Se aferró a los postulados socialistas

Álvarez, el ministro obrero que hizo temblar al poder

24/06/2020
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El sindicalista Waldo Álvarez, el 22 de mayo de 1936, se convirtió en el primer ministro obrero de Latinoamérica. En su gestión dictó políticas de tinte progresista que atemorizaron a las filas liberales y su prensa. Dejó su cargo en protesta al encarcelamiento y exilio de sus colaboradores y más de 100 jóvenes socialistas.

 

Hay historias y personajes que no se deben olvidar. La retina de los trabajadores debe conservar la imagen de quien fue uno de los más prominentes íconos del sindicalismo boliviano y primer ministro obrero: Waldo Álvarez. Desde el Ministerio de Trabajo (de mayo a noviembre de 1936), él impulsó medidas de avanzada que hicieron temblar a la rosca minero-feudal y sus colaboradores.

 

Pasada la guerra del Chaco, la rebelión de mayo de 1936 pateó el tablero del proyecto liberal. Los gráficos y los asalariados impulsaron una huelga general que tumbó a José Luis Tejada Sorzano. El matutino La República, el día 19, anunció “el fin de un régimen de privilegios”.

 

Ese momento fue clave para entender que algo había cambiado en el país: la conciencia social. Por ello, la Junta de Gobierno, dirigida por David Toro, prometió incluir en su gabinete a un representante obrero, electo desde “las bases populares”.

 

Así, la Federación Obrera del Trabajo (FOT) y la Federación Obrera Local (FOL) llamaron a asamblea, el 19 de mayo, y eligieron a Álvarez como delegado obrero ante la Junta, informó el rotativo La Fragua de fecha 20. Un día después, fue posesionado como Ministro de Trabajo y Previsión Social.

 

Suplementero

 

En su libro Memorias del primer ministro obrero, publicado en 1986, narró su “abstrusa” vida. Gran parte de este escrito se basa en dicha obra.

 

Waldo Álvarez España (1900-1983) nació en el seno de una familia de escasos recursos. Sus progenitores fueron Plácido Álvarez y Jesusa España. Debido a que su padre murió y su madre emigró a Chile, él vivió con su tío, Juan España, su abuela y sus primas.

 

Su niñez fue difícil. A los ocho años empezó a trabajar como “suplementero”. Bautizado como el “Machacka” (el nuevo) y junto a su amigo “Chichilo”, vendió en las calles los periódicos La Tarde, El Diario y El Tiempo. En sus horas libres fue “niño de goma” y también “gladiador” en el primer circo infantil de La Paz.

 

Linotipista

 

Por sus limitaciones económicas, cursó sólo la primaria. Así, emprendió con su tío la carrera de aprendiz de tipografía en El Diario. Luego, en El Tiempo se instruyó en el manejo de la linotipia. Más tarde, se convirtió en uno de los “primeros linotipistas del país”. Con esa especialidad, la vida de carencias terminó y su madre retornó a casa.

 

En plena adolescencia inició su carrera sindical. En 1916, en unidad con los trabajadores en imprenta, fundó la “Federación de Artes Gráficas”.

 

Con una economía estable, Álvarez también se dedicó a la música. Ingresó al conjunto “Lira Roja” y las estudiantinas “Punto y Coma” y “Verdi”. Al ritmo de la guitarra y la mandolina participó en serenatas, cumpleaños y bautizos.

 

Futbolista

 

Esa época fue la más oscura de su existencia. Se hundió en los vicios, el alcohol y los juegos de azar. Al poco tiempo, lo echaron de su casa y vendió sus posesiones.

 

Después de seis años de enervamiento, consiguió un trabajo en una empresa pequeña y a los 23 años se casó con Teresa Cornejo. Tuvo cinco hijos: Elsa, Waldo, Tita, Yolanda y Antonio. Tiempo después fue contratado como linotipista en el rotativo La Verdad.

 

Alejado de la música, en sus momentos de ocio se dedicó al fútbol. Jugó en los campeonatos gráfico-periodísticos, en La República y El Diario. En los partidos conoció a Juan Lechín Oquendo, miembro de The Strongest. Esa amistad duró hasta la fundación de la Central Obrera Boliviana (COB).

 

Dirigente

 

En esa nueva etapa de su vida, ocupó los cargos de Secretario de Actas de la Federación de Artes Gráficas y delegado de la FOT. Se capacitó en sociología, política y filosofía cuando ingresó al Centro de Estudios Sociales.

 

En 1930 fue nombrado Secretario de la FOT y Presidente de la Federación de Artes Gráficas. En ejercicio de sus funciones, Melitón Monje, jefe de talleres de la Empresa Tipográfica “Imprentas Unidas”, “le invitó a formar parte de los masones”. Él no aceptó.

 

“En defensa de los intereses y los derechos de los trabajadores”, creó el periódico La Huelga y el semanario El Mundo. Asimismo, a lo largo de su vida, fundó los diarios Acción Sindical, Trabajo, El Pueblo y Jornada. Sumado a eso, fue gerente de Última Hora y Jefe de Talleres de La Noche.

 

Agitador

 

En 1931 fue recontratado por El Diario. En el trabajo se relacionó con intelectuales, catedráticos y periodistas, entre ellos José Cuadros Quiroga y José Antonio Arze. Esa época fue nombrado presidente de la primera Agrupación Socialista Revolucionaria. Walter Guevara Arze y José Cuadros Quiroga formaron parte de la directiva.

 

Era febrero de 1931 cuando Daniel Salamanca ingresó al poder. Su “concepción anti-comunista” y anti-obrera generó terror en las filas proletarias. Un primer golpe al obrerismo se consumó con la destrucción de la Federación Nacional Postal, Telegráfica y Radiotelegráfica. Por ese hecho, Álvarez dejó la presidencia de la Federación de Artes Gráficas.

 

Un segundo golpe del salamanquismo fue perpetrado, en diciembre, con el proyecto de Ley de Defensa Social. Correspondió al Ministerio de Gobierno “disolver cualquier tumulto ordenando a la policía disparar sus armas en caso de que a la tercera orden de retirarse no se obedeciera a la autoridad”.

 

Álvarez no fue indiferente a esa situación. El 3 de enero de 1932, junto a la FOT, la FOL y la Federación Universitaria Local, organizó un mitin en contra de la siniestra Ley. La manifestación tuvo éxito.

 

Exiliado

 

En junio de 1932 se desató la guerra del Chaco. En esa adversa coyuntura, el movimiento sindical se constituyó en blanco del gobierno de Salamanca.

 

Bajo presión del régimen, Álvarez, al igual que cientos de dirigentes, apeló al “exilio voluntario”. Su destino fue Perú. A los pocos días, retornó a Bolivia porque se enteró por un telegrama que su hijo se cayó enfermo. A los tres días de su llegada, el niño murió debido a una dolencia intestinal.

 

Además del luto por su hijo, pasó varios meses desempleado, hasta que Última Hora lo contrató. Su historia, pronto, se complicó. En noviembre de 1934, fue acusado de ser autor de “un manifiesto que instaba a los combatientes a no luchar contra los paraguayos y más bien confraternizar”. Ese documento fue firmado bajo el seudónimo de “Adams”. Según los denunciantes “Adams” era Álvarez. Por ese delito se pretendió enviarlo a la guerra como carne de cañón.

 

El 9 de noviembre, sin pruebas en su contra, lo deportaron a Perú.

 

Socialista

 

El exilio forjó en él una “tendencia socialista” de avanzada influida por José Antonio Arte, Atilio Sivirich, Rómulo Betancourt y Víctor Raúl Haya de la Torre.

 

En 1936 regresó al país y empezó a trabajar en El Diario. En paralelo, fue secretario del Bloque Socialista de Izquierda, fundado por José Aguirre Gainsborg, Hernán Siles, Ricardo Anaya, Luis Durán y disidentes de Beta Gama.

 

En esa coyuntura, reorganizó el Sindicato Gráfico, que fue vanguardia de la insurrección de mayo del 36.

 

Ministro

 

El 22 de mayo de 1936 fue designado Ministro de Trabajo. Nombró asesores a Ricardo Anaya y José Antonio Arze y subsecretario a José Aguirre Gainsborg.

 

En su gestión, se fijó el salario mínimo; se creó la Asamblea Nacional Permanente de Organizaciones Sindicales, y se fundó la Confederación Sindical de Trabajadores de Bolivia, semilla de la COB. También, se dictó los decretos referentes al trabajo y sindicalización obligatoria.

 

En septiembre de ese año, la rosca y su prensa cuestionaron el decreto de sindicalización y a la institución. Afirmaron que el Ministerio “no cumple su verdadera misión porque está ocupado por agitadores rojos”. A esa reacción se sumó el Partido Centralista, que acusó al Ministro de “comunista”. Todo eso ocurrió en ausencia de Álvarez.

 

Días después, Toro dictó un decreto “anti-comunista”, informó el rotativo La Razón, el 22 de septiembre. Por la normativa se apresó a altos funcionarios y a más de 100 jóvenes, varios de ellos miembros del Bloque Socialista de Izquierda. Anaya, Arze, Aguirre Gainsborg y otros fueron deportados a Chile.

 

Defensor

 

Al enterarse de lo ocurrido, el ministro obrero retornó a La Paz y se reunió con el presidente Toro. Allí planteó su renuncia y exigió libertad para los detenidos y confinados. Acto seguido, sugirió a la FOT convocar a un Congreso para elegir a un nuevo ministro.

 

El 28 de noviembre presentó su renuncia irrevocable. El Diario, el día 29, advirtió “crisis de gabinete”.

 

Según el matutino La Calle del 2 de diciembre, él entregó su cargo al Congreso Obrero para nominar, por asamblea, a un nuevo delegado ante el gobierno.

 

Luchador

 

El Congreso se realizó un día después de la dimisión. De acuerdo a La Calle del 15 de enero, por la división que se gestó en el cónclave, el gobierno nombró como titular de Trabajo al abogado y miembro del Partido Socialista, Javier Paz Campero.

 

Tras su renuncia, en 1938 fue asambleísta ante la Convención Nacional y luego diputado. Pasada la revolución de 1952, ocupó el cargo de Secretario de Cultura de la COB.

 

Después de tres intensas décadas de actividad sindical y política, en mayo de 1953, Waldo Álvarez se retiró a sus cuarteles de invierno.

 

-Grecia Gonzales Oruño es Comunicadora Social

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/207447?language=es
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