Vizarretea: “La estrategia del gobierno es que no tiene estrategia”

11/11/2020
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Emilio Vizarretea Rosales
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Si un gobierno no cuida la vida de sus ciudadanos, puede caer en el riesgo de volverse un delincuente por la vía de la complicidad o la omisión

 

La detención del general Salvador Cienfuegos en Estados Unidos es una falta de respeto para las Fuerzas Armadas y la presidencia de la República  

 

Frente al triunfo de Biden, el primer perjudicado será el presidente López Obrador, por su respaldo tácito y abierto a Trump

 

 Emilio Vizarretea Rosales, experto en temas de seguridad y defensa, ha valorado que “esperábamos más del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su gobierno”; sin embargo, el capital político que consiguió en 2018, por el alto grado de votación y la amplia legitimidad, lo ha dilapidado tras dos años de gestión.

 

Vizarretea Rosales advirtió que hoy en México, “no tenemos recursos. No apoyamos la planta productiva. Se nos cayó el empleo en cantidades asombrosas: más de diez millones de personas sin trabajo. No hay inversión. No hay confianza. El crecimiento económico es nulo. Qué es lo que viene. Solo podría decir: ‘Sálvese quien pueda’. Yo no tendría problema en reconocer si hubiera un solo acto o política favorable. Pero ya nadie puede esperar que el gobierno le resuelva un problema. Ni siquiera la vacuna contra el Covid-19”.

 

En entrevista reconoció que al mandatario mexicano no se le puede culpar de la irrupción de la pandemia; empero, “sí es responsable de las acciones no tomadas para combatirla”.

 

Además indicó que “si en el pasado se habló de los muertos de (Felipe) Calderón, los muertos de (Enrique) Peña Nieto; ahora los muertos de López Obrador ya rebasaron todas las expectativas. El nivel de contagio por Covid-19 es brutal, aunque luego se diga que ‘no pasa nada’. La cifra oficial se acerca a cien mil muertos”.

 

Desde el enfoque de Vizarretea Rosales, “la estrategia del gobierno es que no tiene estrategia. Lamento verlo así. Creo que el gobierno ya se acabó. No llegó a crecer. No da más. No hay dinero. No hay proyectos. El área que compete a las Fuerzas Armadas lo ayudará, aunque no será suficiente. Eso sí, para las Fuerzas Armadas será una misión por cumplir; pero el costo será muy alto”.

 

Para el académico y consejero de instituciones públicas y privadas, AMLO “no da pie con bola. No le está resolviendo ningún problema al país. Traemos en crisis las dos empresas estratégicas del Estado: Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Ambas son un barril sin fondo”.

 

¿Cómo interpreta los altos niveles de aprobación o popularidad que según algunas casas encuestadoras mantiene López Obrador?

 

—Eso es muy relativo. Ya le señalaron incluso el tipo de bots que trae: no son los millones que dice. Son la mitad. Ya veremos cómo le va con el parteaguas de la elección de 2021. Si le pasa como en Coahuila e Hidalgo donde recientemente perdió, será el caos. Hasta ahí llegó. Morena no ha logrado consolidarse como partido. Parece que aspira a convertirse en el viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI).

 

Por otro lado, ¿parece que al Ejecutivo federal le causa gracia la cobertura periodística sobre las masacres en el país?

 

—El presidente actúa en función de un interés que a veces pensamos es unipersonal. Tiene que llevar un discurso no digamos triunfalista, aunque a veces así lo demuestra. La verdad es que esto no le favorece. Cuando dice que ya se terminaron las masacres, al otro día le ponen masacres no recuerdo si en Guanajuato, Jalisco, Sinaloa, Sonora, Chihuahua o Tamaulipas. Esto es contraproducente. El tema es trágico. Los dichos que el presidente ha usado sobre la chancla, la abuela, la madre, provocan sonrisas. Esas sonrisas se traducen en coraje entre los familiares de las víctimas. No es una buena postura. Nadie le va a aplaudir.

 

En muchos temas están perdiendo la perspectiva. No hay una dosis de realismo. Hay reparto de culpas, pero no soluciones. El presidente ha dicho: “A los (mineros) de Pasta de Conchos los vamos a sacar”. Ni sabe lo que estaba diciendo. Ha declarado que encontraría, de ser posible vivos, a los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa. Eso es un abuso. Es jugar con la tragedia de otras personas. Es doloroso. Cuidado con esto porque se puede volver un gobierno de cuento y, a la larga, la sociedad lo castiga. No solamente es un tema electoral. La molestia es real. Ahora, en sus giras, el presidente tiene que salir por la puerta trasera. No es algo agradable. El costo es verdadero.

 

¿Es de deducir que no coincide con la forma en que el gobierno de la Cuarta Transformación ha enfrentado la pandemia del coronavirus?

 

—Culpar a los mexicanos porque son hipertensos, diabéticos o no se cuidan, es poco responsable. El tema es qué hace el gobierno para proteger a su sociedad y sus individuos bajo esas condiciones. Al presidente se le cuida todos los días y cada vez que tiene un menor riesgo, se le aplica una bomba de salud; sin embargo, eso no ocurre con el 99.9 por ciento de los mexicanos. Es cierto, son condiciones de la pandemia, pero no hacemos pruebas, no checamos, usamos el dinero para otra cosa, no hay medicamentos. Otro problema que viene es el siguiente: los trabajadores de la salud, quienes deben de atender en la primera línea de batalla a los enfermos, lamentablemente están cayendo. Y cada vez que fallece una de estas personas, se acrecienta la curva porque no va a haber atención. Es un asunto que ya se les ha hecho notar a todos los tomadores de decisiones. Si un gobierno no cuida la vida de sus ciudadanos, puede caer en el riesgo de volverse un delincuente por la vía de la complicidad o la omisión. He sabido de muchos que han caído porque no tienen dónde los atiendan. Cada vez que el presidente dice que aquí hay 60 por ciento de camas, tenemos medicamentos que traemos de China, van 22 aviones; pero los mismos médicos dicen que eso que han traído no sirve.

 

No nos podemos pasar la vida culpando a otros de lo que no hacemos nosotros y sobre todo si son nuestros errores. A veces no nos damos cuenta; pero si te lo están diciendo todo el tiempo y, además, si el presidente tiene el gusto por revisar lo que se publica o se dice, que le digan por qué y dónde está fallando. El tema no está resuelto. Ha afectado a víctimas sin capacidad de defensa como menores de edad, jóvenes y mujeres.

 

¿Cuál es su diagnóstico sobre la detención del general Salvador Cienfuegos en Estados Unidos?

 

—De inicio, me pareció una falta de respeto a dos instituciones: a las Fuerzas Armadas y a la presidencia de la República. La falta de información del presidente sobre el tema habla de gran carencia de cercanía con las autoridades estadounidenses. El general Cienfuegos, si fuera el caso, no es un criminal común y corriente. Es un hombre que ha servido al país por más de 50 años. Se puede discutir si es o no culpable; eso se tiene que comprobar. Con este caso, se tiene que defender el Estado de Derecho, la presunción de inocencia y el debido proceso.

 

Si la DEA se ha equivocado —que puede ocurrir—, será lamentable; pero el daño causado a dichas instituciones, amén del perjuicio al propio general Cienfuegos, es verdaderamente deplorable. Al rato van a venir por el presidente porque él, de acuerdo a la legislación patriota estadounidense, es un narcodelincuente, al haber liberado a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín el Chapo Guzmán. En una conferencia mañanera, sin que nadie le preguntara, asumió que él lo había hecho. Todo esto es especulativo, pero ya se volvió un riesgo grave. Yo no lo tomaría a broma.

 

¿Qué otras consecuencias se han derivado por la captura de este Alto Mando castrense?

 

—El presidente López Obrador siendo tan belicoso, tan rijoso, con respuestas a bote pronto en temas menos trascendentes que éste, se echó para atrás. No lo entiendo. Está perdiendo el apoyo para su proyecto de los únicos aliados que le quedan: las Fuerzas Armadas. No puede actuar así. Él es parte de la estructura. Es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Si no mantiene la cadena de mando con respeto, conocimiento y trato, perderá lo poco que le queda. Sabemos que el presidente traía un discurso de odio contra las Fuerzas Armadas. Con el tiempo, pasó a un discurso amoroso. Pero lo que se requiere es de una comprensión mutua. En este momento, el presidente se ha equivocado.

 

El general Cienfuegos no es cualquier ciudadano. Es quien tuvo bajo su mando a las Fuerzas Armadas por seis años. Poco importa que no sea en el actual sexenio. El presidente ha tomado decisiones atrabiliarias, atrabancadas. Dijo que ‘vamos a correr a todos los que hayan estado cerca e involucrados’. A este paso, nos quedaríamos sin Fuerzas Armadas porque todos, en la cadena de mando, están adscritos a ellos. Los generales, coroneles…, no los traemos de Marte. El presidente parece no entender esto.

 

¿Cómo está procesando la tropa del Ejército esta noticia?

 

—Ha generado incertidumbre. 

 

Ahora que Joe Biden se perfila como el presidente 46 de la Unión Americana, ¿las cosas podrían cambiar?

 

—La impresión que tengo es que el primer perjudicado será el presidente López Obrador, por su respaldo tácito y abierto a Donald Trump. Creo que podría haber un buen entendimiento a nivel intermedio. Por ejemplo, si Joe Biden entiende qué pasó con las Fuerzas Armadas podría favorecerle no solo a Cienfuegos, sino también al tratado de colaboración entre las Fuerzas Armadas de México y Estados Unidos. La manera en que actuó Trump las desgastó mucho.

 

¿También sería oportuno pasar a una discusión de fondo sobre el papel de las Fuerzas Armadas en México?

 

—Yo quisiera que ocurriera, pero lo dudo. En este momento, la estructura de las Fuerzas Armadas está lastimada. No van a querer nada. Menos con Estados Unidos. Será más fácil, con toda la imposibilidad del caso, que hubiera un acercamiento con China, que con los vecinos del norte. Viene un periodo oscuro. Y no sé cuánto pueda durar. Ojo también con esto: la vicepresidenta Kamala Harris, que votó en contra del Tratado de Libre Comercio (T-MEC), trae una agenda de defensa de las bases originarias, lo que serían aquí nuestras bases indígenas. Para nuestro colmo, nosotros seguimos recurriendo a los indígenas para ceremonias, para invocar a la madre Tierra, aprovecharlos para el Tren Maya; pero no tenemos una estrategia de atención y solución de sus problemas. De hecho, ahora mismo, les hemos quitado todo su presupuesto. El amor que no se refleja en la nómina es pura retórica o abuso. 

 

Al margen de quien gane en Estado Unidos, nosotros tendremos problemas. México es su primera frontera.

 

¿Militarizar los cuerpos policiacos será la vía más adecuada para enfrentar la crisis de seguridad?

 

—El gobierno y el presidente, en particular, requieren ese proceso. El tema de las crisis será muy fuerte. Ya traemos la crisis de salud, económica, de confianza, de seguridad y, con el proceso electoral de 2021, se viene una crisis de gobernabilidad. Para eso necesita de las Fuerzas Armadas. No hay de otra. El asunto de la Alianza Federalista de gobernadores no es gratuito. Es el resultado de la concentración de poder, de centralización de decisiones. El presidente todavía tiene el respaldo de las clases que apoya económicamente. Pero la clase media está perdida. Los ricos están perdidos. Nadie quiere tratar con el presidente.

 

¿Cuál es su balance de la gestión de Alfonso Durazo Montaño al frente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), que ha renunciado para ir a competir por el gobierno de Sonora?

 

—Hizo lo que pudo. Aunque no hizo mucho, por las condiciones. De origen, no tenía una formación en la materia. Fue aprendiendo en el camino. Una de las cosas que más aprendió fue a tener paciencia y no precipitarse. Actualmente, eso es una virtud porque en el estilo personal del presidente López Obrador, cree que si dice una cosa, ya ocurre. Lo cual no es así. A Durazo le tocó un momento muy difícil porque en esta administración vamos a tener el día, el fin de semana, el mes o el año más trágico de víctimas de homicidios dolosos. Esto es muy fuerte. Y si agregamos los feminicidios, las cifras crecen más.

 

Las cosas en materia de seguridad no dependen de una persona. Dependen de circunstancias, coordinación, apoyo y muchos recursos. Ayuda la experiencia, sí, y el saber.

 

El balance general, con todos sus matices, es que logró impulsar estructuras —la SSPC y la Guardia Nacional, que no son poca cosa— y los procesos que trae también son importantes. Aunque no se dieron los resultados que quisiéramos, se avanzó.

 

El balance es trágico, por un lado, de oportunidad, por otro, y de ciertos avances; pero a la sociedad no le ha ido bien.

 

 —¿Se logró revertir la tendencia en materia de homicidios dolosos?

 

—No lo creo. Cierto que es un plazo corto, de casi dos años, pero permite valorar la tendencia. Y mientras la cabeza no tenga una visión de las cosas, me refiero al presidente del país, será difícil que sus colaboradores puedan generar un cambio o aportar cosas distintas. La estrategia, si es que así se le puede llamar al tema de “abrazos, no balazos”, es un error, un equívoco. El presidente tiene que cambiar, porque la tutela de la seguridad nacional, la seguridad interior y la seguridad pública, dependen de él. La realidad no va a cambiar. Quien tiene que cambiar es el Ejecutivo. La realidad enseña además que no se puede andar equivocando porque los costos para la sociedad son muy altos.

 

Ahora llega Rosa Icela Rodríguez Velázquez para encabezar la SSPC. ¿Qué expectativas genera este nombramiento?

 

—Tiene una ventaja: es periodista. El periodismo aguza la mirada. Rosa Icela Rodríguez goza de la confianza presidencial, pero no es suficiente. Su experiencia tiene que ver más con la atención a víctimas, es una visión de gabinete, no tiene experiencia en campo.

 

A Rosa Icela Rodríguez le toca recoger los bártulos caídos por la salida de Durazo. Todos deseamos que su experiencia con el coronavirus, le haya permitido pensar bien las cosas porque estará a cargo no solo del área que comprende la Ciudad de México —que en sí es un asunto complejo—, sino de todo el territorio nacional, más otros condicionamientos agregados. Por ejemplo, el tema con las agencias gubernamentales de inteligencia, seguridad y defensa en México. Lo va a tener muy de cerca sobre todo por el caso del general Cienfuegos.

 

Más aún, Rodríguez está protegida por dos posibles sucesores de López Obrador: Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. Eso le podrá permitir avanzar en temas como el feminicidio —muy delicado—, y en otros más, como el de los reclusorios, que lo traemos por la vía de la amargura.

 

¿Pareciera que la situación de los reclusorios es cada vez más compleja?

 

—Las cárceles se volvieron en una forma de vida de la que no quisiéramos ver ni saber, como en antaño eran nuestras vecindades del quinto patio. En esta situación deberíamos de tener los instrumentos jurídicos, tecnológicos y recursos humanos preparados suficientes. Pero como otras asignaturas, esta fue descuidada. Hoy mucha de la extorsión sale de las cárceles. No es tan sencillo. Es un trabajo fuerte, muy delicado que reclama inteligencia y tecnología. Pero lamentablemente no le hemos dedicado la suficiente atención ni asignado los recursos necesarios.

 

¿Cómo va la institucionalización de la Guardia Nacional?

 

—Desde el inicio pensé que este era el único proyecto realmente viable de la actual administración. Lo sostengo, aunque no con la misma firmeza. Tenemos un problema: No pienso que el presidente haya engañado a la sociedad de que no habría militarización y de pronto pasa la Guardia Nacional como un activo de la Secretaría de la Defensa. La decisión ha llamado la atención. No nos engañemos: de acuerdo con documentos que han circulado, la Guardia Nacional ya está asignada a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).

 

Perfil

 

Emilio Vizarretea Rosales (Acapulco, Guerrero, México) es Doctor en Teoría Crítica. Sus principales líneas de investigación comprenden cuestiones diversas sobre seguridad nacional y estudios estratégicos. Ha sido profesor e investigador en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Centro de Estudios Superiores Navales (CESNAV) y el Colegio de Defensa Nacional (CODENAL). Es autor, entre otros libros, de Un viaje con Platón (2013), Poder y seguridad nacional (2014), El saber político: Platón y Aristóteles (2016) y Sobre el discurso estratégico (2016). Su obra más reciente se titula Pensar México: una introducción a la seguridad y defensa nacionales (septiembre de 2020), que circula bajo el sello de la Secretaría de Marina-Armada de México.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209713
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