Cambiar el “ánimo” nacional

22/06/2018
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Los mismos que sobredimensionan los efectos positivos que puede generar el papel que desempeñe la Selección mexicana en Rusia 2018 en el cambio de lo que llaman “ánimo nacional”, como lo hicieron el domingo 17 y pretenden apuntalarlo con los récords televisivos que en México estableció el juego contra Alemania, empiezan a darse cuenta –vía el debate radiofónico y en tv– que la polarización política que sella al país, propia de cualquier contienda por 3 400 cargos de elección popular en los tres niveles de gobierno y en dos poderes de la Unión, va mucho más allá de la disputa por las preferencias en las urnas.

 

Si bien la contienda polariza y las voces adquieren niveles de descalificación y de rudeza innecesarios, pero también de irrespeto (intolerancia) que por lo menos en las redes sociales abundan las expresiones inaceptables por peligrosas al incurrir frecuentemente en frases misóginas, clasistas, homofóbicas y hasta racistas, la polarización alcanzada tiene raíces socioeconómicas que datan de los últimos 36 años y seguramente más allá.

 

No es adecuado omitir que la práctica ciudadana en las redes sociales es relativamente nueva e involucra a millones de jóvenes que incursionan por primera vez en la plaza pública. Es una suerte de “destape”, como el habido tras la muerte del dictador Francisco Franco, y como es verificable las aguas volvieron a su nivel en España. Además de que la construcción de ciudadanía no es un acto sino un proceso en el que se aprende a base de cometer errores y excesos.

 

Todo lo hasta aquí dicho no le quita valor a la iniciativa de una parte de la comunidad cinematográfica y sus 12 compromisos ciudadanos –todos los suscribe con entusiasmo este redactor–, conocida como El día después y que a las 24 horas de dada conocer fue firmada por 20 mil mexicanos.

 

Sin embargo, dos de las imágenes seleccionadas para respaldar el discurso de Diego Luna son desafortunadas. Una es la que registra como fondo de una confrontación de policías contra profesores en la capital, un anuncio de Morena en una parada del metrobús. Otra, la que coloca en el mismo plano a Ricardo Alemán y Ciro Gómez Leyva por cuanto al uso y abuso de las descalificaciones para ciertos actores políticos. El señor que presuntamente tiene una docena de departamentos de lujo, Alemán, no es comparable con casi ningún colega.

 

Importa y mucho la noche de la elección y la conducta que asumirán el Consejo General del INE por medio de Lorenzo Córdova, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya sobre los resultados de la elección presidencial para el día, la semana, el mes y el año después, en un trabajo de reconciliación de los ánimos, pero sin que nadie deponga sus preferencias partidistas o apartidistas.

 

Aquel cuarteto de actores que incluye a José Meade por medio de su jefe Peña, será clave en la reconstrucción de la concordia nacional en la pluralidad y el disenso. Entonces sabremos si actuarán con visión de estadistas o como jefes de grupo y/o de partido. Si la perspectiva de los cuatro no es de largo aliento, no rebasa la inmediatez, habrá motivos de sobra para preocuparse.

 

Tampoco es dable omitir, como lo hace la pertinente propuesta de los artistas, el papel que jueguen los dueños de México, una cincuentena de hombres y mujeres que mostraron y varios de ellos aún exhiben su estrecha visión, incluso la obsesión por imponer al país sus preferencias políticas, usando sin recato el oligopolio mediático del que son los amos y señores.

 

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