¿Cambia en algo la situación política en Ucrania con la elección de Volodymir Zelensky?
- Opinión
La victoria por la carrera presidencial del actor Volodymir Zelensky fue un duro golpe para la clase política tradicional de Ucrania y un mensaje para el electorado del mundo entero. Un discurso antiestablecimiento y la lucha contra la corrupción le sirvieron para llevarse una victoria contundente en segunda vuelta contra el representante de esa élite tradicional: Petro Poroshenko, quien aspiraba a la relección del cargo. De hecho, el triunfo de Zelensky con cerca del 73% de los votos fue incontestable y marca la pauta de una nueva era en la política del país eslavo (https://es.euronews.com/video/2019/04/22/volodimir-zelenski-de-humorista-a-presidente-de-ucrania). Sin embargo, es prematuro vaticinar cómo será la presidencia del comediante, toda vez que su falta de experiencia pública puede jugarle en contra en un momento delicado en la seguridad de Europa del este y con unas tensas relaciones con su vecino histórico.
La imagen del nuevo presidente ucraniano se fue romantizando luego de su paso por la exitosa serie televisiva Servidor del pueblo, transmitida por el canal 1+1, que contaba la historia de un maestro que luego de caer en la miseria, decide postularse para la presidencia del país y a la postre obtiene la victoria (https://expansion.mx/mundo/2019/04/22/el-interpreto-al-presidente-de-ucrania-para-la-tv-ahora-lo-es-en-realidad). Como si fuera una extensión de la ficción, Zelensky asumió su papel en la vida real y con un discurso contestatario fue venciendo uno a uno a los representantes de la política tradicional, entre ellos, la ex primera ministra Julia Timochenko, una de las principales opcionadas para la primera magistratura. No obstante, cuando pase el bombo y la algarabía de su victoria, es cuando se tendrá que preguntar ¿cambia en algo la situación política de Ucrania con la elección de Zelensky?
A priori el actor y comediante ha asumido una postura prooccidental lo que puede marcar la hoja de ruta de su gobierno. Por esa razón, su presidencia no resulta esperanzadora para solucionar la crisis en el oriente del país, ni mucho menos para reconstruir las relaciones con Rusia. Por el contrario, la falta de experiencia en la administración pública puede ser un problema mayor. La presidencia de un país como Ucrania, con su sensible posición geopolítica, no es un show de televisión. Esta es la primera consideración que debe tener el electorado ucraniano, pues el ejercicio de la política se aleja del tono desafiante que se presentó en la serie. La historia comprueba que más allá de una buena campaña es necesario contar con una excelente gestión en los asuntos del país, por lo que la realpolitik le puede jugar una mala pasada al nuevo presidente.
En efecto, Zelensky deberá sortear situaciones complejas como el conflicto en las regiones de Donetsk y Luhansk, los incidentes en la península de Kerch y la compleja situación económica del país. Empero, desde la época electoral, sus posturas políticas no han sido del todo claras. Su plataforma fue imprecisa, nada concreta y algunos de hecho la han calificado de “populista” pues dijo lo que la gente quería oír, pero en absoluto planteó cómo lo hará. Por ejemplo, la anexión de la península de Crimea a la Federación rusa en 2014 sigue siendo una herida abierta para los habitantes del occidente del país. El conflicto que se desencadenó posteriormente y que ha cobrado la vida a más de 13.000 personas (entre ellos 3.321 civiles) según cifras de las Naciones Unidas, es un tema de primordial interés a resolver, pero poco ha sido lo que el nuevo presidente ha dicho al respecto, de ahí que su administración pueda desinflarse en pocos meses o incluso llegue a ser una gran decepción. El otro tema de importancia fue el incidente en el mar de Azov que enfrentó a las armadas de Rusia y Ucrania y que llevó al entonces presidente Poroshenko a la imposición de la ley marcial. En tal sentido, ¿qué experiencia tiene un actor en el manejo de una crisis de este tipo? La presidencia de un país no es un concurso de popularidad.
Por ese motivo, luego de que pase todo el boom mediático frente a la victoria de un offsider, que no deja de ser un evento llamativo, se demostrará el talante del nuevo presidente. No obstante, hay que estar preparados para todo, menos para una actitud de colaboración con Moscú. De hecho, ya los líderes del G7 mostraron su disposición a trabajar con Zelensky (https://www.ukrinform.es/rubric-polytics/2686934-los-paises-del-g7-estan-dispuestos-a-cooperar-con-el-presidente-electo-de-ucrania.html). Esto es una clara señal de influencia e intromisión que demostrarán el carácter del nuevo mandatario. Por tanto, no hay que guardar muchas expectativas si desde el primer día, los siete países más poderosos del mundo en términos económicos y militares dan una voz de respaldo al nuevo mandatario. ¿Es Zelensky el nuevo gobernador-títere que Estados Unidos siempre ha soñado tener en Ucrania? Sólo el tiempo traerá la respuesta, pero como se ha dicho hasta aquí, es poco el margen de maniobra que el comediante tendrá si sus socios occidentales comienzan a imponer sus directrices.
En consecuencia, no debe haber muchas esperanzas puestas sobre el nuevo presidente quien se ha mostrado a favor de impulsar un refrendo que lleve a decidir al país su ingreso a la OTAN. Sin embargo, tras esta máscara de “elección democrática” se esconde el deseo de tomar partido a favor de esa peligrosa organización. De hecho, si los habitantes del oriente del país no son tomados en cuenta en las elecciones y en algunos casos se les ha retirado sus derechos ciudadanos, entre ellos el voto, ¿cómo se espera que ese referendo refleje de manera auténtica los deseos de toda la población? Pura pantomima es lo que busca Zelensky con esta decisión, pues para nadie es un secreto que los gobernantes prooccidentales tienen como prioridad en su agenda internacional el ingreso a la organización trasatlántica. Del mismo modo, la obsesión de convertirse en un Estado miembro de la Unión Europea puede revivir viejas tensiones regionales que, como hemos visto en otros análisis, son perjudiciales para la seguridad de la región (http://laotraopinion.net/sin-categoria/ucrania-nuevo-estado-satelite-de-estados-unidos/).
En esta misma vía, el gobierno ruso no ha tenido una posición frente a la nueva elección presidencial en Ucrania. El Kremlin tan sólo destacó que los resultados demostraron el fracaso de las políticas de Poroshenko, ¿continuará su sucesor con esta línea de administración? Al margen de ello, es claro que las “espectaculares” elecciones en Ucrania no fueron del todo democráticas pues gran parte de los habitantes del oriente del país fueron excluidos del proceso mediante varios artilugios. En efecto, de acuerdo con cálculos un millón de personas migran de Ucrania al año a causa de la compleja situación política y económica (https://www.diariosur.es/sociedad/ucrania-pierde-millon-20180904130354-ntrc.html). Esas personas prácticamente sostienen a la nación pues las remesas en 2017 ascendieron a 7.894,5 millones de dólares, lo que equivale a la nada despreciable suma del 7, 04% del PIB del país. En esa medida, los ucranianos expatriados han tenido mucho que ver con la reconstrucción del país. (https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/remesas/ucrania). Sin embargo, debido a la campaña nacionalista impulsada desde Kiev, estos ciudadanos son excluidos de los procesos electorales por lo que desde esa perspectiva las pasadas elecciones pueden ser al menos cuestionadas si se considera que gran parte del potencial electoral del oriente del país no tuvo la oportunidad de ejercer su derecho.
También hay que considerar la piedra en el zapato en la campaña de Zelensky: su relación con el oligarca Ihor Kolomoisky, uno de los tres hombres más ricos del país, hecho que se buscó ocultar al máximo pero que resultó inevitable. Aunque la campaña del nuevo presidente negó tajantemente el nexo, lo cierto es que en los últimos meses, Zelensky registró al menos 14 viajes a Tel Aviv y Ginebra, donde el magnate tiene sus negocios, de ahí que parte de la prensa de ese país lo califique de “títere del oligarca” (https://www.grupolaprovincia.com/internacionales/zelenski-de-presidente-en-la-ficcion-al-gobierno-de-ucrania-268753). Otro de los motivos que pueden reforzar esa hipótesis es el hecho de que Kolomoisky tiene el 70% de las acciones del canal 1+1 donde la figura del comediante adquirió gran relevancia debido a la serie Servidor del pueblo. Además de ello, el canal de televisión fue una palestra pública desde donde Zelensky comenzó su estratosférica carrera hacia la presidencia. En todo caso, no deja de ser sospechosa esa relación y ello podría determinar aún más la presidencia del comediante. Esto no debe olvidarse de cara a lo que viene, ¿es Zelensky tan independiente como dice ser?
Sin embargo, es oportuno decir que el caso de “patrocinio” de un oligarca a una campaña presidencial no es exclusivo de Zelensky, de hecho, es una costumbre muy arraigada en Ucrania incluso desde el momento mismo de su independencia de la Unión Soviética en 1992. A partir de entonces, se formaron tres clanes económicos que a su vez se relacionaron fuertemente con la política: el de Kiev, que controlaba las empresas de energía y madereras regionales e invirtió en medios de difusión; el clan de Dniepropetrovsk que invirtió en la industria de tuberías de energía (gas y petróleo) y el grupo de Donetsk dedicado a la minería incluido el barón de la metalurgia Ronat Ajmétov, el hombre más rico del mundo poscomunista (https://www.foreignaffairs.com/articles/russia-fsu/2005-03-01/ukraines-orange-revolution). De esa manera, la élite económica ha tenido un papel destacado e influyente dentro las elecciones. Cada uno de los clanes mencionados anteriormente creó su propio partido político y respaldó a candidatos que a la postre serían grandes figuras políticas del país. Un ejemplo de lo anterior, es el apoyo que recibió por parte del clan de Kiev la ex primera ministra Julia Timochenko (candidata que ocupó el tercer lugar en las votaciones) y quien es conocida como “la princesa del gas”. A su vez, el saliente presidente Petro Poroshenko es representante de esa oligarquía económica pues antes de su ingreso a la política era conocido como el Rey del chocolate debido a los negocios que lo impulsaron a convertirse en uno de los hombres más ricos del país.
Dicho lo anterior, hay tres razones para desconfiar del ascenso de Zelensky como nuevo presidente de Ucrania. En primera instancia, la absoluta falta de conocimiento frente al manejo de los asuntos públicos y, por encima de eso, de las crisis políticas que puedan desencadenarse en el oriente del país. El carisma y el discurso “anti-sistema” no le servirán de mucho cuando tenga que enfrentar una tensión de orden militar. De hecho, a partir del domingo 21 de abril de 2019, Volodymir Zelensky entró a formar parte de esa élite política que tanto critica. En segunda medida, uno de sus problemas más visibles es su ambivalencia y falta de claridad frente a los temas más sensibles del país. El que no sea capaz de asumir una postura férrea de cara a esos asuntos, demuestra que su gobierno puede ser un vaivén en el mejor de los casos o simplemente una administración-títere de occidente, en el peor de ellos. Finalmente, la ausencia de reconocimiento y la falta de diálogo con los sectores de la oposición en el oriente del país puede resultar un asunto de gravedad toda vez que, contrario a sus promesas de solucionar las crisis, puede agudizarlas de manera inusitada.
Otro tema polémico tiene que ver justamente con su relación frente a los habitantes de la región este del país. El personaje de Zelensky en Servidor del pueblo, Vasili Goloborodko, habla ruso al igual que él. “Es una herencia cultural”, según palabras del nuevo presidente, afirmación que de alguna manera puede mostrar su cercanía con su vecino histórico. Además, constituye una oportunidad única para reconstruir los lazos políticos afectados desde 2014. Sin embargo, en 2017, el gobierno de Petro Poroshenko impuso el ucraniano como único idioma en las escuelas estatales a partir del quinto año, desconociendo a los rusoparlantes en el oriente del país, hecho que ha desatado enormes críticas (https://expansion.mx/mundo/2019/04/22/el-interpreto-al-presidente-de-ucrania-para-la-tv-ahora-lo-es-en-realidad). Por todo lo anterior, Zelensky deberá sortear las diatribas de los sectores nacionalistas y filonazis del país que, dicho sea de paso, han tenido un preocupante incremento de popularidad ¿Podrá el nuevo presidente soportar la presión?
Es claro que Zelensky tiene miedo a salirse del libreto de los nacionalistas por temor a las represalias de los grupos radicales que podrían atentar contra su vida. La gran paradoja que de aquí se desprende es que además de hablar ruso (y de considerarse cercano a estas tradiciones), Zelensky es el primer presidente judío de la historia de Ucrania. De esa manera, ¿cómo es posible entender que dentro de los sectores que apoyaron su candidatura y ahora su gobierno se encuentren personas que glorifiquen la figura de Stephan Bandera, el culpable del asesinato de al menos 100.000 judíos en su país? Es por eso, que las relaciones del nuevo presidente con los grupos nacionalistas marcarán la hoja de ruta y el éxito o fracaso de su administración, pues una cosa es gobernar bajo presión y otra muy distinta, colaborar con aquellos que alaban la matanza de su propio pueblo.
Con todo lo dicho anteriormente, lo cierto es que la elección de Volodymir Zelensky abre un periodo de incertidumbre en Ucrania. El manejo de un país tan importante no es una comedia y se debe considerar acciones concretas para combatir la corrupción y mantener la unidad de sus habitantes, sin caer en el discurso xenófobo y discriminatorio de la administración anterior (https://www.tvanouvelles.ca/2019/04/21/victoire-ecrasante-du-comedien-zelensky). Por ese motivo, el reto es mayor y no será una tarea fácil para el comediante-presidente. Más si se toma en cuenta que según algunos analistas, los votantes ucranianos no eligieron a Zelensky sino a su personaje, Vasili Goloborodko, debido a que representaba un cambio en el manejo de la política desde la narrativa de la esperanza. De ahí que, el nuevo presidente pueda resultar decepcionante no sólo para aquellos que depositaron su confianza en él, sino para el sistema político en general. En todo caso, estaremos desde esta tribuna analizando sus aciertos y criticando sus decisiones polémicas. Amanecerá y veremos.
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