La pandemia, retos y desafíos de la sociedad

14/10/2020
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Foto: https://aldianoticias.mx
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La pandemia ha dejado al descubierto, necesidades y problemas sociales, asimismo, obligó a los gobiernos dar respuestas inmediatas de corto y mediano plazo para evitar el caos o la anomia social. El Covid-19, generó las condiciones hacia la realización de cambios y transformaciones sociales, para que, de esta incertidumbre y recesión, en lugar, de salir débiles se surja fortalecido. Los sectores despreciados y abandonados del neoliberalismo, como la educación, la salud, agricultura, la investigación científica, se convirtieron de forma repentina en más que importantes, en estratégicos. La pandemia creó retos y desafíos en la sociedad, en especial, en la economía, agricultura, salud, investigación científica, los cuales, para ser solventados, se necesita que las medidas estatales combinen la ayuda asistencialista con los cambios estructurales, de lo contrario, se saldrá de la pandemia, en peores condiciones de cómo se entró, y no se aprovechó la coyuntura histórica nacional e internacional. La pandemia urgió de la modernización de las instituciones del Estado, la digitalización de procesos y de los mecanismos tradicionales de atención al público, la elaboración de la normativa que regule el teletrabajo, la reactivación e industrialización del agro, la universalización de los servicios médicos, convertir la investigación científica en eje transversal de todos los niveles de la educación, regular y supervisar la calidad de la educación en línea. Para la realización de este trabajo se consultó repositorios académicos, también, se participó en conferencias y conversatorios en línea.

 

Introducción

 

En este trabajo se pretende identificar algunos de los principales retos y desafíos que se crearon y otros que se evidenciaron con la llegada de la pandemia, los gobiernos les trataron de dar respuesta inmediata, con el objetivo de disminuir el índice de propagación; asimismo, las medidas económicas, que ipso facto se adoptaron, pero sin paralizar completamente el sistema productivo, que permitiera la supervivencia de los habitantes, en el contexto de cuarentenas y leyes de emergencia. No obstante, lo anterior surge la pregunta ¿Cuáles son los retos y desafíos que el Estado debe de superar pospandemia?

 

En este contexto, surge la necesidad de situar en este lapso especial, la oportunidad de realizar ciertas modificaciones en las estructuras del Estado, enfocadas en la modernización del mismo, que podría conducir a una refundación, al modernizar procesos y dinámicas estatales, con un abordaje de equidad y justicia. Es una oportunidad histórica para los gobiernos, porque en tiempos “normales” no se podrían implementar de forma relativamente expedita, sino, que demandarían un largo proceso, que generaría, cierta conflictividad social.

 

Una de las limitantes de este trabajo, es que este problema no ha sido investigado, la bibliografía que existe, ha sido escrita en el desarrollo de la pandemia, por lo tanto, no es concluyente; no obstante, la documentación coyuntural es abundante, y ha sido abordada desde diferentes disciplinas. Para la obtención y la interpretación de los datos y de información se consultaron informes, documentos, revistas, libros, periódicos, etc., en repositorios de universidades, redes sociales de investigación científica, Organizaciones No Gubernamentales y de organismos especializados de la Organización de las Naciones Unidas (ONU); asimismo, se participó en webinars de instituciones académicas que abordaron la temática.

 

Entre los objetivos de este artículo es analizar como el distanciamiento físico provocó un acercamiento virtual, y de cómo las relaciones interpersonales tradicionales se transformaron en virtuales; Estudiar como el teletrabajo fue adoptado por el sector público y privado, y su incidencia en el aumento de la productividad; analizar que la educación y la cultura virtual, desde ahora, es parte fundamental de su desarrollo e innovación; explicar como la pandemia evidenció que la ciencia y la tecnología son parte primordial del progreso nacional e internacional; exponer la necesidad de la transformación digital de la sociedad y comprender la importancia de realizar cambios en la institucionalidad del Estado.

 

Las implicaciones prácticas de este estudio son que las propuestas planteadas sean retomadas por el sector gubernamental, con el propósito de realizar cambios estructurales y reformas en la institucionalidad de Estado, no dejar escapar este momento histórico, para profundizar la democracia de los países y la modernización de los Estados.

 

Breve contextualización pre Covid-19
 

La vida transcurría, sin preverse en el horizonte algún cambio radical al interior de los países que conforman el concierto internacional, ni mucho menos, en las relaciones internacionales, los flujos de mercaderías y personas se trasladaban, como de costumbre. El intercambio económico nacional e internacional; asimismo, el sistema financiero funcionaba sin importar si era justo o no.

 

Mientras tanto, los filósofos, sociólogos, politólogos, biólogos, químicos, y economistas no realizaron proyecciones de cambios drásticos en la sociedad, se investigaba en las ciencias naturales y sociales sobre los temas históricos y contemporáneos, se abordaban problemas y necesidades que existían en esa coyuntura. Los científicos, si no estaban preparados para lo inimaginable y lo imprevisto, significa, que científicamente no se realiza investigación para contrarrestar lo inesperado. No obstante, hubo algunos científicos que alertaron de la aparición de una pandemia de influenza, “La rápida propagación del nuevo coronavirus atrapó a la mayoría del mundo sin preparación a pesar de haber tenido décadas de advertencias por parte de los científicos” (Marantz, 2020, párr. 2).

 

Sí el talón de Aquiles de la actual sociedad, es que no se está preparado para el absurdo o para aquella situación que dentro de la normalidad se pueda calificar como impredecible, significa, que esa deficiencia es la mayor vulnerabilidad. Los gobiernos, cuando abordan el peligro o una amenaza a la seguridad nacional, se piensan de forma inmediata, desde el punto de vista militar, porque se teme un ataque ofensivo militar o un acto de terrorismo.

 

Asimismo, cuando se piensa en el crecimiento económico y en el desarrollo social, y ser competitivo en el área económica, se da por hecho, que estas dos situaciones pasan necesariamente por la innovación tecnológica y la investigación científica, enfocados en la mecanización, digitalización y robotización de los medios de producción, con el propósito de bajar costos, por la agilidad, velocidad y cantidad de mercancías, pero sobre todo, por la disminución sensible de la fuerza de trabajo, lo que se traduce en una mayor producción de alta calidad, fabricada en tiempos récords, sin lidiar con las prestaciones sociales a los trabajadores y con los sindicatos. Amén, que a mayor cantidad de producción, los costos son cada vez más bajos, hasta llegar, prácticamente a la gratuidad del producto (Martínez, 2014).

 

Las sociedades, después de la Segunda Guerra Mundial, se han enfrascado, desde esa época, en dos áreas, primero, en una carrera armamentista, innecesaria, puesto que se conoce, a partir de 1960, que existía un equilibrio del terror, debido a que, en una conflagración internacional, no existirá vencedores ni vencidos, una Tercera Guerra Mundial, se convertirá en la eliminación de la humanidad sobre la faz de la tierra. No obstante, la carrera armamentista continúa hasta la fecha, con el agravante que están militarizando el cosmos.

 

La segunda prioridad de los gobiernos, es profundizar el área de servicios, en particular en el saber hacer y cómo hacer, con énfasis en la invención y registro de patentes en el sector tecnológico y científico, aplicado al procesamiento de bienes de consumo, que pueden ser fármacos, piezas o partes de maquinarias para la industria química, energía, textil, construcción, minerales, alimentación, etc. “La importancia del sector servicios en el desarrollo económico ha aumentado en las últimas décadas con un progresivo fortalecimiento de su peso en la actividad económica y la generación de empleo” (López Giral y Muñoz Navia, 2016, p. 257).

 

La carrera armamentista, por un lado, teóricamente es con fines disuasivos, sin embargo, obviamente el objetivo es belicista, y como el negocio consiste en producir para vender, así que se dedicaron a conceder al crédito a países, que privilegiaron a las fuerzas armadas sobre la educación y la salud. El negocio radica en la rentabilidad de los conflictos bélicos entre Estados e invasiones militares.

 

 Para poner en perspectiva esta realidad, un dato: la estadounidense Lockheed Martin, el mayor fabricante mundial de armamento, ingresa cada año más de 34.000 millones de euros, cifra superior al PIB de 97 países y cinco veces el presupuesto de Naciones Unidas para misiones de paz. (Bautista, 2016, p. 2)

 

Por el otro lado, la innovación tecnológica y la investigación científica aplicada a la producción, con el propósito de acrecentar las fortunas de los consorcios económicos transnacionales, y lograr obtener una plusvalía altísima, por parte de los propietarios de los medios de producción, da como resultado, que al final, el trabajador recibe un salario simbólico, “Sin embargo, esta previsión de capital e inversión conlleva al abaratamiento de los productos; así, lo primero en sacrificarse es la mano de obra” (Llanos Encalada, 2016, párr. 13). Existe crecimiento económico, para los empresarios; por muy altas, que sean las ganancias de la élite económica mundial, no se traduce en una mejoría de los salarios de los trabajadores, al contrario, son más explotados.

 

Los países del Tercer Mundo continuaban vendiendo sus recursos naturales en calidad de materia prima a los países del Primer Mundo, a precios impuestos por los adquisidores, y los países pobres compraban insumos industriales y servicios a los países del Norte a precios definidos por estos últimos. El comercio injusto Norte-Sur proseguía con “normalidad”. Los ciudadanos de los países como eufemísticamente les llaman “en vías de desarrollo”, luchaban contra: la corrupción de sus gobernantes, la depredación del medio ambiente, la pobreza y falta de alimentos, etc.

 

Estudios de la FAO (Agencia de la ONU para la alimentación) señalan que, con las actuales fuerzas de producción agrícola es posible alimentar a 12.000 millones de seres humanos, es decir, casi el doble de la población mundial actual. Hay una crisis alimentaria porque no se produce para el bienestar humano sino en función del mercado, la especulación y rentabilidad de las grandes productoras y comercializadoras de alimentos. (Morales, 2012, párr. 1)

 

El mundo seguía su cauce normal, con las diferentes dicotomías, bueno – malo, justo – injusto, inclusión - discriminación, transparencia – corrupción, etc. Cuando, de repente, apareció la pandemia en China, a finales del año 2019, y para enero del 2020, Europa estaba contagiada, en un principio Italia y España, luego se expandió en cuestión de días, por los demás continentes. Los avances en la ciencia y la tecnología no tenían el nivel de desarrollo científico necesario, para hacer frente de manera rápida y eficiente para contrarrestar la propagación del Covid-19.

 

El distanciamiento físico dio origen al acercamiento virtual


 

El distanciamiento social surgió de las cuarentenas establecidas por las autoridades locales o nacionales, como primer paso, para evitar la propagación del Covid-19, es decir, las personas fueron confinadas en sus domicilios, se limitó o en otros casos, se prohibió la circulación de las personas, lo que significó, que se paralizó gran parte del aparato productivo, se permitió el funcionamiento de algunos rubros estratégicos por ejemplo, la fabricación de medicamentos, implementos de bioseguridad, supermercados, abarroterías y farmacias entre otros.

 

La cuarentena, no significó literalmente 40 días de aislamiento domiciliar, se comprobó su efectividad para evitar que aumentara el número de personas contagiadas, lo que permitió que los hospitales no colapsaran en su infraestructura y capacidad instalada. En un inicio, esa fue la única medida eficaz a falta de fármacos ad hoc, para evitar la propagación del contagio de la enfermedad, debido que se evitó a las personas contagiadas transmitir el virus de forma masiva, de lo contrario, hubiera generado un contagio colectivo de tipo exponencial sostenido.

 

La cuarentena fue reforzada con campañas de salud pública, para limitar en la medida de lo posible que se diera un ascenso de la curva de la propagación del corona virus, por ejemplo, la higienización y el uso de tapabocas. Como caso exitoso se puede mencionar el “manejo adecuado de la emergencia sanitaria, tomando medidas efectivas para controlar la velocidad y el radio del contagio (aplanar la curva), así como para evitar el colapso de los servicios sanitarios y atender adecuadamente a las personas ya infectadas” (Wielewski, 2020, p. 34).

 

Las cuarentenas, en algunos países han terminado, menos el concepto de distanciamiento social, ciertos países, la han desregulado, otros han abierto las economías, pero en ambos casos, el distanciamiento continúa como una medida para limitar el contagio. Sin embargo, en estas circunstancias de emergencia nacional de salud pública, la ciudadanía, es cuando más cerca ha estado de sus amistades, familiares, vecinos, compañeros de estudio o de trabajo, a través de las redes sociales, en sus distintas modalidades, desde chats, Webinars, Messenger y WhatsApp con distintos fines. Significa, que realmente lo que hubo fue un acercamiento social. “La pandemia nos ha obligado a muchas personas a mantenernos en casa, sin embargo, no estamos totalmente distanciados gracias al internet y las redes sociales nos mantenemos constantemente interconectados con nuestros seres queridos y conocidos” (Rodríguez, 2020, p. 1).

 

La ciudadanía en el contexto de la pandemia estuvo integrada, vinculada y super informada, de lo que ocurría en sus localidades, de igual forma, en el ámbito nacional e internacional. El ciudadano se convirtió en los sentidos humanos, y primó la vista y el oído, los sucesos y hechos cotidianos y extraordinarios se viralizaron con mayor facilidad, los dispositivos electrónicos jugaron un papel importante como agentes directos del proceso de socialización. Los noticieros nacionales e internacionales iban detrás del desarrollo del suceso y de la información brindada ipso facto e in situ, las fronteras de los Estados y la lejanía de los continentes se acercó a los más recónditos lugares urbanos y rurales. Los medios de comunicación y las declaraciones de funcionarios y personalidades, por lo general, no eran para informar sobre acontecimientos, sino que dar explicaciones, de lo conocido previamente por la ciudadanía.

 

Estamos pasando más horas que nunca frente a las pantallas de nuestros dispositivos digitales : teléfonos móviles, ordenadores, tablets o televisores inteligentes…101  Consumiendo de todo: informaciones, series, películas, memes, canciones, fotos, teletrabajo, consultas y trámites administrativos, clases online, videollamadas, videoconferencias, chateo,  juegos de consola, mensajes… El tiempo diario dedicado a Internet se ha disparado102. (Ramonet, 2020, párr. 96)

 

El fenómeno del Covid-19, desde el punto de vista de la salud, lo trataban de conocer y de interpretar en el desarrollo mismo de la pandemia, los cambios sociológicos acontecidos en la sociedad, se producían de forma vertiginosa e inédita, los instrumentos de análisis teóricos tradicionales no previeron estos cambios sociales súbitos, y trataban de acomodar a los planteamientos teóricos de los científicos sociales clásicos al nuevo fenómeno, lo cual, se convertía en tratar de meter, a como diera lugar, en una camisa de fuerza teórica la realidad en desarrollo.

 

La pandemia se convirtió en una “dictadura”, que por razones médicas el llamado distanciamiento social o confinamiento domiciliar se hacía ver como indispensable, para evitar contagios y fallecimientos; “Cuando se producen brotes de enfermedades infecciosas graves, muchas dimensiones rutinarias de la vida diaria pueden ser desorganizados, a medida que aumentan la incertidumbre, el miedo y la ansiedad, se producen cambios rápidos y se imponen restricciones”(Lupton, 2020, p. 1).

 

No obstante, podría haber un acercamiento físico prudencial, al guardar las medidas profilácticas requeridas, sin necesariamente adquirir el virus del Covid-19; hubo colectividades en algunos países como por ejemplo España (RTVE.es/AGENCIAS, 2020), Alemania (Knight, 2020) y Argentina (Serna, 2020) en los que algunos ciudadanos se manifestaron en contra de las restricciones que conllevaba la cuarentena, y a favor del regreso de la “normalidad”, es decir, se le perdió el miedo a la otredad, se disipaba el temor reciproco.

 

Los lugares de residencia de confinamiento, obviamente han sido en diferentes condiciones, “en hogares de reducidas dimensiones e insalubres frente a quienes habitan casas con un pequeño jardín o los que disfrutan de grandes mansiones”(Velasco, 2020, párr. 2), pero en los tres casos, es encierro, el ser humano es social por naturaleza, por eso prima la libertad sobre la vida, porque es el individuo el dueño de su existencia, y será quien tiene la autodeterminación soberana, para decidir, si se contagia, y admite el costo de las penalidades que causa la enfermedad y acepta incluso la letalidad (necro conducta). La decisión del contagio y la muerte por voluntad propia, choca contra las personas que admiten y acatan las restricciones impuestas por las autoridades, porque no quieren infectarse y sufrir los achaques, mucho menos morir.

 

Según la filósofa Valentina Bulo (2020) de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile:

 

Hay filosofía a la que yo me he aferrado por sobrevivencia en esta época como la de Epicuro, que habla que podemos encontrar infinitos placeres en lo mínimo. Que, aunque puedes estar encerrado en un lugar de pocos metros, aun así, puedes lograr encontrar matices de placer en cosas muy pequeñas. (Espósito, 2020, párr. 8)

 

Según lo observado, en esta contradicción, los que se inclinan por la apertura total de la sociedad, por lo general son los jóvenes, sin ataduras matrimoniales y que viven intensamente el momento, sin importar las consecuencias; uno de los principales resultados, es que ellos puedan ser vehículos de transporte del virus a su casa, donde pueden habitar sus padres y abuelos, que forman parte de la población vulnerable y, por lo tanto, son susceptibles de perder la vida.

 

Qué tiene más importancia, el placer del momento o la pérdida física de sus progenitores, de dónde nace este individualismo o egoísmo a ultranza, será consecuencia de los sistemas educativos neoliberales, los modelos de producción o los sistemas políticos. Es un individualismo que marca la vital importancia del placer del individuo sobre las otras personas y cosas, es la manifestación del antivalor de lo malo y lo injusto. Para Epicuro, “el mayor placer se produce cuando el dolor ha sido eliminado, el valor instrumental que otorga a la virtud, su tesis de la justicia como un pacto convencional entre los hombres” (Epicuro, 1997, p. 14).

 

El individualismo en mención se complementaba con los intereses económicos de empresarios, que privilegiaban la apertura económica ipso facto, sobre la salud y la vida de los ciudadanos, aquí se conjugaba el placer con los intereses económicos, con la diferencia que el dolor y los muertos no los pondrán los propietarios de las empresas, sino los trabajadores, clientes y usuarios. Observamos, que lo importante en unos es el placer y en otros la ganancia, no obstante, también la necesidad, en el caso de las personas de bajos ingresos económicos y desempleados, que requerían, urgentemente percibir salarios para el sustento individual o familiar.

 

La idea de individualidad está sostenida en esta concepción inmunológica en la que siempre algo tiene que quedarse afuera para que funcione. Y esto en las políticas estatales para atravesar la crisis se nota todo el tiempo, todo el tiempo hay una decisión sobre cuál va a ser la línea de corte. Lo que importa es la vida, pero en función de eso ¿cuáles vidas importan? Y qué decisiones vamos a tomar para proteger eso que importa. (OPLAS, 2020, párr. 15)

 

El individualismo, como resultado del distanciamiento físico, se podría interpretar también como un mecanismo de defensa de la persona, ante el posible contagio de la enfermedad, en esta connotación profiláctica, vendría a ser una especie de armadura de protección contra la transmisión del Covid-19. El enemigo no es el portador, sino el virus, pero, esta distinción no disminuye el temor hacia el otro, por lo que, el individuo y virus constituyen una sola unidad. El espacio sanitario, adquiere una importancia vital en las relaciones interpersonales en el espacio económico, social y político.

 

El teletrabajo aumenta la producción


 

El Covid-19 cambió de tajo la forma de realizar el trabajo, si bien es cierto, el teletrabajo, trabajo virtual, home office, o trabajo a distancia ya existía, con la llegada de la pandemia se generalizó, por ejemplo, en consultorios médicos, oficinas jurídicas, bufetes contables, servicios de instituciones del Estado y de la empresa privada. La modernización llegó de un solo, sin manual de instrucciones, lo que condujo al inicio a la improvisación en la aplicación de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), mientras se mejoraban en la marcha los procesos y las dinámicas.

 

Por ello es presumible que muchos administrativos y técnicos altos y medios de contabilidad, gestión de personal, gestión de compras y ventas, seguimiento cotidiano de clientes, asesoramiento, publicidad, preparación de formación de personal, etc. se consoliden en el teletrabajo después de la pandemia (Miguélez, 2020, p. 11).

 

Por un lado, el teletrabajo fue la válvula de escape para evitar el colapso económico, permitió a los trabajadores mantener sus plazas laborales, a las empresas e instituciones evitó que quebraran, “además de profundizar la precarización laboral, mediante esquemas de teletrabajo que extienden la jornada laboral”(Svampa, 2020a, párr. 23). Por otro lado, este modus operandi no estaba contemplado en las leyes primarias ni secundarias, lo que provocó que trabajadores hicieran uso de sus recursos particulares, a favor de las empresas y de las instituciones, por ejemplo, en la infraestructura, es decir, sus lugares de residencia, sus muebles, energía eléctrica, agua, internet, teléfonos y computadoras, entre otros, los horarios de trabajo se alargaron más de lo establecido, sin reconocimiento de las horas extras, “ejemplifican la pérdida de derechos conquistados gracias a la lucha de generaciones anteriores” (Franch, 2020, párr. 9).

 

Según Fausto Miguélez (2020)

 

La ley sobre teletrabajo puede regular jornadas, desconexión, espacios y útiles de trabajo, voluntariedad. Pero como sociólogo atisbo una serie de elementos que me inclinan a pensar que caminamos hacia un modelo más individualista de la gestión del trabajo o de las relaciones laborales. El trabajo presencial es un potentísimo instrumento de socialización en múltiples aspectos de la vida: condiciones de trabajo, derechos laborales y políticos, formación cultural, desarrollo personal. (párr. 12)

 

El teletrabajo regulado de acuerdo con el respeto a los derechos laborales, es beneficioso, tanto para las empresas e instituciones, como para los trabajadores; para el sector patronal porque dispondrá del espacio físico necesario y ahorro de recursos, además, el teletrabajo, por lo general se basa en competencias, objetivos, obvio que, con resultados tangibles como aumento en la productividad y la posibilidad de poder contratar recursos especializados en el extranjero, lo que contribuiría en convertir a la empresa o institución en más competitiva. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2020), “El distanciamiento social ha acelerado la transformación digital e impulsado procesos que buscan aumentos de la productividad y la eficiencia” (2020, p. 20).

 

Prácticamente, la institucionalidad del Estado ha tratado que las gestiones realizadas por los usuarios en las oficinas públicas de forma física, se trasladen al plano virtual, de esta manera, los edificios gubernamentales se han descongestionado, gracias a los trámites en línea. La utilización de las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación, como una necesidad en el contexto de la pandemia, se pueden adoptar en los organismos que conforman el Estado, por ejemplo, “El avance de tecnologías como el blockchain agiliza y hace más transparentes procesos, ya sean privados o públicos. Se puede utilizar para corroborar transacciones (por ejemplo, de bienes raíces o muebles registrables) sin necesidad de escribanos o abogados” (Montani, 2020, párr. 12).

 

En este mismo orden, observamos, que algunas de las clínicas médicas del Estado, prácticamente, han quedado vacías, por la atención en la modalidad de videollamadas o por teléfono, incluso, visitas residenciales realizadas a los pacientes por el personal médico y paramédico; asimismo, la entrega de medicina domiciliar, el seguimiento del tratamiento de los pacientes ha sido incluso más expedito y eficiente.

 

Está en vías de extinción el valor que se le otorgaba al trabajo por horas, es decir, al presencialismo, o sea, al tiempo transcurrido de que el empleado o funcionario estuviera sentado en una silla frente a su escritorio. Según Randstand (2020) una de las consultoras de recursos humanos:

 

El mundo post Covid-19 ofrecerá mayores posibilidades para formatos y experiencias flexibles y la inclusión de freelancers como parte del pool de talento de las organizaciones, …. Con la tecnología como facilitador, veremos el crecimiento de la ‘Gig Economy’, como se denomina a la economía de trabajo móvil, remoto, a demanda e independiente. (párr. 9)

 

Por el lado del sector laboral, el trabajador no tendrá el estrés de madrugar horas antes del inicio de la jornada de trabajo, ahorro de combustible o pagos de pasajes del transporte público, asimismo, se evita las molestias que causa la congestión vehicular, y obviamente, reduce la contaminación ambiental, a la vez, que favorecerá a disminuir el efecto invernadero, el calentamiento global y descongestiona el tráfico del transporte.

 

Es cierto que las cuarentenas han traído cielos limpios, una regeneración de la naturaleza y una concienciación de que una de las soluciones al colapso del transporte y a la contaminación en las grandes metrópolis es el teletrabajo (se calcula que, a nivel mundial, los trabajadores pierden un promedio de 2 horas al día en desplazamientos a sus puestos de trabajo, un coste que asumen íntegramente los trabajadores y que tiene un gran impacto ambiental). (Democracia Abierta, 2020, p. 17)

 

Según un estudio realizado por la organización mundial ecologista Greenpeace y el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA), la “contaminación del aire es una amenaza a nuestra salud y a nuestra economía. Cada año, la contaminación generada por los combustibles fósiles se lleva millones de vidas e incrementa los riesgos de padecer ataques, cáncer de pulmón y asma” (Greenpeace, 2020, párr. 3).

 

En este mismo orden, las capacitaciones, conferencias, diplomados, cursos de especialización, simposios, convenciones, congresos que se llevaban a cabo en el ámbito nacional o en el extranjero, pasarán a ser en plataformas virtuales, lo que dará por resultado, ahorro de recursos y tiempo, por ejemplo, en transporte terrestre o aéreo, hoteles, viáticos, etc.

 

La academia y la cultura virtual son una realidad
 

Las clases virtuales o e-learning tenían más de dos década de existir, entre sus objetivos, era aproximar la universidad a los sectores rurales o alejados de los centros de educación superior, asimismo, por cuestiones de horario de trabajo de los educandos y no poder estar a tiempo en las aulas del recinto universitario, el e-learning, “se centra principalmente en la disponibilidad, bajos costes y flexibilidad de todo el proceso” (Calvo, 2020, párr. 10). No obstante, algunas universidades privadas vieron la oportunidad de aumentar sus ingresos, las clases virtuales las concibieron o las redujeron al mercantilismo, o sea, como un negocio altamente rentable, porque, al profesor le siguieron pagando el mismo salario y a los estudiantes le cobraban exactamente los mismos costos, como si fuera presencial, con el agravante de la dudosa calidad académica y tecnológica.

 

El Covid-19 llegó a la mayoría de los países en el primer trimestre del presente año, y la medida inmediata, que los gobiernos tomaron fue, que el sistema educativo nacional trasladara las clases a la plataforma en línea, “soluciones para video conferencias han ayudado a que el ciclo lectivo no se haya interrumpido en muchos colegios y universidades. Además, se han multiplicado las conferencias, cursos y lecciones de todo tipo” (Montani, 2020, párr. 10).

 

La tele educación fue una medida adoptada como una necesidad para evitar la propagación de la pandemia, obviamente, sin tomar en cuenta la infraestructura y la capacitación tecnológica de los docentes, sin embargo, en la marcha se solventaron los obstáculos, los cuales constituyeron una oportunidad para modernizar la capacidad instalada de los sistemas educativos nacionales, tanto pública como privada, de estas manera se evitó, que los estudiantes de todos los niveles educativos perdieran el año lectivo y los docentes dejaran de percibir sus salarios. Según Branwen Jeffreys editora de educación: “La enseñanza se ha trasladado online, con clases virtuales a una escala jamás vista, pero eso ha resaltado la preocupación de que la pobreza digital está marginando a algunos niños: aun en economías desarrolladas” (Redacción, 2020, párr. 30).

 

El paso de lo presencial a lo digital, se enfrentó con la realidad, de que algunos sectores de la población, no contaban con acceso a internet, ni con los dispositivos electrónicos mínimos, en esta situación también se encontraban algunos docentes. Los Ministerios de Educación hallaron la forma, de que la población vulnerable no quedara fuera, por ejemplo, se entregaron computadoras, de igual forma, se elaboraron guías didácticas y otros recursos pedagógicos se los hicieron llegar y los docentes les dieron seguimiento.

 

Los desafíos a futuro son equipar a las instituciones educativas con centros de cómputo; que los alumnos posean una laptop en calidad de préstamo, mientras estudian, similar, cómo funciona el préstamo de libros en la biblioteca; gratuidad de internet para toda la población, porque se ha convertido en una servicio necesario y básico; elaborar los programas de estudio y su desarrollo en forma virtual a nivel nacional; que lo educación virtual sea el complemento de la formación educativa presencial; abandonar el modelo neoliberal de la educación y un mayor control de la calidad en el sector privado de la educación en todos sus niveles.

 

Debido a la pandemia el e-learning ha permitido de forma masiva e inmediata que la academia salga del claustro de los universitas campus, es decir, se ha dado una democratización de la educación obligada por las circunstancias, lo que ha permitido, que el proceso de enseñanza aprendizaje, no sea exclusivo del educando-educador, sino, para todo público interesado en los temas académicos o ávidos de conocimiento, la mayoría de este tipo de actividades son en tiempo real, y rompió los esquemas tradicionales, porque el público constituido por ciudadanos de diferentes países y continente, puedan interactuar con los expositores o ponentes, asimismo, con miembros del público. Según Carlos Maldonado (2020); “Jamás se habían realizado tantas charlas, conferencias y seminarios –webinars– como en los últimos tres meses; el número es creciente. Ello ha permitido un aprendizaje colectivo cuyos resultados son promisorios por alternativos” (párr. 17).

 

La educación en línea, además, de contar con video clases, presentaciones, talleres, fórums, etc., creados por los docentes, también algunos Ministerios de Educación crearon sus propias plataformas en la web, televisión y radio. En este mismo orden, se aumentaron las posibilidades de aprendizaje, a estas iniciativas nacionales se sumaron los repositorios de acceso abierto (Universidad de Coruña, 2020), los repositorios de universidades (Orantes, 2019) y bibliotecas nacionales se abrieron al público (Universidad de Salamanca, 2020).

 

Las posibilidades de adquirir educación y cultura se ampliaron, los museos y pinacotecas presentan visitas guiadas vía web, asimismo, presentaciones de obras de teatro, danza, conciertos, excusiones turísticas, de esta forma se democratizó, en cierta medida, la adquisición de la cultura, no era necesario viajar a otro país para presenciar una actividad cultural.

 

La pandemia ha venido a crear ciertos patrones culturales de comportamiento, por ejemplo, se puede obtener placer, sin realizar desplazamientos de grandes distancias y sufragar boletos de ingreso y, otros gastos indirectos que implican el transporte hacia el lugar de destino, “se puede esperar el cambio en algunos hábitos: menos viajes contaminantes, más cadenas de suministro locales, más paseos y ciclismo”(Llenque, 2020, párr. 3). Mientras no se encuentre una vacuna, las actividades en mención utilizarán la vía de internet para vender sus productos y servicios, lo que hace necesario disminuir y en el mejor de los casos cerrar la brecha digital entre la población de bajos ingresos económicos.

 

Las actividades culturales virtuales, pueden conducir a valorar y consumir las actividades culturales locales, por el ahorro de dinero, tiempo e inconvenientes, “una real orientación al consumo consciente (local, responsable, ético, más humano) (Hernán, 2020, párr. 11). El ahorro en el contexto de y post pandemia es una necesidad se sobrevivencia, debido a la recesión económica, como resultado del cierre de la economía, quiebra de empresas y pérdidas de empleo, etc. “La gente ahorrará más, lo que favorecerá la aparición de nuevos métodos de ahorro y productos financieros enfocados al medio y largo plazo” (EmprendeRioja, 2020, párr. 3). 

 

Este contexto es propicio para que las diferentes instituciones del Estado, por ejemplo, cultura, turismo, agricultura, economía y educación de forma coordinada, con las autoridades locales y organizaciones de la sociedad civil del lugar (hoteleros, restauranteros, promotores culturales, cultivadores, artesanos, etc.), para planificar y ejecutar un desarrollo social y un crecimiento económico, al fundamentarse en las producciones agrícolas y pecuarias propios del área geográfica, sitios arqueológicos, lugares históricos, parajes turísticos, arte culinario, confección y elaboración de artesanías, etc., por ejemplo, a través de fiestas patronales, ferias y carnavales. Mientras no se encuentre una vacuna, las actividades en mención utilizarán la vía de internet para vender sus productos y servicios, lo que hace necesario disminuir y en el mejor de los casos cerrar la brecha digital entre la población de bajos ingresos económicos.

 

Entre los cambios culturales encontramos, que los ritos de pasaje, de ser presenciales se han traslado al plano digital interactivo, por ejemplo, la agonía de una persona, celebraciones de fiestas rosas o claveles, cumpleaños, graduaciones, matrimonios, etc. ”David Chaum, un pionero criptógrafo, cree que el miedo a infectarse con el coronavirus está limitando las interacciones "en persona", dice, forzándonos a un "uso cada vez más escalofriante de los sistemas online" y la comunicación electrónica”(Abbany, 2020, párr. 9).

 

Existe el miedo de adquirir el Covid-19, individual que en sumatoria es colectivo, asimismo, de parte del Estado el temor que los contagios sean masivos y puedan hacer colapsar los sistemas de salud pública y privada; mientras no se encuentre la vacuna, es preferible que el contagio sea lento, porque se crea temporalmente cierta inmunidad de la población y es administrable. Este miedo, incertidumbre, angustia o precaución va a crear una nueva cultura de la prevención en los hogares, en los lugares de trabajo y en los espacios públicos o privados, por ejemplo, el uso de tapabocas, desinfección con alcohol u otro químico, toma de temperatura, que puede ser directamente o por sensores de escaneo. La higiene se convirtió en un factor más importante que los productos cosméticos de belleza, por el simple hecho, que es una exigencia individual y colectiva, se puede olvidar el perfume o la loción, pero no el desinfectante o el cubre boca.

 

Este cambio cultural, también ha afectado a las organizaciones sociales, debido a que la puesta en común es ahora vía internet, y no en asambleas presenciales, se supone que las protestas y manifestaciones ya no serán masivas, sino que representativas, en donde, guardarían el distanciamiento físico y utilizarían los respectivos tapabocas.

 

La pandemia evidenció la importancia de la ciencia y la tecnología


 

La pandemia puso en evidencia la necesidad de brindar importancia y valor al conocimiento científico, como eje transversal en todos los niveles educativos, asimismo, de crear y modernizar laboratorios, de igual manera, que los Ministerios de Educación, Ciencia y Tecnología supervisen periódicamente, que los laboratorios de los centros educativos cumplan con los estándares de calidad en la profesionalización del recurso humano, equipamiento e infraestructura. “Esta pandemia ha puesto de manifiesto la urgencia porque la comunidad científica tenga un rol político más activo y porque la ciencia adquiera un papel prioritario en la educación” (Gayozzo, 2020, párr. 15).

 

Ante esta pandemia, las universidades públicas y privadas, sobre todo, en los países del Tercer Mundo, no tuvieron protagonismo científico en las ciencias naturales ni sociales; es un desafío modernizar las leyes de educación superior, terminar con el mercantilismo educativo y la corrupción, se podría lograr con una reforma educativa; no sirve de mucho una cobertura amplia del sistema educativo, si es de bajo nivel académico, razón por la cual, se ha producido una sobre oferta de grados académicos y de posgrados, que ha creado una inflación profesional, y una devaluación de los títulos universitarios.

 

La crisis del Covid-19 es el resultado de la ausencia de una infraestructura robusta de ciencia e investigación que se mide, por ejemplo: por el número de médicos por habitantes; el número de doctores (Ph.D) con respecto a la población; la inversión en ciencia, tecnología e innovación. (C. Maldonado, 2020, p. 1)

 

Cuando la educación es con fines comerciales, la investigación científica, prácticamente es exigua, no existe capacidad para invención, innovación ni crítica, es la mejor fórmula, para no salir del atraso y ser dependientes. La base fundamental del desarrollo de un país, depende en cierta medida, del nivel de progreso de la ciencia y la tecnología nacional.

 

La transformación digital de la sociedad


 

Con la pandemia, el uso de las TIC se han masificado, los países con mejor desarrollo científico y tecnológico, son los que mejor las han utilizado y beneficiado en la incorporación de los diferentes ámbitos de la sociedad, que va desde la cotidianidad a lo estructural.

 

En este contexto las redes sociales, por lo general, han sufrido una digitalización considerable, las interacciones sociales tradicionales han pasado a ser relaciones sociales digitales, y estas últimas han reemplazado el contacto físico por la comunicación de diferente naturaleza, a través, de los dispositivos electrónicos. El hecho de que las relaciones sociales digitales han tomado fuerza, se debe al grado de eficiencia, asimismo, de ahorro de tiempo y de recursos.

 

Esta conectividad ha logrado un mayor acercamiento entre las personas en cualquiera de sus roles y status, permite la comunicación de forma directa con funcionarios y empleados públicos y privados, sin necesidad de hacer trámites burocráticos, a la vez, evita las citas, largas colas y tiempo de espera. La conectividad les ha dado más agilidad a los diferentes tipos de relaciones interpersonales, por ejemplo, en educación, laboral, familiar, amistad, comercial. Internet se ha convertido en un servicio básico, como el agua, la energía eléctrica, por la vital importancia que ha adquirido en la vida del ser humano, ha alcanzado el rango de un derecho humano.

 

El desafío de los países del Tercer Mundo, es brindar internet abierta y gratis en las ciudades (tecnología Wimax), que este servicio sea brindado y administrado por el Estado en coordinación con los gobiernos locales, estamos en una sociedad de la información y del conocimiento, al aspirar que la sociedad sea informacional, entonces, se le debe de proporcionar las herramientas de tecnología digital a la población, para crear conocimiento propio, que incida en lograr el avance científico y tecnológico del país.

 

En las relaciones sociales digitales se ha dado una fusión de lo social con lo tecnológico, hasta el punto que hay actividades, que sin el uso de la tecnología sería difíciles de realizar, de ahí la importancia, por ejemplo, en la medicina del escáner, cirugías robóticas, unidades electro quirúrgicas, monitores de pacientes y sondas. Las diferentes disciplinas del conocimiento humano, han incorporado en sus instrumentos de trabajo, los avances científicos y tecnológicos, con el propósito de ser más eficientes, entre ellos, encontramos la mecatrónica, el “Internet de las Cosas, drones, nanotecnología, conexión de redes, impresión 3D, etc.”(Montani, 2020, párr. 5).

 

A nivel micro, hemos observado que algunas personas perdieron la desconfianza de realizar compras de bienes o servicios vía internet, asimismo, de usar la tarjeta de crédito o débito para hacer transacciones económicas, en otras palabras, las compras vía web y la entrega a domicilio han marcado la práctica casi generalizada entre compradores y vendedores. Esta es una oportunidad, para que los gobiernos planifiquen y ejecuten políticas públicas para promover el comercio electrónico y a facilitar créditos para la digitalización de los procesos de las empresas.

 

«La situación de la COVID-19 ha impulsado el comercio electrónico, pero lo mismo está sucediendo con el comercio automatizado (a-commerce), sobre todo por la comodidad que significa para el consumidor», afirma Xavier García, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. (¿Cómo será el consumidor pospandemia?, 2020, párr. 5)

 

El incremento de las ventas en línea tuvo dos momentos, el primero, durante las cuarentenas, debido al cierre de los negocios y a la prohibición de los ciudadanos de salir de sus lugares de residencia, el segundo momento, abierto el comercio, los consumidores y usuarios es probable que opten por el comercio electrónico como medida de seguridad de salud personal, es decir, para evitar el contagio del Covid-19 u otra enfermedad contagiosa.

 

Cambios de la institucionalidad estatal ante la pandemia


 

El Estado, a través, especialmente del poder Ejecutivo ha desempañado un rol fundamental como regulador de las diferentes actividades de la sociedad, y en particular en la economía y la salud, este nuevo rol, choca frontalmente contra las teorías económicas y financieras neoliberales, que propugnaban, por la casi desaparición de las instituciones estatales, en especial, el sistema educativo y el de salud pública.

 

Lo que ha sido paradigmático, es que ante la profundización de la crisis causada por el aparecimiento del Covid-19, el gobierno, prácticamente se ha convertido en interventor, de esta manera, se retoman los postulados de John Maynard Keynes, como una necesidad, por la eficacia de su aplicación en tiempos de crisis, tal y como sucedió en la crisis económica mundial de 1929. La “resucitación” de Keynes, después de que el neoliberalismo desmanteló los programas del Estado de bienestar y el progreso de las prestaciones sociales, es una cuestión imperativa de salvavidas, es decir, que la antítesis de lo que propugnaban los neoliberales, incluso, también será su propio salvataje de la gran recesión mundial.

 

El desafío del Estado, consiste en que el gobierno tenga una posición más protagónica en la economía, esta no debe reducirse a proveedor de fondos financieros o facilitador en los pagos de los impuestos, créditos blandos, etc. Esta es una oportunidad para que el Estado se convierta en socio estratégico de los empresarios, de esta forma se dinamizaría más la economía, no solo por la inversión que el Estado realice en la empresa, sino, porque generará más ingresos a la hacienda pública, que se utilizarían en el financiamiento de la construcción de un Estado de bienestar para la población.

 

Además, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS):

 

La política económica debe contribuir a la reconstrucción a través de una política fiscal progresiva y un gasto público suficiente, eficiente, efectivo y equitativo, abordando las debilidades estructurales de los sistemas fiscales, como la baja carga tributaria, su estructura regresiva y la evasión fiscal. (CEPAL-OPS, 2020, p. 6)

 

Los neoliberales han hecho creer que la participación del Estado en la Economía es sinónimo de comunismo, también que el Estado es mal administrador, etc. No obstante, esta situación se está empezando a utilizar en algunos países por ejemplo en los países de la Unión Europea, “Bruselas ultima la aprobación de una norma que permitirá la entrada de los Estados en el capital de sus compañías, grandes o pequeñas y cotizadas o no, para evitar su quiebra ante el tsunami del coronavirus”(Garrido y Díaz, 2020, párr. 1).

 

La participación del Estado como socio de las empresas va más allá, porque se podrían nacionalizar empresas en quiebra, y convertir en rentables, y así contribuir a disminuir el desempleo y ayudar a impulsar el efecto multiplicador del dinero en la economía, que incidiría en reducir las brechas entre los estratos sociales. Estas acciones en un contexto diferenciado por sexo, pueblos indígenas y de origen africano, si son países pluriétnicos.

 

La pandemia evidenció la necesidad de la construcción de un proceso de sustitución de importaciones, y de impulsar el desarrollo de la industrialización nacional, con el objeto, entre otros, de evitar la fuga de divisas, crear nuevos empleos, aumentar la recolección fiscal, asimismo, contribuye a bajar los índices de la delincuencia y a disminuir la dependencia de productos importados, que pueden ser manufacturados o industrializados nacionalmente. Los países en vías de desarrollo, no pueden estar determinados, a solo ser proveedores de materias primas y consumidores del producto obtenido del procesamiento industrial de las mismas.

 

Los cambios estructurales combinan con programas asistencialistas temporales, por ejemplo, canastas o bolsas con alimentos, bonos o cupones de alimentos y ayuda económica. Esta época histórica es la apropiada, para que los gobiernos emprendan mega obras de construcción, por ejemplo, represas, autopistas, puertos, carreteras, edificios públicos. Las grandes obras de infraestructura servirán para la modernización física del país, y, sobre todo, por la generación de empleo, activará el mercado porque produciría efecto dominó en varios rubros de la economía, en especial la producción de alimentos, y aumentará el consumo de otros bienes y servicios. Según, Boaventura de Soua Santos, “la pandemia es una ventana de oportunidades para empezar a cambiar las cosas” (Fernández, 2020, párr. 7).

 

Por otra parte, en lo que respecta a la reactivación de la agricultura, no solo se limita a facilitar financiamiento, asistencia técnica, donaciones de semillas y abono, es tiempo de primar la agricultura orgánica, los huertos familiares y de la localidad, a través, de la participación de varios ministerios, por ejemplo, agricultura, educación, economía, de ciencia y tecnología. Así, se contribuirá a la protección del medio ambiente, no olvidar, “que los virus que vienen azotando a la humanidad en los últimos tiempos están directamente asociados a la destrucción de los ecosistemas, a la deforestación y al tráfico de animales silvestres para la instalación de monocultivos”(Svampa, 2020b, párr. 28).

 

En la agricultura son varios momentos, y entre los más importantes, encontramos la asesoría en la comercialización obviamente digital, a nivel nacional e internacional. “Además, es un sector que contribuye de forma inequívoca a generar empleo, fijando población al territorio, y cumpliendo una función medioambiental insustituible de preservación de los ecosistemas” (Vega, 2020, párr. 9). Además, es una medida eficaz para frenar la emigración del campo a la ciudad o al extranjero. “La interrupción de los sistemas alimentarios tiene implicaciones importantes para el control de la epidemia y la seguridad alimentaria actual y futura de los residentes urbanos” (Crush y Si, 2020, p. 2).

 

Hasta hoy, terminamos de comprender, que la generación de alimentos es estratégica, y que es una necesidad crear las condiciones materiales y técnicas para lograr la soberanía alimentaria, con el propósito de disminuir la dependencia del abastecimiento de otros países, y porque la falta de alimentos empeora la salud pública, esta pandemia no será la primera, debemos estar preparados para las próximas y, también para hacer frente a los estragos que pueda causar un desastre natural, por ejemplo, un terremoto o huracán.

 

Conclusiones
 

El teletrabajo como alternativa para que las instituciones y empresas siguieran funcionando y contribuyeran, favoreció que no se paralizara la institucionalidad estatal y tampoco se paralizara del todo el sistema económico nacional, fue una medida acertada, por consiguiente, además de ser efectiva, dejó en claro, que es productiva, debido a que es una actividad por metas. Asimismo, evidenció, que algunas plazas de trabajo, son prácticamente decorativas, en particular en las instituciones estatales. El teletrabajo llegó masivamente, sin estudios de diagnósticos ni manuales de aplicación, no obstante, la improvisación y la incertidumbre al principio, fueron superados en el proceso de aplicación. La digitalización que demanda el teletrabajo fue una modernización que se requería, desde hace años, que fuera implementada.

 

Las instituciones educativas, literalmente, de un día, para otro, las clases se convirtieron de presencial a virtuales, fue la única manera, para poder continuar con el ciclo lectivo. Esta experiencia deja en claro, que los estudiantes podrían inscribirse en instituciones educativas de otros países, de mejor nivel académico que los nacionales, y entre otros, porque podría ser que la carrera que deseen estudiar no se imparte en el país de origen. El Ministerio de Educación al monitorear la calidad de la educación virtual se estará garantizando un adecuado proceso de enseñanza-aprendizaje. La educación virtual será obligatoriamente parte complementaria de la educación presencial. Lo virtual ha contribuido a difundir más la cultura nacional, ha sido un proceso de democratización cultural, porque se pone el acceso a la cultura de forma gratuita.

 

La pandemia puso al descubierto la importancia estratégica del sector salud, agricultura, educación, la ciencia y la tecnología, había hospitales sin la infraestructura adecuada, personal que, si hubiera sido formado con un excelente nivel científico y tecnológico, obviamente la respuesta hubiera sido de otro tipo. Esta situación nos conduce a supervisar a la educación nacional, para corroborar que no prima el interés mercantilista de la educación, sobre la formación académica de los alumnos. La investigación científica, al ser un eje transversal de la educación en todos sus niveles, será un impulsor cultural de la ciencia y la tecnología.

 

Con la pandemia la sociedad ha estado más comunicada, el distanciamiento físico se convirtió en un acercamiento virtual, las relaciones interpersonales tradicionales se convirtieron en interacciones sociales virtuales. El internet se ha convertido en un eje transversal de la estructura económica y social, ahora es un servicio estratégico y vital como el agua y la electricidad, por tanto, se considera el acceso a internet un derecho humano. El Estado al garantizar, que, a través, de las localidades se administre y facilite el acceso gratuito del servicio, es decir, pasar de la tecnología del Wifi al Wimax, estará brindando un significativo paso de la sociedad de la información a la informacional, lo cual incidirá en el desarrollo social y crecimiento económico del país.

 

La pandemia creó también retos y desafíos en la institucionalidad del Estado, la necesidad de la digitalización de los procesos de atención al público, el establecimiento del teletrabajo; implantar la firma electrónica para los trámites públicos y privados; readecuación del personal y de unidades de acuerdo con sus competencias y productividad.

 

En el sector agrícola se debe buscar la reactivación, a través, no solo de la asistencia técnica y financiera, sino con asesoría en la comercialización de la producción a nivel nacional e internacional; distribución de tierras a asociaciones y cooperativas de trabajadores agrícolas; brindar importancia a los cultivos de subsistencia; industrialización de la producción agropecuaria; disminuir o eliminar los aranceles de importación a los insumos agrícolas; creación de huertos escolares, familiares y municipales o locales. Estas acciones encaminadas a lograr el autoabastecimiento y alcanzar la soberanía alimentaria.

 

En relación con el medio ambiente dar prioridad a las energías limpias y depender menos de las de origen fósiles; forestar y reforestar las cuencas hidrográficas; regular las emisiones de gases de los vehículos, como condición para otorgar o refrendar el permiso de circulación. En la economía la ayuda asistencialista sea complemento a los cambios estructurales, por ejemplo, que el Estado aproveche la oportunidad en función social, de devenir socio con algunas empresas, para reactivar y dinamizar la economía, a la vez, que se crean empleos y se amplía la recolección fiscal, en este mismo sentido se podrían nacionalizar algunas empresas.

 

Estamos en una situación histórica e inédita, que la crisis ocasionada por la pandemia sea convertida en una oportunidad, para salir favorecidos y fortalecidos como sociedad.


 

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Oscar Martínez Peñate es Investigador Académico de la Escuela de Formación Registral (ESFOR) del  Centro Nacional de Registros (CNR) de El Salvador

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209304
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