Los peligros de una intervención siguen latentes

17/09/2018
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Los acontecimientos recientes refuerzan la impresión de que la probabilidad de una intervención militar inminente en Venezuela es hoy muy baja, en especial por las contradicciones en el seno de los enemigos externos y de la desmembrada oposición venezolana, difiriendo en las tácticas pero compartiendo la misma estrategia: derrocar a Nicolás Maduro y abortar la veinteañera Revolución Bolivariana.

 

Por eso llamó la atención que Maduro, en la clausura del III Congreso de la Juventud Socialista de Venezuela (JPsuv), advirtió que “el gobierno de Estados Unidos ya dio la orden de invadir militarmente a nuestra patria”. El director del diario Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel, señala que los servicios de inteligencia le informaron al presidente que las amenazas del presidente estadounidense Donald Trump, pese a las reservas de la mayoría de los presidentes de la región, siguen vigentes y habrían sido activadas.

 

Almagro vuelve al ataque

 

En momentos en que la presión externa parecía haber mermado, reapareció el “cónsul imperial” Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, en plena frontera colombo-venezolana, insistiendo en que no descarta una intervención militar en Venezuela, disfrazada de ayuda humanitaria para los emigrantes.

 

Desde hace meses Venezuela ha sido víctima de una poderosa campaña propagandística dirigida a imponer la narrativa de que una “crisis de refugiados” -producto de la migración- que sigue en desarrollo, y trata de justificar una intervención “humanitaria”. Posverdades, fotos trucadas, fake news, hacen parte de este arsenal de manipulaciones en esta guerra de quinta generación que alimenta a gobiernos neoliberales latinoamericanos pero también europeos y el terrorismo mediático cartelizado.

 

Haciéndose eco de lo dicho por Almagro, el ministro de defensa colombiano, Guillermo Botero, intentó vincular la protesta con el delito internacional (una forma de criminalizarla), y afirmó que “con los dineros ilícitos corrompen y financian la protesta social… detrás de eso siempre están mafias de verdad, mafias supranacionales de diferentes países que lavan el dinero con habilidad y vuelve al país por diferentes vías, a través del contrabando”.

 

La oposición colombiana tronó contra el ministro, pese a las “explicaciones” del presidente Iván Duque y del propio Botero, que no convencieron a nadie.

 

La respuesta a ambos fue del expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, quien vinculó la intensificación del flujo migratorio de venezolanos en Latinoamérica a las sanciones económicas impuestas por EEUU. “Como siempre ocurre con las sanciones económicas que producen un bloqueo financiero, quien, en definitiva, en última instancia, lo paga no es el gobierno, sino los ciudadanos, es el pueblo. Esto debería dar lugar a una cierta reflexión” y “consideración”, dijo tras participar en un foro en la ciudad brasileña de Sao Paulo.

 

El mismo Grupo de Lima le salió al paso a la declaración belicista de Almagro, en un comunicado en el cual expresa “su preocupación y rechazo ante cualquier curso de acción o declaración que implique una intervención militar o el ejercicio de la violencia, la amenaza o el uso de la fuerza en Venezuela”.

 

Por supuesto, esto no es un reflejo de algún escrúpulo de estos gobiernos, que no dijeron ni una sola palabra condenatoria tras el magnicidio frustrado contra Nicolás Maduro. Es solo conveniencia, posición táctica de gobiernos impopulares agobiados por sus propios problemas, rechazados por sus pueblos, que no están en condiciones de embarcarse en ninguna aventura bélica, menos en Venezuela, donde los recibirían a plomo limpio, señala el analista Néstor Francia.

 

Para sorpresa de muchos, los ministros de Defensa de Brasil y Venezuela, los generales Joaquim Silva y Luna y Vladimir Padrino, discutieron en Puerto Ordaz, amistosa y cordialmente, el suministro de energía al estado de Roraima y la crisis de refugiados. En una entrevista con O Globo, Luna dijo que buscó “ocultar” el viaje como estrategia de reaproximación entre los dos vecinos.

 

¿Halcones y palomas?

 

Luego de las declaraciones del senador estadounidense Marco Rubio, en las que señaló que estaría planteada una intervención en Venezuela, el ex presidente colombiano Álvaro Uribe, propuso que su país realice una acción armada en el territorio venezolano.

 

En la última semana Trump dio un paso en el sentido del diálogo y las negociaciones al encomendarle a dos de sus funcionarios (Michael Fitzpatrick y Pete Marocco, altos funcionarios del Departamento de Estado, al frente del cual se encuentra Mike Pompeo, un hombre de confianza del presidente) entrar en contacto con el presidente Nicolás Maduro y tratar una agenda de10 puntos. Una reunión prevista para el sábado 8 de setiembre fue bloqueada por los factores internos de Washington.

 

La lucha entre facciones tiene convulsionado al mundo político estadounidense. No hay claridad sobre las líneas de trabajo. Hay sectores en la propia administración que se han constituido, de acuerdo al reciente artículo publicado en el New York Times, en una red clandestina, organizada en las distintas oficinas para obstruir aquellos lineamientos de Trump que consideran errados, indica el politólogo Leopoldo Puchi.

 

Existe un grupo muy activo que gira en torno a los sectores cubanoamericanos opuestos a las políticas de apertura de Barak Obama, con fisonomía propia y no responde a la visión que pudiera tener el Pentágono, ni se amolda exactamente a los intereses o al ritmo de Trump. Son muy radicales, partidarios de medidas extremas y de acciones de guerra. Tienen mucho peso y han incrementado su influencia con la designación de Mauricio Claver-Carone en el Consejo de Seguridad Nacional, añade.

 

Hoy una intervención no luce como algo inminente, pero sin dudas hay preparativos, como nuevas medidas de bloqueo económico que afectarían las condiciones de vida de la población y se acoplan dispositivos bélicos para potenciales actos de guerra. La iniciativa de Mike Pompeo de tomar el camino del dialogo con Venezuela no debe considerarse como descartada de forma definitiva.

 

Días atrás, el Comité Editorial del New York Times dejó en claro las profundas contradicciones actuales que se desarrollan en EEUU y los errores en el plano geopolítico, con altas cotas de polarización y de impopularidad de Donald Trump, lo que se ha convertido en un real obstáculo para que Washington pueda iniciar alguna intervención militar en el mundo, a menos que convenza a algún aliado.

 

El NYT, tras reconocer el gobierno de Trump que conspiró con militares opositores venezolanos, plantea que “es inquietante que Donald Trump y sus asesores tomaran la decisión correcta por las razones incorrectas: la falta de confianza en que los conspiradores tuvieran éxito en una operación riesgosa, y no la preocupación por la idea de una intervención en sí misma”.

 

Y muestra una preocupación mucho más pragmática de cara a las elecciones parlamentarias que podrían dejar a un Trump –que sigue perdiendo credibilidad- sin mayoría en el Congreso: “¿quién quedaría a cargo en caso de un proceso de transición política? ¿Qué tipo de gobierno aspirarían a instalar?”. Recuerda que las intervenciones, directas o indirectas, en países como Ucrania e Irak, generaron mayor inestabilidad y problemas que los que se pretendía resolver.

 

Sin embargo, el NYT, preocupado por el desmembramiento, atomización de una oposición sin mayor fuerza, incapaz de aportar soluciones más allá de una aventura injerencista externa, está de acuerdo con otras formas de intervención por las vías diplomáticas y sancionatorias. Y la disposición del gobierno de Trump de reunirse varias veces con oficiales rebeldes que pretenden derrocar a un mandatario resulta políticamente contraproducente.

 

Los analistas interpretan que mientras la línea de Trump y de los mandos militares, dados en las últimas semanas a estrechar vínculos con sus pares sudamericanos, es dura, de desestabilizar a Venezuela, y de sustituir su gobierno, en el Departamento de Estado promueven una política de acercamiento, pero manteniendo la distancia.

 

Sin dudas, más allá del conflicto real, existe una guerra mediática. Los últimos acontecimientos nacionales, fronterizos e internacionales ratifican la existencia en el país de burbujas políticas informativas, que operan realmente en calidad de cárceles desinformativas, producto de la polarización que encierra a los venezolanos, y alerta sobre “la grave patología que nos aqueja, caracterizada por el síndrome del autoencierro político-informativo y un importante número de prisioneras y prisioneros aquejados por tal enfermedad”.

 

Desde hace más de un quinquenio Venezuela está en emergencia, territorial, social, económica, política, diplomática y cultural. El Decreto publicado el 10 de septiembre de 2018, mediante el cual se declara el Estado de Emergencia Económica, responde a una situación que amerita correctivos urgentes, que aún no se concretan.

 

Abriendo una puerta a la esperanza, Maduro dijo este fin de semana que China financiará el crecimiento de la producción petrolera en el país, que posee las mayores reservas de crudo del mundo y atraviesa por una severa crisis económica.

 

“Hay compromisos de financiamiento para el crecimiento de la producción petrolera, el crecimiento de la producción de oro e inversión en más de 500 proyectos de desarrollo dentro de Venezuela”, señaló desde China, tras suscribir con Xi Jinping 28 acuerdos de cooperación en varias áreas.

 

Victoria Korn

Periodista venezolana asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

https://www.alainet.org/es/articulo/195352
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