El presidente estadounidense que llamó a preocuparse por el hambre en el mundo

18/05/2020
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Herbert Clark Hoover
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Lo que sucede hoy en el mundo con la pobreza, que no es precisamente generada por la actual pandemia, aunque ésta la acelerara aún más en los últimos meses, tiene importantes antecedentes, y la preocupación por la misma, a diferencia de lo que sucede con algunos personajes contemporáneos, en determinadas circunstancias, llegó que otros personajes, en su momento reclamaran soluciones a los que más tienen, como se discute en estos días en la Argentina.

 

El 17 de mayo de 1946 Herbert Clark Hoover, el por entonces ya ex presidente de los Estados Unidos de América, invitó a la población de su país a que ayudase a las 800 millones de personas que sufrían hambre en todo el mundo, amén de otras cuestiones, a raíz del accionar de las empresas transnacionales estadounidenses. Un accionar, que, a lo largo de los 74 años transcurridos desde entonces, hizo que también la concentración de la riqueza se verificase entre su propia población.

 

Resulta interesante que esa convocatoria de Hoover, quién como presidente había sido contrario a la intervención estatal en la economía, fuese una suerte de anticipo de lo que algo más de un año después fuese llevado a la práctica, con variantes, durante la presidencia de Harry S. Truman mediante el conocido “Plan Marshall”, que sólo apuntó a Europa Occidental y no tomó en cuenta la situación global, incluso perjudicando a naciones que, como la Argentina, sufrieron graves consecuencias al quedar marginadas del comercio internacional.

 

Tras la convocatoria más universal de Hoover, curiosamente un republicado firme defensor del libre mercado, el 6 de septiembre de ese mismo 1946, el secretario de Estado, James Francis Byrnes, presentó un proyecto anticipatorio del futuro “Plan Marshall” durante una charla dada en la Opernhaus de Stuttgart en el marco de la preocupación del gobierno de los EUA ante el avance de los partidos comunistas en buena parte de Europa Occidental.

 

En la misma dirección el general Lucius Dubignon Clay le había solicitado al empresario Lewis Herold Brown que elaborara un informe sobre la situación de Alemania en la posguerra. Informe que se conociera en 1947 como “A report on Germany”, en el que además de analizar la situación se formularon diferentes recomendaciones acerca de cómo encarar la reconstrucción de ese país. También ya se habían referido a ese problema el subsecretario de Estado, Dean Gooderham Acheson, y el luego vicepresidente Alben William Barkley.

 

Hasta ese momento la postura de los EUA había sido el llamado “Plan Morgenthau”, dado a conocer en 1944 cuando aún no había concluido la Segunda Guerra Mundial. Henry Morgenthau, secretario del Tesoro, que había sido uno de los autores intelectuales del “New Deal” del presidente Franklin Delano Roosevelt, proponía un virtual saqueo de Alemania para impedirle su recuperación tras la guerra y con lo así recaudado ayudar a la recuperación del occidente europeo.

 

En términos similares planteaba las cosas el banquero francés Jean Omer Marie Gabriel Monnet quién pretendía que las regiones mineras alemanas del Ruhr y el Sarre pasaran a ser manejadas desde París de manera que Francia pudiera no sólo recuperarse y llegar rápidamente a superar un 50 por ciento su capacidad productiva anterior al inicio del conflicto en 1939. Algo similar a lo impuesto por la misma Francia en el Tratado de Versailles tras el fin de la Gran Guerra, conocida como Primera Guerra Mundial, lo cual, como lo previese John Maynard Keynes en “Las consecuencias económicas de la Paz”, desembocó en la aparición de los ultra nacionalismos que llevaron a la SGM dos décadas más tarde.

 

Pero en 1946 los triunfadores de la guerra pusieron trabas para la recuperación alemana con límites para la obtención de carbón y acero, quedando esas zonas productivas bajo control extranjero, y obligaron a sus gobernantes a reducir su elaboración de manufacturas a un 50% de la alcanzada en 1938 para lo cual debía eliminar nada menos que 1500 empresas fabriles.

 

Sin embargo, tanto los planes de Morgenthau y Monnet tuvieron un gran rechazo público. La experiencia de lo sucedido luego de la PGM hizo que hasta los principales medios en los países vencedores advirtieran sobre los riesgos de esas propuestas las que, finalmente, quedaron desestimadas. De todos modos, la Directiva 1067 del Estado Mayor Conjunto estadounidense reflejó algunos de esos criterios hasta julio de 1947 y sus fuerzas ocupantes destruyeron un gran número de industrias aún después de que en abril de ese 1947 cuando el presidente Truman y sus colaboradores Acheson y el secretario de Estado, George Catlett Marshall, decidieran que había que aportar fondos para la reconstrucción europea, incluyendo Alemania.

 

Por todo ello el propio Hoover, el 18 de marzo de 1947 hizo notar que “Existe la ilusión de que la Nueva Alemania que ha quedado tras las anexiones puede ser reducida al estado pastoril. Eso no puede hacerse salvo que se exterminen o trasladen 25.000.000 de personas fuera del país”. Y, con similar criterio, el 12 de julio posterior, comenzó la cumbre convocada por los EUA a los países de Europa Occidental en la que se aprobara el “European Recovery Program”, como se denominó oficialmente el más conocido como “Plan Marshall”.

 

- Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/206638
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