Colombia: El día que inició una terrible historia de dolor en el Norte del Tolima

16/07/2020
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Foto: Alcaldía de Murillo
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Para Abel y German la jornada había iniciado el domingo 15 de julio del 2001 a las cuatro de la madrugada con el cantar de los gallos que hacían coro aumentado por el eco del cañón del río Lagunilla en la vereda la Esmeralda, municipio de Villahermosa, departamento del Tolima; dos caballos: uno blanco y el otro colorado estaban ensillados y aperados cada uno por don Angel María Rodríguez y don Miguel Ospina, dos líderes campesinos que también madrugaban para organizar el mercado de granos, compra de café y distribución de carnes de res y cerdo en la tienda comunitaria.

 

Abel y German, montados en los caballos prestos a iniciar el recorrido hacia la vereda Patiburrí, reciben las recomendaciones de los resabios que cada caballo tiene para evitar un golpe durante el recorrido, el ánimo de ir a compartir un taller habitual con las comunidades de Patiburrí y Pavas demarcaban las actividades del día; el alba del amanecer traía colores en el cielo y sombras que se iban desvaneciendo entre los cerros y los árboles, los suaves vientos transportaban consigo olor a pastos, a flores, a estufas de leña que recién se encendían, también el aroma del café recién colado, a miel de caña y los vivos rayos del sol resaltaban los tonos verdes de los cerros, era un hermoso amanecer lleno de esperanza, lleno del sueño del bienestar campesino.

 

Ya en la escuela de Patiburrí, los rostros de algunos miembros de la familia Parra muestran preocupación, el saludo cordial intentaba no delatar lo que estaba sucediendo; van llegando mujeres acompañadas con sus hijos menores, varios hombres jóvenes alistando leña y aprontando agua, un señor de sombrero de paja recibiendo plátanos, yuca, mazorcas de maíz, papa, carne, hortalizas, cebolla, cilantrón que cada una y cada uno traía como aporte para la olla comunitaria, para “la olla del saber compartido” como se le había bautizado en talleres anteriores. Los relojes marcaron las nueve de la mañana, enseguida se escucharon tres campanazos que indicaban la hora de entrar al intercambio de saberes, el tema de día: Derechos Humanos y mecanismos de protección.

 

Ruth, una hermosa campesina de ojos verde esmeralda, saluda a todos: “Buenos días, hoy nuestras familias y comunidad estamos muy preocupados, mi primo Luciano y mi hermano Milton no están aquí porque se madrugaron para Mariquita a buscar a Reinaldo y Yeimi que trabajan en un balneario y desde el diez de julio no sabemos nada de ellos, no tenemos noticias de ellos, me recomendaron que pida excusas por no asistir y que estemos pendientes en que podemos colaborar, en la tarde regresan esperemos que con buenas noticias, pero la verdad estamos muy preocupados por ellos porque se dicen muchas cosas de gente mala por allá”.

 

El taller transcurrió entre la incertidumbre de la espera y la importancia del tema, cada que llegaba una motocicleta se esperaba una razón ya que la única forma de comunicación era con el SAI de Telecom que había en el corregimiento de Frías, allí había un celular al que escasamente le llegaba una línea de señal, todos esperaban una razón; a las cinco de la tarde finalizando la jornada premonitoriamente, German dice: “La situación se está volviendo muy compleja en el norte del Tolima, sabemos que en Mariquita hay ya grupos armados que se reconocen como autodefensas por los panfletos que van dejando y para no ir muy lejos no se olviden que por aquí aparecen letreros que dicen: campesino ponte el uniforme que no te queremos matar de civil, como también las palabras que dicen algunos soldados: Atrás viene la escoba que barre bien; mi recomendación es que no vayan a buscarlos solos, debemos pedir ayuda a la Cruz Roja Internacional, a las Ongs de Derechos Humanos, a brigadistas internacionales que nos acompañan, esta noche intento buscar señal y me comunico con Bogotá para pedir ayuda y en cuanto llegue Luciano y Milton que por favor me busquen para coordinar con ellos como salir a buscar, ojalá esta misma noche nos veamos en la Esmeralda, pero repito no se vayan a ir solos porque es muy peligroso”.

 

El regreso de Abel y German fue en silencio, solo se escuchaba los cascos de los caballos en las piedras y en los charcos del camino, acompañados del ruido de los grillos, el titilar de las luciérnagas y los vientos fríos que bajaban de la montaña, varias estrellas entre nubes resplandecían, en el ambiente se sentía que una tragedia se avecinaba. A las ocho y treinta de la noche, justo cuando desaperaban los sudorosos caballos, el sonido de tres motos alertan, eran los tres hermanos Parra; Luciano, el mayor de ellos y líder de la comunidad, con gesto de preocupación dice: “Hola Abelito, hola German, esta situación está berraca, no quieren decirnos nada en el balneario el Acuario, otros vecinos nos dicen que se los llevaron, nos dicen que para el Fresno, estamos pensando en organizar una comisión para ir a buscarlos”. Hubo una respuesta casi en coro de Abel y German: “solos no se pueden ir por allá, es peligroso”, comentaron los pormenores de la búsqueda, las posibles hipótesis de la desaparición y luego de unos minutos acordaron que el martes irían en comisión con acompañamiento internacional y nacional a buscarlos; el motivo de no ir antes, era la hora, además era día domingo y para rematar el lunes festivo; el acuerdo se sella con un abrazo fuerte con cada uno de los tres hermanos Parra, con sentimientos de solidaridad y unas lágrimas que se entreasomaban en las pupilas por la incertidumbre y desesperanza de lo que pudiera suceder con los familiares desaparecidos.

 

La noche transcurrió lenta, a las cuatro de la mañana del lunes 16 de julio del 2001 Abel y German emprenden camino por las empinadas laderas del río Lagunilla hacia la vereda el Delirio a casa de Pastor, un líder campesino siempre amable y solidario; a eso de las seis de la mañana un pocillo de café negro servido por Virgelina, esposa de Pastor, acompañado con arepas de maíz amarillo renuevan las energías, una ducha con agua fría que es compensada luego con un plato de calentao de frijoles, plátano asado, huevos fritos y chocolate y con el tradicional dicho de Abel: “barriga llena, corazón contento; pero también cagada fija” hubo risas colectivas.

 

El rojito, un Suzuki pequeño de Pastor, que transportaba por todas las trochas a líderes para las reuniones veredales, debió ser empujado para que encendiera y en él llegar al casco urbano de Líbano a la casa de Tenaura para realizar allí una reunión de la junta directiva de ASOPEMA Líbano con algunos líderes de otros municipios; allí esperaba Reinerio joven líder campesino del municipio de Palocabildo con un mensaje: “Tenaura nos necesitaba urgentemente en la vereda, no ha podido salir porque hay unas cosas muy delicadas que atender” la decisión fue viajar Reinerio y German mientras los otros compañeros harían visitas e intercambios aprovechando la cantidad de gente que vendría a celebrar la fiesta de la Virgen del Carmen que tradicionalmente se celebra en el Líbano los diez y seis de julio de cada año.

 

Antes de salir para la vereda, Pantanillo German hace las llamadas respectivas a compañeros y compañeras de las Ongs Sembrar, Minga, Comité de Presos Políticos, Colectivo José Alvear, como también a algunos internacionalistas de la Red Europea de Solidaridad con Colombia que se encontraban en el país, comentó la situación de las personas de Patiburrí y genera el compromiso de madrugar el martes a la búsqueda de Yeimi y Reinaldo. Abel y Pastor fueron encargados de ir a hablar con el Monseñor José Luis Serna Álzate, obispo de la Diósesis Líbano – Honda, quien siempre estaba comprometido en ayudar a los campesinos y su organización campesina, a él también se le solicitaría apoyo en la búsqueda, cada quien salió quedando con el acuerdo de encontrarse en la noche para evaluar y continuar en la dinámica del trabajo.

 

Un jeep carpado de transporte veredal ofreció llevar a Reinerio y German hasta un determinado sitio ya que iba a recoger un viaje de café para la venta; la carretera estaba polvorienta por el verano de julio, también como siempre por la decidía de la administración municipal llena de huecos; huecos que no impidieron que con un semisueño el viaje se hiciera más corto hasta escuchar la voz del chofer: “jóvenes hasta aquí nos trajo el río”. Ya más cerca a la vereda Pantanillo llegarían a la casa de Tenaura caminando unos treinta minutos, la charla era jovial; de sueños, esperanzas, vivencias; al llegar a una curva un joven venía a paso rápido, su rostro lucía pálido y sudoroso con voz entrecortada y expresión de asombro dijo: ¿German que hace por aquí? - “visitándolos, ustedes dicen que nunca vengo, aquí estoy” respondió German con una sonrisa -“por favor German devuélvanse rápido, los paramilitares están aquí a veinte metros, pasando la curva, hay muchos, están armados, tienen muchas mulas cargadas con armas, tienen letreros que dicen AUC, están preguntando por Tenaura, por Usted; váyase rápido, están citando a toda la gente que tienen que ir a una reunión a las cuatro de la tarde, porque van a acabar con los guevos de la guerrilla, que ahora si van a limpiar el norte del Tolima, que ellos son los que mandan; la gente está corriendo por los montes arriba, en la vereda de abajo se robaron las gallinas y los marranos los cogieron y los mataron y a unos perros les cortaron la cabeza delante de los dueños y los niños, yo voy para mi casa a avisarle a mi mamá y salirnos de por aquí”. El joven bajó la cabeza para evitar que se le vieran las lágrimas de desesperanza y temor que lo invadía.

 

La adrenalina comenzó a fluir, treinta pasos mas y serían German y Reinerio botín de guerra, un silencioso gracias a Dios por protegerlos y mandarles este joven a avisarles justo a tiempo pasaron por las mentes, pero también: ¿Qué hacer? ¿Cómo reaccionar? ¿Tenaura y la familia como estarán? Corriendo llegaron a un cruce de caminos, punto obligado para salir de allí. Iban llegando mujeres cargando niños, hombres cargando maletas, perros y gatos amarrados con lazos y cabuyas, otros con gallinas en las sillas de los burros, mulas y caballos, algunos con café seco; todos con el miedo reflejado en los rostros. Tenaura había logrado ubicar chivas y jeeps de la comunidad y coordinaba ya un desplazamiento organizado hacia el casco urbano del Líbano, recogían a todos los que estaban en el camino, pero también llamando y dando tiempo a que llegaran vecinos de otros filos, el recorrido se torna lento por las veredas vecinas, se va pasando el voz a voz de los acontecimientos, los carros se van llenando de gente, animales y cosas; una caravana larga se va formando, una anciana en una de las chivas musitó con voz desconsolada: “la Virgen del Carmen se olvidó de nosotros”, otra voz dijo: “No, nos está salvando, estamos vivos y eso es lo importante”; otro dijo: “cosas se consiguen, vida no”. La fila de carros, al llegar al Líbano, terminó uniéndose sin haberse programado a la caravana habitual de la festividad de la Virgen del Carmen presidida por el obispo, que justo iniciaba su recorrido por la Avenida los Fundadores, los de adelante festejaban, hacían sonar las bocinas y pitos de sus carros, los que se sumaron iban en silencio, el desaliento y la incertidumbre reinaban, muchas y muchos eran conscientes que se podría llegar a vivir la situación así, porque las noticias hablaban de ello en Antioquia, Sur de Bolívar, Montes de María, pero nadie se imaginaba que realmente podría suceder en el norte del Tolima tan rápido.

 

Un tono de un mensaje de texto al celular decía: “German comuníquese urgente con Patiburrí algo horrible parece que sucedió, comuníquese urgente, en el Telecóm de Frías le comentamos”. El intento de llamar fue infructuoso, la señal era débil, no salían las llamadas, mientras tanto se llevaban a quienes tenían casas o familiares a cada una de ellas, a los otros que no poseían se iban ubicando en vivienda de líderes y amigos. Por fin, y luego de mucho insistir, se logra comunicación: -“Aló buenas noches habla German”. Una voz desgarrada en llanto y angustia se escuchó: -“German no le hicimos caso, German ¡están muertos! nos avisaron que esta tarde los mataron a todos” –“¿mataron a quienes?” –“a Luciano, a Hernando, a Angel, a Otoniel, a Luz Mila, a Isabel, a Milton, a José, ellos se fueron en el jeep de Milton esta mañana porque les dijeron que Yeimi y Reinaldo estaban arriba de Mariquita llegando al Fresno; no sabemos que hacer”. La llamada se interrumpió y no fue posible volverse a reconectar.

 

En una reunión de emergencia del liderazgo campesino se distribuyen responsabilidades, Tenaura y Pastor harían seguimiento al desplazamiento de las veredas y gestionará con las autoridades locales, Abel y Reinerio se dirigirán a Mariquita al acompañamiento del reclamo de los cadáveres como también a las honras fúnebres, German estaría pendiente de cada situación, haría las denuncias nacionales e internacionales, contactaría acompañamiento para la región como también el asesoramiento jurídico para las familias de las víctimas.

 

El 18 de julio, el dolor y la incertidumbre aumentaban por la no aparición ni vivo ni muerto de Milton, el conductor y dueño del carro donde viajaban cuando se presentaron los acontecimientos, mientras tanto una caravana de siete carros pasaba por la calle central de Frías seguida por motos y mas vehículos de la región, desfilaba con los siete féretros de las siete víctimas mortales; la procesión pasó muy lenta en un insondable silencio de las gentes, perturbado solo por el talan – talan de la campana de la iglesia en medio de una calle de honor a la que asistían cientos de pobladores; posteriormente un velorio colectivo en la escuela de Patiburrí oprimía el corazón de doña Cleotilde la madre de un hijo desaparecido y tres más vilmente masacrados.

 

Una leve luz de alegría impregna el ambiente colectivo cuando de una motocicleta se baja Milton, viene herido, el pantalón ensangrentado y una camisa que no es la él; los abrazos, las lágrimas, los agradecimientos a Dios por devolverlo vivo, el afán por saber cómo habían ocurrido los hechos, otros por curarlo y resguardarlo por ser el único testigo de los acontecimientos, el cual sobreponiéndose manifestó: “Cuando fuimos el domingo a Mariquita pegamos volantes con fotos de Reinaldo y Yeimi, el lunes en la mañana llamaron a la oficina de Telecóm en Frías dejando el mensaje que los encontraríamos en la parroquia, que allí nos los entregarían, salimos inmediatamente en el carro; en Mariquita pasamos por las oficinas del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad) y la Fiscalía, les contamos sobre las llamadas, nos contestaron que podríamos ir, que por allá no pasaba nada, cuando íbamos llegando a la Parroquia en una curva nos salieron hombres armados que pararon el carro y comenzaron a dispararnos, sentí que algo caliente entro en mi hombro, me quedé quieto, me hice el muerto, luego que dejaron de disparar veía como la sangre corría por todo el carro, sentí que los armados se alejaron, como pude abrí la puerta me tiré por entre la cerca de alambre, rodé mucho, cuando pude me levanté, estaba sangrando, rayado por yerbamora, caminé la tarde y la noche, estuve cerca de un grupo de hombres armados, era como un campamento, pasé muy despacio en silencio, tenía mucho miedo, bajé al río Gualí con su aguas me enjuagué un poco la herida y comencé a subir, llegué a la casa de unos viejitos que me dieron comida y me prestaron una camisa limpia, seguía subiendo para encontrar la carretera de Palocabildo, no sé cuánto caminé, lloraba, rezaba, miraba para atrás que no me estuvieran siguiendo, no sabía qué hacer”. Una pausa con respiración profunda, lágrimas resbalaban por sus mejillas: “llegué a la carretera, como un Angel apareció en una moto un amigo que me reconoció y me trajo hasta la casa; el dolor de la noticia que todos los que salieron conmigo están muertos; ¡que dolor! tengo gravado en mi cerebro los ojos asesinos de los que nos hicieron la parada, las palabras que nos decían cuando disparaban, ¡sigan buscando hijueputas, aquí los encontraron! retumban los lamentos de Isabel, los gritos de Luz Mila, las palabras de Luciano ¡nos mataron Dios mío! El horror vivido nunca lo olvidare”.

 

Comenzaba así ese 16 de julio del 2001 a vivirse la terrible historia de violencia paramilitar en el Norte del Tolima….

 

En memoria de:

 

Luciano Parra, Hernando Parra, Angel María Parra, Isabel Guzmán, Luz Mila Rincón, Orlando Ortiz, Otoniel Murillo (masacrados por las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio, como lo reconocieron tiempo después).

 

Reinaldo Parra y Yeimi Chitiva quienes nunca han aparecido.

 

Abel García y Milton Becerra asesinados tiempo después.

 

La verdad, la justicia, la reparación y la no repetición son aún la esperanza de los familiares, amigos, vecinos y pobladores de la vereda Patiburrí en la que sus montes verdes albergan la semilla de la vida y la resistencia campesina.

 

Julio 16 del 2020

 

German Bedoya

Campesino colombiano

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/207929
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