Robo científico

22/02/2019
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México - El 15 de enero pasado, la nueva directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de México, Elena Álvarez-Buylla, alertó que esa institución había entregado en el sexenio anterior alrededor de 50 000 millones de pesos mexicanos (más de 2,600 millones de dólares) en subsidios, beneficios fiscales y otras prebendas a empresas privadas, muchas de ellas enormes compañías transnacionales.

 

Varias de las mayores empresas transnacionales globales, como Monsanto y otras de transgénicos, enormes farmacéuticas como Bayer y Sanofi-Aventis, trasnacionales químicas como Dow Chemicals, automotrices como Ford y General Motors, compañías globales de electrónica como Intel, IBM, Samsung; han estado chupando recursos públicos a través de "proyectos de investigación".

 

A este inexplicable subsidio directo, se agrega que en muchos casos, los proyectos son con participación de universidades e instituciones públicas de investigación, lo cual lejos de ser un beneficio para éstas, facilita la influencia indebida de las trasnacionales en los programas de investigación, y es un aporte adicional para las empresas, que aprovechan la infraestructura y la formación pública y trabajo de investigadores, docentes y estudiantes.

 

El Programa de Estímulos a la Innovación (PEI) del Conacyt, entregó entre 2009 y 2017, 24 mil 448 millones de pesos a fondo perdido, de los cuales 7 mil 367 millones a 512 grandes empresas (Arturo Sánchez y Laura Poy, La Jornada 18/01/19). De estos, la mayoría son solamente de interés para las propias empresas, incluso les pagan costos de actividades que necesariamente debían hacer para entrar al mercado, como análisis clínicos de medicamentos o evaluación de eventos transgénicos.

 

El caso de las trasnacionales de agronegocios y de alimentación industrial es particularmente indignante, porque son subsidios a las más grandes semilleras globales, sobre todo para trabajar en maíz. Así, México, centro de origen del maíz, subsidió con dinero público a trasnacionales semilleras y de veneno, las mismas que se han apropiado del mercado y contaminan maíces nativos y campos.

 

Desde 2009 a 2017, Monsanto, PHI México (propiedad de DuPont), Dow Agrosciences, la división agrícola de Bayer, y la semillera Harris Moran, recibieron juntas 50 millones 526 107 pesos. (Según cambios en las fecha de entrega, aproximadamente 3 millones de dólares) Los proyectos incluyeron principalmente desarrollar nuevos eventos de maíz, herbicidas para malezas resistentes en maíz y trabajos en sorgo y otros cultivos. Dow recibió más de un millón de pesos a fondo perdido para evaluar sus "primeros eventos biotecnológicos". En resumen, fondos públicos para lucrar produciendo transgénicos, híbridos y agrotóxicos para maíz, todas actividades contrarias a los intereses de los campesinos que crearon el maíz y en desmedro de las actividades que deberían hacer instituciones públicas como el INIFAP (instituto de investigación agrícola) para promover mejor producción con semillas nacionales, etc.

 

En el mismo período, el PEI entregó también 5 millones 268 500 de pesos a Barcel/Bimbo; 42 millones 702 635 de pesos a Gamesa y 5 millones 779 508 de pesos Sabritas, las dos últimas propiedad de PepsiCo. Además, le entregó directamente a PepsiCo 4 millones 228, 240. Es decir más de 57 millones de pesos a PepsiCo, una de las mayores productoras globales de bebida y comida chatarra. Igualmente le dio 50 millones 379 947 millones de pesos a Conagra, otra trasnacional de matriz estadunidense, gigante de la comida industrializada.

 

También entregó subsidios a trasnacionales de origen mexicano, entre otras a Bachoco y Minsa, que recibieron juntas 9 millones142, 374; Agroindustrias Unidas de México (co-dueña de Granjas Carroll), que recibió 15 millones 215 751 pesos y Agromod, la empresa de Alfonso Romo, que obtuvo 31 millones 969 906 pesos.

 

Es también absurdo el caso de las transnacionales farmacéuticas. El PEI entregó decenas de millones de pesos a las mayores trasnacionales farmacéuticas del mundo, como Merck, Novartis, Sanofi, Bayer, Boheringer Ingelheim. La industria farmacéutica trasnacional tiene el mayor porcentaje de retorno de ganancias de todos los rubros industriales y es conocida por su falta de innovación, que remplaza con supuestos nuevos productos que son apenas copias modificadas de los anteriores para prolongar la vida de sus patentes e impedir el acceso a medicamentos a bajo costo.

 

Al contrario del difundido mito de que la innovación tecnológica proviene del sector privado y por eso es necesario apoyarlo, la historia muestra lo contrario. Todas las grandes innovaciones de las últimas décadas, han sido desarrolladas por instituciones públicas. Por ejemplo, el internet, el GPS, las pantallas táctiles, el sistema HTLM, los asistentes de computación dirigidos por voz, sin los cuales no tendríamos teléfonos "inteligentes" ni muchos otros aparatos que hoy son la base de las grandes plataformas digitales y de comunicación. Igual sucede con otros rubros, incluyendo la biotecnología y la nanotecnología. (Mariana Mazzucato, The Entrepreneurial State, 2011).

 

Las industrias trasnacionales han tomado estas innovaciones y las han privatizado para su lucro, con patentes y en mercados oligopólicos, creando dependencia y al contrario del mito, inhibiendo la innovación. Es por todo ello esencial que el Conacyt elimine este programa y se replantee en su lugar, qué acciones e investigaciones apoyar que sean de necesidad y beneficio para la mayoría de la población del país.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/198325
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