La forja de un nuevo mundo: ahora y después del Covid-19 (I)

07/07/2020
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Primera parte

 

Las reflexiones fluyen como lluvias torrenciales precedidas por una larga sequía, unos dicen que esta tormenta pasará pronto, y otros aseguran que de las pandemias brotan nuevas épocas, lo cierto es que estamos en una encrucijada, o seguimos por el mismo rumbo en el que andamos hacia abismos insólitos, o asumimos con todos sus riesgos transitar las veredas de la paz y la cooperación, y con sentido de comunidad avanzar hacia la creación heroica de una nueva sociedad, guiada por el saber y unida por la solidaridad.

 

I.- ¿Será mejor la vida que vendrá?

 

“Ya nada será igual después de la pandemia del Coronavirus”, la frase recorre el planeta a la velocidad del wasap o del zoom, y no son pocos los que se preguntan: ¿y cómo será la vida que vendrá? ¿Qué cambiará del ahora en lo sucesivo? La verdad que nace de una realidad llena de angustias, es que la única certeza es la incertidumbre, la conmoción que estamos viviendo no permite la reflexión serena, los intensos y acalorados debates no dejan de tener un tono apocalíptico o de un escepticismo lacerante, aunque para fortuna de todos nosotros, los Quijotes no faltaron a la cita.

 

Por otra parte, también estamos los que creemos que el futuro es un camino a recorrer desde ahora mismo, partimos de reconocer que esta es una sociedad desigual, que no ha resuelto la contradicción que genera la esclavitud asalariada, ni mucho menos la necesidad imperiosa de los seres humanos de vivir en familia con la Madre Tierra y el Padre Trabajo.

 

Atender a la convocatoria del Papa Francisco de “pensar el después”, implica un compromiso que ha de ser asumido colectivamente, y para cumplirlo, en estas tierras fecundas tenemos una ventaja, contamos con el recurso de la realidad, no podemos evadirla ni extraviarnos, las perspectivas de construir políticas liberadoras con base en el análisis científico de nuestra realidad, están abiertas.

 

Fotografías tomadas por satélites de los cementerios improvisados para enterrar a las víctimas del Coronavirus, dan una idea de la magnitud de la tragedia, algo así no se vivía desde la Segunda Guerra Mundial, portales de internet especializados en ofrecer las cifras y los partes diarios de las autoridades gubernamentales, muestran que la letalidad del Covid-19 es muy alta, y su velocidad de contagio nos llena de pánico.

 

Ante una infortunio de tal magnitud las responsabilidades de los Estados son indelegables, adoptando medidas como la cuarentena estricta y voluntaria, -que es la que nos permite estar a salvo, ni contagiarnos ni contagiar-, realizar las pruebas moleculares para detectar al Covid-19, hospitalizar a los afectados sintomáticos o asintomáticos, dotar a los centros de salud de medicamentos para la atención de los pacientes, informar a diario a la ciudadanía, y coordinar la imprescindible cooperación internacional con la Organización Mundial de la Salud.

 

Este es un virus desconocido, ni siquiera tenía nombre hasta hace unos meses, no tiene tratamiento médico universalmente aceptado, ni aun existe la vacuna para detenerlo, y aun siendo microscópico trastoca la vida cotidiana de todos nosotros, paraliza la producción y el comercio, y cambió las formas de hacer política. Ninguna pandemia antes de ésta se irradió en un mundo como el actual, interdependiente, interconectado, y globalizado.

 

Algunos medios de comunicación informan que más dos mil doscientos millones de seres humanos estamos en cuarentena desde febrero, por tanto, huelga decir, que tal fenómeno tiene un devastador impacto en la economía mundial. La parálisis ha sido tal, que –según dicen— el hueco de la capa de ozono comenzó a cerrarse, y las aves y los venados pasean por las plazas, y hasta un cunaguaro caminó de lo más tranquilo por una calle de Caracas, esas son las escenas curiosas y llenas de belleza que hemos visto por televisión, pero la otra cara del asunto, es la profunda recesión de la economía, la desigualdad expandida, la pobreza multiplicada, la catástrofe que nos amenaza.

 

Nadie puede afirmar con propiedad que el Covid-19 es la única causa de la recesión económica, pero sin duda que ha sido un detonante de gran potencia, sin embargo, los estudios econométricos y de las tendencias globales de la economía revelan que antes de la pandemia se registraron signos de ralentización, que pueden ser calificados de alarmantes.

 

Cada día se despeja el horizonte analítico, al constatarse que las fuentes de la crisis no están circunscritas a la coyuntura, sino que es la propia dinámica interna del sistema capitalista la que muestra signos de agotamiento, y ello se expresa hoy con una fuerza extraordinaria en las manifestaciones populares antirracistas en los Estados Unidos, colmadas de dolor e indignación por el asesinato de George Floyd, y en las volcánicas rebeliones populares contra los gobiernos neoliberales de Chile, Colombia y Ecuador.

 

De no resolverse la diferencia entre una tasa de rendimiento del capital en alza, y una caída constante de la tasa de los salarios, así como la contradicción que se deriva de una tasa promedio de la producción por debajo de la tasa de rendimiento del capital, el resultado es lapidario: se ensancha el abismo entre el 1 % de la población, los más ricos, y las grandes mayorías depauperadas; cruje el aparato productivo montado en barcazas; el comercio internacional ya no tiene el dinamismo que mantuvo hasta el 2015, y las grietas que siempre existieron en los procesos de integración se ensanchan y sobrevienen las rupturas.

 

Este análisis de entorno, más conceptual, -digamos-, se mueve en una autopista de cuatro canales, y cada uno de ellos expresa una contradicción: a) la que surge del empeño de Washington en detener el desarrollo de las economías emergentes (en particular la guerra comercial que le ha declarado Estados Unidos a China); b) el acelerado desmontaje de los megaproyectos intercontinentales; c) la disputa por las tecnologías 5/G; y d) la amenaza de parte de Trump de reanudar los ensayos con bombas atómicas. Como se ve, pues, los centros decisorios del poder imperialista despliegan denodados esfuerzos por detener su declinación, mientras que la pluralidad democrática se abre paso.

 

Hace apenas unas semanas la Casa Blanca anunció algunas medidas que nos llevan a pensar lo peor. La amenaza de invadir a Venezuela; la retirada unilateral de los acuerdos sobre el control de la producción de energía nuclear con Irán; el abandono del tratado sobre armamento nuclear de corto y mediano alcance, conocido como Star III; la movilización de la Armada estadounidense en el Mar de China y el Golfo Pérsico, además, el cerco militar sobre la Federación Rusa. La poderosa maquinaria militar norteamericana ha sido puesta en movimiento, y ello constituye un serio peligro para la humanidad.

 

Hilvanar palabras que expliquen estos tiempos terribles, solo es capaz de hacerlo un poeta con sensibilidad humana, y es por eso que acudimos al auxilio de Silvio Rodríguez, que en “Cita con Ángeles”, nos relata una fantasía real.

 

Desesperados, los querubes

toman los cielos de la tierra

y con sus lápices de nubes

pintan adioses a las guerras.

 

El mundo llena los balcones

y exclama al fin: ésta es mi lucha,

pero el señor de los cañones

no mira al cielo ni lo escucha.

 

¿Qué hacer? Nos preguntamos. Y de una vez respondemos: Vencer al Covid-19, detener el plan de guerra contra Venezuela, enfrentar las políticas neoliberales, derrotar los bloqueos económicos, y recuperar la democracia donde la derecha se ha impuesto por Golpes de Estado, en fin, pasar a la ofensiva, como lo han reiterado en múltiples eventos, el Presidente Nicolás Maduro y el Presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel.

 

II.- La catástrofe está aquí

 

Todos los índices de crecimiento de la economía indican que el producto mundial este año caerá en -3.0 %; las economías avanzadas registrarán una baja de -6.1 %, la economía estadounidense sufre una abrupta caída de -5.9 por ciento, la eurozona baja al -7.5 por ciento.

 

Según las cifras que aporta este informe la economía de China se mantendrá en un rango positivo, es decir, no caerá por debajo de cero, no obstante, bajará a 1.2 por ciento, para recuperar su crecimiento en el 2021, en 9.2 por ciento, cifra más o menos equivalente al promedio constante de esa economía, cuya dinámica es una suerte de locomotora de la economía mundial desde la primera década del siglo XXI, expansión productiva que modificó la geopolítica a escala planetaria. El otro gran vector de la economía mundial, por su magnitud y aceleración alcanzada, es India, que declinará a 1.2 por ciento (positivo).

 

América Latina y el Caribe experimenta una caída de menos (-5.2 %).

 

Los datos que aporta la Organización Mundial del Comercio registran para este año un retroceso del comercio entre el 12.9 por ciento y el 31.9 por ciento, predicción que denota una crisis mayor a la que se experimentó en años precedentes, y que obligaron a virajes profundos en las políticas económicas de los centros capitalistas, y a un replanteamiento teórico del “Discurso de la globalización neoliberal”.

 

[Fuente perspectivas de la economía mundial 2020]

 

-El mercado petrolero

 

Ahora bien, lo que confirma la profundidad de la crisis económica, catapultada por el Coronavirus, es la situación del mercado de los hidrocarburos, que es, de suyo, global, nunca antes el precio del barril de petróleo se había cotizado por debajo de cero. El derrumbe de la demanda presionó a la baja, aunque luego se ha visto una recuperación de los precios, sobre todo, por las medidas tomadas por la OPEP y por otros exportadores de crudo, o lo que se ha dado en llamar la (OPEP+), en estos primeros días de junio, la línea de cooperación de la OPEP plus, fue ratificada por los ministros de petróleo, reunidos por teleconferencia. Ese hecho aporta un dato político: el equilibrio del mercado es posible.

 

¿Cuál será la dinámica del mercado petrolero en el futuro próximo? Es muy difícil hacer predicciones exactas, pero es menester reiterar un criterio: el precio del petróleo, ha sido, es, y será siempre, un problema de naturaleza política.

 

a) La energía que mueve más del 90 por ciento de la maquinaria industrial, de transporte y servicios del mundo es el petróleo y el gas, y no existe aún, una fuente alterna de energía que supla a los hidrocarburos de manera sustancial, al menos en las próximas décadas.

 

b) La cuarentena provoca una parálisis en el comercio, los servicios y en la producción, o por lo menos una ralentización aguda, y ello explica la baja estrepitosa de la demanda, que tiene su expresión concreta en el derrumbe de los precios del crudo, aunque es necesario precisar que el mercado de los hidrocarburos se mueve por ventas a futuro, con dos componentes, uno que está ligado a las transacciones de los barriles físicos, y otro a las negociaciones que se hacen en torno a lo que se ha dado en llamar, barriles de papel. Y al mismo tiempo opera otro factor –distinto a los anteriores— la especulación con los precios del petróleo, como suele suceder en la economía capitalista.

 

c) El análisis del mercado petrolero, además de los factores anotados, tiene que ver con la operatividad de los taladros, y la capacidad de los tanqueros y de las plantas de refinación, resulta obvio que, si la demanda de petróleo cae, todos esos procesos se ven afectados y ello impacta a la economía en general. 

 

d) Hay que considerar que en el mercado petrolero se mueven distintos actores y que cada uno de ellos tiene derechos, y estos son: 1) las naciones soberanas que son propietarias de los yacimientos, porque los derechos territoriales siempre están sujetos al dominio eminente del Estado, y las empresas estatales petroleras, 2) las transnacionales petroleras, y 3) y los países consumidores de petróleo, agrupados en la Agencia Internacional de Energía.

 

El problema de fondo consiste en que Estados Unidos se niega a reconocer la soberanía de las naciones sobre las riquezas que están en el subsuelo, como el petróleo y el gas, de ahí se desprende su política de agresión y bloqueo a Venezuela, a Irán, a Siria y la ocupación militar y política de Irak y de Libia.

 

e) El Grupo de los 20, foro que reúne a las economías más poderosas del mundo, calificó como positivo el acuerdo que suscribieron los países exportadores de petróleo (OPEP +), no es éste un dato cualquiera, el mismo indica que cuando los exportadores de materias primas, -base material de la producción mundial-, se unifican en torno a sus intereses comunes, los consensos globales son posibles.

 

- La ruptura de la Unión Europea

 

Otros documentos que han de ser revisados son los que publicó la Comisión Europea –órgano ejecutivo de la Unión Europea— el seis de mayo, en el cual sostiene que “la pandemia constituye una conmoción de gravísimas consecuencias socioeconómicas” y que: “…la economía de las Unión Europea registraría este año una recesión de proporciones históricas”. La Zona Euro se contraerá 7 tres cuartos por ciento; y la Unión Europea se contraerá 7 y medio por ciento. Si se toma como punto de referencia las previsiones de otoño de la Comisión Europea (es decir de fines de 2019), éstas se revisan a la baja en unos nueve puntos porcentuales.

 

- El impacto –dice el informe de la Comisión Europea- tiene diferencias en cada país de la Unión, la recuperación dependerá no sólo de la evolución de la pandemia en cada país, sino también de la estructura de la economía, y de su capacidad de responder mediante políticas de estabilización.

 

- Adiciona el informe que la tasa de desempleo que en 2019 se ubicó en 7,5 %, este año estará en 9 y medio por ciento.

 

En otro informe de la Comisión Europea indica que aumentará el ratio de la deuda pública, toda vez que la decisión de una parte de la comunidad es la de emitir los llamados “coronabonos”, es decir, emisión neta de deuda, dado que han debido tomar medidas presupuestarias de emergencia, el pago de las prestaciones de la seguridad social, los gastos en el aparato sanitario, lo que incrementará el déficit fiscal.

 

Las divergencias entre los países que conforman la eurozona están colocadas sobre la mesa, si los gobiernos no logran construir una estrategia común de recuperación se producirán graves distorsiones en el mercado único, que tiene entre sus características ser una economía muy abierta e interconectada. Se prevé la quiebra de empresas y daños duraderos en los países con capacidades financieras menores. Y salta a la vista que el golpe del Brexit, es decir, la separación de Inglaterra de la Unión Europea, agudizará las contradicciones entre los países, y en el ámbito estrictamente político, vemos como las corrientes contrarias a la integración europea ganan terreno.

 

Jeremy Corbyn, hasta hace poco líder del Partido Laborista inglés, advirtió que el Brexit no es solo la salida de Inglaterra de la Unión Europea, si no el afianzamiento de la alianza entre los conservadores británicos y el ultraderechista Trump, por tanto, la consecuencia más inmediata del Brexit será un debilitamiento político de la integración europea, y no se puede descartar que surjan nuevas contradicciones por la posición de Europa de no acompañar a Estados Unidos en su ruptura unilateral de los acuerdos con Irán, y no hay que hacer mucho esfuerzo para vaticinar que en un futuro cercano, habrá una recomposición de las relaciones entre la Unión Europea y la Federación Rusa.

 

Thomas Piketty, autor de valiosos textos de economía política, sostiene que los países de la eurozona son muy frágiles, “y que no pueden tener una moneda común sin armonización fiscal y tasas de interés distintas”, es decir, es comprensible que una integración que no resuelve las asimetrías, a la hora del estallido de las crisis, se agrieta, o se rompe, como ya pasó con el caso del Reino Unido.

 

A manera de síntesis, reproducimos parcialmente la Editorial del diario mexicano “La Jornada” del 30 de abril.

 

“La Reserva Federal de los Estados Unidos advirtió que la economía estadounidense sufrirá una contracción ‘sin precedentes’ durante el segundo trimestre del año, después que el primer trimestre acusara un descenso del -4.8 por ciento, la caída más pronunciada desde 2008” (…) “el Fondo Monetario Internacional estimó en –5.9 % la contracción de los Estados Unidos para todo el 2020, un golpe fuerte, pero no tan grave como el que habrá de sufrir la Zona Euro, de -7.5 por ciento, con Italia y España como los países más afectados, con el -9 y -8 por ciento, respectivamente, la estimación para México es de -6.6 % (…) Para la OCDE la contracción de la economía mundial será de -8 puntos porcentuales”.

 

Sorprende como algunos editoriales de influyentes periódicos de Londres, de Madrid, de Nueva York, cuestionan al “capitalismo salvaje”, hablan de su inviabilidad económica y de los límites ecológicos que entraña, de sus falencias políticas y de los abismos sociales que produce, es esa, y cómo dudarlo, una reflexión que está en el orden del día, así como también, el tremendo impacto que provocan las proposiciones que formulan las fuerzas socialistas de todos los continentes, se confirma, una vez más, que la vía para superar al sistema capitalista es la del ¡Socialismo del Siglo XXI!

 

III.- Problemas urgentes de la economía mundial

 

Todos los pronósticos aquí expuestos y que tienen como fuente la información que suministran instituciones económicas, son susceptibles a variaciones, porque dependen de la evolución de la pandemia del Coronavirus y del tiempo que lleve el descubrimiento de la vacuna.

 

Los problemas urgentes que a continuación apuntamos, tendrán respuestas solo en la medida en que se produzca un cambio en los fundamentos de la política económica que rigen en las instituciones globales, y también, y este aspecto es vital, de la calidad y la capacidad política de los movimientos populares, de la acción unificada de las clases trabajadoras del mundo.

 

a) La posibilidad de los países de superar la crisis tiene una relación directa con la fortaleza o debilidad de sus aparatos productivos y comerciales, de sus finanzas, y de la naturaleza de sus vínculos con los mercados globales.

 

b) Huelga decir, que la captación de inversiones de parte de cada país, y la adquisición de deuda, son asuntos que solo pueden ser resueltos en el marco de la cooperación internacional, sobre todo, en estos tiempos de pandemia. Poco se puede esperar del FMI.

 

c) Para las naciones que son exportadoras netas de materias primas, si los precios van a la baja, su capacidad de respuesta se reduce, es lo que sucede, por ejemplo, en Latinoamérica, donde la caída del Producto Interno Bruto es alarmante.

 

d) Si se mantiene la tendencia actual de utilizar los aranceles como arma política, ello genera de manera automática dificultades para algunos países y ventajas para otros, por tanto, se puede afirmar que la salida a la crisis será desigual, lo decisivo, entonces, es lo que pase en el campo político y militar.

 

f) El tema de la deuda externa, y de las posibilidades de las naciones de tener acceso a “dinero fresco” para atender la pandemia, y apuntalar su aparato productivo, es un asunto que tiene la mayor relevancia, en el corto plazo, será un punto crítico de las relaciones internacionales.

 

g) De mantenerse las sanciones contra la Federación Rusa, y el bloqueo del gobierno de los Estados Unidos contra Venezuela, Irán, Cuba, Nicaragua, Siria y Corea, no cabe duda que estos países se verán afectados en su desenvolvimiento económico, no obstante, podría acelerarse la constitución de nuevas articulaciones financieras globales.

 

h) La Organización de Cooperación de Shanghái –OCS- se ha convertido en un espacio de altos quilates, y el plan de la Franja y la Ruta de la Seda que adelanta China, es un megaproyecto que moverá la economía en las décadas venideras.

 

i) La atención de la crisis obliga a todos los Estados a transferir ingentes recursos financieros al sector privado de la economía, la propia dinámica acentúa la concentración monopólica de capitales, está en marcha la fusión de empresas a escala transnacional, a manera de ejemplo, es lo que sucede, ahora mismo, con las líneas aéreas.

 

j) En el caso de los países en desarrollo, ninguna economía nacional podrá salir adelante por sí sola de este nuevo “crack”, y es por ello de gran utilidad citar a Mónica Broockman, una de las más destacadas analistas latinoamericanas, quien explicó en el programa de Telesur, Enclave Política, que: “cualquier solución pasa por algún nivel de cooperación global, no podemos seguir pensando en lo global, como una sumatoria de economías locales, eso no es así, no ha sido así, nunca ha operado así”, califica a la crisis como multidimensional, y adiciona: “estamos en un momento en el que las perspectivas, las distintas visiones acerca de la crisis, están en contradicción”, también hizo referencia a un hecho que tendrá repercusiones inmediatas, es China la que encabeza la cooperación con las naciones para atender la pandemia del Covid-19.

 

k) Uno de los más urgentes desafíos es el que emana del efecto social inmediato de la recesión económica sobre las clases trabajadoras: sin excepción, los indicadores confirman que el desempleo llegará a máximos explosivos en los próximos meses, el salario promedio va cuesta abajo, y la precarización del trabajo seguirá su curso ascendente.

 

l) Y un punto esencial de la economía que viene, está sintetizado en una reciente declaración del presidente de la Bolsa de Shanghái, Wang Zheying: “el mundo necesitará una alternativa al dólar tras la pandemia, el dólar como arma de presión de Estados Unidos y fuente de vulnerabilidad de otros países ya no puede funcionar como moneda mundial. El problema con el dólar es que deja a los países vulnerables a posibles sanciones de Washington, para congelar activos de una nación, en caso de disputas”.

 

m) ¿Pondrá el gobierno de Donald Trump el acento en el desarrollo del complejo militar–industrial, para reactivar la economía norteamericana?

 

- Una polémica de palpitante actualidad

 

El Presidente Nicolás Maduro Moros formuló una tesis digna de ser estudiada en el ámbito de las ciencias y en el campo específico de la filosofía, según la cual, no existe contradicción entre cuarentena y producción, lo que a primera vista podría percibirse como un contrasentido, en realidad, es un punto crucial para dilucidar cuál es el camino a seguir en el enfrentamiento a la crisis actual, que no es que viene, sino que está aquí. La ultraderecha fanática ha planteado un falso dilema entre cuarentena y reactivación de la economía. Nadie en su sano juicio puede afirmar que lo prioritario es que la gente salga a trabajar mientras que el nivel de expansión del Coronavirus cobra vidas cada hora, y de la misma manera, sería insólito decir que la producción ha de ser dejada de lado. Se trata de saber combinar la cuarentena estricta con la cuarentena flexibilizada, entendiendo que son momentos de una enorme fluidez, no pocas veces intercambiables; al igual que las tareas productivas o de activación del comercio, que han de andar con tiempos condicionados por la evolución de la pandemia y el nivel de conciencia de la ciudadanía en relación al distanciamiento social. El Coronavirus cambió el sentido del tiempo. Avanzamos hacia una nueva realidad en las relaciones humanas, y muy particularmente en el proceso de trabajo, y ello no se debe solo a la crisis, sino a las extraordinarias condiciones que ha generado la nueva división internacional del trabajo, apalancada por las tecnologías de la información y la comunicación, los potentes hallazgos científicos en el campo de la genética, el aporte de la ingeniería satelital, la robótica, y la nanotecnología.

 

Esta combinación de factores tiene algunos prerrequisitos, en cuanto a la atención de la pandemia, que se pueden resumir en: el Jefe del Estado ha de tomar las medidas adecuadas en el momento preciso, y contar –a la vez— con un sistema de salud moralizado y consciente, y por encima de todo, que las medidas sean asumidas por una sociedad organizada, en la que funcionen las articulaciones de los movimientos populares, con sentido de comunidad, esa es la experiencia venezolana.

 

Lo contrario es el caos, la irresponsabilidad de mandatarios que no han tenido la capacidad de reconocer la gravedad de la pandemia, que ni siquiera saben qué hacer, y la gente ha quedado en la calle abandonada. Hemos sido testigos como algunos presidentes han optado por quitarse la mascarilla en actos públicos, se burlan de la cuarentena, y han convertido a la Organización Mundial de la Salud, en el blanco predilecto de su fanatismo fascista.

 

La experiencia que surge de la pandemia, es que tareas tan gigantescas, tan complejas, tan difíciles, solo se pueden abordar de manera eficiente si hay unidad de la nación y participación popular, y deja claro, una vez más, que el Estado debe ser el rector y el conductor directo del sistema de salud, y que la atención médica, las pruebas y las medicinas para atender a los pacientes deben ser gratuitas, es decir: ha de existir la garantía de acceso universal a la salud, que es un Derecho Humano esencial. 

 

Aquí hay que hacer una brevísima digresión para delimitar que el Estado no es neutro, depende de cuál sea el bloque social que lo hegemonice, en determinadas condiciones históricas, si un Estado es conducido por un agrupación de fuerzas sociales y políticas que solo sirven a los intereses imperiales, sus decisiones irán en un sentido, por el contrario, si el Estado tiene una dirección política revolucionaria, sus decisiones irán en la dirección de responder a los intereses de las mayorías nacionales.

 

“No es posible construir una sociedad de hombres libres e iguales, sin tener claridad meridiana sobre la importancia del Estado, no se puede comenzar una revolución ni mucho menos dirigirla, sin que las fuerzas revolucionarias asuman el firme propósito de “pulverizar el Estado burgués”, como lo expuso brillantemente el Comandante Hugo Chávez”.

 

[Daza, Roy. (2019): La comunidad futura. P/8]

 

Desde América Latina, el Foro de Sao Paulo, espacio de debates de la izquierda continental, -desde hace treinta años-, inició una discusión sobre “la vida que vendrá”, el pasado ocho de mayo, las opiniones apuntaron a la necesidad de interpretar las nuevas realidades que dejan, tanto la pandemia como la recesión económica, y que no hay que perder ni un minuto en desarrollar acciones políticas en nuevas condiciones, articulando un programa de lucha común de los pueblos, y trabajando intensamente por la unidad de todas las fuerzas populares.

 

- Viraje geopolítico internacional

 

Es el economista César Villalona quien introduce los puntos sobre los equilibrios y desequilibrios de las relaciones de fuerza a escala mundial, cuando expone:

 

“En la medida en que la economía de los Estados Unidos disminuye su peso en la producción y en las exportaciones mundiales, el dólar se debilita como moneda de intercambio y de reserva internacional.

 

Estados Unidos puede ser desplazado como primera potencia mundial, pero también puede impedirlo utilizando su capacidad política y militar, sobre todo si controla los recursos estratégicos de Suramérica, el mundo árabe y el Medio Oriente. Por eso el desenlace de la lucha política en esas regiones del mundo determinará el futuro de la humanidad por muchos años”.-

 

Adiciona que las tres fuentes principales de obtención de divisas de la región latinoamericana están siendo afectadas: las exportaciones de materias primas, la caída abrupta de la inversión extranjera, y de las remesas familiares. Y en cuanto a la pandemia como factor detonante de un proceso de cambio radical, precisa que “las revoluciones requieren de situaciones revolucionarias (crisis económica, social, política, integral) y de fuerzas organizadas que conduzcan los procesos de cambio”.

 

[Villalona, Cesar: Sobre la crisis mundial: 14/05/2020]

 

Todas estas consideraciones permiten afirmar que el proceso de recomposición geopolítica está en pleno desarrollo. Las piezas del ajedrez se mueven a contra-reloj. El desafío que significó la operación comercial entre Irán y Venezuela para el suministro de gasolina, hace pocas semanas, y que prendió las alarmas, muestra que ahora estamos ante la forja de un nuevo mundo.

 

14 de junio de 2020

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/207708
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