El matrimonio igualitario y el matrimonio ancestral

22/01/2018
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La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), ha instado a reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo y extenderles los mismos derechos que se otorgan a las parejas heterosexuales. Lo cual, nos parece que es normal, evidente, sensato, en tanto, es algo que ha existido desde siempre, en todas las culturas del mundo, y en todas las regiones del planeta; como lo ha comprobado la antropología, por lo que es inobjetable.

Ha existido, existe y existirá, porque es parte de la constitución humana, así no le guste al fanatismo monoteísta que quiere oponerse a “la creación” según la teoría creacionista o evolucionista, a la “obra de dios” según la teoría religiosa, y a la “conciencia material y espiritual” según la teoría integral y holística. Que lance la primera piedra, como habría dicho Jesús, a quienes se oponen a una realidad histórica y universal; por lo que no se puede negar ni ocultar ni rechazar a una evidencia total, bajo el argumento de enfermedad, desviación, etc. Además, porque está ahí presente y lo único que hay que hacer es reconocer y legalizar.

Con esto, nos referimos a los homosexuales de nacimiento, es decir, que ya vienen dentro de esa genética, por algo espiritual que vienen a vivir esa experiencia. No hacemos referencia a quienes por factores sociales o familiares devienen en esa condición, por lo que si cambia esa situación originaria, cambia lo otro. Pero en última instancia, quienes somos nosotros para decir cómo deben vivir su sexualidad, cada cual tiene que aprender por sí mismo lo que tenga que hacerlo. Por tanto, no creemos en el juzgar y peor en el sancionar, sino en el comprender y en el honrar cada experiencia de vida.

Si bien, compartimos el matrimonio igualitario no compartimos la adopción de niños por parejas dentro del mismo rol, esto es, que un niño tenga dos padres o madres, creemos que todo niño tiene el derecho a un padre y a una madre, pues quienes no han tenido uno de los dos referentes, han tenido problemas en su desenvolvimiento natural y normal; lo cual también está comprobado científicamente. Obviamente, hablamos de padres y madres en condiciones equilibradas, pues hay padres y madres que son más bien torturadores, por lo que no cabe el argumento de que hay homosexuales amorosos que lo hacen mejor que los heterosexuales, pues los hay también del otro lado dentro de los homosexuales. Entonces, si la pareja es transexual en la que uno de ellos asume el otro rol en una forma cabal, estamos de acuerdo con la adopción de un niño por parejas homosexuales.

El matrimonio ancestral ha sido llevado al debate público por Yaku Pérez Guartambel, a algo también latente, histórico y mundial. En este caso, los que también se oponen son el otro lado de la misma sociedad monoteísta, esto es, la sociedad colonial que tampoco lo quiere reconocer. Y éste, es un asunto de un colonialismo brutal, pues muchas personas se han manifestado a favor del matrimonio igualitario, incluso altos organismos internacionales, pero no pasa lo mismo con lo ancestral u originario, lo que refleja la clara colonialidad del poder y del ser, en toda la sociedad nacional e internacional. Ni siquiera los mismos que propugnan el matrimonio igualitario, han sabido también alzar su voz por el matrimonio ancestral. Esto refleja que el indio sigue siendo lo último, la sociedad criolla y eurocéntrica discute lo suyo, pero sigue minimizando a todo lo que proviene de la alteridad o de los tercero-excluidos. El matrimonio ancestral sigue suelto por ahí, al igual que la medicina, la educación, la economía, y todo lo ancestral o indígena.

Se habla de sociedad mestiza, pero no existe una sola categoría ancestral empoderada y posicionada en la sociedad oficial o legal, existe por ahí ciertas declaraciones, pero ello no significa que haya un equilibrio entre lo occidental y lo indígena para hablar de sociedad mestiza, lo cual, además resulta un oxímoron en tanto todo hibridismo dentro de una estructura o una raíz establecida, solo es otra rama de la misma esencia. De la misma manera que no se pueden separar o fragmentar las relaciones naturales o físicas, pues como dice la cuántica todo está interrelacionado tampoco se las puede mezclar o hibridar, pues eso genera deformaciones antinaturales.

Por tanto, no existe la sociedad mestiza, sino una sociedad plenamente colonial que ha instaurado el eurocentrismo monoteísta, estatal, antropocéntrico, epistémico y cognitivo, en toda la sociedad nacional. Por ello, legaliza lo de género, lo sexual, lo económico (pobres), pero todo lo referente a lo indígena o ancestral sigue relegado. Incluso, por la mayoría de la misma población de fenotipo indígena y de altos dirigentes, si no fuera por gente como Yaku Pérez seguiría en el olvido, pues la mayoría de dirigentes están también bien adoctrinados y solo se preocupan por lo económico o reivindicativo. Por ello, hemos reclamado que “lo indígena” no es un color de piel o un poncho, sino una episteme o una forma de comprender la vida y una forma de relacionarse con ella. Pero la mayoría del movimiento indígena, sigue manejándose por categorías raciales y no epistémicas y ontológicas, lo que significa aceptar la colonialidad racial o la racialización.

Todo lo señalado anteriormente, refleja que la sociedad nacional sigue sin descubrir Amerindia luego de 500 años. Solo conocen Latinoamérica, y ya es hora de que se abran a Interamérica y hablen de interamericanos y no latinoamericanos, pues ésta última palabra, solo hace referencia a la sociedad criolla. Somos un mundo multicultural y pluridiverso, y toda forma de enclaustramiento monoteísta, monárquico, monopólico, monocultural, es la continuación del colonialismo monista, sin que haya habido ninguna “independencia” hasta ahora, tal como pregona toda la intelectualidad colonial.


 

https://www.alainet.org/es/articulo/190490
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