Como si fuera 1995: una respuesta a la provocación de Barreto-Biardeau-Sánchez

14/08/2019
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La ausencia de fecha en la cita de Rigoberto Lanz que encabeza el artículo Izquierda venezolana de alguna manera expresa la propia pretensión atemporal de texto que le sigue. La cuestión fundamental, de entrada, es que no podemos escribir hoy como si estuviéramos en 1995 o noviembre de 1998 cuando mucho, difícilmente podemos retomar viejas discusiones como si no existieran los veinte años de gobierno chavista que hoy en día nos colocan en un lugar distinto, entre otras cosas porque hay una nueva generación que también interpela pero no es interpelada si le hablan como si se tratara de un izquierdista que ya en los años 80 estaba entrado en la mediana edad. Rectifico, sin duda que se puede escribir así, solo que el vacío y la confusión va a ser abrumador para el lector o lectora. De cualquier manera, si la intensión fue sólo dialogar con los sectores de izquierda que se colaron por los márgenes del chavismo, ha de ser un poco ocioso y limitado ese ejercicio, porque ella tampoco es la misma hoy.

 

En todo caso, ¿tiene sentido interpelar hoy a la izquierda fragmentaria venezolana que fue diluyéndose hasta entrados los 90?, ¿no fueron los 20 años de chavismo, especialmente sus primeros 12, la gran interpelación?, ¿no ha sido la práctica política de las últimas dos décadas la comprobación fáctica de que aquella izquierda estaba equivocada? Aún así, que hoy en día vuelva a escribirse un artículo como este y estemos en la situación que estamos podría hacer que la tortilla se vuelva y esa izquierda responda demandando el reconocimiento de cierto mea culpa entre quienes desplegaron hace más de veinte años los cuestionamientos que hoy reviven. Es por eso que se siente, de entrada, cierta extrañeza en que se escriba un artículo como este casi finalizando la segunda década del tercer milenio.

 

¿No ha pasado nada en los últimos veinte años como para tener que revivir el fantasma del estalinismo y arrojar sobre él las culpas de los fracasos? Uno tendería a pensar que si algo fue poco hegemónico en la dirección del proyecto chavista fue el marxismo leninismo (esto sin entrar en la discusión profunda respecto a qué entendemos por tal cosa y asumiendo, al menos no como orientación ideológica fundamental, y que, al contrario de otros procesos, desde el comienzo estuvo acompañado en su dirección por voceros claves de la izquierda “anti dogmática”, quienes llegaron a puestos incluso más altos que los marxistas digamos “más clásicos”. Resulta curioso en ese sentido que otra de las recepciones en la lectura de la provocación sea en sentir que quienes lo escriben no solo lo hacen como si estuviéramos en 1995 en cuanto a los debates históricos, sino respecto a las responsabilidades adquiridas en la función pública y la influencia teórica dentro de la política hegemónica reciente. ¿Lo que triunfó en 1998 no fue una coalición variopinta más parecida a la heterodoxia que a la idea “dogmática” de revolución? Pensando que la respuesta es afirmativa ¿por qué no asumir los errores en vez de decantarse por pelear con los antiguos espantapájaros?

 

Ante todo esto me hago la pregunta ¿en serio “lo fundamental para la renovación del campo de las izquierdas será superar la entronización del ‘marxismo soviético’”?, ¿cómo es posible que tras 20 años de chavismo gobernando y 30 años de desmantelamiento de la URSS eso siga siendo lo fundamental? Un objetivo como este suena a 1990, a la crítica de los 70 en ciertas corrientes teóricas de las ciencias sociales latinoamericanas, y, precisamente para el punto de esta respuesta, a aquello que movilizó a la “multitud” que hizo posible la llegada de Hugo Chávez al poder en 1998. Si tras todo eso, aun hoy en día hay que plantearse como el objetivo fundamental de la izquierda la superación del “marxismo soviético” algo hicieron/mos mal compañeros, porque va siendo hora de enterarse que el marxismo soviético desde hace mucho no es hegemónico en ninguna parte, ni en el campo teórico, ni en el político. Desde un tiempo para acá la dirección teórica de la izquierda ha estado en manos de otras razones y discursos, ahí es donde toca empezar a asumir cierta responsabilidad y no hacer tábula rasa.

 

Otra cosa es asumir que más allá del marxismo soviético siguieron ocurriendo ciertas prácticas (las mencionadas detalladamente en el artículo). En todo caso, esto obligaría a pensar si no se trata de taras estructurales de la izquierda que hoy en día poco o nada tienen que ver con viejos espectros, con lo cual eso que debemos purgar de nosotros mismos es mucho más complejo que lo que se ve a simple vista cuando las discusiones se plantean en la lógica de la guerra fría. Por supuesto que es fundamental reinventar (otra vez) a la izquierda, recomponerla y reconectar a través del reconocimiento en la discusión, pero no vamos a hacerlo si no asumimos el último recorrido, con las responsabilidades que eso conlleva para quienes nos asumimos en la siniestra del mapa político.

 

Es urgente una revisión profunda de la historia política reciente, una cartografía de las ideas y las prácticas que determinaron avances, retrocesos y estancamientos dentro del chavismo, así como la recomposición de la izquierda. Por supuesto que dentro de ese ejercicio no debe haber límites, camisas de fuerzas ni temas censurados, eso incluirá la revisión de viejos errores, su transmisión y su continuidad, pero no podemos arrancar como si nada hubiera pasado, escribiendo como si quienes lo hacemos no estamos condenados a cargar el correlato pesado de nuestra práctica y adjudicando toda la culpa a lo que pasó después de que se murió Lenin hace ya casi cien años, poco de izquierda sería, bien sea de paso. 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/201580
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