Revalorizar el trabajo de la mujer campesina y acabar con la violencia del agronegocio

09/03/2018
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Foto: Base Is
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Desde sus diversas organizaciones, las mujeres del campo piden mayor reconocimiento

 

Con carteles, banderas, gritos y cantos las mujeres campesinas participaron activamente de las acciones por el #8M. En medio de la enorme diversidad de reclamos, de un movimiento de mujeres cada vez más fortalecido, las mujeres campesinas e indígenas levantaron su voz para exigir la revalorización de su trabajo como productoras y denunciar la crítica situación que atraviesa el campo.

 

Además de estas consignas, las organizaciones de mujeres rurales se sumaron también a los reclamos de mayor participación política de las mujeres, celebrando la aprobación de la Ley de Paridad Democrática, y exigieron poner fin a todo tipo de violencia contra el género femenino.

 

Capitalismo, patriarcado y agronegocios

 

La investigadora feminista Elizabeth Duré, en declaraciones a Base Is, manifestó que para comprender la importancia de los reclamos de las trabajadoras del campo, es fundamental develar la relación existente entre el capitalismo, el patriarcado y el modelo extractivista.

 

“El capitalismo y patriarcado se retro alimentan y afectan la vida de las mujeres, ya que el modelo económico –extractivista– arrasa territorios con la expansión de soja y ganado, impacta en las relaciones sociales de las familias campesinas e indígenas, y afecta de manera diferenciada la vida de las mujeres por las históricas formas de subordinación y explotación de las mismas” señaló Duré.

 

La división sexual del trabajo es una de las formas en que se sostiene el patriarcado, esta situación se mantiene a pesar de las luchas de las mujeres en las últimas décadas. Esta división sexual del trabajo “asigna el rol productivo para los hombres y el reproductivo para las mujeres. En el área rural, a pesar de que se ha visibilizado el trabajo productivo realizado por las mujeres campesinas, aún no tiene el mismo valor que el realizado por los hombres”, relata Elizabeth.

 

Las mujeres con su incorporación en el trabajo asalariado continúan realizando todas las tareas que son consideradas propias de las mujeres y de esa manera el modelo económico y la vida humana –ante la ausencia de políticas de cuidado– se sostiene sobre las actividades realizadas por las mujeres: el trabajo doméstico no tiene el mismo valor que otros trabajos y, en el caso de las mujeres campesinas, su trabajo productivo, en las chacras, en las plantaciones, en la cría de animales, es invisibilizado y poco valorado.

 

Territorio Cuerpo-Tierra

 

Fueron las Feministas Comunitarias, provenientes de las comunidades indígenas de Centro América, las primeras en usar el término. La defensa del “territorio cuerpo-tierra” marca la lucha fundamental de las mujeres del campo en estos tiempos y muestra cómo la violencia sobre los cuerpos de las mujeres cuerpos y sobre sus territorios están directamente relacionadas entre sí.

 

“El agronegocio con la pérdida de la tierra destruye el territorio-comunidad, expulsa, envenena y muchas veces mata a integrantes de las familias campesinas, las obliga a ubicarse fuera de los márgenes en las ciudades en condiciones inhumanas, y el patriarcado impacta en el territorio-cuerpo-vida de las mujeres, ya que las expone a situaciones de embarazos no deseados, feminicidios, violencia basada en el género y muerte por abortos, la mercantilización de sus cuerpos por crímenes de trata y explotación con fines sexuales” relata Elizabeth, dejando ver las terribles condiciones a las que quedan expuestas miles de mujeres campesinas que son expulsadas de sus comunidades por el agronegocio.

 

Contra esta situación el movimiento de mujeres campesinas se levanta, se rebela y crece, cada vez son más las mujeres que se hacen cargo de sus organizaciones, que generan nuevos espacios de militancia y que hacen frente a las violencias que las afectan.

 

“Son las mujeres campesinas e indígenas quienes lideran las luchas frente al avance del modelo extractivista, resistiendo el atropello de la soberanía territorial, con reclamos de acceso a la tierra y otros recursos, y al mismo tiempo sostienen luchas anti patriarcales contra el control y avasallamiento de su cuerpo para avanzar en la construcción de una nueva cultura, donde la autonomía territorial tenga la misma valoración que la autonomía sobre el cuerpo y la vida de las mujeres.” concluye Elizabeth Duré, quien se encuentra realizando una investigación sobre Mujeres y Agronegocios, cuyos resultados serán publicados por BASE-IS este año.

 

Asunción, 9 de marzo 2018

 

Fuente: Base Investigaciones Sociales (Base Is)

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/191521
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