Guerra fría: la angustia de António Guterres

21/05/2018
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El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, está angustiado porque observa en el reverdecimiento de la guerra fría que se creía conjurada tras la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, un peligro de conflagración mayor que nunca antes.

 

Guterres no tiene el privilegio de ser el único presa de tan penoso sentimiento, pues muchos gobernantes protagonistas del momento político actual comparten su visión de una “nueva” guerra fría, pero con la gran diferencia de que, como él advirtió, no existen los mecanismos de entonces que evitaron males mayores más allá de conflictos que no desbordaron los límites de sus escenarios, a pesar de ser intensos.

 

En realidad no es una nueva guerra fría, sino la misma en una etapa superior. La carrera armamentista no cesó nunca, el basamento militar de las geoestrategias se mantuvo como horcón mayor de las potencias involucradas, y el proteccionismo económico y comercial no desapareció sino que se mantuvo encubierto bajo otras formas y sepultado por el sector financiero.

 

Lo terrible en este siglo es que luego de las fallidas experiencias de conquista territorial de Irak y Afganistán, incluso hasta de Siria, el planteo ya no es solamente el de una guerra de posiciones, sino del dominio mundial en un contexto de cambio de época que parece ineludible, en el que el arma nuclear es una peligrosa sombra.

 

Esa ansiedad de hegemonismo en este inicio de centuria es mucho más temible que en las últimas décadas del siglo XX a pesar de que estaba en pleno apogeo la carrera armamentista, pero los factores de equilibrio que sostenían la paz por muy precaria que pareciera, no fueron violados.

 

Ahora por vez primera el gobierno de Estados Unidos rompe a manotazos a la luz del día y en la plaza pública instrumentos de gran complejidad e importancia para la tranquilidad ciudadana dentro y fuera de su propio país.

 

Bajo la consigna aislacionista, chovinista y nativista de “Estados Unidos primero”, Trump hizo añicos el Tratado de París contra el Cambio Climático, el Acuerdo Transpacífico, el deshielo con Cuba, la tolerancia a los musulmanes, las políticas humanitarias hacia los inmigrantes, el TLCAN con Canadá y México, el papel cultural de la UNESCO de la cual se fue, y ahora atenta contra el pacto nuclear con Irán al abandonarlo.

 

Sin que nadie se lo pida, de esa forma el presidente Donald Trump se convierte en un elemento de riesgo a los ojos de aliados como Francia y Alemania, que defienden el acuerdo con Irán, enciende las alarmas de potencias que confrontan a Estados Unidos, como Rusia y China, y pone en guardia máxima las defensas de países amenazados como la Venezuela bolivariana y la República Popular Democrática de Corea cuyo gobierno evalúa bajo un nuevo prisma la cumbre de Kim Jong Un con Trump.

 

Esa realidad probablemente esté en el sustrato de la angustia de Guterres cuando clama ante el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, un máximo esfuerzo de unidad de la Unión Europea como paso esencial para controlar la situación.

 

La apelación de Guterres a la Unión Europea puede inscribirse muy bien en la evaluación que han hecho el presidente de Francia, Enmanuel Macron y la canciller federal alemana Ángela Merkel de la situación internacional actual refiriéndose a Trump, cuando afirmaron que “se ha llegado a una nueva etapa de nuestra historia como europeos en la que ya no podemos mantener la confianza en nuestro amigo americano".

 

Ambos defienden la necesidad de avanzar en una política de seguridad común europea y en la preservación del multilateralismo por los desafíos internos y externos a los que Europa hace frente, de la peligrosa política aislacionista de Estados Unidos, de los conflictos sin resolver y de las nuevas amenazas.

 

Merkel fue muy precisa y directa, sin rodeos: "Hay conflictos en las puertas de Europa. Y la época en que podíamos confiar en los Estados Unidos se terminó".

 

Macron, redondeó la idea: "Algunas potencias han decidido incumplir su palabra: estamos ante grandes amenazas y Europa tiene el deber de mantener la paz y la estabilidad en la región".

 

Por supuesto que una Europa unida y libre de la perjudicial influencia de Estados Unidos es fundamental para restablecer los equilibrios rotos por Trump y conjurar los peligros reales del retorno de la guerra fría. Por allí andan las causas de la angustia de Guterres.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/192996
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