Pandemia-endémica y pos-pandemia

01/06/2020
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Cuarentena y todo tipo de pruebas fueron fundamentales en China
Foto: Reproducción
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Han pasado cinco meses desde el inicio del Coronavirus. La pregunta que nos hacemos es si habrá una pos pandemia o seguiremos por un tiempo prolongado en un estado de pandemia endémica, o ambas cosas según los países. China lideró los contagios hasta mediados de marzo en donde Europa occidental tomó la delantera para ser luego rebasada por Estados Unidos. La pandemia ha sido prácticamente controlada en China, se nota una clara desaceleración en Europa, una desaceleración menor en Estados Unidos y una preocupante aceleración en América Latina, Rusia, Medio Oriente y África. En promedio un crecimiento diario de 90.000 casos.

 

A la fecha no hay un tratamiento comprobado para la cura, ni vacuna. Hay equipos de científicos trabajando febrilmente sobre ambos temas en varios países. En la vacuna tres países están concluyendo la etapa 1: Estados Unidos (Moderna), China y Gran Bretaña (Oxford). Suponiendo el éxito de alguno(s) de estos avances no habría inicio de producción masiva antes de 12 a 18 meses. Sin licenciamiento o formula libre (anunciada por China si lo logra) el resto del mundo debería esperar más tiempo.

 

1.- La pos-pandemia en China

 

El país donde se originó el virus está en prácticamente en la pos pandemia desde mediados de abril. Ha tenido rebrotes por casos importados, sobre todo de Rusia en su frontera noreste y un rebrote menor en Wuhan, pero los ha controlado. Se desplegaron drásticas medidas de aislamiento y cuarentena en todo el país con refuerzos especiales en Wuhan, origen del brote, y la provincia de Hubei, a donde se enviaron 40.000 médicos y personal de salud. Cuatro millones de trabajadores comunitarios recopilaron datos todos los días en todo el país.

 

Yi Song, profesor de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing, enumera las medidas tomadas[i]: “los datos del teléfono móvil se han utilizado para rastrear las ubicaciones diarias y el estado de salud de los usuarios. Los trabajadores comunitarios tienen aplicaciones innovadoras y mini programas para mejorar su eficiencia laboral. Gracias a las aplicaciones y los programas en línea, informan a las personas dónde pueden obtener máscaras o entrega de alimentos, o cuántas personas regresaron a casa después del viaje y de dónde vinieron. También pueden determinar si los nuevos retornados viajaron en el mismo vuelo o se relacionaron con los pacientes confirmados o sospechosos de COVID-19. A su llegada, los retornados primero deben registrarse en el centro de su vecindario y obtener un pase en papel o electrónico. Simplemente escaneando un código QR en sus teléfonos inteligentes, se puede mostrar información sobre su paradero durante los últimos 14 días. Su información se registra en una base de datos para verificar si han cumplido los requisitos de cuarentena”

 

Una parte fundamental del éxito es el esfuerzo, tesón e involucramiento a fondo del personal de salud con apoyo irrestricto del Estado. La otra parte es la aplicación masiva de tecnología de comunicación.

 

Estados Unidos, se rasga las vestiduras acusando a China por la intrusión en la privacidad de los ciudadanos. La población china es consciente que el big data envuelve aspectos de su privacidad, pero asiente a ello y piensa que ese avance de la tecnología de la información está siendo muy valiosa para dominar la expansión del virus.

 

En occidente también se utilizan, pero se lo niega oficialmente. Cámaras de reconocimiento facial en Gran Bretaña, Estados Unidos y otros países, puertas traseras en los programas de los servidores de Internet abiertos para las agencias de seguridad, pinchaduras de teléfono a Dilma Rousseff y Angela Merkel, son apenas la punta del iceberg del oculto Hermano Mayor.

 

Las consecuencias económicas del Covid-19 son muy duras para China, sumadas a la caída del intercambio comercial previo con Estados Unidos. El FMI[ii] proyecta caídas de la tasa de crecimiento del Producto Bruto por las consecuencias del coronavirus:

 

 

Es en estas difíciles circunstancias que se realizaron en Beijing las “Dos Conferencias”, a partir del pasado 21 de mayo: la Consultiva Política (Partido) y la Asamblea del Congreso (Estado). La exposición del Premier Li Keqian no fijó, por primera vez, metas cuantitativas de crecimiento. En el inusualmente corto discurso del Premier aclara que por las consecuencias del coronavirus no hay una proyección cierta. Su discurso se centra en la defensa de la vida, y a nivel económico en la defensa del empleo y la supervivencia de empresas. Anunció - al igual que en muchos países - una gran expansión monetaria. También reducción impositiva y protección del empleo (la tasa de desocupación creció al 6,5 %) y énfasis en el incremento del consumo interno, para compensar la esperada caída de sus exportaciones.

 

Esta pos pandemia no será la vuelta a la normalidad previa. Son muy pocos casos nuevos y controlados a un alto costo preventivo que afectará toda la producción.

 

2.- La pandemia en el resto del mundo

 

En el resto del mundo diferenciamos entre políticas inteligentes y miopes

 

no entre políticas neoliberales y nacionales-populares-heterodoxas. Países neoliberales como Alemania, Singapur, Australia, Israel, Japón y otros tienen respuestas inteligentes, y mejores resultados.

 

Políticas miopes. Estados Unidos, Gran Bretaña y Brasil son los tres más conspicuos representantes del darwinismo social. Entre los tardíos destacan España e Italia, los primeros en superar a China en muertos.

 

Estados Unidos no tomó precauciones iniciales y ante el estallido sólo atina a culpar a China. El contagio de Boris Johnson acentuó – tardíamente - el cambio de política británica, que lidera los contagios europeos. Brasil está en un brete por su mal manejo de la pandemia, unido a otros desaguisados internos.

 

De buen grado o presionados por la reacción social, todos los países desplegaron medidas de contención. La lógica interna del coronavirus no ofrece alternativas: altísima tasa de infección y largo período de incubación no sintomática con trasmisión de infección. La tasa de letalidad del coronavirus (muertos / infectados) es del 6,5 % a nivel mundial. Una proyección simple situaría en 1 millón los muertos por coronavirus este año. La tasa de mortalidad mundial por todas las causas es del 0,81 % de la población, lo que sobre 7.600 millones de personas arroja 63 millones de defunciones. Si la inacción de los dirigentes políticos permite que la tasa de infección o contagio llegue a sólo el 1 % de la población mundial (76 millones) los muertos por coronavirus ascenderían a 5 millones, un 7,9 % más de muertos que el promedio previo. Si la tasa llega hasta el 5 % los muertos aumentarían un 39,5 % sobre la mortalidad normal. Si no se aplican medidas, con la exponencial tasa de contagios no son suposiciones alocadas. No hay pueblo que lo aguante sin rebelarse ni gobierno que lo pueda soportar. Ni Trump ha podido aplicar la receta darwinista en su versión pura.

 

Pocos países podrían aplicar la “receta china”. Estados Unidos y Gran Bretaña podrían hacerlo, utilizando toda su capacidad científica-médica-hospitalaria como servicio público de tiempo de guerra y también las tecnologías informáticas que aplican los chinos, con todas sus intrusiones. El caso de Estados Unidos es paradigmático. No es la privacidad de la información de los individuos la que están defendiendo, sino el mínimo cuestionamiento, aun excepcional, de la propiedad privada. Es la negativa ante una emergencia de reformular la definición de la salud pública como un bien social por encima del mercado y las ganancias. Es el poder de los grandes laboratorios, el Big Pharma, y toda la estructura de salud privada en Estados Unidos. Es el gran capital en su conjunto que no acepta ni rozar la intangibilidad de la propiedad privada y las ganancias.

 

El elevado costo en vidas y la inevitable desorganización social que deriva de la estrategia reacción tardía/salud privada/aplicación restringida de tecnología informática se está traduciendo en una caída estrepitosa de la actividad económica en el segundo trimestre en todos los países, excepto quizá China y otros pocos. La actividad económica que creían defender mejor ha colapsado y la desocupación en EEUU ha llegado al 14,7 %. La incertidumbre sobre la disponibilidad de soluciones médicas nos permite llamarla Pandemia-Endémica, no menor a un año o año y medio.

 

Uno de los elementos que demoró la reacción de los países occidentales fue no disponer a tiempo de instalaciones y equipamientos adecuados para mitigar la enfermedad. Un ejemplo es el caso de los ventiladores. Como dice Qiao Liang, general retirado de la Fuerza Aérea China: ”De las 1.400 partes del ventilador (de la americana Medtronic), más de 1.100 tienen que ser producidas en China, incluyendo el ensamblaje final. Ese es el problema en los Estados Unidos hoy en día. Tienen tecnología avanzada, pero no tienen métodos de producción y capacidad, por lo que tienen que depender de la producción china”[iii]. No hay reacción rápida sin soberanía industrial, incluso en lo simple. Los costos para salir de esta etapa, y las pérdidas en vidas y actividad económica serán para el resto del mundo superiores a los costos que de ello se derivará en China.

 

3.- La lucha por el significado político de la crisis

 

Las clases dirigentes de los distintos países, en especial Estados Unidos, tratarán por todos los medios volver a la etapa anterior una vez superada la parte más violenta de la pandemia. Los representantes de las clases trabajadoras y del pueblo llano procurarán resaltar la importancia de la participación del Estado, como garantía de última instancia para preservar el derecho a la vida.

 

Muchos críticos del neoliberalismo afirman que “es evidente” que como consecuencia de la pandemia las mayorías tendrán claro la importancia de más Estado como ordenador social. Somos muy críticos del capitalismo financiero y su ideología neoliberal, pero no estamos persuadidos que haya conclusiones claras para las mayorías. No confundamos nuestras conclusiones con las de las mayorías. El centro imperial minimiza la acción del Estado mientras busca convencer a la opinión pública norteamericana y mundial que el único culpable es China. No importa que no haya pruebas de tardanza en comunicar la enfermedad a la OMS y al mundo ni de la creación artificial del virus. La máquina de desviar la atención de los hechos se puso en marcha al comenzar los casos en Estados Unidos.

 

El antecedente más cercano de desvío de la atención sobre sus propias responsabilidades fue la crisis de las hipotecas basura en 2008-2009. La crisis se originó en Estados Unidos, afectó a todo el mundo, provocando caída de la actividad, desocupación y miseria a millones, por el desenfreno especulativo de la desregulación financiera y bancaria que comenzó en los años ochenta. Los estados de los países centrales salieron en salvataje de los grandes culpables, aquellos bancos y empresas “muy grandes para caer” que hubieran arrastrado a una crisis como la de los treinta del siglo pasado. Fuera de algunos cambios cosméticos una vez superada la parte más aguda de la crisis, se volvió al sistema previo,”business as usual”. El silencio cómplice de los economistas junto a toda la prensa “seria” completó la tarea.

 

¿Cómo es posible pensar que en esta oportunidad aceptarán una mayor presencia del Estado en la vida social y económica si logran convencer a las mayorías que el origen de la crisis es el “virus chino”?

 

Es la lucha del poder financiero y los grandes monopolios para mantener controlada la conciencia política de los pueblos. Mayorías mundiales que desde la implosión del socialismo hace treinta años no tienen siquiera un modelo alternativo al capitalismo salvaje, fuera de pedidos de mayor participación del Estado sin mayores definiciones, ni organizaciones políticas de peso que las articulen. China – el polo ascendente en la lucha por la hegemonía - no se propone como modelo alternativo, por ahora.

 

El cambio de la conciencia de los pueblos será una batalla por la organización de las mayorías detrás de ideas de cambios necesarios. Será una lucha larga, difícil, sin objetivos muy definidos, hasta contradictorios, y sin garantías de triunfo. Pero es nuestro tiempo y debemos darla.  

 

Notas

 

[i] High-tech magic: China’s COVID-19 fight. https://www.globaltimes.cn/content/1188251.shtml

 

[iii] Qiao Liang - co-autor del libro Unrestricted Warfare (Guerra sin límites). Cita de la entrevista (“No deberíamos bailar al ritmo de América”). Revista Bauhinia, Hong-Kong, inicios de mayo.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/206924
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