciudadanas.

 

En el centro está el círculo que simboliza el eje del funcionamiento de la Chakana, donde la acción del ser humano es garante del equilibrio social y con la naturaleza y el cosmos, en relaciones de diálogo como frónesis, o de diálogo argumentado con sentido inclusivo, respetuoso en sus contenidos y en sus formas de expresarse. Si bien la vitalidad holística de la Chakana tiene su eje en las acciones humanas, no las convierte por ello en su centro imprescindible, sino en la condición para la intervención corresponsable de los seres humanos en la construcción de las sociedades junto con todos los otros seres vivos con los que convive en la naturaleza y el cosmos.

 

La circularidad dialogal de la cuadratura

 

Finalmente, si se unieran las distintas aristas externas de la Chakana, se formaría un círculo que rodea la figura y la energiza en el curso cíclico del tiempo, en una circularidad que gira de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba, simbolizando el funcionamiento de las sociedades con la participación de todos y todas, con una dinámica envolvente, desde los márgenes hasta el centro, o mejor dicho con las márgenes conteniendo, desagregando y alimentando el centro, lo que simboliza los recorridos sociales desde las ciudadanías hasta los poderes.

 

Esta circularidad envolvente es la demostración política de la democracia participativa y de la democratización de la comunicación, con ciudadanías con capacidad de decir, controlar, aportar, decidir, en tanto sujetos sociohistóricos de la transformación constructiva. Porque se trata de acciones simultáneas de convivencia e interacción social con el “pluriverso”, estableciendo relaciones simbólicas y materiales, Javier Medina denomina este proceso como “animismo”, que no es sino el ser sentipensante activando en un solo dinamismo sentires, pensares y haceres.

 

Vamos todos juntos

 

Estos distintos movimientos y relaciones que dan vida a la Chakana señalan a su vez los caminos de la participación en sociedades de convivencia, caracterizándose por sus múltiples sentidos interrelacionados de complementariedad, reciprocidad, integración, alteridad, disputa de sentidos, inclusión y ocupación en espiral de formaciones sociales armónicas y de vida espléndida, guiadas por esta filosofía: “Vamos todos juntos, que nadie quede atrás, que a nadie le falte nada y que todo alcance para todos”.

 

La Paz, 31 de julio de 2021

 

- Adalid Contreras Baspineiro es sociólogo y comunicólogo boliviano. Ha sido Secretario General de la Comunidad Andina - CAN

 

https://www.alainet.org/es/articulo/213322
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