Ecuador- Perú: Soplan vientos de paz

11/11/1998
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Firma del acuerdo de paz entre Ecuador y Perú en Brasilia
Foto: macareo.pucp.edu.pe
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El camino hacia la convivencia pacífica entre Ecuador y Perú quedó despejado a raíz de que los presidentes Jamil Mahuad y Alberto Fujimori suscribieran este 26 de octubre en Brasilia un acuerdo de paz denominado “Acta Presidencial de Brasilia”.

 

En el acuerdo de cinco puntos, los dos gobiernos “reafirman solemnemente la renuncia a la amenaza y al uso de la fuerza en las relaciones entre Perú y Ecuador, así como a todo acto que afecte la paz y la amistad entre las dos naciones”.

 

Con la complacencia de los garantes del Protocolo de Río de Janeiro (Estados Unidos, Brasil, Chile y Argentina), los presidentes de Perú y Ecuador dieron por concluidas las viejas disputas fronterizas que mantenían los dos países desde el momento mismo en que se constituyeron como repúblicas independientes, al tiempo que acordaron tratados de libre comercio, navegación, desarrollo e integración fronteriza que, para que tengan vigencia, deben ser ratificados por los respectivos parlamentos.

 

El conflicto

 

En los últimos 20 años, Ecuador y Perú se enfrentaron militarmente en dos ocasiones (1981 y 1995) por la posesión de un tramo no delimitado de 78 km ubicado en la Cordillera del Cóndor.

 

Invocando viejos títulos de posesión, el Perú, en abril de 1941 invadió militarmente las provincias del sur ecuatoriano aprovechando que la atención mundial estaba concentrada en las incidencias de la segunda guerra mundial. A cambio de su retirada, el Perú reclamó un extenso territorio de la hoya amazónica. Como país derrotado, Ecuador se vio obligado a suscribir y ratificar en 1942 el Tratado de Río de Janeiro (para cuya ejecución se nombró a Estados Unidos, Brasil, Argentina y Chile) que establecía una nueva línea de frontera mediante la cual Ecuador perdió 200.000 Km2 de la región amazónica, territorio, que, valga recordar, nunca lo ocupó de manera efectiva.

 

La mayor parte de la nueva frontera fue delimitada, no obstante, debido a la inexistencia de un accidente geográfico en la Cordillera del Cóndor, quedó un tramo inconcluso, lo que sirvió para que Ecuador planteara, primero la inejecutabilidad, y luego la nulidad de Protocolo de Río de Janeiro. Esta “herida abierta” constituyó el principal justificativo para que en ambos países proliferara una carrera armamentista que ha absorbido ingentes recursos que podían destinarse a mejores fines.

 

Tras los enfrentamientos de enero de 1995, el Ecuador reconoció el Tratado de Rio de Janeiro, al tiempo que Perú, por primera vez, admitió la existencia de un problema limítrofe con Ecuador. Estas fueron las primeras señales para un futuro entendimiento.

 

El fallo de los garantes

 

Tras la posesión del Presidente Jamil Mahuad en agosto de este año se dio un nuevo impulso al largo, complejo y difícil proceso de negociaciones que se inició en 1995 con la suscripción del Acuerdo de Paz de ltamaraty.

 

Luego de varios encuentros personales entre Fujimori y Mahuad, las negociaciones se empantanaron por discrepancias en torno a la línea de frontera. Entonces aparecieron en escena los países garantes que el 23 de octubre de 1998 emitieron un fallo obligatorio para los dos países, puesto que el procedimiento fue puesto a consideración y ratificado por los congresos de Perú y Ecuador.

 

Según el dictamen de los garantes, la frontera queda establecida por las alturas de la Cordillera del Cóndor, en concordancia con lo establecido por el Protocolo de Río de Janeiro y otros instrumentos jurídicos. Así mismo, se crean dos zonas ecológicas bajo la soberanía, jurisdicción y administración de los respectivos países. Estas áreas ecológicas desmilitarizadas, sin embargo, “tendrán un mismo nombre y serán colindantes y coincidentes en la zona de la frontera”. Las comunidades indígenas, que viven desde tiempos remotos en las áreas selváticas de dos países, tendrán libre circulación, según el documento.

 

Además, los garantes le otorgaron al Ecuador la propiedad de un kilómetro cuadrado ubicado en la Cordillera del Cóndor, en cuyo centro se encuentra el puesto militar de Tiwinza, que se convirtió en un símbolo nacional ecuatoriano durante la guerra de enero de 1995.

 

Reacciones

 

Luego de la firma de los acuerdos de Brasilia no se hicieron esperar las reacciones de aprobación y de condena.

 

La tendencia favorable a los tratados de paz, tanto de Ecuador como de Perú, coincide en que lo más importante es haber ganado la paz. En esta misma línea, se relievan otros aspectos como el poder contar por fin con un mapa completo, convivir pacíficamente entre vecinos y tener la posibilidad de invertir en el desarrollo, lo que antes se malgastaba en armamento. Sectores empresariales miran la posibilidad de incrementar el comercio y las inversiones.

 

Otra tendencia, en cambio, percibe y siente que el fallo de los garantes los perjudicó en materia territorial. Del lado peruano se cuestiona la concesión de Tiwinza a Ecuador, e incluso hubo demostraciones de rechazo, como la ocurrida en la ciudad amazónica de Iquitos, con un saldo de cinco muertos en enfrentamientos con la policía. En Ecuador, en cambio, se argumenta que se ha “consumado una nueva desmembración territorial” y se habla de que el 26 de octubre será recordado como “día de duelo nacional”.

 

Para la dirigente del movimiento de derechos humanos del Ecuador, Elsie Monge, una vez saldado este conflicto es hora de volcarse a resolver las necesidades del pueblo como son la salud, la vivienda, la crisis económica. Este es el punto crucial del proceso de paz. Por desgracia, subsisten todavía situaciones incomprensibles pues a pocos días de haberse pronunciado hermosos discursos sobre la paz se anuncian ya nuevas adquisiciones de armas, que paradójicamente serían vendidas por Brasil a los dos países, y de dos aviones de combate para la Fuerza Aérea Ecuatoriana.

 

Por ello, todavía quedan flotando algunas preguntas en el ambiente: ¿Aceptarán las fuerzas armadas reducir sus presupuestos y asumir un rol acorde con los nuevos tiempos? ¿Se harán realidad las promesas de impulsar el desarrollo de las comunidades abandonadas y marginadas de las fronteras? ¿Se respetarán los derechos de los pueblos indígenas que fueron separados artificialmente por el Protocolo de 1942?      

 

Publicado en América Latina en Movimiento # 283 (ALAI), p. 6-7, 11-11-1998, Quito

 

https://www.alainet.org/es/articulo/192642
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