Aculturación, asimilación o cambio cultural

25/09/2020
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Existe una necesidad de esclarecer los términos aculturación y asociación, difusión y cambio cultural, y lo primordial es referirse a la etimología de los vocablos.

 

Toda definición ostenta falencia de significado cuando a éste lo toman aisladamente, omitiendo el contexto que la encumbró como necesaria, por ejemplo, seria inexpresiva una delimitación de los conceptos regresión, evolución y cambio cultural sino no se les refiere a las ideas de progreso en que tuvieron su origen, de la misma forma el concepto difusión muy importante hoy día en las redes sociales, si no lo relacionamos a las contradicciones que le permitieron su nacimiento.

 

Con estos prolegómenos cualquier definición o connotación de aculturación y su distinción de otros procesos, se asfixiará en un vacío si hacemos caso omiso de las circunstancias que permitieron el surgimiento y la expansión de los estudios de contacto y aquí es donde los políticos deterioran el concepto según sus intereses: las elites en sus programas electorales lo enarbolan cuando en verdad su endémico racismo, discriminación y exclusión solo lo permite hasta la obtención de los objetivos.

 

Los que entienden la aculturación son los políticos progresistas pues despliegan su base de aceptación en que la aculturación son aquellos fenómenos que resultan o emergen cuando grupos de individuos de culturas diferentes entran en contacto continuo y con los cambios subsecuentes en los modelos o patrones culturales originales de uno o de ambos grupos .

 

Por ello es vital distinguir la aculturación de cambio cultural, del cual solo es un aspecto y de asimilación que es, a intervalos, una fase de la aculturación. También debe ser diferenciada de difusión que, aunque ocurre en todos los casos de aculturación, es un fenómeno que se objetiviza con frecuencia no solamente sin la intervención u ocurrencia de los tipos de contacto entre grupos especificados en la definición sino que, además, constituye solo un aspecto del proceso de aculturación.

 

Como se puede inferir es un tema para definirlo exactamente y todo lo que se ha expresado sigue siendo hasta hoy una buena definición operativa, porque en su aspecto positivo la definición señala como cualidad esencial el contacto, lo limita a tipos específicos de comunicación y establece la modificación reciproca en los patrones culturales originales de ambos grupos.

 

En países diversos y ricos étnicamente como los latinoamericanos, es primordial para el progreso ininterrumpido conocer, practicar y ejercer la aculturación, pues indefectiblemente permite enriquecer la cultura, desarraigarnos de eventuales sentimientos discriminatorios y racistas hasta lograr el benéfico y estable entendimiento en la diversidad.

 

Por ello era obligatorio en esta columna acercarse etimológicamente al vocablo pues la palabra llegó del idioma inglés como un préstamo idiomático a nuestra antropología en idioma español.

 

Surgieron, en un principio, las turbulencias propias del fenómeno que trata de definir, así, unos consideran dicción correcta decir la que expresa el sentido que le asignan los norteamericanos, es la aculturación; otros afirman con el movimiento de la acción y debe ser transculturación y finalmente otros utilizan los dos términos o voces con distinto sentido semántico.

 

En este punto, el lector infiere que un examen meditado del vocablo es útil y necesario, precisamente para evitar situaciones polémicas, como los cambios semánticos que trastocaron la original acepción de cultura que, de cultivo pasó a expresar formas de vida.

 

Lo importante es que el significado es invariable en la partícula formativa que tanto en latín como en inglés denota cercanía, unión y contacto; por consiguiente aculturación expresa o quiere decir contacto de cultura.

 

Por la brevedad que impone la columna, es vital afirmar que a todo latinoamericano le interesa conocer la importancia que detectó al principio sobre la etimología, y tiene su razón de ser debido a los constantes errores que sean cometido y aun se cometen a partir de la introducción al español de la voz transculturación.

 

Esta voz ha seguido usándose y lo más grave es que se le ha asignado una acepción distinta de aculturación, así, ejemplificando: se dice que transculturación denota cambio exógeno (externo) generado en una cultura por influencias externas, en tanto que aculturación engendra el cambio endógeno, es decir interno, intrínseco; afirmando que aculturación es una fase de la transculturación.

 

Concluyendo, y a plácemes de la concisión se desecha la confusión que esta polémica ha propugnado y al uso de la aculturación, en exclusión de cualquiera otra, se le asigna el significado ya establecido que el concepto tiene en antropología.

 

Dr. Raúl Pino-Ichazo Terrazas es abogado corporativo, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior (UMSA), Filosofía y Ciencia Política (Maestría, Cides-UMSA). Alta Gerencia para abogados(UCB-Harvard), Conciliación y Arbitraje(Especialidad),Derecho Aeronáutico(Instituto Iberoamericano de Derecho Aeronáutico, del Espacio y de la Aviación Comercial, Madrid) doctor honoris causa con tesis aprobada(IWA-Cambridge University,USA).

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209068
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