Un breve análisis geopolítico

La restauración conservadora en A. Latina y la hegemonía hemisférica estadounidense

31/01/2018
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  • Análisis
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Los últimos dos años han sido muy difíciles para Venezuela, sin duda alguna. El hecho de que la sociedad venezolana no ha colapsado hasta los momentos es un auténtico milagro, y ese milagro pertenece al heroico pueblo venezolano. Es ese pueblo el que ha aguantado una embestida tras otra, y aún su sociedad sigue funcionando. A penas funciona, quizás dirían unos, pero el hecho de que aún sigue es por sí mismo, una extraordinaria obra de paciencia y resiliencia, confirmando que el pueblo venezolano posee un umbral de dolor bastante elevado, al par de pueblos como el de Stalingrado en 1942-3, o el de la Franja de Gaza, desde el hurto de sus tierras en 1967.

 

Aunque los enemigos del pueblo venezolano no han logrado generar una verdadera guerra civil, los agentes que pretenden traer esa magnitud de devastación a Venezuela, si han conseguido simular ciertas condiciones socioeconómicas típicas de las sociedades en plena guerra civil. Durante la embestida del 2017 – y con la finalidad de derrumbar el gobierno – tristemente lograron por lo menos acercarnos, en ciertos sectores del país, a una guerra fratricida. Durante todo el año, nos quitaron la comida, los medios de comunicación, los medios de transporte, los billetes, el comercio, la capacidad de salir de nuestras casas, y a través de barricadas y francotiradores, nos quitaron las vidas, en ciertos casos.

 

Los sectores de la oposición en Venezuela, sin poder explicarnos las razones particulares de sus decisiones, pasaron de una postura de rebelión y sedición abierta y formal, de violencia civil con el fin de hacer colapsar el propio Estado y sus instituciones – y de esta manera recuperar el control del mismo, perdido desde 1998 – a una postura de participación política-electoral,[1] durante las jornadas electorales de octubre y diciembre del mismo año (a pocos meses de encender las calles) para luego deslegitimar una vez más las instituciones del Estado, porque no lograron la victoria contundente que habían prometido, aunque tampoco lograron demostrar de manera contundente el “fraude” que supuestamente sucedió. Tampoco podemos entender cómo sus candidatos a la alcaldía de Maracaibo y la Gobernación del estado Zulia perdieron en diciembre de 2017, cuando tenían la victoria completamente garantizada, a raíz del abundante voto antichavista en el señalado estado. Primero reclaman que el proceso electoral no les otorga victorias, pero cuando las tienen garantizadas, tiran la toalla, inexplicablemente.    

 

El texto completo en el PDF adjunto

 

Omar José Hassaan Fariñas

Profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela

 

 

[1] Esa participación fue irónicamente pacífica, al contrario de su postura durante el proceso electoral del 30 de julio, cuando se eligió la Asamblea Nacional Constituyente.  

https://www.alainet.org/es/articulo/190754
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