India, el lugar donde los Dioses no tienen memoria

27/11/2018
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En el norteño estado de Uttar Pradesh, el más poblado de India, con 230 millones de habitantes (estado que de ser un país independiente lo convertirían en el quinto más poblada del mundo, después de China, India, Estados Unidos e Indonesia) en estas horas se está jugando una vez más el delicado equilibrio entre las dos religiones más nutridas de la nación: el hinduismo con un 73% y el islam con casi un 17 % de un total de 1350 millones de habitantes.

 

Con innumerables y sangrientos enfrentamientos a lo largo de los casi setenta años de la vida independiente de India, se puede disparar un conflicto de características aterradoras, ya que la “minoría” islámica cuenta, no solo con unos 130 millones de fieles, sino con el respaldo de la República Islámica de Pakistán.

 

India y Pakistán son potencias nucleares, y ya han librado tres guerras en disputa por Cachemira, comparten una frontera de casi 3000 kilómetros, siempre caliente.

 

En la constante política anti islámica establecida desde su asunción en 2014, el gobierno del ultra derechista Bharatiya Janata party o partido Popular Hindú (BJP) del Primer Ministro Narendra Modi,  intentará su relección en el próximo mayo, utilizando el sentimiento anti musulmán como una de las banderas más efectivas de sus campañas políticas (Ver: ¿India, hacia una guerra religiosa?).

 

Desde su llegada al poder, Modi ha intensificado la idea de la “identidad hindú”, reemplazando las divisiones de castas y clases por un discurso contra las minorías religiosas haciendo foco contra la comunidad musulmana.

 

Un nuevo episodio se ha librado este domingo 25 de noviembre en la ciudad santa de Ayodhya, un pueblo cercano a los 90 mil habitantes a 700 kilómetros de Nueva Delhi, con una preponderancia hinduista del 93.23% frente al 6.19% musulmán.

 

Cerca de unos 200 mil hombres del BJP, junto a otras organizaciones afines como el poderoso Vishwa Hindu Parishad o Consejo Mundial Hindú (VHP) y Shiv Sena (Ejército de Shiva) un partido fundado en 1966, además de un nutrido grupo de kar-sevaks (militantes religiosos), videntes, sadhus (asestas) y ram bhakts (santones) se han reunido en Ayodhya, para reclamar a las autoridades la creación de un templo dedicado a shiri (señor) Ram, el Dios Guerrero, uno de los más venerados del hinduismo cuyo lugar de nacimiento y reinado justamente fue en esa ciudad sagrada, donde la mitología marca que es el epicentro del Ramayana, uno de los textos épicos más emblemáticos del culto.

 

El entredicho religioso estriba en que en que la mezquita de Babri (fundada por el emperador mogol Babur (1483- 1530) en el año 1528, hasta que fue destruida el domingo 6 de diciembre 1992) se supone fue construida sobre un antiguo templo dedicado al shiri Ram, donde el integrismo hinduista pretende la reconstrucción de ese templo.

 

En el ataque y destrucción de la mezquita de Babri murieron aquel día, dieciocho miembros de la comunidad musulmana de Ayodhya, al tiempo que muchas de sus viviendas y tiendas fueron asaltadas y destruidas, junto a casi 200 mezquitas incendiadas. Aquellos incidentes se replicaron en otros lugares del país, dejando, en pocas horas, más de 2 mil muertos musulmanes, elevando la tensión al máximo.

 

Por entonces, el Uttar Pradesh, era gobernado por el BJP, por lo que primer ministro de entonces, Narashima Rao, del Partido del Congreso, destituyó a los primeros ministros provinciales del BJP, prohibiendo al Vishwa Hindu Parashad (VHP) y Rashtriya Socialist Samaj o Partido Social Nacional (RSS), organización donde militaba Nathuram Godse, el asesino de mahatma Gandhi. Además de las destituciones ordenadas por Rao, se produjeron múltiples encarcelamientos de importantes dirigentes ultraderechistas.

 

Tras un largo juicio, en septiembre de 2010, un tribunal dictaminó que el sitio en disputa de 25 hectáreas, debía particionarse en tres partes dos: para los hindúes y una para los musulmanes. Cuestión que no fue aceptada por ninguna de las dos partes, ya que, junto a la mezquita, funcionaba un cementerio, mientras que el jefe de gobierno del Uttar Pradesh, Yogi Adityanath, un monje fundamentalista, prometió la construcción de un templo dedicado a Ram, donde se edificará una estatua de bronce de 223 metros en honor al dios guerrero, mimas que se convertirá en la más elevada del mundo, superando a la recién inaugurada Estatua de la Unidad en el Estado de Gujarat, en honor al “Hombre de Acero de la India”, Sardar Patel (1875-1950), de 182 metros.

 

En octubre último, la Corte había postergado, hasta el próximo enero, su dictamen, acerca del destino final de las 25 hectáreas en disputa entre los seguidores de Allah y Rama. Esa decisión, a pocos meses de las elecciones generales, ha encolerizado a los fundamentalistas hindúes, por lo que llamaron a la movilización de sus militantes en las cuarenta y cinco jurisdicciones de Uttar Pradesh, centro de lo que se conoce como: “el cordón hindú de India”. Keshav Thackeray, presidente de Shiv Sena, amenazó a Nueva Delhi con “perder el poder si no construye el templo”.

 

A la sombra del trashul

 

El trashul, el tridente sagrado del Dios Shiva, el señor de la destrucción y uno de los más venerados por el hinduismo, es el símbolo bajo el que se alinea el ultranacionalismo hindú que en estas horas, han llegado a la ciudad santa de Ayodhya, a reclamar por el templo.

 

Durante la concentración, las fuerzas de seguridad han extremado sus controles para evitar los desbordes, aunque la mayoría de los musulmanes de la ciudad optaron por evacuarla durante todo el fin de semana.

 

Cámaras de video, drones, unos mil policías, un número indeterminado de agentes de civil y comandos de élite han controlado la manifestación hinduista, para impedir que se reproduzcan los hechos del 1992, con un momentáneo éxito, ya que los nacionalistas han anunciado otras dos manifestaciones por el templo, nada menos que en Delhi, los días 6 y 18 de diciembre, aniversario de la demolición de la mezquita de Babri.  Se estima que convocarán más de medio millón de personas, para presionar al Tribunal Supremo.

 

El primer ministro Modi depende de los electores de Uttar Pradesh, que lleva la mayor cantidad de bancas a la cámara baja del Parlamento, quienes le aportaron los números para la contundente victoria de 2014, por lo que se espera que apoye con vehemencia las demandas ultranacionalistas para alcanzar la relección, en el país donde los Dioses no tienen piedad.

 

Enormes multitudes de manifestantes vestidos de azafrán, algunos agitando espadas y cantando "Alabado sea el carnero", se congregaron en Ayodhya, el estado norteño de Uttar Pradesh, donde los grupos hindúes de derecha quieren que se construya un gran templo para su dios.

 

Los organizadores esperaban que 300,000 manifestantes asistieran a los mítines en Ayodhya y otras dos ciudades de la India, quienes llegaron en autobús y tren durante todo el día. Se reforzaron las medidas de seguridad, con unos 5.000 policías adicionales desplegados en las áreas de protesta, especialmente en Ayodhya.

 

El sitio sigue siendo un punto crítico entre los hindúes y la considerable minoría musulmana de la India, y la demostración de fuerza de los intransigentes se produce dos semanas antes del 26 aniversario de la destrucción de la mezquita.

 

Enormes pancartas, con imágenes de la mezquita siendo derribada por los radicales, llevan los manifestantes, mientas los líderes de línea dura pidieron al parlamento que aprobara una ley que permitiera la construcción del templo.

 

El líder del Partido VHP, Champat Rai, dijo a los manifestantes que solo aceptarían "toda el área" para el templo Ram y no considerarían compartir el sitio con los musulmanes.

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

 

https://www.alainet.org/es/articulo/196801
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