Energía: No todo son malas noticias

El Pico del Petróleo es una muy mala noticia para quienes han creído en las utopías ultratecnológicas.

11/11/2020
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
abandoned_spaceship_01_-_vitorydesign_-_deviantart.jpg
Abandoned spaceship
Ilustración: Navío espacial abandonado. / Deviant Art.
-A +A
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 550: Energía y crisis civilizatoria 26/10/2020

Cualquiera de nuestros proyectos requiere energía para realizarse. Resulta necesario recordar esto dado el extraño punto de la historia en que nos encontramos. ¡Vaya momento para estar vivos! La “normalidad” que vivimos actualmente, por ejemplo en la Ciudad de México, sería increíble para la inmensa mayoría de los humanos que han caminado sobre la Tierra. Para quienes transitan a diario por esta megalópolis —construida y sostenida con un enorme consumo de energía— esto es completamente normal. Y casi nadie dudaría que seguimos avanzando hacia futuros con mayores niveles de consumo energético. Aunque se sabe que el petróleo es un recurso finito, la confianza parece infinita.

 

Y hay razones para pensar así. Siempre hemos avanzado en esa dirección, al menos durante toda mi vida, y la de mis padres, abuelos y bisabuelos. Generación tras generación hemos sido sorprendidos con los “inventos del hombre blanco” (sic) que a cada paso parecían confirmar la inevitabilidad del Progreso. Crecimos sumergidos en mil ficciones de futuros ultratecnológicos y como adultos vivimos azuzados por la mercadotecnia de siempre-nuevas-maravillas que prometen mejorar nuestras vidas. Vivimos en tiempos de una profunda fe en que la salvación de todo mal es la tecnología, a la que atribuimos una omnipotencia cuasidivina.

 

No es casualidad que a Friedrich Nietzsche le tocara observar al mismo tiempo —en el s. XIX— la rápida industrialización de Alemania y lo que él interpretó como la muerte de Dios: una época de profunda crisis del sentido y los valores que estructuraban a la sociedad. Para reemplazar la fe en Dios el mundo Occidental se aferró al Progreso. El poderío de los combustibles fósiles fue crucial para esta mutación. En este número anunciamos el inicio de una nueva transformación de comparable envergadura. Como ha dicho John Michael Greer: la pretendida omnipotencia y benevolencia del Progreso serán cada vez más difíciles de sostener ahora que el Pico del Petróleo ha quedado atrás. “Escucha atentamente —Nietzsche habría podido decir— y podrás oír el ruido de los sepultureros enterrando al Progreso”.1

 

Para las grandes mayorías, las promesas del desarrollo no sólo se han visto incumplidas, sino que han sido el caballo de Troya con el que el turbo-colonialismo ha penetrado en sus territorios. Y sin embargo, muchos que han visto sus vidas pauperizadas mantienen la esperanza de que el Progreso llegue. Los medios de comunicación juegan un papel nada desinteresado en mantener esta ilusión: no sorprende que el Pico del Petróleo no esté en los titulares. Pero más allá de esto están los que genuinamente no creen que algo así pueda suceder. Ni las gráficas ni los informes científicos serán suficientes para convencerlos. Habrá quienes incluso teniendo las máquinas inertes deteriorándose frente a sus ojos —aquellas sobre las que volaríamos a las estrellas— mantendrán encendida la esperanza de que la energía barata un día regrese. “Algo inventarán...” se les escuchará decir.

 

El debate entre derrumbe y revolución

 

El Pico del Petróleo es una muy mala noticia para quienes han creído en las utopías ultratecnológicas. Sin embargo, claro está, no todos han creído en tales promesas. Siempre hubo escépticos, opositores, y sabios que vaticinaron que semejante empresa estaba condenada al fracaso. Y también hay muchos que han vivido de mil maneras un profundo desengaño. Existen continentes enteros de la decepción. Y el resentimiento que queda hace pensar que fue un engaño premeditado para beneficiar a esas minorías en el planeta a quienes el Progreso sí les cumplió.

 

Están también los que, sin creer en la benevolencia de ese extraño Dios, parecieran reconocerle una especie de omnipotencia. Y tienen buenas razones. Hay pueblos que han visto el terrible rostro detrás de su máscara y que han sentido en carne propia, generación tras generación, la espantosa fuerza de su mano invisible o de su puño de hierro. Están aquellos que, con voluntad y heroísmo, han conseguido cercenar a la Hidra una de sus cabezas. Pero han aprendido, por las malas, que “la herida sanará, la grieta se cerrará y la cabeza decapitada se rehará multiplicada. La Hidra se rehará una y otra vez, más poderosa, más sanguinaria, más cruel, más mortífera”. Se trata de un doloroso aprendizaje que conduce a cuestionar aquellas otras esperanzas albergadas por críticos y opositores. En palabras del Subcomandante Galeano:

 

¿No en las ciencias sociales, particularmente en la Economía Política y en la ciencia de la Historia, se nos ha dicho que el sistema lleva en sí el germen de su propia destrucción, que era cuestión de tiempo para que el capitalismo colapsara, que las crisis cíclicas no harían otra cosa que agudizarse hasta llegar a una crisis terminal, que las contradicciones harían pedazos el núcleo del sistema? ¿no vemos y padecemos que no solo el sistema no se debilita, ya no digamos que desaparece, sino que se hace más poderoso, cruel y sanguinario?2

 

No conduce esta reflexión —al menos en este caso— a la desesperanza, sino a un escepticismo rebelde que se niega a bajar la guardia, incluso cuando los aliados quieren dar buenas noticias. “El sistema capitalista está en una crisis terminal”, les dijeron científicos sociales que miraron la Hidra de cuerpo completo a través del “telescopio orbital anticapitalista” de Immanuel Wallerstein. “O sea que se confirma que es una crisis como nunca antes. Pero eso de que es la terminal, pues le desconfiamos nosotras, nosotros zapatistas, porque ya hemos escuchado eso antes”.

 

Es el viejo debate entre derrumbe y revolución que recién tuvo un nuevo episodio. Slavoj Žižek declaró que el Covid-19 daría al capitalismo el equivalente al legendario “golpe de los cinco puntos” que —como en la icónica película— hará explotar el corazón del oponente en los siguientes minutos, aunque de momento siga vivo. Claro que no es una “buena noticia” considerando los miles de personas que han muerto y que morirán, pero el filósofo observa “efectos secundarios potencialmente beneficiosos” como el potencial de hacernos pensar en una sociedad radicalmente alternativa, comprendiendo que no podemos seguir por el mismo rumbo.3

 

“Nada de eso sucederá” respondió Byung-Chul Han. “El virus no vencerá al capitalismo [...] tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza”. Retomando a Naomi Klein sobre la Doctrina del Shock nos advierte que es posible que veamos extenderse por el mundo el régimen de hipervigilancia policial digital —tan parecido a aquel capítulo de Black Mirror— que en China ya es una realidad. “No podemos dejar la revolución en manos del virus [...] Somos nosotros, personas dotadas de razón, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta”.4

 

Si fuera solamente el virus, quizá podríamos estar de acuerdo con Han. Pero el vaso estaba lleno y el virus llega como la proverbial gota con el potencial de derramarlo. Nos encontrábamos ya en este punto de enorme tensión en que el sistema empujaba con sus más agresivos artilugios tecnológicos (el llamado “fracking”) contra “los límites del crecimiento”, tratando de evitar el cumplimiento de la profecía del Pico del Petróleo. El pequeño virus desató una reacción en cadena que consolida el inicio del declive energético, con lo que pierden impulso tanto las utopías como las distopías hipertecnológicas.

 

Parafraseando también a Klein: esto lo cambia todo. La Hidra pudo regenerar sus cabezas en escenarios de abundancia de recursos (tanto energéticos como naturales y sociales). Hoy todo está en crisis. No es sólo el fin de la energía barata sino también la disrupción de la biósfera y la pérdida de productividad de todos los ecosistemas. Quizás no se extinga del todo, pero el capitalismo definitivamente no saldrá más fuerte del presente siglo. La Hidra podrá tal vez mutar para sobrevivir en ciertas regiones, pero disminuida, ya sin su alcance global actual.

 

Un horizonte de posibilidades emancipatorias

 

No es momento de bajar la guardia. Como ha señalado Nafeez Ahmed5, el estrés energético está detrás del incremento de violencia que padecemos actualmente, y en el corto plazo esto puede empeorar. Sin embargo, a largo plazo, los enormes ejércitos se quedarán sin gasolina y llegará un día en que los drones descansen en paz. No más turbo-colonialismo. Si bien es posible un retorno a sistemas de dominación a escala local, lo-tech y de metabolismo orgánico, se abre aquí un horizonte de posibilidades emancipatorias6.

 

Pequeñas comunidades con mayor grado de autosuficiencia, que han resistido en los márgenes del sistema —indígenas, campesinas, altermundistas, etc.— tendrán mejores probabilidades de adaptación en un mundo de escasos recursos y de variabilidad climática. Cambiará la balanza de fuerzas desbloqueando caminos para proyectos colectivistas, comunitarios, feministas y autonómicos que sepan caminar de forma regenerativa, potenciando a su paso la resiliencia de los ecosistemas. El futuro será local7. Recordaremos aquel día en que nos dijeron: “¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo. El día que fue el día, era noche. Y noche será el día que será el día,”8. Sabremos que tenían razón.

 

Iván González estudia la crisis global y los escenarios futuros para asesorar en la toma de decisiones de comunidades y proyectos en transición hacia formas locales y regenerativas.

 

 

1 Greer, John Michael (2015) After Progress: Reason and Religion at the End of the Industrial Age. Canada: New Society Publishers.

2 Todas las citas sobre la Hidra y el pensamiento zapatista vienen de: Subcomandante Galeano (2015) “Genealogía del crimen” en El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista I.

3 Žižek, Slavoj (2020) “El coronavirus es un golpe al capitalismo a lo Kill Bill...”, incluido en Sopa de Wuhan. Pensamiento Contemporáneo en Tiempos de Pandemias. Argentina: ASPO

4 Han, Byung-Chul (2020) “La emergencia viral y el mundo de mañana”, incluido en Sopa de Wuhan. Pensamiento Contemporáneo en Tiempos de Pandemias. Argentina: ASPO

5 Ahmed, Nafeez (2017) Failing States, Collapsing Systems. BioPhysical Triggers of Political Violence. USA: Springer

6 González-Reyes, Luis (2020) Colapso del capitalismo global y transiciones hacia sociedades ecomunitarias. Bilbao: Manu Robles Arangiz Fundazioa

7 Norberg-Hodge, Helena (2019) Local is our Future. USA: Local Futures

8 Comunicado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena – Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional del 21 de Diciembre del 2012.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209721

Del mismo autor

Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS