La economía será política, o no será

26/08/2020
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Si en el mundo que viene no sabemos retomar la dimensión utópica de nuestros actos y de la acción política, habrá que temer el surgimiento de operaciones de simplificación.

LAURENCE DEVILLAIRS (2020)

 

Contexto

 

La economía política, como disciplina, se estableció en el siglo XVIII, precedida por los fisiócratas franceses. Luego comenzó a diluirse esta denominación hasta quedar como Economía, a secas, en el siglo XX. Ya en la transición al presente llegó incluso a limitar buena parte de la política, a través de los dominios corporativos multinacionales.

 

Parece de sentido común, volver a las fuentes y rescatar las potestades de la política, en el sentido más genuino del término. Esta digresión viene a cuento cuando la pandemia acaba de desmitificar todo «lo bueno, lo malo y lo feo» incluyendo la pos verdad, último refugio de la antipolítica.

 

Si de resolver problemas se trata, algunos lo intentan por sectores, a través de los síntomas o desde las causas. Otras vías, no excluyentes, aprovechan oportunidades o creatividades. Imperativamente Argentina necesita, sin más especulaciones, abordar las causas sistémicas de su declinación secular. Nuestras cuestiones estructurales, curiosamente o no tanto, suelen estar exentas de la agenda pública ya que de ellas «no se habla».

 

Todos los problemas, el problema

 

Tal el caso de la híper concentración geodemográfica, con todas las secuelas que hace muchas décadas padecemos. En el mundo, el equilibrio urbano-rural aconteció en 2008. En América Latina y el Caribe, actualmente la urbanización oscila en el 80%. Nosotros mejoramos el guarismo: ya tenemos el 93%, con el agravante de una gran polarización (1/3 se ubica en el 0.1 % de la superficie total)1.

 

Sabemos que el 70% de los gases de efecto invernadero fluyen de las ciudades, y en ellas se consume el 80% de la energía total producida2. Aquí ostentamos, además, de un país dentro de otro3, inviable en sí mismo y supresor -si no se modifica- de cualquier desarrollo nacional. Para enfrentar estas materias, idealmente se requiriere contar con un proyecto de país y las políticas de Estado respectivas. Ahora me referiré solamente al ordenamiento territorial, como una respuesta natural al problema arriba aludido.

 

Asumiendo que este recurso es un conjunto de acciones para implementar una ocupación ordenada y un uso adecuado del territorio, el primer objetivo sería repoblar la región pampeana. Esto es posible privilegiando pymes agrarias y dotándolas de una sostenibilidad sistémica que -por otra parte- es la única operativa. Existe mucha bibliografía, al respecto, en términos de promocionar unidades agrosociales o agroecológicas.

 

Tres medidas de economía política

 

Describiré tres iniciativas, de gestión económica, que son coherentes con este objetivo desconcentrador y descentralizador, por todo concepto. La primera es la creación de un impuesto a la tierra, libre de mejoras. Esta fecunda idea ya fue largamente postulada, en su momento, por el movimiento cooperativo (Coninagro).

 

Es posible que haya pasado desapercibido, pero en 2016 se presentó al Congreso un proyecto de ley para esta norma impositiva: uno de sus mentores, es el prestigioso economista Eduardo Conesa. Esta figura legal, además de simplificar todo el régimen de imposición, procura promover lo productivo y reducir la desigualdad imperante. En otras palabras, tiende a impulsar la producción y la ocupación humana del territorio.

 

Una segunda medida es la de incentivar, en agricultura familiar o pymes agrarias, una determinada batería de Buenas prácticas agrícolas (BPA). Esta política activa, direccionada, permite transformar unidades inviables en sostenibles4. En efecto, la conjunción de escala, BPA, tenencia (al menos de un 50% en propiedad) y residencia (local o cercana al establecimiento) acredita esta transición. En el sudoeste bonaerense ya existe un proyecto, disponible, de BPA con desarrollo local.

 

Por último, el discurso de la «solución país» vía exportaciones, resulta un mito (reduccionista) mientras no se configure un solvente mercado interno: con un tejido social denso y cohesionado, generando empleos, infraestructura y servicios. Esa sería una plataforma para comenzar emprendimientos de exportación, incluso con valor agregado. Se trata de un paisaje diseñado, con identidad y altas proyecciones internas y externas.

 

Consideraciones finales

 

Si nuestras fantasías siguen siendo de mero crecimiento, pensando solo en cosechas records, oportunidades y sectores, seguiremos cancelando el futuro. Nuestro presente sería «más de lo mismo», como: concentración y deslocalización económica, con éxodo rural y en detrimento del ambiente la equidad y la salud. Es decir, todo lo que ya conocemos -y más- inmerso en un síndrome de repetición, que muchos aspiramos cambiar.

 

Pasaron más de cien años desde la vigencia del único proyecto de país que nos legó la generación del 80. En aquella etapa, alcanzamos los primeros puestos en el concierto mundial. Estas líneas muestran uno de los problemas que nos alejaron de aquel lugar -sobresaliente- que podemos y merecemos recuperar

 

Volviendo a nuestra consigna inicial. La economía será solidaria, cooperativa o ecológica, pero nunca podrá prescindir de su connotación política. No estamos hablando de una política electoral ni ideológica, sino «de los hechos» y «de la Constitución», horizontal y participativa. Abracémosla, respetando el principio de subsidiariedad, como ciudadanos del mundo y protagonistas locales.

 

http://www.proyectodepais.com.ar/2020/08/18/la-economia-sera-politica-o-no-sera-18-08-2020/

 

 

1 AMBA (CABA + Conurbano)

2 CEPAL Naciones Unidas, 2020

3 La llamada «Provincia» de Buenos Aires

4 En el Sudoeste bonaerense, por ejemplo, la superficie modal de los predios tiene un déficit de 500 has respecto de la unidad económica agraria

https://www.alainet.org/es/articulo/208652
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