Del imperio del control – Covid-19– a la cultura del Buen Vivir

17/03/2020
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La aparición del COVID-19 nos recuerda la tragedia en Chernóbil (1986) y los inicios de la reestructuración del sistema socialista soviético (Perestroika). La caída de un modelo político-económico antecedido por una tragedia, por el control de cuerpos, espacios e información. A menos de ochenta días del ingreso del virus en la ciudad de Wuhan (China, 12/19) las situaciones de pánico a nivel global pareciera colocarnos frente a una tragedia sin precedentes. Enigmático escenario que pone en evidencia las endebles bases sobre la cual fueron construidas el sistema más infame de la historia de la humanidad, el Capitalismo y las patológicas necesidades de control.

 

Hablar sobre la caída del Capitalismo y cambio de paradigma seguro será motivo de más de un best seller y oscares hollywodenses. En esta oportunidad, más allá del lucro del business mediático, lo que nos escupe en la cara en tiempo real, es lo fácil que es activar las raíces emotivas mas arcaicas de la humanidad, sálvense quien pueda versus los más elevados niveles de conciencia colectiva, nos salvamos tod@s o no se salva nadie.

 

Desde la arquitectura de los espacios, cuerpos e información, sólo ante la inclemencia telúrica puede evaluarse la calidad de las estructuras antisísmicas, solo ante la presencia de bacterias y virus puede evaluarse la calidad del sistema inmunológico.

 

Así como podríamos evaluar las bases de la dictadura del mercado, el imperio del commodity sobre la vida, el cual coloca en relieve sus frágiles estructuras las cuales se encuentran en clara caída libre.

 

Hasta hace unos tres meses la comidilla de la prensa conspiradora, de sistemas democráticos antagónicos al Consenso de Washington, hacía de los “vacios anaqueles” en Venezuela, en Cuba, la ausencia de papel y toallas higiénicas, la última punta de lanza de los alaridos makartistas. Expresiones desesperadas de jaurías que persisten en perpetuar la idea de un modelo mundialmente fracasado.

 

¡Cuántos países no quisieran contar en estos momentos con sistemas de distribución de alimentos como los organizados por el Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP) implementados por el sistema bolivariano!

 

Paradójicamente países víctimas de unilaterales medidas coercitivas, de parte de los EE.UU., denunciadas ante la Corte Penal Internacional CPI por Venezuela y otros países, miembros del “eje del mal”, se encuentran en mejores condiciones científicas y sociales para afrontar pandemias como el COVID-19. Cuba y China lideran los aportes científicos a nivel global en la búsqueda de respuesta ante la expansión del virus.

 

En estos países, contrario a los que somos testigos en la actualidad, lo que impera es la cultura de la solidaridad como principio de convivencia. El sentido de la justa proporción de las cosas es el ideal de la medida de intercambio. Todo lo contrario, en países de la abundancia en donde las medidas de emergencia de inamovilidad y cierre de espacios públicos no han podido ser capaces de trascender las leyes del imperio del mercado. ¡El desespero del consumo campea por doquier y a cerrar las puertas!

 

¿Qué van hacer ahora el modelo perfecto de “democracia y libertad” que trató de loco a quien tuvo el coraje de proponer la salud como derecho universal (Bernie Sanders) y no como mercadería corporativa? El sistema de salud corporativa norteamericana amenaza con implosionar - y no colapsar – no por la presencia de usuarios sino por la ausencia de los mismos.

 

Ahora quedará en evidencia, una vez más, ante el mundo entero, las bases sobre las cuales están construidos los modelos globales. Ahora las guerras serán vencidas desde la capacidad de resiliencia, solidaridad y mutualidad a la cual hayan sido preparados los pueblos y no desde la lógica egoísta de la expansión virulentamente geoestratégica.

 

Aquello que fue el fantasma del comunismo, la falta de alimentos y el pánico al desabastecimiento, en minutos, pasó a ser un común denominador comercial a nivel global.

 

La pedagogía del pánico controla espacios, cuerpos e información pero es incapaz de reeducarnos en función de principios, que por la naturaleza del sistema no figuran en su DNA, como la compasión, mutualidad, solidaridad, reciprocidad, empatía e inclusividad.

 

¿Por qué no existe la capacidad de determinar la cantidad de productos que cada familia puede adquirir? ¿Por qué no existe la sensibilidad de ponerse en situaciones de familias que a duras penas llegan a fin de mes y que en estos días no solo les faltará papel higiénico sino alimentos básicos? ¿Por qué tenemos que ser testigos de familias que llenan camionetas enteras de papel higiénico, mascarillas y demás artículos dejando a familias enteras sin acceso a las mismas?

 

Este es el sistema de libre mercado. Libertad para vender y comprar todo lo que puedas por que “trabajas para hacerlo”. ¡Falso! Conozco familias, y seguro que usted también, que se parten el lomo de sol a sol y viven reventando tarjetas de crédito sin poder cancelar absurdas deudas con bancarias y piden prestamos en otros bancos para pagar impuestos por las morosas deudas.

 

¿Qué sistema es este promueve, enseña y defiende ser libres para comprar y vender y no para higienizarnos culturalmente y respetar a la otra persona como ser sensible y vulnerable a nuestras “toxididades”?

 

¿Qué sistema es este que promueve y enseña que en casos de emergencia la ayuda humanitaria es igual a ayuda militar, como lo hace Washington, y la expresión de solidaridad es distribuir papel higiénico desde helicópteros como lo sucedido en Puerto Rico en medio de los huracanes María e Irma?

 

Por otro lado, mientras el mundo vive un inusual estado de emergencia, China envía a Italia especialistas, 1.000 ventiladores pulmonares, dos millones de mascarillas (de las cuales, 100.000 son de alta tecnología), 20.000 trajes protectores y 50.000 isopos para detectar el coronavirus y Cuba ayuda a China con el antiviral Interferón alfa 2B recombinante (IFNrec), el jefe del Comando Sur de EE.UU. anunció el aumento de la presencia militar en el hemisferio austral, barcos y elementos militares en América Latina según el informe para velar por la seguridad de sus “socios” frente a la peligrosa “expansión económica” de China en puertos como Jamaica, Bahamas y El Salvador.

 

Dos caras de la misma moneda. Por un lado, la contribución a detener cualquier signo de pandemia que atente contra la estabilidad de la humanidad y por otro, preocupados por asegurar la presencia geoestratégica de una de las más grandes plagas política y económica de la historia de la humanidad que lucha minuto a minuto por tener bajo control cuerpos, espacios e información de todo aquello y aquel que sirva a sus intereses.

 

Han domesticado espacios, cuerpos e información. Nos mueven a su antojo; enfermedades, clima, economía. Internacionalizaron el toque de queda y nos impusieron la ausencia de nuestros toques. Nos han vendido gato por liebre imponiéndonos falsas libertades como signos supremos de la fantasmagórica y virulenta democracia que en laboratorios inventaron y ya no saben como más sostenerla.

 

Nos encierran en nuestras casas, muchas ni son nuestras. Nos obligan lavarnos las manos para no “cagarla” más y para colmo una familia de 3 personas compró el equivalente de alimentos y papel higiénico para sostener a 10 familias en tres meses. ¿Este sentido del control y la sobrevivencia no es más tóxico y mortal que el mismo COVID-19?

 

Ojalá que esta apocalíptica experiencia nos aproxime a modelos sensibles de convivencia. Relaciones sociales, políticas y económicas donde nuestras tácticas y estrategias descubran, y no encubran, nuestra reprimida y controlada humanidad de rodillas al servicio del mercado. Y, por fin, nos impulse, empoderad@s, al encuentro del Otro desde corazones a corazones y no de manos a manos, besos a besos, codos a codos ó cuentas bancarias a cuentas bancarias.

 

Relaciones que, de una vez, y sin órdenes sino intuiciones y palpitaciones, materialice nuevos modelos de Estado, democracia, relaciones sociales, comerciales y de producción como ejes vertebrales de sistemas promovidos desde la cultura del Buen Vivir (Sumak Kawsay)1 de originarias culturas, como la Inca, adaptadas y ejecutadas en nuestro convulsionado y esperanzador siglo XXI que lucha y resiste, desde el anonimato de millones de seres humanos y políticas de estado estigmatizadas, por hegemonizar la vida como principio fundamental de toda convivencia.

 

Concluimos con Táctica y Estrategia de Mario Benedetti:

 

Mi táctica es mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es hablarte y escucharte
construir con palabras un puente indestructible
mi táctica es quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé con qué pretexto
pero quedarme en vos

 

mi táctica es ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos simulacros
para que entre los dos no haya telón ni abismos
mi estrategia es en cambio más profunda y más simple
mi estrategia es que un día cualquiera
no sé cómo ni sé con qué pretexto
por fin me necesites.

 

 

1 Como cita Patricio Carpio Benalcázar (2019) a Antonio Luis Hidaldo-Capitán (2014): “[…] Sumak significa lo ideal, lo hermoso, lo bueno, la realización; y kawsay, es vida, en referencia a una vida digna, en armonía y equilibrio con el universo y el ser humano. En síntesis, el sumak kawsay significa la plenitud de la vida”. Fuentes: Patricio Carpio Benalcázar. Buen Vivir. Utopía para el siglo XXI. Madrid: FUHEM, 2019. KowII. “Sumak Kawsay”. En A.G. (Editores) Antonio Luis Hidaldo-Capitá, Antología del Pensamiento Indigenista Ecuatoriano sobre Sumak Kawsay. Cuenca: PYDLOS-CIM, pág. 355.

https://www.alainet.org/es/articulo/205283
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