Genocidios e impunidades: A 100 años de la Primera República Armenia

28/05/2018
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Vaya un humilde homenaje a quienes, en un duro y complejo contexto de guerra mundial, de genocidio y deportaciones de su propio pueblo y tras la victoria en la decisiva Batalla de Sardarabad hace 100 años, lograron detener la invasión turca hacia el resto de Armenia y concretar la fundación de la Primera República Armenia, entre 1918 y 1920, con su bandera tricolor (1).

 

Rafael Lemkin, inspirado en los juicios de Berlín de 1921, elaboró, durante décadas de estudios sobre el aniquilamiento de millones de armenios y sus consecuencias, el término “genocidio”, que fue incorporado a la normativa internacional.

 

El genocidio armenio continúa aún sin ser reconocido por su perpetrador y gran parte de la así llamada “comunidad internacional”. Una fuerte política planificada de construcción de negacionismo ha sido puesta en marcha por el Estado turco que a 103 años (aunque son muchos más, si contamos las masacres de 1894 en adelante) sigue negándolo. Ha sido seguramente para poder seguir aplicando el terrorismo de Estado y el genocidio cultural, en su afán expansionista, eliminando a opositores de cualquier origen étnico que luchan por el derecho a su identidad.

 

En mayo de 2014, Ragip Zarakolu decía: “El negacionismo turco se fortaleció a partir de las políticas exteriores europeas y estadounidenses. Se ha estado usando el tema del genocidio armenio como una especie de factor de negociación con Turquía para sus intereses económicos y geopolíticos. Turquía ocupa una posición geopolítica importante en el Oriente Cercano, y sabe usar bien esta situación. (…) Turquía actúa, como Israel, como niño consentido. A veces estos niños mimados dan golpes de Estado militares, y no hay reacciones serias, especialmente de Estados Unidos. Las hay del lado europeo, pero son sólo formales” (véase Brecha, 9-V-14).

 

El investigador turco Taner Akçam ha señalado que “el enfoque oficial del Estado turco reside en su insistencia en que ese inmenso crimen fue un justificable acto de necesidad, lo que, por consiguiente, permite al país eximirse de asumir cualquier posición moral sobre él”. Y esa necesidad era la fundación del Estado turco en 1922. Los propios miembros del partido responsable del genocidio armenio han admitido que su establecimiento sólo fue posible con la eliminación de los armenios y la remoción de su reclamo de autodeterminación en el territorio de Anatolia (2).

 

Cultivo de la desmemoria y la hipocresía internacional

 

Un hilo conductor nos llevaría a observar que el sionismo israelí parece imitar y sostener argumentos similares al continuar en su planificada escalada expansionista-colonialista cometiendo genocidio sobre el también semita pueblo palestino. Entre sus primeros logros, como señala el catedrático de derecho internacional Richard Falk, Israel “cuenta con la victoria propagandística de conseguir que la guerra de 1948 sea conocida internacionalmente como la ‘guerra de independencia’”, borrando a “los palestinos de la conciencia política” y distorsiona (ndo) las consecuencias humanas y políticas más profundas” (véase Brecha, 20-IV-18).

 

A semejanza de lo que está haciendo el Estado de Israel (que tampoco reconoce el genocidio armenio), hoy Turquía se traslada a Latinoamérica bajo otras formas del expansionismo como lo es la cooptación, la invasión cultural a través de una enorme cantidad de telenovelas, ofrecimiento de becas, implementación de encuentros académicos para instalar en el mundo el relato negacionista, así como de las llamadas “agencias de cooperación para el desarrollo”. Para ello cuenta, además, con la ayuda y los servicios de la diplomacia de Azerbaiyán.

 

Un desafío sería lograr que la impunidad del Estado turco sea realmente reconocida en el mundo entero, no sólo a través de leyes, sino a través de la condena social, así como se hizo –por ejemplo– contra el régimen del apartheid de Sudáfrica. Que los pueblos del mundo rechacen los intentos expansionistas y genocidas del Estado turco.

 

Esto se refuerza conociendo que Turquía ha cometido genocidio contra otros pueblos dentro del otrora imperio otomano, luego transformado en “moderna” República, sostenida sobre un genocidio que continúa siéndolo por su negación y porque continúa la persecución a todo pueblo no turco, además de todos aquellos turcos que quieran investigar sobre la realidad de la historia propia y por tanto oponerse al discurso oficial. Es así que se mantiene un Estado que hoy practica el terrorismo de Estado.

 

Paralelismos: genocidios, impunidad

 

El 1 de abril de 2011, un juez argentino dictó sentencia de extraterritorialidad para los delitos de lesa humanidad, por el genocidio perpetrado por el Estado turco. Esta sentencia fue la primera en el mundo en la que se aplicó el concepto de jurisdicción universal en el caso del pueblo armenio. De este modo se resolvió la causa iniciada por la denuncia de Gregorio Hairabedián, hijo de armenios nacido en Córdoba, Argentina, para conocer la suerte de su familia. Hairabedián se había inspirado en los juicios por la verdad para saber el destino de Rodolfo Walsh y del poeta Paco Urondo.

 

Debiera ser natural que los sobrevivientes de genocidios y sus descendientes se involucren en las luchas de otros pueblos en forma solidaria y fraterna. Fortalece compartir las luchas por verdad, justicia y por los derechos a la autodeterminación de los pueblos.

 

La causa de los pueblos es una sola y no se abandona (3). Año tras año marchamos reclamando verdad y justicia por el genocidio armenio de hace más de cien años.

 

Año tras año marchamos y manifestamos contra la ocupación y los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el Estado de Israel desde hace más de setenta años.

 

Año tras año marchamos por verdad y justicia en Uruguay.

 

Revictimizaciones, ríos de sangre, sudor y lágrimas. Otros ríos pero de tinta elaborando leyes de alcance nacional e internacional, acompañadas de sendas resoluciones. Tras todos estos fuertes esfuerzos, ¿cómo se capitaliza la condena al horror? ¿Seguiremos manifestando, emocionándonos e indignándonos en cada oportunidad para luego volvernos a casa?

 

La impunidad sigue triunfando. ¿Será posible hacer los esfuerzos imprescindibles para dejar de lado egos, los así llamados “chacrismos”, y de alguna manera juntos avanzar?

 

Notas

 

1. Batalla de Sardarabad, 21 al 24 de mayo de 1918. A partir del 28 de mayo, día de la proclamación de la república, ondeó la bandera roja, azul y anaranjada.

 

2. Un acto vergonzoso, el genocidio armenio y la cuestión de la responsabilidad turca, de Taner Akçam. Colihue, 2010.

 

3. Cánticos que los jóvenes corearon el 24 de abril pasado en Buenos Aires en una conmemoración de los 103 años del genocidio armenio.

https://www.alainet.org/es/articulo/193143
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