Nigeria: Boko Haram no se rinde

21/02/2018
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Análisis
ataque_suicida_en_nigeria.jpg
Foto: americateve.com
-A +A

El ataque del último viernes 16, en el que tres suicidas del grupo Boko Haram, posiblemente mujeres, detonaron sus chalecos explosivos en medio de la concurrencia del mercado de pescado de Konduga, a las afueras de Maiduguri, capital del norteño estado de Borno, dejó al menos 22 muertos (algunas fuentes ya hablan de que serían 40) y más de 40 heridos. Esto trae una vez más la atención de la prensa internacional sobre el grave conflicto que asuela a Nigeria desde el año 2009 y que ya ha producido más de 30 mil muertos y casi tres millones de desplazados.

 

Es relativamente cierto lo declarado en varias oportunidades, desde fines de 2015, por el presidente nigeriano Muhammadu Buhari, sobre la derrota del grupo fundamentalista, que hasta su asunción en mayo de ese año, protagonizó infinidad de matanzas. Quizás la más importante se produjeron en enero de 2015 en la localidad de Baga, también en el estado de Borno, que a lo largo de tres días arrasaron varias aldeas, dejando un saldo cercano a los 2 mil muertos. Aunque disminuido Boko Haram sigue golpeando.

 

Desde que el general Buhari asumió su segundo mandato presidencial, las operaciones del ejército nigeriano,  junto a la Fuerza de Tarea Conjunta Multinacional (MNJTF), compuesta por  unidades militares de Benín, Chad, Camerún y Níger, Boko Haram, han golpeado a los fundamentalistas y los obligaron a replegarse, perdieron grandes porciones del territorio que había conquistado frente a la desidia de las fuerzas armadas en conjunto con las fuerzas políticas,  de las que sospecha que esta guerra contra el terrorismo ha sido una excelente cuartada para esquilmar las arcas del Estado.

 

Más allá de esas victorias del ejército, la banda liderada por el mediático y estrafalario Abubakar Shekau, quien alguna vez amenazó a Barack Obama con venderlo como esclavo, suele golpear con fiereza a la población civil, sin importarle que la enorme mayoría de los muertos sean musulmanes. Con la debacle, la organización se ha fracturado por lo menos en dos grupos a partir de agosto de 2016.

 

Este último ataque es uno más de los muchísimos que viene pergeñando con las mismas características: utiliza como atacantes a mujeres, incluso niñas, que disimulan los explosivos en sus burkas y se infiltran en lugares con aglomeración de personas: mercados, plazas, mezquitas, terminales de buses. Se ha comprobado que en algunas oportunidades esas “atacantes” son detonadas por control remoto. Así sucedió en el mercado de Biu, en diciembre último, que provocó 13 muertos y 53 heridos; unos días antes, con la misma metodología, dos mujeres se detonaron en una mezquita de Adamawa, en el noreste del país, en esa oportunidad los muertos fueron 50. En agosto de 2017, 27 personas murieron y otras 80 resultaron heridas en Mandari, cerca de Mandiguri. La lista que describe esta metodología es tan extensa como la de otras aberraciones que han producido la banda terrorista, a lo largo de su historia.

 

Tras este último ataque, el Jefe del Estado Mayor del Ejército, general Tukur Buratai, ha ordenado la búsqueda y captura, vivo o muerto, de Abubakar Shekau, a las tropas acantonadas, en Camp Zairo, un antiguo Centro de Comando y Control, arrebatado en enero de 2016, tras la operación “Deep Punch II”, m a los terroristas en el bosque Sambisa, hasta entonces un verdadero santuario para los muyahidines nigerianos. Según algunas versiones, Shekau, tras la pérdida de Sambisa, estaría refugiado en la zona montañosa de Mandara.

 

Más allá de estar batiéndose en derrota, la milicia que ha jurado bayat (lealtad) al Daesh en marzo de 2015, produjo en 2016 910 muertos y el año pasado cerca de 1000.

 

Boko Haram, aún cuenta con estructura suficientemente importante como para atacar lugares tan distantes como el norte de Camerún, donde en 2016 produjo 26 ataques y el año pasado 32. En la región fronteriza de Diffa, entre Níger y Nigeria, 2016 se produjeron 18, mientras que en el año siguiente se constataron solo 7. Solo en el litoral del lago del Chad, lugar donde se han refugiado la mayoría de los desplazados, la frecuencia es la más baja: 2 en 2016 y 3 en 2017, mientras que en Nigeria los ataques en 2016 fueron 80 y en 2017, 119, de ellos, 59 suicidas.

 

Se cree que la ofensiva del ejército a lo largo de este año podría llegar a estrangular a la guerrilla takfiristas ya que Washington ha decidido levantar las restricciones para la venta de armas a Abuya, aunque las condiciones norteaméricas aún no han sido aceptadas por parte de Nigeria.

 

Un frente fracturado, pero activo

 

La división en dos tendencias producida en agosto de 2016, hasta ahora no parece haber tenido más consecuencias que las que venía sufriendo por la embestida del ejército nigeriano, no hay indicios de una guerra interna entre ambas facciones, como muchos habían augurado.  

 

Las disputas entre Abubakar Shekau y el líder de la banda escindida, Abu Musab al-Barnawi, no han sobrepasado hasta ahora las contradicciones tácticas de ambos líderes. Se espera que, dada la situación de la organización, no resuelvan sus pleitos por la vía armada, ya que una guerra interna sería el golpe final para el grupo. Para 2014 se consideraba que la banda contaba entre 15 y 20 mil militantes, mientras que en la actualidad el número ha disminuido en un 50 % y algunos informes dicen que la mayoría de esos milicianos se ha ido con al-Barnawi. Ya que sus estrategias no contemplan el ataque a civiles, esto ha redundado, no solo en la aceptación de la tropa, sino también en la recuperación del apoyo popular que siempre tuvo la Boko Haram.

 

Historias de canibalismo forzado, rituales de sangre, violaciones, torturas a los propios militantes, alentados por Shekau, que se desarrollan en los campamentos de Boko Haram se han generalizado en los últimos años, lo que ha hecho que muchos de los hombres de Shekau, decidan desertar e incluso entregarse a las autoridades.

 

Aunque se prevé la derrota de Boko Haram, y estos ataques configuren los estertores de una muerte segura, la compleja situación del norte nigeriano, tardará en resolverse, al ser la parte más pobre del país. Nigeria está claramente dividida en dos sectores: un norte musulmán y sin grandes recursos económicos y el sur cristiano y con riquísimas explotaciones petroleras y agrícolas que, en verdad, poco redundan en favor de la población. Esta diferencia, sumada a la violencia terrorista del norte que reclama cada vez más recursos financieros para combatirla es lo que está alentado un fuerte movimiento separatista.

 

Tras la derrota del fundamentalismo, el norte del país necesitará, más allá de un proceso de negociaciones y reconciliación, de políticas de inclusión para cientos de miles de jóvenes abandonados de la mano del Estado, lo que dio oportunidad para que en las mezquitas y madrassas wahabitas, financiadas por el Reino Saudita, se formen a los terroristas. Incluso son muchos emires del islam nigerianos que se han formado en la Universidad Islámica de Medina en Arabia Saudita.

 

La guerra pareciera estar cerca del fin, aunque ahora Nigeria deberá vencer los motivos que la han generado, fundamentalmente: la marginación, exclusión y pobreza, de no ser así Boko Haram, tarde o temprano, será invencible

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. 

En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

https://www.alainet.org/es/articulo/191192
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS