El Día Internacional de la Conservación del Suelo

07/07/2020
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“La historia es un registro de la lucha humana por arrebatarle la tierra a la naturaleza, porque la alimentación del hombre depende de los productos del suelo. Tan directa es la relación entre la erosión del suelo, la productividad de la tierra y la prosperidad de la gente, que la historia de la humanidad puede ser interpretada, al menos en un alto grado, en términos del suelo y lo que le ha sucedido a éste como resultado del uso del hombre”.

 

El párrafo antes transcripto pertenece a Hugh Hammond Bennet, el científico estadounidense pionero de la lucha en la defensa de la tierra que hoy habitamos unos 7.700 millones de seres humanos de los cuales más de un tercio viven entre China e India, las dos grandes potencias asiáticas que en materia económica ocupan el primer y tercer lugar en el mundo, respectivamente, considerando sus productos internos brutos por poder de compra.

 

Bennet remarcó que “La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas”.

 

El 7 de julio de 1960 Bennet falleció en Burlington, Carolina del Norte, en los Estados Unidos de América y, por esa razón, esa fecha fue elegida por la Organización de las Naciones Unidas para la conmemoración del “Día Internacional de la Conservación del Suelo” a partir de 1963. Ya antes de esa primera conmemoración el entonces presidente argentino José María Guido se sumó a la iniciativa y, mediante el decreto del caso también estableció que los 7 de julio también son la fecha del “Día Nacional de la Conservación del Suelo”.

 

Como señala el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, “La conservación del suelo es esencial para el cuidado de nuestra tierra y como legado para las próximas generaciones. Es sustento de vida, desarrollo y producción.

 

Es nuestro deber cuidarlo, respetando buenas prácticas agrícolas” ya que “El suelo está compuesto por minerales, materia orgánica, diminutos organismos vegetales y animales, aire y agua. Es una capa delgada que se ha formado muy lentamente, a través de los siglos, con la desintegración de las rocas superficiales por la acción del agua, los cambios de temperatura y el viento. Las plantas y animales que crecen y mueren dentro y sobre el suelo son descompuestos por los microorganismos, transformados en materia orgánica y mezclados con el suelo” y advierte que “Este recurso sufre una degradación progresiva a causa de la erosión, desmontes, uso del fuego, sobrepastoreo, labranzas inadecuadas, falta de rotación de cultivos y expansión de las fronteras agrícolas” por lo que “El INTA impulsa de manera continua Buenas Prácticas en el Manejo de los Suelos a través de capacitaciones, seminarios, jornadas a campo y proyectos”.

 

Una reflexión claramente en línea con el pensamiento de Bennet quién pretendía concientizar a las poblaciones acerca de la importancia fundamental que tiene la tierra dentro del frágil equilibrio medio ambiental. Ello en un mundo en el que es común escuchar hablar del cambio climático sin tenerse en cuenta como es clave para la destrucción del medio ambiente tanto la explotación excesiva de la tierra como su contaminación, las que ponen en peligro la supervivencia de numerosas especies animales y, por qué no, del propio género humano.

 

El suelo es la base del alimento indispensable para plantas y animales y, entre éstos, los seres humanos quienes tenemos nuestro principal sustento en la agricultura. Pero su explotación ilimitada ha ido generando un proceso de desertificación ligada, en buena medida, a la tala indiscriminada de vegetación que disminuye brutalmente las superficies forestales. También lo afectan las cosechas continuas, sin etapas de descanso que permitan la recuperación y hasta la mala utilización de elementos mecánicos.

 

Cabe señalar que la propia ONU fijó, además, la conmemoración del “Día Mundial del Suelo” los 5 de diciembre, lo que conforma un combo puesto en la defensa del planeta y de todos los que lo habitamos. Y en ese marco es clave apelar a la rotación de cultivos, utilizar abonos orgánicos y no algunos peligrosos como el glifosato, y practicar la siembra directa.

 

Respecto de esta última cabe recordar que fue el sistema desarrollado por los mayas varios siglos atrás y que fuera dejado de lado por los colonizadores europeos.

 

Un sistema agrícola que hizo de ese pueblo una gran economía en la cual el trabajo humano era de sólo unos cuatro meses al año y de resultas de su eficiencia pudo desarrollar un sector social de grandes conocimientos que elaborara nuestro calendario, el que con cambios menores hoy practicamos.

 

Pero aunque la ONU haya establecido esa conmemoración casi seis décadas atrás y de que se hayan firmado acuerdos internacionales sobre el cambio climático, como así el surgimiento de los partidos verdes que adquieren creciente importancia como la demostrada días atrás en las elecciones municipales francesas, sigue habiendo quienes desde el poder económico hacen la vista gorda a ese problema crucial, no faltan políticos que gobiernan algunos de los países más grandes del planeta como el presidente estadounidense Donald John Trump, declarado enemigo de los tratados en defensa del cambio climático, o su colega brasilero Jair Mesías Bolsonaro, quién diera gran impulso a la deforestación de la Amazonia.

 

- Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

 

https://marcelobonelli.cienradios.com/el-dia-internacional-de-la-conservacion-del-suelo/

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/207716
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