República Centroafricana en la nueva guerra fría

21/11/2018
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Análisis
-A +A

A pesar de las elecciones presidenciales de 2016, un proceso relativamente libre y transparente, en las que Faustin Touadéra fue el triunfador con un 62% de los votos, frente a Anicet Dologuélé, con un 37,31%, y que, tras algunos arreglos amañados contra la oposición por el nuevo presidente cristiano, el país que no ha logrado apaciguarse y deriva otra vez a una guerra abierta. Con algunos interregnos de alto al fuego o disminución de la violencia, desde el año pasado el conflicto tiende a recrudecer y al parecer la paz se aleja en el horizonte.

 

Quizás ni la cifra ni las circunstancias del hecho alcancen a conmover a nadie, la noticia sin duda es modesta, pero ¿qué otra clase de noticia podría generar un país inviable como la República Centro Africana (RCA)? Sin embargo, este último jueves 15, el campo de refugiados de Alindao, en la prefectura de Basse-Kotto, a unos 600 kilómetros al este de la capital, fue atacado produciendo 42 muertos y cerca de un centenar de heridos, por miembros de la Unión por la Paz en la República Centroafricana (UPC).

 

El grupo liderado por Ali Darassa, una de las tantas facciones en que se fragmentó el frente musulmán Séléka (Alianza) que derrocó al presidente de François Bozizé en 2013, dio comienzo a la guerra civil que desangra al país. En el campo atacado vivían cerca de 20 mil, del casi millón y medio de desplazados internos. Un informe señala que gran parte de las instalaciones del refugio fue destruida y cientos de los desplazados escaparon a los bosques cercanos. Entre los muertos se encontraron los cuerpos calcinados del vicario general de la diócesis Blaise Mada y el sacerdote Celestine Ngoumbango, según informó Obras Misionales Pontificias (FIDES). En septiembre último, Naciones Unidas había advertido sobre la crítica condición sanitaria y de seguridad de la localidad que ya se encontraba bajo el control de grupos armados.

 

La guerra civil, que ha dejado cerca de 65 mil muertos, comenzó en el norte del país en diciembre de 2012, con características de revuelta por parte de los musulmanes, que constituyen un 15% de la población siempre olvidada por el gobierno central de Bangui, dominado por la mayoría cristina conformada por un 50 % de la población.

 

En los primeros días de la guerra, solo en una acción en la Avenida de Francia, en el barrio PK5 hasta entonces compartido pacíficamente por la comunidad musulmana y cristina, las bajas entre combatientes y civiles superaron los 3 mil muertos, además de haberse producido el incendio de innumerables comercios y viviendas.

 

El Chad, país fronterizo a la RCA, desde 2017, ha vuelto a sufrir oleadas de refugiados elevando la totalidad a casi 120 mil instalados en cercanías de la aldea de Odoumian, a unos 15 kilómetros de la frontera de la RCA. Otros casi 380 mil se distribuyente en Camerún y otros países vecinos, un números realmente significativo si se tiene en cuenta que la población total del país es de apenas 4.5 millones de habitantes en un territorio poco más pequeño que Francia, del que se independizó en los años sesenta.

 

La guerra se prolonga en el tiempo y lo que comenzó como una protesta derivó en un golpe de estado que terminó derrocando al presidente François Bozizé.  De inmediato se intentó crear una guerra religiosa, para la que no estaban dadas las condiciones, cuyos protagonistas eran el Séléka (Alianza), musulmanes del norte con una dotación de 15 mil milicianos, apoyados por mercenarios de Chad y Sudán, y el grupo de autodefensa antibalaka (Anti machete), cristianos del sur. El enfrentamiento en la actualidad se han fragmentado y varios grupos se están disputando, en diferentes regiones del país, los riquísimos yacimientos de oro, uranio, petróleo, maderas preciosas y principalmente, lo más fácil de conseguir, trasportar y comercializar, los diamantes de Bambari, Bria y Carnot. A pesar, o a consecuencia de tantas riquezas casi inagotables, el país está considerado entre los más pobres del mundo.

 

Entre los grupos armados y bandas dirigidas por los señores de la guerra están el Movimiento Nacional para la Liberación de la República Centroafricana (MNLC), Revolución y Justicia (RJ) de la ciudad Paoua, al noroeste del país; el Frente Popular para el Renacimiento de la República Centroafricana (FPRRC) de Mahamat al-Khatim; la Unión de Fuerzas Democráticas para la Reagrupación (UFDR) del autoproclamado General Damane Zakaria, uno de los señores de la guerra más sanguinarios del conflicto y sospechado de tener fuerte vínculos con el dictador sudanés Omar al-Bashir,  la Unión por la Paz en la República Centroafricana (UPC),  liderada por Ali Darassa, que habría sido uno de los autores de la matanza del día 15.

 

Los diferentes grupos desmembrados del Séléka, ahora, además de combatir contra los cristianos también lo hacen entre ellos, en pos de los yacimientos y el control de las carreteras que significa el derecho de paso y control de los camiones. Según la International Peace Information Service en la única ruta del país, que comunica la capital al Chad y Camerún, hay cerca de 290 puestos ilegales de control que encarecen de manera exorbitante los productos básicos. Esto deja a las milicias un total de 150 millones de euros al año. Cada persona debe pagar unos cuatro euros en los check point, mientras que cada camión con carga comercial paga entre 200 y 2 mil euros, dependiendo de la milicia que cobre.

 

Desde hace dos semanas en áreas como Batangafo y Bambari, en el centro del país, la violencia se ha desbordado. En Batangafo, según Médicos Sin Fronteras, unas 10 mil personas debieron refugiarse en las inmediaciones del hospital y los bosques cercanos, tras el estallido de nuevos combates.

 

La caída de Rambo

 

El exlíder de la milicia cristiana antibalaka, Alfred “Rambo” Yekatom, compuesta por unos tres mil hombres, y que en 2016 fue elegido diputado, fue detenido en octubre pasado, después de haber atentado contra otro diputado con quien había tenido una discusión.

 

Tras escapar del parlamento este sábado 17 fue detenido y extraditado a La Haya para afrontar un juicio por crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional (CPI). Según el alegato de la CPI, Rambo es responsable del asesinato, tortura, encarcelamiento, desaparición forzada, mutilación y deportación de miles de musulmanes y de la destrucción intencional de mezquitas, madrassas y otras propiedades de la comunidad islámica, además de la utilización de niños soldados, en las áreas de Bangui y la Prefectura de Lobaye, entre el 5 de diciembre de 2013 y agosto de 2014.

 

El conflicto gira loco y en desorden absoluto, ya que ni siquiera las fuerzas de intervención extranjeras logran sustraerse. La operación francesa Sangaris, nombre de una mariposa africana, que dejó el país en 2016, fue acusada de colaborar con los cristianos del Antibalaka, mientras que los chadianos de la Misca (Misión de Apoyo Internacional liderada por la Unión Africana) fueron acusados de apoyar a los musulmanes del Séléka. La Misca finalmente fue remplazada en septiembre de 2014 por la Minusca (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana) con unos 13 mil efectivos.

 

Entre los escándalos de las misiones internacionales se destacan las presuntas violaciones de menores por parte de las tropas francesas, por este caso, Susana Malcorra, entonces jefa de Gabinete del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y también ex Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, fue investigada por ocultamiento de pruebas.

 

A pesar de que el Consejo de Seguridad de la ONU impuso un embargo de armas, Francia, que mantiene importantes intereses en su ex colonia, anunció que entregará 1400 fusiles de asalto al gobierno Touadéra, además de 24 millones de euros para colaborar en pagar salarios y construir infraestructura.

 

Rusia, obligada por la fuerte presencia de los Estados Unidos, China y la Unión Europea en toda la región, solicitó al Consejo la autorización para el envío de 175 instructores para entrenar a las tropas de la RCA y fortalecer los lazos diplomáticos y comerciales, lo que termina por incorporar a la RCA a esta nueva versión de la guerra fría.

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

 

https://www.alainet.org/es/articulo/196686
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS